EN EL AIRE DE LA NOCHE
No era el sitio más adecuado. En eso cualquiera estaría de acuerdo. Sin embargo las cosas vienen y suceden cuando uno menos se lo espera.
Aunque tampoco sería sorprendente decir que no lo hubiese previsto. Pero no de esa manera.
Tan solo había que verle cuando se aproximaba a su compañero para preguntarle si, de verdad, se estaba acercando a ella. Las preguntas habían dejado de ser sutiles hacía mucho tiempo aunque las quisiera enmascarar con simple interés y preocupación por el rubio. Un buen observador no habría tardado nada en poner un significado a todo aquello. CELOS.
Celos que le comían. Celos que recorrían cada una de sus células. Celos que le quemaban. Que pugnaban por salir. En forma de dos palabras: Te quiero .
Pero esos términos seguían en pausa. Uno de esos momentos infinitos que no parecían acabar.
Hasta esa noche. En aquel lugar que no era el idó de gente para la que sin duda no pasaría inadvertida la mirada depredadora del moreno.
Observando desde la barra, Longboard en mano como el otro se movía por la pista de baile embutido en aquellos vaqueros blancos, con la camisa verde aguamarina marcando su bien formado cuerpo. Sí, nunca había negado que el otro tuviera un buen físico solo que desde hacía unos meses se había descubierto observándole más detenidamente.
¿Qué había cambiado? ¿Imaginarse las manos de ella recorriendo esa piel? ¿Besando las cicatrices que sus aventuras habían dejado en él? Al principio se sentía furioso consigo mismo. O asustado. Por descubrir algo de sí mismo, a sus ya cuarenta y tantos, que nunca se hubiese imaginado.
La frase que le dijo a aquella chiquilla que huía de sus padres: "si tuviera un hijo como tu, la apoyaría... " No recordaba las palabras exactas pero la esencia estaba. Si aceptaba aquello con la naturalidad que hay en que una persona ame a otra porqué le asustaba lo que se había descubierto sintiendo por el otro.
Quizá era el hecho de que al fin y al cabo no llegamos a conocernos ni a nosotros mismos. El caso es que estaba allí. Celos, deseo, amor… por el de Jersey.
De manera inconsciente sacó su móvil del bolsillo trasero y miró la pantalla mientras se iluminaba. Abrió su app de whatsapp, el primer contacto era el del otro. Tan habitual hablar en persona como de forma on line. Siempre en contacto. Siempre en línea.
Y entonces escribió por instinto, sin pararse a pensar en si era correcto o no… En la reacción de su compañero cuando lo leyese. Un instante después su móvil vibró con la respuesta del inspector. Le contestó, él mismo, rápidamente.
Una sonrisa canalla asomó a su rostro mientras enfilaba hacia la salida. Notando, sabiendo que le seguía.
Y su deseo creció haciendo arder su sangre.
- Quiero follarte.
- Tu y tus animaladas... ¿en tu casa o la mía?
- Lanai.
