Los personajes no son de mi propiedad, pertenecen a Rumiko Takahashi.

Hago esto sin fines de lucro, solamente con el fin de entretenerme.

Notas;

Conversación telefónica: —, *—

Diálogos: —/—

Últimamente, las mañanas habían sido un poco insípidas y particularmente carentes del esplendor del astro rey, que solo se dejaba ver en el transcurso del día, pero hoy no, hoy parecía ser diferente; los rayos del sol, desde muy temprano, traspasaban los cristales para reflejarse y empezar a calentar el ambiente de la habitación, los pequeños pajarillos parecían celebrarlo por lo que no tardaron en agradecerlo con sus peculiares cantos, haciendo una preciosa melodía para recibir un nuevo día.

Esa mañana en especial ella se sentía muy animada, tanto que no lo costó trabajo levantarse, pues la noche anterior había sido muy agotadora, pero el saber que era el último mes de clases la animaba mucho. Su alarma sonó a la hora establecida y ella no dudó en levantarse a los primeros timbrazos, con una sonrisa en el rostro se levantó de su cama dirigiéndose a vestirse y a maquillarse, pero la verdad no necesitaba de mucho, pues su belleza natural era suficiente, aunque a veces ella no lo admitiera. Para iniciar el día con el pie derecho, tenía que verse muy bien y sentirse de la misma manera. Ella tenía en mente hacer las cosas mejor que nunca pues quería hacer que esos últimos días de estudio fueran la cereza del pastel de una excelente carrera.

Quería verse y sentirse excelente después de haber puesto todas sus ganas en llevar una carrera impecable.

Kagome era una joven alegre y muy inteligente, que siempre le veía lo positivo a las cosas, del mismo modo buscaba las mejores alternativas para obtener lo que ella quería, y en esos momentos lo que más quería era ser la mejor de su clase para poder conseguir un buen empleo y bien remunerado, y sobre todo, que pudiera dedicarse a lo que con tanto esfuerzo estudió, quería que su familia estuviera orgullosa de ella, pues su familia lamentablemente había tenido problemas con el templo que perteneció a su familia por generaciones, su madre había tenido que cargar ella sola con ese problema los últimos años, por lo que se dedicó de lleno en solucionar esa situación, por ello había decidido trabajar duramente, aunque eso implicara alejarse de su hija y el abuelo, por ello Kagome había decidido estudiar muy duro y no fallar, para poder ayudar a su madre económicamente y no volver a separarse.

Terminó de alistarse, tomó un pequeño refrigerio y se dirigió a la sala del departamento donde esperaban sus útiles escolares. Estaba casi lista para terminar de acomodar las cosas necesarias para sus clases en una mochila, de pronto sonó su celular y al tomarlo vio en la pantalla la fotografía de su mejor amiga Sango, por lo que no tardó en contestar;

¡Hola Sango buenos días!—

—Hola Kagome ya estás lista?, Ya casi estoy llegando*

*Si, ya estaba por terminar de acomodar mis cosas, te espero afuera?—

—Si está bien, igual ya casi estoy llegando, ya traigo conmigo los cafés*

*Excelente, me caería muy bien un poco de cafeína para empezar el día—

—Está bien te veo afuera*

*Muy bien, bye!—

Kagome se dirigió hacia su recámara para tomar uno de sus cardigans más nuevos, no quería que el frío la molestara si es que hacía su aparición en el transcurso del día, se miró al gran espejo ubicado a un lado de su clóset antes de ponerse la prenda, traía unos jeans muy ajustados a sus contorneadas piernas y tonificados glúteos, con unas balerinas de color negro, en la parte superior una blusa igualmente ajustada de mangas cortas y escote en V, por lo que optó por agregar a su atuendo una pashmina, se introdujo en el cardigan y al ver que combinan todas las prendas armoniosamente salió de la habitación, tomó su mochila y sus llaves, cerró la puerta de la entrada y salió del edificio en el que vive. Ya se encontraba Sango esperándola adentro de su auto.

—Te tardaste un poco Kag— dice Sango con un poco de molestia.

—Perdón, pero estaba asegurándome de verme bien, son los últimos días en la Universidad y quiero dar una buena impresión— agregó la azabache con una sonrisa en el rostro.

—Yo también pienso hacer lo mismo, por eso el fin pasado fui de compras, quiero verme bien, y no estaría mal dejar unos cuantos corazones rotos por ahí ;)— le contestó a su amiga y está vez guiñándole un ojo y entregándole su correspondiente vaso con la bebida caliente.

—Jajaja, lo mismo digo, todo el año he evitado pensar en eso pero ahora pienso que no estaría mal dejar alborotado a uno que otro chico— diciendo esto se acomodó mejor en su asiento, dio un sorbo a si café pero no dejaba de sonreír.

—Bien dicho!— resaltó Sango con un tono de aprobación y levantando la mano derecha hecha puño en señal de éxito.

Sango y Kagome se rieron maliciosamente, tenían sus propósitos en claro, ninguna de ellas había aceptado tener alguna relación amorosa con algún chico, pero sabiéndose ya casi graduadas, decidieron que era momento de relajase y divertirse un poco. Con una sonrisa en el rostro dieron un trago a su café dirigiéndose al lugar donde estudian.

Continuará…