AYUDA DEL EXTERIOR


Chapter One.

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Aquella noche oscura y silenciosa prometía ser la más tranquila para los combatientes del Nirvana. La resaca de una cruenta batalla parecía haberse extendido no solo por los ánimos de la tripulación; también el cielo, las estrellas e incluso los enemigos parecían haber conspirado con un destino benevolente para otorgarles minutos de completa serenidad antes de continuar con la lucha interminable por su existencia.

Mientras la nave se abría camino en un ritmo lento y tranquilo; Meia Gisborn alzaba su mirada hacia las estrellas sin mirar ninguna a la vez; su mente se remontaba al combate y a la suerte con que habían corrido, sin embargo la joven mujer sabía que esta suerte no estaría siempre de su lado y eso era algo que parecían olvidar todos sus compañeros de batalla.

De repente, un estrepitoso grito proveniente del ala de los hombres rompió de inmediato con sus cavilaciones y siguiendo a este, las ruidosas voces de varias mujeres se agolpaban sin permitir a Meia darse cuenta de qué estaba pasando.

"¡Me tiene harto!… ¡Esto… esto… es inaceptable!" los gritos de un furioso Hibiki inundaron la habitación abriéndole paso entre la multitud de mujeres que en sus pijamas habían salido al pasillo a observar el nuevo drama entre los no tan nuevos personajes que lo protagonizaban.

"Yo solo quería llevarle un poco de comida…" sollozaba Dita mientras Ezra deslizaba su mano por sus hombros "No pensé que estuviera en esa… esa…"

"¿Situación?" preguntó Jura ansiosa.

"Yo diría… desventajosa situación…" completó Barnette inmiscuyéndose a la plática "Bueno… es que creo que a nadie le gustaría que le viesen con tan poca ropa…"

"Poca ropa… desventajosa situa…"

"¡Dame eso!" gritó Hibiki arrancando la pequeña libreta de entre las manos de Pai "¡Yo iba a bañarme!... ¡Es lógico que tuviera poca ropa!... Además ¡Ella no tenía porque entrar a mi cuarto!" reclamó apuntando con el dedo a Dita.

Un sollozo más fuerte surgió del pecho de la pelirroja e inmediatamente Jura se acercó y empujando a Ezra, tomó por los hombros a Dita protectoramente para después exclamar a gritos…

"¡La fiesta se ha acabado¡Todos a sus habitaciones aquí ya no hay nada que ver!"

Jura abrazó a Dita fuertemente y se encaminó con ella hacia el ala sur donde se encontraban sus habitaciones.

"¡Bah! No llores Dita… Ya sabes qué inmaduro puede llegar a ser… a veces hasta he pensado si verdaderamente pueda ser capaz de tener un bebé conmigo… " dijo Jura muy convencida "Pero bueno… pasemos a lo importante… ¿Qué viste?"

"¿E-ehh?"exclamó Dita sonrojándose.

"Si, ya sabes… lo viste desnudo ¿No?… ¿Cómo es¿Lindo¿Feo? Es que no me puedo imaginar qué pueden tener los hombres de especial… ¿Por qué se necesita de ellos para hacer bebés?…"

Los ojos de Dita se ensancharon tratando de ocultarse a la fija mirada de Jura mientras que sus mejillas adquirían un color escarlata muy difícil de igualar.

"Jura… basta" la voz de la joven capitana de cabellos azulados interrumpió desde un extremo del pasillo hasta las dos mujeres.

"¿Q-Qué hice?...Yo solo quería saber y ya que Dita lo vio…"

"Dije que basta Jura…" inquirió Meia a la rubia "Creo que es mejor que vayas a tu habitación… tú misma lo dijiste; ya no hay nada más que ver, la fiesta ha terminado…"

"Pues no creo que tenga nada de malo que Dita comparta con nosotras – ¿todas somos ciudadanas de Mèjer¿No?-…" el tono de Jura dejaba ver la molestia que había sentido al ser tan brutalmente interrumpida en medio de su investigación "¡Bah!… Ahora tendré que verlo yo misma…"

Acto seguido la rubia dio media vuelta cruzando el pasillo con un andar cadencioso y provocativo.

"¿Estas bien Dita?" preguntó Meia una vez que Jura desapareció de su vista.

"Si líder; es solo que me he equivocado otra vez… Parece que para el alienígena nunca puedo hacer nada bien…"

La pelirroja se echó a correr prorrumpiendo nuevamente en llanto, llevándose las manos a la cara y alejándose de Meia que le observaba con un gesto comprensivo.

La capitana suspiró y retomó el camino hacia su habitación pensando que pronto se pasaría ese ambiente de tensión generado cada vez que Dita y Hibiki se involucraban en discusiones; tratando de convencerse que al día siguiente las cosas volverían a la normalidad.

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Magno Vivian y sus 108 años de experiencia se habían tambaleado peligrosamente debido a las últimas semanas en combate; y no hablaba precisamente de las luchas contra la cosecha; eran aquellos dos jóvenes incapaces de ser honestos los que le ponían los nervios de punta y no era para menos.

Cada vez notaba más y más peleas; más y más gritos y por ende más y más llanto; y lo que en algún momento había pensado se convertiría en el cimiento de un futuro lleno de esperanza para Mèjer y Tarák, comenzaba a desvanecerse entre las sombras de dos chicos con emociones inciertas; sin contar que en cada una de sus peleas Hibiki Tokai y Dita Liebely eran capaces de poner a toda la tripulación patas arriba.

"Al menos Misty estaba muy lejos como para darse cuenta…" la voz de BC se inmiscuyó en sus pensamientos obligándola a volver a la realidad.

"Tienes razón… ya bastante hemos tenido con esos dos como para que la otra chica se incluyera al problema…"

"En realidad, no se qué pensar acerca de su relación…"observó BC con la mirada perdida en algún punto de la galaxia.

"Yo tampoco; lo único que sé es que son nuestra única esperanza ante la cosecha…" respondió la matriarca del Nirvana.

"Entonces no podremos dejarlos que continúen de esta forma… Tenemos que intervenir…"inquirió BC volviendo la mirada a su mayor.

"Pensé que lograrían hacerlo solos -creo que incluso me entusiasmé con ello- ahora veo que no, la educación que recibieron en Mèjer y Tarák ha pesado demasiado sobre ellos…

"Pero Dita ha demostrado ser más fuerte… Ella sabe reconocer sus emociones y lucha contra toda una vida sólo porque ha descubierto sus sentimientos hacia él…" reclamó BC.

"Lamentablemente con ella no es suficiente BC… necesitamos que Hibiki también deje todas sus creencias atrás y parece que a él sí tendremos que ayudarle…"observó Magno con voz seria.

"Y más vale que comencemos de inmediato…" puntualizó Buzam "Ya les hemos dado tiempo y nada ha sucedido, es hora de que como tripulación, comencemos a tomar cartas en el asunto si no queremos terminar aplastados bajo la cosecha…"

La conversación fue interrumpida porque en ese momento, la alarma de combate resonó por encima llenando la habitación de un color rojo y un sonido que incitaba al peligro.

"Reúne a los pilotos…" exclamó la capitana a BC mientras revisaba extrañada el monitor que se encontraba al costado de su asiento "Preparen los motores… despierten a todos… Tenemos que seguir luchando…"

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El eco de los pasos de Hibiki retumbaba por todo el pasillo. Caminaba apresurado rumiando acerca del poco descanso que habían tenido esta vez; aunque en el fondo, la sensación de tener contacto con la delicada piel de la mano de Dita dentro del Vandread , estaba convirtiéndose en una sutil obsesión de la cual apenas si era consciente.

Dio vuelta al siguiente pasillo y se topó con la pelirroja que le estaba volviendo loco…

"Alienígena yo…" Dita abrió los ojos al encontrarse frente a frente con él y sonrojándose de inmediato comenzó a titubear "Y-yo… e-ehh… Quería decirte que…"

"Déjame en paz" Hibiki incapaz de mantener la mirada de la mujer que ahora le conocía hasta en sus aspectos más íntimos, lanzó un gruñido de molestia y se alejó dejando a Dita visiblemente afectada.

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"Tenemos problemas" exclamó Jura desde el extremo izquierdo de la pantalla "Es imposible que podamos penetrar las líneas de seguridad de esta nave… necesitaremos algo más fuerte…"

"Hibiki" exclamó BC atenta a la pantalla "Es mejor que te separes de Meia… Necesitamos que te unas con Dita cuanto antes…"

"Capitana…" exclamó Ezra desde su puesto "Me es imposible localizar a Dita… no entra en los radares del Nirvana…"

"Dita…Dita… ¿Dónde demonios se metió Dita?" gritó Buzam ante la pantalla "Ubícala ahora…" dijo dirigiéndose a Celtic Midori la chica rubia que ayudaba a Ezra en el puente de la nave.

"Dita se encuentra atacando un dread enemigo al costado derecho de la nave madre…" contestó la chica "No obtiene señal ya que está rodeada de las líneas enemigas y…"

"Demonios…" gritó Hibiki al momento de separarse del dread plateado "¿Qué cree que está haciendo? No podrá con ellos…"

"Dita está en problemas…" exclamó Jura apareciéndose en la pantalla central del Nirvana.

"Meia, Jura, Barnette…. Diríjanse al centro… Bart necesitamos que ataques ahora…" BC observó como todos asentían y acataban sus órdenes al instante desapareciendo sus rostros de la pantalla.

"Pero… ¿Qué pasará con…" preguntó Hibiki nervioso.

"Ve a buscarla…" contestó BC firmemente "Ah… y Hibiki… Asegúrate de traerla a salvo"

"Por supuesto" contestó el chico abandonando la conversación y orientando su bangata a toda velocidad al área donde luchaba la pelirroja.

Sin embargo un fugaz resplandor acompañado de una grave explosión frustró la campaña de Hibiki y atrajo la atención de todos los combatientes.

"Dita…" gritó Jura desde su posición "¡Ha sido el dread de Dita!"

"Repliéguense…" gritó la matriarca desde su silla en el Nirvana "Vuelvan ahora… no podemos perder uno más..."

"Pero…" gritó nuevamente Jura.

"¡Ahora!"

Una nueva explosión cimbró a la nave y a sus tripulantes dejándoles en la oscuridad por un instante. Varios gritos de miedo se escucharon en otros compartimientos del Nirvana, hasta que después de unos segundos las cosas volvieron a estabilizarse.

"¿Qué ha pasado?" preguntó Misty desde la puerta del centro de comando "¡Oh Dios!" gritó al observar la pantalla en medio de neblina donde resaltaba la enorme nube de humo producida en el extremo derecho de la nave enemiga.

Un pesado silencio se apoderó de la sala; BC, Ezra y Magno se miraban apesadumbradas y llenas de desconsuelo, ya habían perdido a Gasco y ahora les dolía pensar que una más de ellas podría no regresar a Méjer.

Detrás de ellas, se escucharon los apresurados pasos de varias mujeres, Jura, Barnette y Meia llegaron a la puerta y sin pronunciar palabra entendieron las miradas de sus colegas.

Jura explotó en llanto mientras Barnette la abrazaba tratando de darle consuelo. Meia se aproximó a la matriarca sin dejar ver ninguna emoción.

"¿Qué vamos a hacer?" preguntó la chica de cabello azulado.

"Esperar…" contestó Mágnum sin despegar su vista de la enorme cola de humo que nublaba el resplandor de las estrellas.

"Un momento… ¿Dónde está Hibiki?..." gritó Buzam "¡Les dije que regresaran! Era una orden para todos… Ezra… busca a Hibiki…"

"Hibiki se encuentra sobrevolando el área de la explosión; sigue luchando contra varios mecas enemigos…"respondió Ezra.

"Hibiki, escúchame…" exclamó Buzam al contemplar la imagen descompuesta del rostro del chico en pantalla "Tenemos que retirarnos ahora, la tormenta que se acerca nos ayudará a ganar un poco de tiempo hasta que nos preparemos mejor… ¡Hibiki, es necesario que regreses ahora!"

"¡N-no! No voy a regresar… me dijiste que la trajera a salvo y… y-yo… Tengo que encontrarla…"

"Él tiene razón" exclamó Jura "No podemos alejarnos sin ella…"

Una nueva explosión cimbró la nave provocando interferencia en las pantallas.

La imagen de Bart apareció en medio de la niebla.

"La pexis está actuando de manera extraña… no responde a los controles, es mejor que nos alejemos de aquí…"

"Lo siento…" pronunció Buzam dirigiéndose al resto de la tripulación "No podemos arriesgarnos más"

En ese momento el Nirvana comenzó a moverse lentamente esquivando todos los ataques enemigos; atrayendo hacia sus puertas al bangata amarillo que aun luchaba, pero ya sin obtener mucho éxito.

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El silencio parecía ser algo imposible de romper en aquellos momentos. Barnette dialogaba en susurros con Jura que se encontraba bastante afectada; Parfet, Duero y Bart observaban con caras tristes lo vacío que parecía ahora el lugar y Pai junto con Pyoro se encontraban más callados de lo que seguramente habían estado en toda su vida.

Sin embargo nadie sabía se atrevía a acercarse al chico de cabellos alborotados que se encontraba apartado de toda la tripulación.

"¿P-por qué no ha dicho nada?" preguntó Jura acercándose a Magno, pasando del llanto a la furia "¿Qué diablos le pasa¿E-Es que no le importa que Dita…?"

"Supongo que debe importarle" contestó la anciana.

"P-pero… todos lloran, están tristes y ¿Él?..."

"No debes precipitarte a sacar conclusiones Jura…" inquirió la mayor dirigiendo una mirada compasiva hacia Hibiki "El llanto que se queda en nuestro interior… es el más doloroso de todos…"

Sentado en la mesa que compartiera en las cartas con Gascogne, Hibiki presionaba con ambas manos los extremos de su cabeza.

No había hablado con nadie desde que abordó de nuevo el Nirvana, en realidad no tenía nada que decir… a ellos no.

A Dita... a Dita tal vez tenía que haberle dicho demasiadas cosas; si ella estuviera ahí, sentada a su lado podría decirle más de lo que se sabía capaz, tal vez hasta podría pasar toda una noche entera charlando con ella, o solamente observándola.

Pero era demasiado tarde, como siempre, su orgullo había sobrepasado su razón y ahora estaba sufriendo las consecuencias. No hubo un adiós, ni siquiera una pelea… simplemente ella había salido de su vida tal como había llegado… dejándole con el alma temblando mientras adoraba completamente todo su ser tal cual era: serena, impredecible y encantadoramente infantil.

Cuando la conoció, la actitud resuelta, la sonrisa esbozada en su rostro y la curiosidad brillando en sus ojos habían provocado en él, desde el primer instante un sentimiento de inferioridad ante el hecho se sentirse observado -él un ciudadano de tercera clase- por aquella personificación de la perfección que nunca había conocido.

Cuando se unían en los combates, en su estómago recaía la pesada carga del vivo contraste que representaba tenerla en semejantes circunstancias -él un ciudadano de tercera clase, aun cuando ella podría haber elegido al mejor de entre ellos-…

Aquella era la verdadera razón de su comportamiento… el miedo… miedo producido por creer no merecerla.

Y por si esto no fuera suficiente, esas sensaciones se agrandaban al ella concederle una situación especial y muy diferente a su relación comparada con la que sostenía con los demás hombres de la nave.

Por estar así, predestinado y señalado por y para ella, era que Hibiki Tokai siempre tenía los nervios de punta y gritaba por doquier tratando de evitar entrar en una más profunda confusión.

Pero ahora sabía que nunca había estado tan equivocado como en esa ocasión.

"¿Te encuentras bien?"escuchó la voz de Meia tras de sí "Ya todos se han ido… creo que sería mejor que fueras a tu habitación a descansar…"

Hibiki dio la media vuelta y fijó sus grandes ojos oscuros en aquella mujer resistente al dolor.

"Quiero estar solo"

"Lo sé" pronunció Meia "Y yo también creo que es lo mejor, pero no puedes quedarte aquí"

"No quiero ir a mi habitación…" reclamó Hibiki.

"Puedes ir a donde quieras, sólo trata de descansar… aun quedan muchas batallas que luchar y ahora sin Dita todo será más complicado…"

Hibiki agachó la cabeza molesto y escuchó las firmes pisadas de Meia Gisborn alejarse de la sala. Pasaron escasos minutos cuando él también se puso de pie; necesitaba de la compañía de su único y fiel amigo desde que esa aventura había comenzado.

Atravesó el hangar tratando de no desviar sus ojos hasta el lugar vacío que se encontraba al lado de su bangata; subió apresuradamente hasta la cabina y una vez cómodo, cerró los ojos deseando que aquellas ultimas horas hubieran sido solo un sueño; lamentablemente volvió al mismo lugar y a la misma circunstancia.

Un pequeño bulto debajo del asiento brillaba en medio de la oscuridad, Hibiki se agachó para recogerlo y al tenerlo entre sus manos lo apretó con tal fuerza que sus nudillos comenzaron a adquirir un tono blanquizco que reflejaba la escasa sangre que circulaba debido a la presión.

Un desgarrador gruñido se produjo en su garganta y sus parpados se apretaron con más fuerza que nunca; aun así, una lágrima logró escapar de su interior al recordar ese muñeco que reproducía su figura, en manos de su compañera de batalla.

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El bullicio de la nave comenzó a despertarlo, cuando abrió los ojos se dio cuenta que había dormido en el bangata. Estiró sus brazos tratando de deshacerse de los restos de sueño que aun sentía sobre sus hombros.

Después, escuchó nuevamente las voces cándidas y alegres que compartía el resto de la nave.

"¿Qué demonios pasa?" preguntó al aire sin esperar ninguna respuesta.

"¡D-Dita está aquí¡Dita ha vuelto, pyoro" la rechoncha máquina había pasado volando sin percatarse de la presencia de Hibiki en el hangar.

"¿Qué dices Pyoro?" exclamó dando un salto.

"Hibiki Tokai… Dita está de vuelta en el Nirvana, pyoro" respondió agrandando sus ojos.

Hibiki no esperó ninguna explicación, se dirigió apresuradamente al centro de mando de la nave, sintiendo aquel cosquilleo intenso que se formaba en su estómago cada vez que tenía a Dita demasiado cerca.

Estaba nervioso y cada paso que le acercaba parecía agrandar esa sensación; sin embargo no sabía cómo, no sabía qué palabras utilizaría, solo estaba seguro que en ese preciso momento explicaría a Dita sus verdaderos sentimientos.

"Hibiki ¿Ya sabes la noticia?"gritó Parfet que caminaba hacia la misma dirección.

"Sí, Pyoro me lo ha dicho… ¿Dónde está¿Está bien?"

"No lo sé… apenas acabo de enterarme. Parece que su regreso fue bastante inesperado"puntualizó Parfet.

"Ya lo creó" contestó Hibiki sonriendo "¿De qué otra manera lo podría hacer? Ella es así… llega cuando nadie la espera" pensó.

"Hibiki… Parfet" interrumpió Pai que caminaba en la dirección contraria a ellos repleta hasta las narices de suministros para la enfermería "¿A dónde se dirigen?"

"Queremos ver a Dita" contestó Parfet al instante.

"Dita está en la enfermería…" dijo la niña "Pai ha sido encargada para llevar lo necesario para curar a Dita"

"¿Ella está herida?" gritó Hibiki provocando que la pila que cargaba Pai se tambaleara y unas vendas cayeran al piso.

"Pai solo es ayudante… Pero mira mis anotaciones…"

La diminuta libreta de Pai cayó al piso pues nadie estuvo ahí para recibirla. Hibiki se dirigía a la enfermería y detrás de él Parfet caminaba lentamente.

"No han sido lesiones graves… basta un poco de reposo y ella estará totalmente repuesta"

Aun sin entrar a la enfermería Hibiki había escuchado las palabras de Duero que de cierta manera le dejaban más tranquilo; respiró profundo para entrar a esa habitación llena de personas cuando…

Alienígena!"la voz de Dita surgió de dentro llena de vitalidad tal como cuando se había ido.

El corazón de Hibiki comenzó a palpitar con rapidez y el chico notó como un calor intenso comenzaba a inundar sus mejillas.

"Alienígena… Tú también estás herido, no deberías venir hasta aquí, estaré bien y me repondré pronto…"

"Un momento" pensó Hibiki "Yo no estoy herido y y-yo no-o..."

"Sólo estaba preocupado y quería cerciorarme de que estuvieras bien… D-Dita…" aquella voz grave desató una ola de suspiros en la habitación.

Suspiros que vieron su fin al escucharse el golpe que producía la puerta de entrada a la enfermería al abrirse de par en par, llamando la atención de todas las miradas de los presentes.

"¿Alguien me quiere decir quién demonios es este tipo!... ¿ Alienígena ?¡Creí que y-yo era el alienígena!" los ojos llenos de furia de Hibiki sorprendieron a todas las jóvenes presentes en la habitación… a todas menos a una.

"¡Pues yo creí que a ti no te gustaba que Dita te dijera Alienígena!" gritó Jura saliendo de entre la multitud.

"E-Ehh eso es algo que no te interesa…" contestó Hibiki en el mismo tono "Y no me han contestado… ¿Quién es este intruso?"

"No es ningún intruso…" respondió nuevamente Jura con las mejillas encendidas de rabia "Es un apuesto y amable joven que ha rescatado a Dita de las garras de la cosecha…"

"Puede ser un enemigo… ¡Un espía!" reclamó Hibiki airado "Pudo haber lastimado a Dita y-y…"

"Un momento" interrumpió con su voz grave el hombre apartando a las mujeres que se congregaban a su alrededor "No tienen que hablar cómo si yo no estuviera presente… Puedo presentarme solo. Soy Ghâzî Hakim, piloto de la armada de Kaddar… Gusto en conocerte Hibiki Tokai… Dita me ha hablado mucho de ti…"

Hibiki no pasó por alto el destello cobalto que se produjo en los ojos azules del hombre al mirar a Dita; no importaba que hubiera sido por una fracción de segundo, él lo había notado y no estaba dispuesto a ignorarlo.

"Pensé que toda la resistencia de Kaddar había sido destruida hacía tiempo…" exclamó Hibiki.

"Tienes razón, lamentablemente eso sucedió hace cinco meses… Ahora estoy yo por mi cuenta… fue así como conocía Dita" el joven esbozó una sonrisa y depositó su gruesa mano encima de la de Dita cubriéndola por completo provocando que ella se sonrojara y que una nueva oleada de suspiros y murmullos inundara la sala.

Los ojos de ambos chicos se encontraron reconociendo al instante que nunca, nunca podrían ser amigos; tal como Misty y Dita alguna vez lo habían sentido y exactamente por las mismas razones.

En ese momento Hibiki sintió como un monstruo despertaba y rugía desde su interior, exigiendo, reclamando aquello que era suyo…

"De verdad… creo que deben descansar…" interrumpió Duero anticipandose al conflicto, tocando por el hombro a Ghâzî y mirando severamente a Hibiki continuó "Sugiero que salgan todos de aquí, más tarde pueden volver a visitar a Dita…"

"Ya escucharon…" dijo Magno "Salgamos todas… es hora de dejar reposar a nuestros lesionados… Vamos Hibiki… Tú también debes venir"

"No" contestó Hibiki "Y-Yo me quedaré aquí si a Dita no le importa…"

"P-Pero…"inquirió Duero que acababa de llevar a Ghâzî al compartimiento donde tenía que reposar.

"Supongo que si Dita está de acuerdo Hibiki puede quedarse… ¿Verdad Dr. Mcfile?"Buzam se colocó frente a frente con Duero para impedir que su suposición fuese rechazada y hasta que él asintió, BC estuvo conforme.

"Pai se quedará limpiando las heridas de tu brazo Dita, no es nada complicado, ella podrá hacerlo de todas formas, si algo sucede puedes llamarme Hibiki estaré cerca…"comentó Duero mientras salía de la habitación.

"No tienes que quedarte alienígena…" dijo Dita observando con sus ojos azules, la sorpresa de Hibiki por sus palabras.

"E-Ehh es que en realidad y-yo…" comentó el chico azorado.

"Duero ha dicho que pronto estaré bien… No es necesario que estés aquí conmigo cuando sé que mi presencia no es muy grata para ti…"

"N-No… yo quería que tú supieras que… Y-Yo… Mmmm… E-Ehh…" las manos de Hibiki comenzaron a sudar y su voz se quebraba al frenético compás del temblor en su boca; sin embargo cuandovio los ojos de Dita brillar como nunca antes lo habían hecho, tomó fuerzas para decir lo que por tanto tiempo había callado "Yo he venido a decirte que…"

"Pai curará a Dita… Pai ayudará a Dita a que sane pronto!" la ágil niña entró eliminando el ambiente propicio de la declaración.

"Pai… ¿Podrías dejarnos solos?" exclamó Hibiki molesto.

"No… Pai debe curar a Dita…"replicó la niña a través de su rana.

Enfadado, Hibiki estuvo a punto de gritar, sin embargo pensó que sería mejor buscar otra solución.

"Pai…" el chico se aproximó a la niña llevándola de la mano hasta un extremo de la habitación " Oye Pai, tal vez yo podría curar a Dita… Y tú…"

"No… Hibiki no sabe cómo curar a Dita… Yo soy la enfermera…"gritó la rana de Pai.

"Solo pensaba que si yo curo a Dita tú podrás ir a investigar a nuevo hombre que está en el Nirvana… Serías la primera en registrar todo acerca de él… Pero bueno… tal vez prefieras que Jura o Duero se lleven todo el crédito…"

Al terminar Hibiki cruzó los brazos y comenzó a caminar lentamente hasta la cama de Dita.

"No… Pai no quiere eso…" comentó la rana "Yo quiero ser la primera en registrar todo acerca del nuevo habitante… Yo iré y Hibiki puede curar a Dita" gritó Pai dejando en las manos del chico el pequeño recipiente con los medicamentos e instrumentos adecuados para las heridas de Dita.

"¿A dónde ha ido Pai? Pensé que vendría a curarme… "dijo Dita confundida al ver a Hibiki dirigirse hacia ella.

"Pai ha tenido que salir un momento; pero me ha dicho cómo puedo hacerlo… espero que no te moleste…" añadió Hibiki tratando de ocultar su sonrojo.

"No; está bien" contestó la pelirroja.

Hibiki acercó un banco hasta un costado de la cama y extendió su mano invitando a la chica a confiar en él.

Lentamente, Hibiki acercó su rostro al brazo de Dita, que estaba lleno de cortes pequeños y otros un poco más profundos. Mojó la venda en el recipiente y después la acercó al primer corte.

Dita se estremeció ante la sensación de escozor que invadía su brazo.

"Lo siento… lo siento… ¿Te lastimé?" preguntó asustado.

"No… es solo que duele…"

"¿Mucho?"

"Es un poco de ardor en realidad" contestó Dita con un leve rubor maquillando sus mejillas.

"Tal vez ayudaría si y-yo…"

Hibiki colocó su temblorosa mano sobre la de Dita como siempre lo había hecho dentro del Vandread, sólo que esta vez el escalofrío que había recorrido su espalda había sido mucho más intenso.

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"Parece que ya has terminado…" exclamó Dita al ver su brazo cubierto por una venta que Hibiki acababa de colocar "Deberías pedirle a Duero un lugar aquí… Eres buen enfermero…"

"¿Y perderme de las batallas? Claro que no…" rió Hibiki complacido con su trabajo.

"En realidad te gusta mucho pelear ¿Verdad?" preguntó Dita complacida.

"¿Bromeas¡Me encanta!" gritó el chico entusiasmado.

Sin embargo, la mirada de Dita, perdida en un punto fijo en las paredes de la habitación, fue lo que hizo que su ánimo decayera en un instante…

"¿Fue dura ehh?" preguntó Hibiki acercándose a ella.

"E-Ehh… Perdón y-yo no escuché lo que me decías…"

"D-Digo… La última batalla fue bastante difícil… N-No pensé que…"exclamó Hibiki disminuyendo notablemente el volumen de su voz y decayendo en ánimo.

"No fue culpa tuya" pronunció Dita mientras obligaba al chico a encontrar su mirada.

"Y-Yo… lamento haberte dejado sola… Tal vez si hubiera estado ahí tu n-no…"dijo él titubeando.

Dita alargó sus brazos y posó sus suaves y tibias manos sobre las mejillas del chico.

"Alienígena… y-yo…"

"Personalmente creo que deberías dejar de llamarle alienígena…" la sombra de Ghâzî se coló entre las cortinas que separaban sus habitaciones.

Hibiki se puso de pie al instante; ahora que lo tenía de frente pudo percatarse de la exacta fisonomía del intruso. Tal vez tenía la edad de Duero o de Bart, pero definitivamente no la suya.

Era alto, rubio y vestía un rasgado uniforme azul con varias insignias doradas que colgaban a la altura de su pecho. Y era aquel aire de autosuficiencia y presunción con el que se dirigía a Dita, el que caía como pesada piedra dentro de su estómago y que despertaba a la fiera que dormía apaciblemente dentro de él.

"¿Por qué debe dejar de llamarme alienígena?" replicó Hibiki mirándole con furia y recibiendo lo mismo del nuevo tripulante.

"Dita comentó que no te gustaba que le llamaras así… incluso mencionó que te molestaba tanto que le gritabas que te dejase en paz…" explicó con una sonrisa maliciosa en la boca "Y cuando comenzó a llamarme A MÍ de esa forma, me pareció muy, pero muy linda; así que pensé que no te incomodaría dejar de ser el alienígena de Dita y permitir que yo sea ahora el único alienígena de toda la nave…"

"Túúúú… N-No puedes…Venir aquí… y-y querer… quitarme mí lugar!" gritó Hibiki.

"Por todos los cielos nadie ha dicho que yo quiera hacer eso…" soltó Ghâsî.

Hibiki incapaz de contener un poco más su rabia, salió precipitadamente de la enfermería cruzando en su camino a Magno y Buzam que se dirigían a visitar a Dita…

"¿Cree que al fin…?" la pregunta de BC quedó al aire al notar que Hibiki empujaba a Pyoro con tal fuerza que le había dejado dando un par de volteretas en el aire.

"Pues no creo que ese gesto haya sido el de un hombre felizmente enamorado…" respondió la anciana.

"Sin embargo un hombre furioso puede ser un buen comienzo…" exclamó BC sonriendo.

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CONTINUARÁ...

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