Personajes de HP, son de J.K.
La trama es mía.
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Las fuerzas Higuren estaban a todo su potencial intelectual, los Shiroze no tenían más alternativa que rendirse ante la amenaza que separaba sus países para una dominación más, delicada por parte del ejercito Higuren.
La potencia Shiroze sabía que había cometido un gran error hace exactamente un año. Atacar primero, eso habían hecho. Ahora solo les quedaba una alternativa, o dos.
El Señor de la fuerza Higuren no era una persona muy sociable. No trataba con nadie, incluyendo a los pocos que trataban de ser sus iguales, sin embargo, sus ideas se trasportaban por aire, tierra y mar; cambiando el pensamiento de cada comunidad a la que viajaban sus ideales.
A pesar de ser una persona poderosa y muy ágil, sentía que algo le faltaba por dominar, un hueco que pensaba que tal vez nunca llenaría. Pero pronto eso iba a cambiar.
-Se-Señor Riddle. –un joven estaba tras la puerta del Señor del imperio Higuren, no podía ver su rostro de su general, pero sus compañeras decían que era muy apuesto.
-Si…
-El Magistrado de los Shiroze, está aquí.
-Eso, es extraño. No. Interesante…
-Trae algo con él…
-¿Hmmm? Hazlo pasar.
-¿Estás bien?
-Podría estar mejor.
-Eres lo único que nos queda para tratar de detener a Riddle.
-¿Podrías dejar de repetir eso? He escuchado esa frase desde hace mucho tiempo.
-Hemos intentado ser lo más discretos posibles en este plan, trata de ser consciente. –le dijo tratando de sonar los más tranquilizador posible.
-Lo sé. Harry atacará por fuera…
-¿Y tú?
-General Riddle, imagino que no esperaba mi visita.
-Al contrario, Señor Dumbledore. Sé que hoy es el día en que se rendirán, será, menos doloroso para ustedes por supuesto.
Albus tenía el semblante inexpresivo, debía hacerlo.
Un sacrificio, por el bien mayor.
-Vengo a entregarle, una oferta de paz.
Tom Riddle se sintió levemente extrañado, sin embargo, mantuvo silencio esperando la razón de la posible rendición de los Shiroze, con calma, siempre con calma.
-He perdido a mis padres, debo derrocarlo.
-Todos hemos perdido algo, Harry. Pero esa no debe ser la única razón por la que ataques a Voldemort.
-Dime tus razones para derrotarlo entonces.
Ella se mantuvo en silencio. Había hecho una enorme lista con todas las razones para odiar a Tom Marvolo Riddle. Sin embargo…
-Vamos, dímelo…
-Cosas demasiado dolorosas Harry.
-Confío en ti…
"Pero yo no…"
-Es una mente revolucionaria que podría hacer cambiar sus objetivos para con nuestra nación.
-¿Es una persona?
-Su nombre es Hermione Granger, nacida de Shiroze hace dieciocho años. Si haces los cálculos te has de dar cuenta que es, un poco joven.
-…
-Estoy seguro que te será útil para cualquier cosa que necesites.
Entonces de la sombra de Dumbledore salió una chica con ropas que a la vista no eran muy caras. Pero su rostro…
Su rostro era lo más brillante que había visto en sus veintinueve años de existencia.
Cabello salvaje, mirada parda y una profunda tranquilidad en su talante. Extraña, pero de incuestionable belleza. Sin pensarlo mucho sus ojos se afilaron y corrió a Dumbledore con rapidez y cortesía. El general de Shiroze se despidió de la castaña con una misteriosa mirada.
-Es un gusto conocerle, señor Riddle.
-Por favor, llámame Tom.
Pronto el hueco sería llenado, luego de tantos años en busca de saber que dominar…
Tom Riddle, alias Lord Voldemort sabía que someter para sentirse al fin completo…
El corazón de Hermione Granger.
Al ver los ojos negros sin fondo del General Higuren sus nervios se tensaron, sus piernas temblaron e hizo que deseara llorar hasta los gritos, más se mantuvo como una efigie ante él.
El deseo de saltar a sus brazos, a sus oscuras garras de demonio hicieron que su lucidez se fuera de viaje para no volver.
Poco a poco sintió como sus mejillas de estar pálidas por el miedo pasaran a rojizas de vergüenza, inclinaciones sucias adornaban cada pulgada de los pensamientos de Hermione Granger con respecto al que técnicamente sería su… ¿jefe?
Por un segundo pensó en esa gran lista de razones por las cuales debía ser la espía perfecta y derrocar a Tom Marvolo Riddle desde dentro, pero esta poco a poco iba desvaneciéndose, quedando nada más que vacío. Ella entendía muy bien porqué.
Nació en Shiroze, pero no tenía mucho cariño a la nación.
Sus padres cambiaron su ideología por la de Voldemort, no era precisamente malo para ella.
Tenía un cariño enorme por Harry Potter y sus aliados, conjuntamente que respetaba a Dumbledore; pero nada más que pequeñas oraciones cubrían esos nombres en su tan acaudala mente.
-¿Hermione?
Pronto fue sacada de sus propios pensamientos por Tom, trató de ser los más inexpresiva posible.
-¿Eres una espía, verdad? –dando justo en la diana, un halo de inseguridad se tendió sobre la castaña, sabía que alguien como Voldemort sabría el porqué de Dumbledore, pero no lo imaginaba tan… calmo con ello.
Tarde o temprano se sabría, pero ella no iba a ocultar nada, no a él.
-Si. –listo. Lo había hecho, esperaba que el castigo no fuera tan doloroso o que, si la mataba, al menos le diera una última mirada para llevarlo en sus pensamientos hasta la tumba.
-No voy a matarte, Hermione. Voy a hacer algo mejor que eso.
-Que-
-Voy a hacerte mía a punta de voluntad.
Allí, en ese mismísimo instante; Hermione Granger se declaró inútil para luchar contra Lord Voldemort. E inexplicablemente, no se sentía culpable por ello.
Harry, Dumbledore y la nación Shiroze podían irse bien al infierno.
BONUS
-Señora Riddle, por favor.
-Cálmate, Romeldo, sólo fue un pequeño desmayo.
-Nada es pequeño cuando se trata de mi esposa. –Tom, con una barba candado de dos días encontró a Hermione en el suelo, aun un poco adormilada del desvanecimiento producido hace poco.
-Tom, debes estar ocupado ahora, déjame y ve a tratar lo que debes hacer., Antigua Shiroze no se va a gobernar sola –dijo con un sonrisa dulce, enamorando más y más a su esposo.
Shiroze había marcado su descenso a la derrota con el intento de asesinato propinado por Harry Potter, que aparte de no llegar a ningún lado, selló también el destino que tendría el de ojos verdes. Ahora mismo debe estar en prisión, pudriéndose en cadena perpetua.
-Ya te has desvanecido dos veces, Hermione, ¿me preocupo por ti sabes?
-Te lo diré entonces, pero era una sorpresa.
-Que-
-¡Estoy embarazada! ¡Vamos a tener un –fue acallada por los labios de su esposo, dominándola con fervor y poder.
Un heredero o heredera había llegado, y con ello la paz completa de dos corazones extraños.
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FIN
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Notes:
Cuando me enfermo me dan ganas de escribir.
Soy muy rara.
Bai.
