Waffles.

-Es una tontería.- gruñó Kiui, de once años, a su hermana Shimo, de dieciséis.

-¡Claro que no!- gritó en un susurro la albina. –Le gustaran.- aseguró confiada.

-No sabes hacerlos.- insistió en sacarle la idea absurda de la cabeza.

-Tengo un libro.- levantó, con mucho orgullo, un viejo y polvoriento libro de recetas.

-Y yo tengo el sentido común suficiente para no dejarte incendiar la cocina, Shimo-nee.- rumió con su mala cara de siempre.

Ella hizo un puchero, no uno tonto como los que hacía antes, cuando todo era perfecto para la familia Hitsugaya, sino uno triste.

-Solo quiero hacer lo que ella hubiera hecho…- susurró cabizbaja.

La mirada del pelinegro de inmediato se ablandó, como solo era capaz de hacerlo por su hermana y en ocasiones por su padre desde que el mundo de los tres se desmoronó.

Sus muros de hielo que había construido para el resto de la gente se derribaron y se permitió una pequeña sonrisa de ánimo para ella.

Su hermana era muy sensible, y en él recaía hacerla sentir mejor, porque la única persona que podía hacerlo sentir bien ahora, era ella, y su padre, claro, cuando no estaba ahogándose en un pozo de autocompasión.

No es que lo culpara, claro, él no los descuidaba ni nada y les daba el apoyo que necesitaban para aquella etapa tan difícil, tenía todo el derecho a actuar como zombi cuando no estaba con ellos, después de todo, había enviudado hace solo unos meses.

-De acuerdo. No es mala idea después de todo, nee-san.- la llamó de aquel modo que ella tanto le insistía que usara.

Ella sonrió, pero no con esas enormes sonrisas que solía regalar al mundo antes, fue una sonrisa pequeña, pero sincera.

Hicieron los Waffles que siempre preparaba su madre para aquel día ayudados por el libro.

Shimo no cocinaba mal, pero tenía la maldición de su madre, con el más mínimo descuido, era capaz de prenderle fuego al cereal.

Kiui, quien siempre fue más atento, simplemente se limitó a ayudarla vigilando que nada se le quemara, y reprendiéndola cada vez que se le cruzaba por la cabeza usar las ideas de Rangiku-san.

Al final, solo se quemaron tres Waffles mientras ambos discutían por una tontería respecto a la crema, ya que él la odiaba y ella la amaba, pero por los demás, quedaron decentes.

Pusieron la mesa y decoraron los Waffles de su padre como siempre lo hacía su madre, espolvoreándolos y con algunas fresas a los lados, y un poco de crema por insistencia de la mayor a la que el menor no podía negarse.

Cuando su padre llegó a la cocina justo mientras ellos se servían sus propios desayunos, Shimo se permitió dar una de esas grandes y hermosas sonrisas que el mundo tanto extrañaba, y Kiui a sonreír de medio lado, sintiéndose con esa energía que había perdido junto con su querida madre.

Su padre les dedicó una sonrisa y una mirada tierna, besó en la frente a la de piel tostada y revolvió el cabello del pálido chico, que apartó su mano de un manotazo como en antaño, arrancándoles una pequeña risa sincera a ambos albinos.

-¡Feliz cumpleaños, papá!- felicitaron ambos hermanos de ojos turquesas luego de que probara los Waffles y les agradeciera su detalle, agregando que estaban deliciosos.

Él sonrió, y lloró, y ellos también lloraron, y sonrieron. Y terminaron los tres riendo, recordando a la persona faltante allí, pensando como los reprendería por estar llorando tan patéticamente.

Fue un desayuno agridulce, pero después de él, los tres se sintieron un poco mejor.

Fin.

Reaparecí! :D

Ahora... a quién se le ocurre ponerse a actualizar sus fics largos cuando tiene 500 fanfics que hacer y el 14 de feb es una excusa perfecta?

Solo a mí, señoras, solo a mí x3

Y sí, leyeron bien, 500 FANFICS! Chequeen los números! Avanzamos un centenar! TTwTT

Lectores: siguen faltando muchos ¬¬

No me bajen de mi nube! ;w; toy feliz...

Bueno, los personajes de Tite cx

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CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!