Hola gente hermosa! :D traigo otra historia mas, por la epoca navideña, aunque de hecho ya pasó navidad...

No publiqué antes porque entre tanto ajetreo entre examenes finales y las fiestas (con todo lo que eso conlleva... ya saben, la visita de familiares y todo el asunto...) no me dejaron mucho tiempo libre de escribir.. por lo pronto voy a tratar poner todo de mi para actualizar super pronto... :)

Les dejó el primer capitulo y espero les guste... espero con ansias sus reviews! :) puse todo de mi, como cada vez que escribo algo, quizás no esté del todo bien, pero espero que sean compasivos conmigo y no me lo critiquen demasiado, después de todo le puse todo mi cariño a esta historia! xD

Tambien le super agradezco a Nina Parker que me ayudó siendo mi beta para esta historia! :D No me canso de agradecerte hermosa, me ayudaste mucho con tus pequeñas sugerencias...


disclaimer: ni Inuyasha, ni Kagome, o el resto de los personajes conocidos (como Sango, Miroku, Shippo, etc) me pertenecen, la historia es totalmente mia! ciertos personajes secundarios si son de mi creación.


Entrega especial de Navidad

Capítulo 1:

Las calles estaban atestadas de gente, como era usual en el centro de Tokio. Cuatro chicas de preparatoria caminaban entre la multitud apresuradas y con sonrisas gigantes pegadas en el rostro. Bueno, todas excepto una.

—¿Por qué me hicieron venir? —reclamó una de las muchachas, de largo cabello negro azabache— Ya les dije que ese concurso no me importa en lo absoluto— repitió por enésima vez ese día, mientras era arrastrada entre la multitud por sus amigas.

—¡No seas tan aguafiestas, esto será divertido! —exclamó emocionada una de ellas.

—¿Te imaginas si alguna de nosotras llega a ganar? —preguntó con un tono de ensoñación en la voz otra de las chicas.

—Sería la gloria —dijo la tercera, siendo detenida de golpe por un hombre alto y de contextura fuerte, en la puerta de un alto edificio.

—¡Venimos para entregar los formularios del concurso de la revista "InStyle"! —se excusó sorprendida y nerviosa por el tamaño de esa persona.

—Por favor, haga la fila —respondió amablemente el hombre.

—¿Que fila? —susurró girándose.

Se sorprendió al ver que toda la gente que habían esquivado en la calle estaban haciendo una enorme fila para ingresar al edificio.

Las otras tres la miraban expectantes. Ella rió nerviosa.

—Creo que tenemos que hacer la fila —explicó molesta.

—¡No, Eri! —reclamó enfadada la muchacha de cabello largo— ¡No quiero perder toda mi tarde haciendo fila por un estúpido concurso que no me interesa!

—Calma, Kagome. Te aseguro que avanzará más rápido de lo que crees.

—!No! ¡Yo me voy!

—Espera por favor —le rogó una de ellas abrazándola con todas sus fuerzas para no dejarla ir.

—Suéltame Ayumi, no pienso quedarme aquí. Tengo que estudiar para los exámenes —gritaba intentando soltarse del abrazo de su amiga.

—Siempre preocupada por tus calificaciones, no cambiaste para nada —se rió el hombre que estaba en la puerta.

Kagome dejó de forcejear y le lanzó una mirada asesina, ¿quién se creía que era?

El hombre, se sacó las oscuras gafas que escondían sus ojos y le regaló una sonrisa. A la muchacha casi se le salen los ojos de las órbitas de la sorpresa.

—¿Takashi? —preguntó insegura.

—Que bien que aun te acuerdas de mí, Higurashi —dijo sonriéndole— Apenas te reconocí, has crecido mucho, si no fueran por tus gritos no lo habría hecho —se burló.

Ella se sonrojó, avergonzada de su comportamiento unos segundos atrás. Sus amigas la miraban con curiosidad. ¿Qué pasaba? Estaban perdidas.

—Lo siento… —susurró sin saber que más decir.

—¿Por qué te disculpas? Me alegra que no descuides tus estudios, si no me equivoco estas próxima a presentar los exámenes de ingreso a la universidad, ¿cierto?

—Sí, así es.

—Bien —miró disimuladamente a su alrededor— Pasen, no quiero que pierdan tiempo en esto si prometen que van a ir a estudiar mucho luego —dijo abriéndoles la puerta.

Todas asintieron enérgicamente, antes de correr emocionadas hacia el interior.

—Fujioka, cúbreme por favor —habló el hombre a través de la cucaracha, entrando junto con las chicas.

—Perdona la molestia —le dijo Kagome apenada, caminando a su lado.

Aquello le recordaba a su niñez, cuando ese hombre la acompañaba a la escuela.

—No te preocupes, no es nada. De todas maneras, hay cientos de chicas que se inscribirán también, será difícil para ustedes ganar.

—Lo sé, es una estupidez. Pero ellas están emocionadas con esto —se rió mirando con cariño a sus locas amigas, esos días no durarían mucho tiempo más, y deseaba con todo su corazón poder disfrutarlos hasta el final.

—Ya veo. Procura disfrutar lo más que puedas tu tiempo en el colegio, con el correr del tiempo son uno de los recuerdos que más se atesoran.

—Sí, lo sé.

No dijeron nada más, el hombre guio a las chicas hacia un mostrador donde cinco mujeres recibían las solicitudes. Realmente parecía una tarea pesada atender a tanta gente. Pobre de ellas.

Al salir del edificio, no se cansaron de agradecer al hombre por el enorme favor que les había hecho.

—No es nada chicas. Ahora a casa, a estudiar —les guiñó un ojo, divertido.

—Ojala nos visites pronto, Takashi —le dijo Kagome, dándole un corto abrazo.

Él le besó la cabeza.

—Realmente te convertiste en una mujer hecha y derecha, tu padre estaría orgulloso de ti.

Ella asintió sintiéndose nostálgica y se despidió con la mano mientras caminaba con sus amigas en dirección a la estación de trenes.

—¡Eso fue fantástico! —exclamó emocionada dando pequeños saltitos.

—Esta noche no podré dormir de la emoción.

—Pero los resultados recién estarán en dos semanas…

—Eso no importa, pensar que podré pasar Navidad con Inuyasha no me dejará dormir en absoluto.

—Si, como digas —respondió escéptica.

—No me digas que a ti no te hace ilusión, vivir como un famoso por una semana debe ser genial. Encima no es solo eso, ¡sino vivir bajo el mismo techo que Inuyasha por una semana! E ir a esa increíble fiesta de navidad… de solo pensarlo mi corazón se acelera.

—No me malinterpretes, me gusta Inuyasha pero eso de vivir expuesta públicamente como una celebridad no me agrada, aparte de que prefiero pasar las fiestas con mi familia. Por eso no quería participar en ese concurso.

De todas maneras suspiró aliviada, con esa cantidad de gente participando era casi imposible que fuera seleccionada. No quería destruir las ilusiones de sus amigas, pero esa era la verdad, así que no se preocuparía por ello. Tenía otras cosas más importantes en mente.


Las dos semanas pasaron en un abrir y cerras de ojos, en realidad casi nunca tenia noción de la hora o el día debido a que se pasaba todo su tiempo libre estudiando. Fueron sus amigas las que le recordaron que la lista de pre-seleccionadas se daría a conocer esa tarde.

—Tenemos que estar juntas las cuatro como ese día en que fuimos a presentar nuestras planillas.

—Estoy ocupada, esta tarde iré a la biblioteca —respondió sin interés.

—No seas mala —le gritó al borde del llanto, todos los otros estudiantes las miraron atentos y eso la puso nerviosa, odiaba ser el centro de atención— ¡Kagome es mala amiga! Mala, mala, mala —repetía gimoteando.

—Bien, bien. Iré con ustedes, pero deja de hacer escándalo —exclamó avergonzada tratando de hacerla callar.

—¿En serio? —preguntó.

Ella simplemente asintió, sintiéndose que acababa de sellar su pacto de muerte. Su amiga dio un grito emocionado, y la abrazó con todas sus fuerzas, dejándola sin aire y llamando la atención de todos una vez más. Mierda.


Estaban tomando un café en una linda cafetería cercana a la escuela, parecía que todo el mundo se estuviera ralentizando en espera del resultado del dichoso concurso. El noticiero no dejaba de anunciar que en breve tendrían la lista de chicas pre-seleccionadas.

Se podía sentir en el ambiente esa tensión y expectativa que en cierto modo lo incomodaba. Se acomodó mejor en el sofá donde estaba sentada e intentó prestarle toda su atención a los apuntes que estaba leyendo.

—Ya tenemos los resultados —anunció emocionada la mujer del noticiero— Ahora en vivo desde el salón de actos del Shangri-La Hotel, tenemos al representante de Inuyasha.

—Muchas gracias por la espera. —dijo un hombre de traje parado encima de un escenario con una enorme pantalla detrás—Tenemos el agrado de informar la lista de las tres candidatas que tendrán la oportunidad de ganarse un lugar como nuestra invitada de lujo y que se hospedará una semana completa en la finca privada de Inuyasha.

Un sonido de redoblantes puso a la gente expectante.

—La primera seleccionada es…—abrió un sobre dorado, con una tarjeta dentro— Rumiko Nakamura —en la pantalla de detrás de él apareció una foto de la chica—, dieciséis años, estudiante de segundo año de preparatoria. ¡Felicidades!

La gente aplaudió.

—Nuestra segunda candidata es Sakura Yoshida, dieciséis años, estudiante de segundo año de preparatoria. ¡Felicidades! —dijo repitiendo el proceso.

La expectativa creció de golpe, ahora solo quedaba lugar para una chica más. De los cientos de muchachas inscriptas, solo una tenía la posibilidad de entrar, todo el mundo se sentó en el borde de sus sillas, conteniendo la respiración en espera del último nombre.

—Y ahora… nuestra última candidata es…— el redoblante empezó a sonar, todo el mundo tomó una bocana de aire antes de aguantar la respiración, los nervios y la tensión de sentían en el aire —La señorita —abrió el sobre, leyendo el nombre escrito en la tarjeta— Kagome Higurashi, dieciocho años, estudiante de tercer año de preparatoria. ¡Felicidades nena, eres la última candidata! —guiñó un ojo a la cámara.

Todo el mundo estalló en aplausos, el hombre se bajó del escenario, en la pantalla quedó la foto de Kagome, a la que pronto se le unieron las de las otras dos candidatas. Se podían ver todos los flashes de las cámaras de los periodistas iluminar el escenario.

—Bien, eso fue todo. ¡Wow! Eso sí que me mantuvo en vilo— se rió la mujer del noticiero —Ahora en otras noticias…

La muchacha estaba enfrascada en su lectura, sin saber lo que sucedía a su alrededor. Una de sus amigas gritó a la vez que se paraba, haciendo tambalear la mesa y seguidamente la abrazó mientras chillaba. No entendía que estaba pasando.

—¡Ganaste Kagome, ganaste! —repetía histérica.

Su mirada voló directamente al televisor, donde una foto suya abarcaba toda la pantalla, la sangre en sus venas se congeló y se puso pálida. El hombre que hablaba le mandó felicitaciones mientras le guiñaba un ojo.

De repente se sintió mareada, y el grito de "hurra" de sus amigas llamó la atención de todos a su alrededor, que pronto la rodearon felicitándola y pidiéndoles autógrafos o que se tomaran una fotografía juntos, como si fuera una verdadera celebridad.

—Me quiero ir —susurró sujetándose a la mesa para no caerse.

—¡Oh, por Dios! Todos háganse a un lado, déjenla respirar —escuchó gritar a una mujer, antes de desvanecerse.


Se despertó sin saber dónde se encontraba, enseguida vio a sus amigas acercarse a ellas.

—¿Estas bien? —preguntaron preocupadas.

—Creo que si… ¿Qué pasó? —de algún modo sentía que todo había sido un mal sueño.

—Te desmayaste, creo que quizás fue la emoción por enterarte que eres candidata —chilló contenta una de sus amigas.

¡Oh, no! Entonces no había sido un sueño, todo el peso de la realidad la abrumó.

¿Qué sucedía con ella? Cientos de chicas matarían por estar en su lugar.

No era que le desagradara Inuyasha ni nada por el estilo, solo que no le gustaba llamar la atención, y aquello seguramente le daría sus 5 segundos de fama, no era demasiado, pero si lo suficiente para no querer saber nada al respecto.

—Debo irme a casa. Tengo que hablar con mi familia —dijo de pronto, incorporándose del sofá donde estaba recostada.

—Espera linda, acabas de despertarte. Me preocuparé por ti si te vas así, mejor esperemos a que recuperes un poco el color. Toma te traje un chocolate caliente —dijo una mujer entrada en años acercándose a ella con una taza humeante en sus manos.

—Muchas gracias —susurró apenada.

—Mi nombre es Kaede, soy la dueña de la cafetería. Te trajimos a la sala del personal, aquí nadie te molestará así que puedes quedarte un poco más —le sonrió amablemente.

Aquella mujer respondió a las preguntas que quería formular pero que no sabía cómo hacer. Simpatizó con ella de inmediato. Charlaron un poco más, y Kaede esquivó hábilmente el que alguien más volviera a mencionar lo del concurso.

—Creo que ya recuperaste el color en las mejillas. Si lo deseas ya puedes irte, puedo hacer que uno de mis empleados te acompañe hasta tu casa si quieres…

—¡Oh, no! En realidad le estoy muy agradecida por su hospitalidad, y no quiero abusarme de su amabilidad —le respondió sinceramente— De todos modos estoy bien, así que no hace falta.

—Nosotras la acompañaremos a casa, no se preocupe —intervino una de las chicas que la acompañaban.

—Ah bien. Entonces me quedo más tranquila, las acompaño hasta la puerta.

—Bien, adiós. Muchas gracias por todo —agradeció Kagome.

—Ojala te elijan a ti —le susurró la anciana, sorprendiéndola— Sé que no te gusta la idea de participar, pero pienso que serias un excelente cambio en la vida de Inuyasha.

La forma en la que habló fue como si lo conociera, como si supiera exactamente que ella era capaz de hacer algo por él. No lo entendía en realidad, era una sensación rara.

—Me esforzaré —prometió, regalándole una sonrisa agradecida.


Estaban próximas al templo que pertenecía a la familia Higurashi cuando se percataron de que éste se encontraba repleto de periodistas. Kagome empalideció por segunda vez ese día.

—Oh, por Dios. Esto no puede seguir así —le reprochó una de sus amigas.

—Vamos, párate derecha y sonríe a la cámara —le indicó otra de ellas— No digas nada, solo camina y sigue sonriendo.

Todas pusieron sus mejores caras mientras se adentraban en los terrenos de la casa, siendo cegadas por las luces de las cámaras. Kagome agradeció en silencio el que sus amigas actuaran como sus custodios personales y mantuvieran al margen a los reporteros.

—Takashi… —suspiró cuando el hombre se les unió a mitad del camino hacia la puerta de la casa— ¿Qué haces aquí?

—Vine a ayudarte a ti y a tu familia, por supuesto —le sonrió— Creo que la visita llegó antes de lo que esperabas, ¿cierto?

El hombre se puso enfrente de ella, y con su sola presencia intimidaba a los reporteros, que les abrieron el camino más rápidamente.

La casa estaba rodeado de personal de seguridad, para que ninguna persona no deseada pudiera entrar en ella.

Una vez dentro abrazó fuertemente a su familia, disculpándose una y otra vez por las molestias que estaba causándole a todos.

—Calma hija, no es tu culpa —intentó calmarla su madre.

—Pero mamá…

—No —la interrumpió— Ya te dije que no es tu culpa. Y felicidades, por cierto —le cambió de tema— Estas feliz por haber salido seleccionada, ¿verdad? Me alegro mucho por ti.

Al ver a su madre tan feliz por ella no pudo evitar sentir cierta culpabilidad porque ella no lo estaba disfrutando en absoluto.

—Sí, es genial. Estoy muy muy muy feliz— mintió.

—No quiero interrumpir, pero se nos dio instrucciones de permanecer aquí toda la noche— habló Takashi— No se preocupen, solo es por seguridad de toda la familia —aclaró ante la cara de sorpresa de las personas allí reunidas.

—Ah, bien…—dijo el abuelo de la joven— En ese caso, querida ¿podrías prepararles algo caliente de comer a estos buenos hombres? Hace frío por la noche, y no queremos ser malos anfitriones, ¿cierto?

—Enseguida —respondió contenta— Chicas, ¿se quedan a cenar? —preguntó dirigiéndose a las amigas de su hija.

Las tres jóvenes se miraron entre sí, sin saber que decir.

—Si no es molestia, nos gustaría quedarnos —susurró una de ellas finalmente.

Kagome preparó té para todos. Luego tanto ella como sus amigas ayudaron a su madre a preparar la cena. La cocina nunca había estado tan atareada.

Todos estaban apretados en la mesa, mientras contaban diversas anécdotas de vida y reían divertidos. De algún modo aquello parecía como una reunión de viejos amigos, aunque la mayoría de las personas allí reunidas eran desconocidos para la familia.

El personal de seguridad agradeció profundamente la comida tan caliente y deliciosa. Finalmente dos de los hombres escoltaron a las colegialas hasta sus respectivas casas, llevándolas en un auto negro de vidrios polarizados.

Hasta esas horas de la noche no se veían reporteros por los alrededores, pero siempre era mejor prevenir que lamentar. No es que fuesen peligrosos de todas maneras, pero querían proteger la privacidad de la familia y de sus allegados tanto como fuera posible.

—Estoy muerta —suspiró cansada, cuando al fin pudo tomar un baño y meterse en cama.

Aquel día había sido una locura total. Había tenido que procesar mucha información muy de repente, y ahora en la soledad y tranquilidad de su habitación finalmente podía pensar bien en lo que le estaba sucediendo.

Antes de quedarse dormida llegó a la determinación de que vivir como una famosa rica no tenía por qué ser tan malo y que conocer a Inuyasha seria genial, él era un gran cantante, y que fuera increíblemente apuesto no era más que un simple extra en la situación. Por primera vez en el día sonrió ilusionada con lo que le podría deparar el destino más adelante.