Los personajes de Rurouni Kenshin le pertenecen a Nobuhiro Watsuki.
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El argumento de esta historia le pertenece a Sibreka, a quien escribo este fic por ser la ganadora de la actividad "Los amigos invisibles de Yahiko" del foro Sakabattō.
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Capítulo 1: Aroma de papel.
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— Señor Takeda, usted no puede hacerme esto — dijo Kaoru al borde de las lágrimas
— Lo siento, Kaoru — respondió con indiferencia el hombre de traje gris — los beneficios que da la librería no se comparan con el dinero que recibiré al venderla
— Pero cuando yo se la vendí usted prometió que seguiría siendo una librería y que yo siempre podría trabajar aquí
— ¿Acaso firmé algún documento que lo dijera? — Preguntó con una sonrisa burlona
— Yo creí en su palabra — dijo Kaoru bajando la mirada — pero veo que la olvida antes de 6 meses — sonrió tristemente. Convencida que con ese hombre ya no valía la pena dialogar.
Kaoru miró a su alrededor, los libros en los estantes, el aroma a café y a papel viejo que embargaba el lugar pronto desaparecería. La angustia llenó su corazón. Decidió salir del lugar, no quería tener a ese hombre mentiroso y traicionero delante de ella; no valía la pena mirar a la cara a una persona que no respeta su propia palabra.
Kaoru caminó sin ser muy consciente de a donde sus pasos la llevaban. Quería alejarse todo lo posible, como si pudiera huir de su propia desesperación, de su propio dolor.
Llegó hasta un jardín de sakuras y se sentó apoyada en uno de los hermosos árboles de cerezos, abrazó sus piernas escondiendo su rostro entre sus rodillas y lloró.
El padre de Kaoru había muerto hacía un año. Los gastos médicos que generó una larga hospitalización, sumados a los de la librería que debido al descuido en los meses de agonía generó más pérdidas que ganancias, sumieron a Kaoru en una crisis financiera que no puedo sobrellevar. Intentó sacar a flote la librería, y aunque tuvo buenos resultados, no fue suficiente para ponerse al día con todo el dinero que debía; fue ahí que apareció Kanryu Takeda. Ofreció por la librería el dinero suficiente para que Kaoru solventara sus deudas y le prometió que seguiría con el negoció, además la contrató para que no tuviera que alejarse de ese lugar tan querido. Ese lugar que había sido el sueño de su padre, el sueño de la propia Kaoru.
El sueño que ahora se escapaba de sus manos.
Kaoru lloró hasta quedar sin fuerzas, y cuando eso ocurrió se durmió. Al despertar, ya no había luz de día, se puso de pie y se dio cuenta de que estaba desorientada, antes no se preocupó de eso, pero ahora, sola y de noche, la situación pareció cambiar. No sabía donde estaba ni como había llegado, y Kaoru empezaba a pensar que eso podría traer consecuencias.
Comenzó a caminar por el solitario jardín sin darse cuenta que en lugar de salir se adentraba aún más en el. Después de los cerezos, apareció una amplia alfombra de pasto y en el centro una enorme fuente de mármol con delicados tallados de flores y esculturas de ninfas. Miró a su alrededor, se encontraba en un jardín al estilo occidental, con faroles de metal, esculturas y caminos de piedra. Caminó hasta la fuente y se sentó en ella, mojó su mano en el agua fría y suspiró, intentando decidir que hacer.
— ¿Qué estas haciendo aquí? — Una voz masculina la sacó de sus cavilaciones.
Kaoru alzó la mirada encontrándose con un hombre de largo cabello rojizo e intensos ojos ámbar. No supo que responder a esa pregunta, sintiéndose un poco confundida por el tono severo en que se la había formulado.
— Este es mi jardín privado, nadie tiene permitido el acceso
— Yo, lo siento — dijo Kaoru poniéndose de pie — me perdí y llegue hasta aquí, en ninguna parte decía que era un lugar privado
— Al parecer los guardias son una partida de incompetentes — murmuró frunciendo el ceño
— Disculpe — dijo Kaoru llamando la atención del hombre — ¿Podría decirme dónde nos encontramos?
— Realmente estás perdida
— Así es
El pelirrojo examinó el rostro de la muchacha, era bonita, pero lucía cansada y se notaba que había estado llorando. Él no acostumbraba sensibilizarse ante ese tipo de cosas, pero tampoco le costaba ayudarla en algo tan sencillo
— Sígueme — le dijo — le pediré a mi chofer que te lleve a casa
El hombre de ojos dorados comenzó a caminar. Kaoru se sintió desconcertada, pero tampoco veía que otra cosa podía hacer. Comenzó a caminar tras él. El jardín era enorme y hermoso, pero al poco rato de caminar divisaron una enorme mansión de estilo occidental. Al acercarse se encontraron con algunos hombres vestidos de negro; guardias de seguridad que dieron la bienvenida a su señor y miraron con curiosidad a la mujer que lo acompañaba. Ella se sintió intimidada ante tales miradas y se apegó más al hombre que acababa de conocer, intentando evitarlas.
Entraron a la casa, era la parte trasera, un amplio salón con cómodos sillones y estanterías llenas de libros se alzaba ante sus ojos. Kaoru quedó sorprendida por la belleza y elegancia del lugar. Estaba tan asombrada y embelesada mirando de un lado a otro, que no se dio cuenta de la presencia de otro hombre hasta que escuchó la voz del pelirrojo.
— Quiero que vayas a ver que diablos están haciendo los guardias del jardín de cerezos — dijo en tono autoritario al joven castaño de cabello alborotado — esta chica lo atravesó y llegó a mi jardín principal sin toparse con ninguno.
Kaoru miró al sujeto, que la miraba con curiosidad. Él sonrió con picardía y dijo
— Iré inmediatamente, pero ¿tú que harás con ella? Es muy bonita
Kaoru se ruborizó y cuando la mirada del pelirrojo se posó en ella sintió arder su piel. El de ojos dorados sonrió de medio lado al confirmar que lo que decía el más alto era verdad. Su cabello negro, su piel blanca y sus ojos azules armonizaban perfectamente y se resaltaban mutuamente. Además, su pequeña boca color ciruela estaba perfectamente dibujada y su sonrojo le pareció adorable.
— Ve a hacer lo que te ordené, Sanosuke — respondió entonces el pelirrojo mirándolo a los ojos — y asegúrate de que esos inútiles no vuelvan a poner un pie en mis propiedades
— Ya voy, ya voy — dijo divertido el moreno saliendo por donde ellos entraron
— ¿Realmente le pedirá a su chofer que me lleve? — Preguntó Kaoru una vez que se quedaron solos — Ya debe ser muy tarde y debo volver a casa — estaba poniéndose algo nerviosa.
El hombre sonrió y se acercó a ella, antes de que pudiera reaccionar el pelirrojo ya había tomado su barbilla delicadamente, obligándola a verlo directamente a la cara.
— Claro — respondió él — si es lo que quieres — sonrió — pero también puedes pasar la noche aquí. Tal vez salgas beneficiada si decides quedarte
— ¿Qué quiere decir con eso? — Preguntó alarmada, alejándose de él
— Interprétalo como quieras, pero ya sabes que soy un hombre rico. Y te aseguro que se recompensar muy bien a quienes se portan bien conmigo
— Tengo que irme, por favor no me retrase más
— Si es lo que quieres
Pocos minutos después, Kaoru estaba sentada en la parte trasera de un lujoso auto conducido por un hombre mayor, de traje oscuro y cabello blanco. El hombre era muy serio y no le dirigió la palabra en ningún momento haciéndola sentir un poco intimidada. No obstante, con el transcurso de los minutos se relajó observando a través de la ventana.
…
Al día siguiente, Kaoru despertó más animada. Antes de dormirse había estado pensando en su situación y decidió contactase con quien sería el nuevo dueño de la librería. Sí pensaba de manera optimista tal vez fuera un hombre mejor que Takeda y podría intentar llegar a un acuerdo con él.
Fue a la tienda más temprano de lo usual y registro entre los papeles de Takeda, encontró la oferta de compraventa entre sus documentos. Leyó rápidamente y tomó nota del nombre y la dirección en la que podía encontrar al futuro dueño de lo que antes fue la amada librería de su padre. Salió rápidamente, decidida a luchar por ese valioso lugar.
— Kenshin Himura — repitió el nombre del futuro comprador de la tienda.
…
Cuando Kaoru llegó a la dirección que encontró en los documentos de Takeda se sintió extrañada, era un edificio de oficinas cuyas puertas estaban custodiados por hombres vestidos de negro. Se acercó para intentar entrar, pero fue inmediatamente detenida por uno de estos guardias
— Necesito hablar con el señor Kenshin Himura, por favor, déjeme pasar
— Dijo Kaoru al hombre frente a ella
— ¿Tiene invitación? — Preguntó el guardia
— No, la verdad es que no me espera, pero necesito hablar con él
— Lo siento, nadie puede ingresar sin ser invitado — respondió secamente el hombre
— Por favor, al menos pregunte si puede recibirme
— Será mejor que te largues si no quieres problemas — amenazó fríamente
— Esos no son modales para tratar a una señorita — Kaoru escuchó esa voz masculina a sus espaldas y creyó reconocerla, se giró y se encontró con el hombre de cabello castaño que había visto la noche anterior en la mansión del pelirrojo que la había ayudado
— Lo siento, señor — respondió el guardia — pero insiste en ver al señor Himura sin ser invitada
— No hay problema — dijo Sanosuke — no creo que se niegue a recibir a una mujer tan bonita. Menos si ya estuvo en su casa
— ¡Quiere decir que el pelirrojo de anoche es Kenshin Himura! — exclamó sorprendida Kaoru
— ¿Acaso no lo sabías? — Preguntó asombrado Sanosuke
— La verdad es que anoche no pregunté su nombre — respondió Kaoru avergonzada — y lo que me trae hoy hasta aquí no tiene nada que ver con eso
— Ven conmigo y cuéntame lo que ocurre.
Sanosuke entró al edificio acompañado de Kaoru, quien le explicó el motivo de su visita. Subieron el ascensor hasta el último piso y entraron en una sala amplia con vistas a la ciudad.
— Toma asiento. Hablaré con Kenshin y veré si te puede atender — dijo Sanosuke saliendo por un largo pasillo que había a un extremo de la sala.
Kaoru se sentó cerca de la ventana. Espero 20 minutos y Sanosuke se presentó nuevamente ante ella, le dijo:
— Kenshin está dispuesto a hablar contigo. Pero tiene algunas entrevistas previas y piensa que no podrá verte por lo menos en una hora más, tal vez dos.
— No importa, de todos modos fui yo la que se presentó sin avisar. Esperaré el tiempo que sea necesario
— Entonces te dejo, lamentablemente yo también tengo trabajo que hacer y no puedo acompañarte por más tiempo
— Muchas gracias por lo que hizo por mí
— No es nada. Hasta pronto — dijo Sanosuke haciendo un gesto de despedida. Dejando a Kaoru sola nuevamente.
Kaoru se sentó y sacó un libro que llevaba en su bolso, tendría bastante tiempo para leer. Y aunque al principio le costó concentrarse; vio pasar hombres que parecían sacados de una película de mafiosos, finalmente se concentró tanto en su lectura que el tiempo pareció volar.
"La felicidad que le produjo aquella respuesta superó a todo lo que Darcy había experimentado hasta entonces, y procedió a expresarse con el acierto y el ardor que cabe esperar de un hombre perdidamente enamorado. Si Elizabeth hubiera sido capaz de mirarlo a los ojos, habría comprobado hasta qué punto le sentaba bien la expresión de sincero deleite que se adueñó de sus facciones; pero aunque no miraba, si podía escuchar, y Darcy le habló de sentimientos que, al demostrar lo importante que era para él, dieron cada vez mayor valor a su afecto"
Kaoru suspiró y levantó la vista del libro embobada con lo que acababa de leer. Sin embargo, cuando sus ojos miraron en frente y se toparon con los ojos dorados de Kenshin Himura, quien estaba sentado frente a ella, volvió bruscamente a la realidad y se ruborizó
— ¿Por qué no me dijo que ya estaba aquí? — dijo cerrando su libro y poniéndose de pie
— Porque lucías adorable al estar tan concentrada en la lectura — respondió él poniéndose también de pie y acercándose a ella.
Kaoru se alejó instintivamente, aquél hombre la intimidaba y la ponía nerviosa. Kenshin sonrió
— Sanosuke me ha contado la razón de tu visita — dijo invitándola a seguirlo.
Kaoru fue tras él hasta llegar a un amplio despacho. Él se sentó frente a un escritorio de vidrió y ella se sentó frente a él.
— Te escucho — dijo apoyando su espalda en el respaldo de la silla y cruzando sus brazos frente a él. Sin dejar de mirarla directamente a los ojos.
— Yo soy Kaoru Kamiya y la librería Aroma de papel perteneció a mi familia por muchas generaciones. Con mi padre alcanzó bastante popularidad ya que él realmente amaba ese lugar. Lamentablemente los problemas económicos que tuve después de su muerte me obligaron a venderla. Kanryu Takeda había prometido no deshacerse de ella y convertirla nuevamente en una librería exitosa. Yo siempre tuve la esperanza de recuperarla.
— Soy un hombre de palabra por lo que no me retractaré de la oferta que le hice a Takeda, no obstante, hay algo que podríamos hacer para que esa librería esté nuevamente en tus manos
— Estoy dispuesta a hacer cualquier cosa
— Pondré la librería a tu nombre una vez que la compre, será tuya, pero deberás devolverme el dinero
— Pero yo... no tengo como devolvérselo
— No te preocupes, no será inmediatamente y podrás hacerlo en cuotas. Si aceptas prepararé un documento en el que fije los plazos y el monto
— Acepto — respondió Kaoru sin pensar
— En dos días, el viernes a las 11:00 de la mañana vendrá Takeda a firmar los papeles de la venta. Ven tú a las 11:30 y pregunta por Sanosuke Sagara. Espérame con él y vemos los detalles del traspaso.
— Muchas gracias, señor Himura
Kaoru sonrió esperanzada y una sutil sonrisa maliciosa se dibujo en los labios de Himura.
Cuando el pelirrojo se quedó solo la sonrisa se hizo más evidente. Sanosuke entró pocos minutos después.
— La chica me contó lo que le ofreciste, se veía feliz la pobrecita ingenua — dijo el castaño — ¿Por qué lo haces?
— Tal vez por el puro placer de tenerla en mis manos — respondió enfrentando sus miradas — la librería será finalmente mía, y esa mujer también.
…
Muchísimas gracias por leer este fic, desarrollado bajo el argumento entregado por Sibreka. Según mi planificación tendrá 3 capítulos, los cuales espero poder terminar durante Febrero.
El libro que leía Kaoru es "Orgullo y Prejuicio" de Jane Austen y el fragmento que copié pertenece al capítulo 58.
También les quiero contar que tengo dos One-Shot publicados en la cuenta del foro Sakabatto. Se llaman "El deseo de Navidad" y "El Primer beso". Los links están en mi perfil por si se animan a leerlos.
