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Taste me
(Tim/Damian)
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Damian y Tim se encontraban a solas en la mansión, no es que lo planearan, lo desearan o como mínimo, toleraran.
Simplemente sucedió. El gran hombre estaría fuera de la City (Alfred y Selina incluidos) debido a una serie de conferencias de Wayne Enterprises, Nightwing enfundando el traje del Caballero de la Noche se quedó a cargo de la vigilancia pero aclaró que no lo haría desde la Baticueva, estaría a mejor resguardo entre las largas y torneadas piernas de Oráculo.
El primero en pensar que tendría los lujos y la tecnología de su padre para sí mismo por un par de semanas había sido Tim, llegó por la noche con las ropas de héroe y tras avisar a sus amigos que tenía una misión importante en Ciudad Gótica, se desconectó del mundo y dio por perdido.
El segundo fue Robin, sagaz y obstinado como él solo, pensó que podría acceder a los archivos prohibidos de la JL y divertirse un rato con villanos internacionales.
Se equivocó.
Tan pronto como se coló por una de las entradas de la cueva lo vio, entrenando con ropas ligeras y entalladas de gimnasia, manejaba su bastón bo como una extensión de sí mismo, de arriba a abajo por las piernas y brazos, al rededor de la espalda alta o baja, entre los muslos u hombros.
Animado por pequeñas y elegantes piruetas, dando amplios pasos, giros y dobleces de su escultural y casi perfecta anatomía, admiró sin pudor sus fuertes piernas, la pelvis llena, después subió por sus brazos y se concentró en sus manos, grandes, ágiles, indudablemente implacables y letales.
Cobijado por las sombras se embelesó por completo con la cadencia de su danza y es que él sabía manipular el mismo instrumento pero lejos estaba de convertirse en experto. Drake lo era, honraba su arma, la respetaba y amaba como él a su katana.
Tan entretenido estaba, seguro de su anonimato que no notó cuando los pasos comenzaron a acercarse peligrosamente a él.
—¡Sal de las sombras!—el bastón lo golpeó en el hueco de su hombro izquierdo y cuello, decir que el asalto lo sorprendió y atemorizó sería poco. Se escurrió hasta el suelo, Drake dibujo una sonrisa de impertinencia y complacencia, se burlaba de él y estaba tan caliente, excitado de verlo como realmente es, que no podía hacer más que patéticos intentos por llevar el aire a su cuerpo.
—¡Arriba!—ordenó su hermano como solía hablarle Dick. Él se negó a la orden pero dos golpes más del bastón lo obligaron a obedecer. Entrenaron o quizás fuera mejor decir que se enfrentaron.
Su cara acabó besando el suelo como diez veces, hasta que Drake se aburrió de humillarlo y preguntó qué hacía fisgoneando.
—¿Te podría preguntar lo mismo o no?—gruñó limpiando la sangre de sus labios, aceptando la mano que le ofrecía su hermano, dejándolo sopesar la totalidad de su peso, admirando como sus músculos se tensaban y lo levantaban.
Era fuerte, imponente, un autentico y apuesto imbécil.
—Hasta hace una hora con veinte minutos, disfrutaba del espacio y mi intimidad.
—¿Viniste a entrenar?
—Y tú a robar los secretos de Batman, pero eso no va a pasar.
—¿Quien me lo va a impedir, tú?
—Si
—No puedes vigilarme veinticuatro por siete, Dick nunca ha podido.
—Dick es una madre indulgente, lo mismo que Alfred pero te olvidas de que yo soy como Batman.
—Tt...—su corazón se aceleró ante la mención de esa palabra. Su padre lo castigaba, encerraba y amedrentaba. ¿Drake se atrevería a encerrarlo en su alcoba? Que lo encerrara en una mazmorra, pero con él a su lado, desnudándolo y sobajándolo. Anuló los pensamientos impuros y lo pasó de largo para acercarse al panel de control.
Su hermano lo miró como si fuera un niñato, debió cambiar los protocolos de seguridad, limitar sus accesos, era lo que todos hacían cuando se encontraban a solas en la computadora, demostrar quién era el más inteligente, el mejor Robin.
Tim se olvidaba de quién era, con quién trataba, él era el hijo de Batman pero más importante, era la abominación de Talía.
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"Iniciando protocolo máximo de seguridad"
"Cierre total de la cueva en menos diez segundos"
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—¿¡Damián pero qué demonios...!? —Drake tiró de sus brazos pero él a penas si se inmutó.
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"Ingrese confirmación de voz"
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Sonrió como solo un asesino o un Al Ghul sabían hacer, oscureció su gesto y disfrutando la increíble confusión de su hermano, confirmó la orden utilizando la profunda e inquisitiva voz de su padre.
La cueva comenzó a cerrarse, lo mismo que la mansión. Ahora estaban atrapados hasta que levantara la orden y lo haría cuando el otro le diera los códigos y la información que quería.
—¡No lo haré! Y sabes tan bien como yo que Batman no se irá para siempre, cuando regrese le diré lo que hiciste, confirmaré que eres peligroso, un riesgo para todos.
—Padre suele irse una semana, un mes o un año. Alfred está con él, Selina también, confía en que Richard es mejor Batman que nosotros dos juntos, Red Hood está del otro lado del mundo y más de la mitad de sus enemigos jurados siguen en Arkham, dudo que vaya a regresar a menos que mi abuelo o mi madre decidan sumir la Ciudad en oscuridad pero hasta donde sé, no lo tienen planeado.
Quiero los archivos protegidos de la JL para enfrentarme a adversarios reales.
—Ni siquiera pudiste detenerme a mi
—No quiero detenerlos, sabes muy bien lo que podría hacer contigo, Drake
—¿Vas a matarlos?
—Cazarlos, torturarlos, padre me prohibió asesinar pero eso no significa que no pueda entrenar...—dio la vuelta dispuesto a tomar una ducha y encerrarse en su alcoba. Tener a Drake y su ceño fruncido, además de su cuerpo sudoroso y caliente demasiado cerca del suyo era peligroso, hacía que la sangre se concentrara en su entrepierna y su estúpido hermano, no podía enterarse de eso.
Satisfizo sus necesidades, aclaró su mente, volvió a ponerse el uniforme de Robin porque puede que sus familiares no desearan cargarse a la Ciudad, pero sí querían acabar con él y solían preferir los momentos en que no estaba Batman.
Pasado un rato Tim también se adentró en la mansión, escuchó sus pasos por el corredor, lo supo dentro de la biblioteca, investigando, leyendo, era un erudito y aunque normalmente solía negar los cargos, eso también lo admiraba y ponía al punto.
Permaneció encerrado en su cuarto, entreteniéndose con su arte, trazando bosquejos, llenándose los dedos de carbón y pintura, repasó el blanco lienzo como si se tratara de la anatomía de aquel. Decirle en la cara que sabía perfectamente lo que podría hacer con él, era una falacia, no lo sabía, el muy imbécil no tenía ni la más mínima idea de lo que le haría, si pudiera.
Cayó la noche, se sangró algunas veces para obtener sanguina y se concentró en la música y la pintura para no abrirse el pantalón y volver a trabajar su sexo pensando en él, escuchó golpeteos contra su puerta y se volvió un poco loco.
¿Qué quería? ¿Que los liberara de su prisión? Con Dios de testigo que no lo haría hasta que le diera por lo menos una ubicación, la espada que le obsequió su abuelo se pulía con sangre, era cuestión de necesidad y nada más.
Aún llevaba las ropas de héroe, solo se desprendió de los guantes, el antifaz y la capa. Al verlo, Tim dejó escapar un sonido de burla, luego reconoció su ceño fruncido y los caballetes e instrumentos de arte dispuestos por todas partes, carraspeó y preguntó si pensaba comer algo. La cuestión lo sorprendió, no tenía hambre, de hecho solía ensimismarse cuando pintaba y no recordaba el tema de la comida hasta que desmayaba.
—¿Piensas hacerlo tú?
—Hablé con tu tercera madre, estaba preocupado por el cierre de la cueva. Le informe que lo hiciste tú y su única instrucción fue que no termináramos por matarnos, lo mismo ha dicho Bruce, por cierto.
—Bien, porque no quiero matarte.
—Pero sí deseas lastimar a alguien.
—Ya lo has dicho infinidad de veces, soy peligroso, un monstruo. En todas las novelas que conozco pueden mantenerse raya siempre y cuando beban la cantidad justa de sangre, elige tú a la víctima, no voy a matarla. Solo cazarla, aterrorizarla y torturarla.
—Eso es crueldad.
—¿Y lo que hacen ellos con sus víctimas no lo llamarías igual? ¿No te gustaría equilibrar un poco la balanza?
—Se supone que seamos mejores, no iguales o peores.
—Se supone que los mantengamos bajo control, ellos son otra especie de monstruo.
—¿Cómo te soporta Dick?—preguntó despectivo, mirándolo con desprecio y reproche, le dolió pero también, excitó.
—Es más listo que tú, él no trata de entenderme o cambiarme, él acepta lo que soy y actúa a consecuencia.
—No quiero que te me acerques.
—Y yo quiero terminar con lo que estaba haciendo, sal de mi cuarto Drake.
—Vete al infierno Wayne.
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—Repíteme una vez más, por que no puedo matarlo. —preguntaba Tim a Dick por la línea segura de su comunicador.
—Porque es el hijo de Batman, no asesinamos y mucho menos a nuestro hermano.
—Políticamente hablando.
—Solo dale lo que quiere.
—¡No sé lo que quiere!
—Una víctima, escuché que la espada de R'as se pule con viseras y sangre.
—¡Dios! No puedes estar de acuerdo con eso.
—Lo he acompañado un par de veces, da buenas palizas.
—Voy a atarlo y colgarlo de cabeza en la cueva hasta que de la instrucción de abrir esta cosa.
—Puede que funcione o tal vez, vuelva a dejarte incapacitado.
—¿De verdad? No es más que un niño de catorce años, obstinado y malcriado. Patee su trasero hace un rato y volveré a hacerlo cuando me colme el plato.
—Dieciséis.
—¿Qué?
—Es un adolescente malcriado y obstinado de dieciséis años. Ten cuidado porque puede que siga igual de enano, pero no ha dejado de ser un Al Ghul.
—No puedes pensar que es mejor que yo.
—Como dije, lo he acompañado a impartir su versión de justicia. No va a matarlos, solo aterrorizarlos.
—¿Ahora tú vas a convencerme de que está bien?
—La primera vez que lo acompañé, la víctima de su elección fue un asesino, violador y proveedor de pornografía infantil bastante conocido. Damian le cortó los testículos, también una de las manos y después hizo que se las comiera. No diré que estuve presente durante todo el proceso, pero si admitiré que no hice el mínimo por detenerlo.
—¡Dick, eso es...!
—Los chicos que traficaba, tenían tres, cinco y siete años, los más grandes quizás llegarán a nueve. Un reformatorio no iba a detenerlo o cambiarlo, la mutilación sí. Dale lo que quiere o quédense ahí hasta que se agoten las reservas de comida de Alfred.
—Él ni siquiera come.
—¿Y qué hace?
—Está pintando con el uniforme de Robin. ¿No lo ves? es un enfermo. ¿Por qué nunca se quita esa cosa?
—Se la quita cuando está realmente apestosa.
—Apuesto a que se ducha y coge con el traje puesto.
—¿Coger? ¿Por qué no se lo preguntas? Al menos tendrían un tema más interesante del qué hablar. —Richard terminó la llamada, su novia lo estaba llamando, era la hora de comenzar el patrullaje nocturno y seguramente, después tendría su buena recompensa de sexo.
¿Damian ya lo habría hecho? ¿Por qué demonios se preguntaba esto? Cerró su puerta con llave y para estar realmente seguro atrancó una silla contra el picaporte. Se dio una rápida ducha y durmió semidesnudo.
Ese hijo de puta, tendría que hacerlo con el traje puesto, eso lo pondría caliente, tan caliente, justo como en este momento lo estaba él.
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Tres semanas después, Drake seguía barriendo el piso con él. Lo hacía sentir poderoso, especial.
Él, era un verdadero hijo de Al Ghul ya que lo dejaba ganar, mientras se excitaba con cada roce ocasional de sus cuerpos. Tocar su bastón bo e imaginar que sostenía su falo, grueso y erecto, era la mejor sensación del mundo, quizás superara aquella de asesinar, pero ¿Cómo iba a saberlo? Si nunca había tenido sexo y por el contrario, era bastante bueno en el arte de matar.
Su hermano lo derribaba en una secuencia de diez a seis movimientos. Él despertaba tan caliente todas las mañanas que honestamente agradecía que su casaca fuera larga y ocultara la zona de su entrepierna.
Por su parte, Drake seguía prefiriendo la ropa de gimnasia ligera y apretada, con el sudor se pegaba a cada músculo y lo hacía lucir endemoniadamente bello, tenía que hacer esfuerzos para dejar de mirar su pelvis y concentrarse en sus manos o pies. La danza que describía elegante y letal, diseñada para aniquilar a sus adversarios en el campo de batalla, y no a sus amantes en la cama.
La mejor parte de todo esto, es que cuando lo mandaba a "nunca jamás" siempre le ofrecía una mano para levantarlo del suelo, podía con su peso, podría soportar sobre sí, todo su cuerpo.
Cabalgando entre sus glúteos, empotrándolo contra la pared de la cocina o mejor aún, enterrándolo entre las sábanas negras de su cama.
Para no sucumbir a la imaginación o desvelar sus pasiones casi siempre, volvía a encerrarse en su cuarto. Una ducha helada seguida de una buena paja y volvía a ponerse las ropas de Robin porque el otra día encontró un petirrojo muerto frente a la puerta de su recámara.
Lo recogió y contempló, Drake pensó que era él quien lo había matado, como la acusación lo ofendió le dijo que sí.
—Lo apuñalé con mi batarang, después le chupé la sangre. —Timothy concentró la mirada en sus labios, buscando residuos. La parte malvada de su cerebro lo orilló a relamerse mientras pensaba que le chupaba y lamía otra cosa a su hermano. Drake lo llamó "jodido enfermo" le arrebató la ave y procedió a llevarla a su cuarto. Por la oscuridad de su rostro sabía que deseaba matarlo.
—Dilo. —solicitó postrado a pocos pasos de él.
—¿Qué cosa?
—¿Quieres matarme, no es cierto?
—Creo que estás loco y que eres peligroso.
—¿Y si es así, por qué sigues vivo?
—Porque una minúscula parte de ti, respeta a Alfred, Bruce y Dick.
—También a ti. —se atrevió a confesar. —No tienes ni la más mínima idea de lo mucho que te respeto a ti. —dio la vuelta dispuesto a regresar a su cuarto. Drake no lo dejó partir, el ave acabó sobre la alfombra del pasillo y él siendo sujeto por las poderosas manos de su hermano.
Sus miradas se encontraron en dos milésimas de segundo. La oscuridad, el repudio y odio de Red Robin contra la insolencia, bajeza y lascivia de él. Algo de eso debió ser perceptible para el "mejor detective del mundo" ya que lo soltó de inmediato y lo dejo ir a su cuarto.
Desde ahí, sus encuentros en la arena de duelo se volvieron mas rudos, el bastón bo le dejaba marcas, sus puños le sacaban sangre y aunque en sus comicios se resistió de hacerlo, comenzó a responder. Drake terminaba en el piso, debajo de su caliente cuerpo, intentaba no ser cruel pero algunas veces debía noquearlo para que no notara lo duro y erecto de su miembro.
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Esta noche, para luchar "iguales" decidió quitarse las botas, guantes, antifaz y capa. La casaca roja seguía cubriendo sus formas, pero hubo un momento en que no se resistió de susurrarle al oído.
Enredaron sus cuerpos a medida que avanzaba el combate, una llave de lucha que acabó con él, torciéndole un brazo por detrás de la espalda.
Su pelvis estaba contra su trasero, Drake tenía un precioso, redondo y firme trasero, sintió la erección dolorosa y dura pujando contra las costuras de su pantalón. Le dijo a Red Robin lo afortunado que era, la suerte que tenía de que él, respetara su vida.
Sería tan fácil hacerlo, una puñalada, un movimiento.
Su hermano palideció, obviamente pensaba que podría atravesarle el corazón con la espada de R'as o algún otro instrumento que se escondiera en la indumentaria pero no tenía nada, solo hormonas, sangre, sudor y semen.
Lo dejo caer y volvió a su cuarto, juraría que en todos estos años, nunca lo había visto tan atemorizado. Ni siquiera cuando de verdad, intentó matarlo. ¿Por qué sería? ¿Sintió su sexo, supo que quería violarlo? ¿Tocarlo, amarlo? La ultima palabra estaba de más pero entre más despertaba pensando en él, más susurraba en un resquicio de su mente.
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La noche volvió a caer, él estaba por meterse en sus sábanas rojas cuando encontró una estrella ninja, perteneciente a la orden de los asesinos sobre su almohada, la estrechó en el interior de su puño izquierdo y entonces recibió un mensaje de texto de Drake.
Necesitaba que lo viera en su cuarto.
Pensó que los asesinos de su madre se habían echo con él, así que corrió por el pasillo y abrió la puerta. Su hermano estaba en la cama, tendido sobre las sábanas blancas, ataviado con una camisa de vestir totalmente abierta y la prenda interior algo tensa, estaba excitado, duro y caliente como una ramera.
La estrella ninja acabó en el suelo.
—¿Qué crees qué...?—preguntó cuando su hermano extendió un brazo y le ordenó acercarse.
—¿Nunca te quitas el traje?—inquirió puesto que él, no se movió. Quería guardar su imagen en la memoria, aprender las luces y sombras para después reflejarlas en un lienzo. Con un movimiento de rostro le dijo que no. Drake sonrió coqueto, perfecto, dos hileras de dientes blancos enmarcando su rostro varonil y precioso.
—¿Ni siquiera para coger?
—¿Qué...?
—Has querido cogerme desde el primer día que me encontraste aquí, ahora yo quiero cogerte a ti. Ni siquiera te quiero, tampoco me gustas, solo me excita la idea de tocarte con ese traje. Ven. —él negó con el rostro pero aún así comenzó a ir hacia él. Había asesinos en las sombras, debieron entrar mucho antes de que él decidiera encerrarlos, puede que aguardaran ordenes de su madre, que los estuvieran observando, que los asesinaran a ambos mientras estaban follando, pero no le importó.
Nada más le importó.
Caminó con pasos lentos hasta subirse en su lecho, ambas piernas rodeando su cuerpo, Drake no iba a besarlo, honrarlo, amarlo, tan solo quería tocarlo y se lo permitió.
Sus dedos largos y callosos abrieron sus ropas, bajaron su pantalón, él no solía usar ropa interior así que rápidamente tuvo su sexo a disposición.
No pareció impresionado con su tamaño, el color de su piel, lo lampiño de su entrepierna, él lo dejó hacer, abrazándose a él, besando su cuello, lamiendo su sal, mordiendo su hombro. Drake le metió un dedo, después dos, él soltaba quejidos y maldiciones, su hermano parecía tener alguna experiencia en esto, le dijo que aguantara, sería más divertido para los dos si guardaba su eyaculación hasta el ultimo momento.
—No...puedo...
—¿Eres virgen?—preguntó cuando él se corrió ante la intrusión de un nuevo dedo.
—¿Eres ciego?
—Te va a doler...—advirtió con un ligero destello de satisfacción en los ojos.
—¿Cuándo te ha importado mi dolor?
—Nunca.
—Entonces rómpeme...
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Continuará...
