El rey niño.

I. Infancia.

Mi madre me decía, que todos tenemos un propósito en esta comarca, que debemos mucho a nuestro rey, por eso somos prósperos y felices.

Ella había servido a la corona desde que era una niña, no como doncella, ni como Lady o Condesa, nada de eso, ella era parte del servicio de nuestra reina. Cuando se cumplió su tiempo de labor, es que pudo tener su propio reinado, es decir nuestra familia. Mis padres son algo mayores, tengo un hermano mayor llamado Touya, el también sirve a este reino, mi madre Nadeshiko, imagino que en la juventud era una beldad, mi padre Fujitaka, un humilde mercader.

Un día se realiza una convocatoria, donde se anuncia un nuevo censo para buscar sirvientes para el palacio, soldados, agricultores, maestros, doctores, en fin muchas personas que puedan servir al palacio. No era voluntario. Era de manera obligatoria. Así funcionaba todo. Recuerdo claramente a mis 5 años que mi madre decía que era para que puedan servir al Delfín, es decir Al Rey Niño. El re tuvo cuatro hijas, pero ellas no era optativas para dirigir al reino, son educadas como princesas. Hasta que la reina pudo darle a nuestro rey un hijo varón. Mi madre me dice que nacimos con un año de diferencia.

El día llegó, nos vistieron a Touya y a mí con nuestras mejores ropas, Touya deseaba entrar al ejército, a sus doce años ya tenía edad para sus entrenamientos. Yo... Solo quería ser libre, ¿pero que puede decidir una niña de cinco años?

En una larga fila habían muchos niños y en otra niñas, escribían nuestros nombres, edades. Ellos decidirían que futuro nos iba a convenir "es nuestro deber servir a nuestro reino". Veía la felicidad en muchas niñas ya que les decían que en el palacio podían ver a las princesas, príncipes, objetos hermosos, preciosos vestidos. Yo no quería nada de eso, quería estar en mi casa con mis juguetes viejos.

Llegó mi turno, tenía miedo, no tenía a madre cerca. Una señorita, puedo suponer que era una aspirante a doncella del reino, me toma de la mano y me lleva a donde esta una mesa.

- hola pequeña, no tengas miedo -

Mis manos temblorosas, y mis ojos a punto de llorar, hice un puchero para demostrar que tengo algo de fortaleza y valor.

Le respondí el saludo, diciéndole un tímido hola.

- Hola, mi nombre es Kaho Misuki, no te preocupes, no te haré daño.

- Mi ... Mi... Nomm, bre es.. Sakura, soy de los Kinomoto!- este último fue casi un grito, para que mi voz infantil sonara con intensidad.

- Tienes un precioso nombre- dijo sonriéndome. Ella en realidad era hermosa.

-A ver pequeña Sakura, ¿qué edad tienes?

- Cumplí 5 en abril. - le Sonreí, para no mostrar temor.

-Debo observar todo en ti. Si tienes cicatriz, algún tipo de enfermedad, o una dificultad o lesión, si lees y escribes. Muchas preguntas me hizo, todas las respondí.

Nunca entendí, porque esa revisión tan exhaustiva, luego más adelante lo entendí.

Pasaron como 40 minutos hasta terminar esa revisión. No fue invasiva, fue amable y dulce. Ella me da una carta y con una cálida sonrisa me dice:

- entregarle esto a tu mamá, luego ella explicara su contenido. Espero tengas un bonito día pequeña.

Me despedí cordialmente haciendo una reverencia educada, y luego agite mi pequeña mano para salir corriendo a buscar a mi mama.

...

Estando en mi casa con mi familia, entregamos nuestras cartas a papa y mama. Touya estaba emocionado, porque deseaba pertenecer al ejército, luchar por el bienestar del reino y protegernos. Yo en realidad no se que quería, simplemente ser una niña común.

La carta... Esa carta que hizo que mis padres estuviesen tristes, pero contentos. Contenía unas simples letras de aprobación:

... El día xx deben presentarse con su hijo xxxxx para presentarlos al comité de nuestro reino. Se les asignara sus respectivos trabajos en el palacio. Pueden llevar parte de sus pertenencia, sea ropa, libros, ya que vivirán de ahora en adelante para servir a nuestros reyes. ...

Rey Li Hien.

¡Mi madre y padre no los podre ver más! Lloraba desconsoladamente, yo solo soy una niñita que quería ser feliz, jugando, corriendo. Ella me acunó en su regazo, limpiando mi cara los restos de lágrimas, diciéndome que pase lo que pase, todo estará bien. Si podremos vernos. En el palacio permiten las visitas una vez por mes a los residentes infantiles.

Llego ese día. Mamá había empacado una maleta donde tenía mis vestidos más bonitos, mis libros para continuar mis lecciones y a kero. Un muñeco que mi padre cosió para mí, era de color amarillo con unas alitas. Ya no se ve igual porque estaba viejo. Pero kero, era muy valioso para mí.

Con valor entramos al palacio, mi madre, Touya y yo. Touya estaba muy emocionado, quería cumplir sus sueños... Yo tomaba fuerte a mama de su vestido. Ella cambio radical. Saco de ese baúl un vestido color gris con toques turquesa, amplio, tenia preciosos detalles en brocado, ajustado a su cintura, adornó su cuello con un collar que tenía como dije una linda llave de estrella, acomodo su cabello dejando caer mechones a la altura de sus hombros, mi madre nunca necesitó de tanto arreglo, pero como lo hizo hoy, se veía como una dama de alta sociedad, deslumbrante. Yo vestía un lindo traje de color blanco con flores bordadas de color pastel, no era tan amplio, era modesto y sencillo, mis cabellos aniñados los acomodó con unos rizos y amarrados con un moño rosa. No podía considerarme linda para esa edad, pero al ver las demás niñas de la comarca, fea no lo era.

Nos recibe un guardia del palacio, mi madre le muestra la carta y este llama a una persona del servicio del lugar, una mujer de mediana edad que nos escolta hasta la sala principal donde se reúne el cortejo y los reyes. Creo que se le dice eso, una audiencia real.

El palacio es hermoso, yo estaba deslumbrada por el brillo, colores, patrones, había de todo. Estatuas representativas a ciertas obras majestuosas, cuadros hechos por ilustres pintores, que representaban batallas épicas de nuestros reyes, retratos de los antiguos emperadores, condes, príncipes, duques, lord, entre otros. Las cortinas de telas exquisitas con hilos dorados. Los candelabros que iluminaban eran de un dorado intenso como el sol, adornados de piedras preciosas y gemas de cristal. Esto era algo nuevo para mí, nunca pensé en encontrarme en un sitio donde había tanto derroche, luz y color. Miraba a mi madre, sé que eso no le deslumbraba, porque ella lo había vivido.

Entramos al salón principal y mi madre hace una reverencia a los que serian el cortejo real. Nos recibe una dama muy elegante, sus flamantes ojos azules, cabello marrón que le llegaba a su quijada, fina y delicada, poseía una bella figura, que lucía un vestido de terciopelo del color del vino con un gran cuello y puños de encaje, La Condesa Amamiya.

- ¡Nadeshiko! ¡Que hermosa te ves!- no esperaba verte por el palacio, tanto tiempo ha pasado!?

Mi madre sonriente, le hace una reverencia muy elegante, respondiéndole el saludo.

-Condesa Amamiya, es un placer verle, si ha pasado mucho tiempo, 12 años.

- Sabes que no acepto las formalidades Nadeshiko querida. Antes de ser duquesa fui una mujer común y corriente.

- Y usted sabe que mi trato siempre será respetuoso, así que es necesario que me acepte tal cual como soy- sonrió educadamente mi madre.

-A lo que he venido, es por cumplir uno de los reglamentos de nuestro reino, mis hijos ya están en edad de servir a la corona, han pasado por la revisión previa, ahora queda la selección de servicios. Respondió mi madre con cierto dejo de inquietud.

- Es cierto, tuviste dos hijos con aquel mercader- su voz detonaba algo de desagrado, no me gustaba como esa señora hablaba de mi padre.

- Si Señora Duquesa, me he casado con Fujitaka y gracias a nuestro matrimonio, tuve dos hermosos hijos. Touya y la pequeña Sakura. - Yo estaba escondida detrás de las faldas de mi mama, escuchando atentamente esa "amena" conversación, honestamente, me desagradaba mucho y quería darle una patada, pero mi madre me decía que debía ser una damita educada,

-Entonces te veré más seguido por el palacio-

-Puede ser, además dependiendo donde mis hijos sean ubicados.-

-Querida Nadeshiko!, esperemos nuestro rey sea generoso y evalúe bien a tus hijos, así su trabajo para el reino no sea duro. Recuerdas que te recomendé que te casarás con el Conde Raguenel, el te daría el mejor posicionamiento y tus hijos no pasarían por esta selección. Pero ¡tú lo has decidido! -acoto en forma preocupada - Mi pequeña hija por lo menos no pasara por esta selección, ya que posee titulo de Mademoiselle, sino mi pobre Tomoyito le tocaría muy duras penurias.

-Gracias por su preocupación para con mis hijos, si me disculpa debo llevar a mis hijos ante los encargados, espero su día sea prospero mi Señora Duquesa- mi madre se despidió de manera formal, con disgustos, por que los comentarios de esa señora fueron ofensivos. Lo pude notar en su cara. Tome la mano de mi mama, me di la vuelta y como toda niña le saque la lengua, haciendo que la duquesa se pusiera roja del coraje.

Entramos al fin al gran salón, habían muchos niños, unos lloraban, otros reían, conversaban, habían jóvenes de más edad como Touya, hasta casi llegando a los 20.

Suena una trompeta, haciendo callar a las personas. Todo queda en silencio hasta que sale una persona, con un traje chistoso: Tenía unos pantalones anchos blancos, una manta de color verde terciopelo, en el pecho el bordado en hilos plata el escudo de la familia real que era un Lobo con flores de ciruelos, un sombrero amplio con plumas de faisán.

- Su atención por favor, recibamos a el Rey Hien, La Reina Ieran y el Delfín próximo al trono el Príncipe Shaoran.

Ellos hicieron su entrada, seguido de las princesas, acompañado de la corte, es decir era la gala de el desfile real. El rey denotaba seguridad, confianza, firmeza a pesar de su semblante de hombre mayor, pero que en su juventud debía ser apuesto, la reina una mujer de hermosa piel de porcelana, ojos azules y cabellera azabache recogida en bellos bucles, adornada de su corona, sus hijas, no negare que eran bellas, pero se les veía un dejo de aburrimiento y fastidio. Pero mis pequeños verdes ojos se fijaron en un príncipe que era casi de mi edad. Yo aun estaba escondida detrás de mi madre, en realidad tenía mucho miedo, mi madre tomaba de mi mano y decía en leves susurros, que no pasara nada, es parte del protocolo.

Ese niño, o ese príncipe. Su mirada era intensa, un niño de 6 años no debería tenerla, es decir. Qué clase de niño posee mirada fría, calculadora, como si no emitiera emoción alguna, sus bellos ojos de color ámbar no hacían honor a lo que reflejaba. El era un niño con una cara adorable, su tez no era del todo blanca, pero si se veía su lozanía, sus cabellos eran de un hermoso marrón, iba vestido con un traje de color verde esmeralda, acompañado de un cinturón blanco, adornado con piedras preciosas de color naranja. Su cabeza adornada con el peso de su titulo, su corona del principado.

El rey dirá unas palabras. - anuncio el chambelán

- Amados súbditos de este reino, como es sabido en parte del protocolo por decreto real, cada año se hace selección de personal que servirá para nuestro reino. Pronto mi reinado terminara, algún día envejeceré al igual que la Reina, quien tomará las riendas será nuestro delfín, por ello hemos decidido hacer la selección desde este momento, por que cuando sea el día indicado, que nuestro príncipe tome el palacio, su personal, cortejo y servicios sean acordes para sobrellevar las riendas de Hauteford y mantener la felicidad de nuestros ciudadanos. -

El rey ha hablado, ahora por favor los presentes pueden retirarse, los niños en el salón se quedaran. - menciono el chambelán

Mi madre se quito el collar me lo puso en la mano y se retiraba dándome la espalda a mí y a Touya, luego ver a Touya caminar hasta donde estaban los demás niños de su edad, entró en mi un pánico terrible, que podía esperar, tan solo era una niña de 5 años que veía a su madre irse, sin decirle siquiera adiós. Corrí tras ella y empecé a llorar, desconsolada. Me agarre de su vestido, mi madre no emitía sonido, no decía nada... No decía nada.

-Mamaaaaa no me dejessss! Mamaaaa llevame contigoooo! Mammaaaaaaaa... Le gritaba llorando, no entendía en verdad, solo quería ser una niña normal, jugar en mi cuarto, correr, no estar allí.

Mamaaaaaa por favorrrr! - algo me agarro detrás de mí y me volteo, mis ojos hinchados de llorar no dieron tiempo de ver que sucedía, solo lo que sentí en ese momento fue una bofetada.

Quede paralizada, el lugar ha quedado en silencio, el sonido de la bofetada apago todo sonido, no pude darme cuenta que mi madre había salido, solo quede yo, allí en medio de la multitud, de los reyes, de la corte, tomando mi mejilla adolorida viendo quien me propino mi gran golpe de realidad. Aquel joven príncipe de mirada intensa, se movió de su sitio, rompiendo el protocolo, para callar mi escándalo, con una bofetada.

- Eres escandalosa, tú no serás parte del cortejo, tú serás sirviente, serás de la servidumbre - Mencionó el joven príncipe, mirando con su ceño fruncido.

Yo... No entendía nada, pero por las reacciones de los demás, eso no era bueno. No sé en verdad que pasaba. Solo quería irme.

El se dio la espalda y veía que las personas daban reverencias al joven. Luego observe que nos dividían en grupos de edades, pero nos guiaba alguien de más edad.

- Nos volvemos a encontrar jovencita Sakura.-

Esa voz la he escuchado... -Señorita Mitsuki! Exclamé

-Que buena memoria tienes, gracias por recordarme. Dijo ella.

Pensé que no vería a nadie conocido, tengo mucho miedo, mi mama se fue, no se despidió de mi - empecé a sollozar.

-Pequeña no llores, tu madre no podía despedirse porque es parte de este protocolo, todos pertenecemos al reino, es nuestro deber, hasta yo pertenezco- me dijo con cierto dolor.

- Pero yo tan solo soy una niñita, solo quiero estar en mi casa, no sé nada de esto- dije llorando.

-Sé cómo te sientes, yo también pase por esto a tu edad, pero somos necesarios para ayudar a guiar al delfín- además estaré contigo, yo cuidare a las niñas que estarán junto a ti.

-No entiendo señorita- honestamente no entendía sus palabras.

-Cuidare de ustedes ya que las educare, hasta que se hagan las pruebas para seleccionar su posicionamiento.

- Pero si el príncipe ya decidió donde estaré- dije recordando sus palabras frías.

-Eso lo sé, aunque sé también que el delfín se apresuro en esa decisión, ya que para eso debe pasar unos dos años. Esperemos que sea solamente un capricho del momento y no se quede en una realidad dura. - lo dijo con una grata y cálida sonrisa, que hizo que me sintiera mucho mejor.

-Jovencitas de este grupo, haré llamado en lista y deben formarse para ir a donde nos corresponde- anuncio la señorita. -Yanagisawa Naoko, Mihara Chiharu, Sasaki Rika, Kinomoto Sakura y Chemerault Marie. - yo salí a ubicarme donde me correspondía, no quería causar más molestias a las que estaban conmigo.

Caminamos por un amplio pasillo, Marie hablaba como si conociera a las demás, salvo que ellas no les prestaban atención. Pero el resto de las tres niñas si se conocían, supongo que vivían cerca.

En ese momento, Marie se me acerca y me pregunta.

- ¿no te dio vergüenza lo que te asignaron?- yo le mire por que en verdad aun no sabía nada de lo que sucedía, no entendía los cargos que me tocaba, solo le respondí que no se, que luego lo sabré.

- Señoritas ya llegamos- anuncio la Señorita Mitsuki. -

- Este lugar es apartado de lo que es el castillo, es una casa hogar, condicionada para los que serviremos al Reino, sea servicio, doncellas, ayudantes. Aquí la educaremos correctamente. Ya guardaron sus equipajes y se les asigno sus respectivas camas, cada habitación cuenta con 5 camas, escritorios, roperos y un baño, el ropero tienen indumentaria que usaran en su estancia, esta será renovada de acuerdo a los años que pasemos, tenemos una librería donde podrán leer. -

Saliendo de la habitación, pasamos un corredor, donde ubicamos un gran comedor, a simple vista no se ve tan mal, pero pasar casi mi infancia aquí, serán los días... no, los años más largos de mi vida.

- Señoritas, es hora de ir a cenar y descansar, mañana nos levantaremos temprano, deben vestir lo que tienen en el ropero, dentro de una hora se apagaran las luces. Dejen todo en orden y descansen. - ella en verdad es muy dulce, su carisma hace que me sienta feliz.

Camine a donde estaba mi equipaje, lo abrí y saque a mi pequeño kero, lo puse en la cama, el será mi compañero. Iba guardando en el ropero, los tres vestidos que mama me dejo. Y vi caer una carta. La tome y leí en el sobre "solo ábrelo cuando seas mayor". - aun soy muy niña para leerlo- decidí guardarla en uno de los libros de cuentos que mama empaco. La cadena con la llave de estrella me la coloque y di un gran suspiro, en ese entonces se me acercan tres niñas.

Una de ellas es Naoko, es una niña de piel blanca, cabellos marrones que llegaban a su barbilla, ocultaba sus lindos ojos café con unos lentes, Chiharu tenía unas lindas trenzas, su cabello eran de un marrón claro y sus ojos del mismo color, y Rika, era la más delicada, su piel blanca relucía, su cabello caoba rojizo resaltaba y sus ojos oscuros como un ébano.

- niña- dijo Rika. - estas bien? lo pregunto por qué aun tu mejilla esta hinchada.

Me toco la mejilla y bajo la mirada. - si estoy bien, solo duele poco. Mi nombre es Sakura Kinomoto, creo que a partir de hoy estaremos viviendo juntas. Le extendí la mano, porque a simple vista ella me simpatizo.

- mucho gusto, soy Rika Sasaki y ellas son Naoko Yanagisawa y Chiharu Mihara, todas tenemos 5 años y tú?-

- Yo también los tengo, los cumplí en abril- respondí con algo de timidez.

- Espero seamos buenas amigas- dijo Naoko.

- si estamos juntas y damos lo mejor, podremos salir mas rápido, jiji- refuto Chiharu.

- no sean tontas! salir de aquí? si este lugar es un sueño, todo es perfecto y hermoso- afirmo Marie.

- No creo que todos pensemos igual que tu, yo extraño a mis padres, y sé que algún día volveré- menciono Naoko.

- ustedes sí, yo... solo disfrutare esto. Además mi sueño es ser princesa, y un palacio así, no se ve todos los días, en fin, yo iré a dormir.- así Marie se retiraba a su cama y se disponía a dormir. Yo solo la observaba, no soportaba en realidad mi situación.

- creo que deberíamos dormir, sino nos regañaran- dije con un hilo de voz.

- buenas noches Sakura- dijeron las tres, luego de habernos cambiado, me acosté en una cama que no era la mía, observando un techo que no era conocido, abrace a kero, cerrando los ojos, sale a relucir una lagrima, donde me he quedado profundamente dormida.

Al día siguiente, despertamos temprano, nos colocamos las ropas que correspondían y debíamos formar. El vestido que usaba era de color gris, con un cinturón que cubría mi diminuta cintura, adornado de un lazo, debíamos peinarnos igual o casi, en mi caso debía recoger mi cabello con una trenza y usar una especie de pañuelo en la cabeza. Los zapatos eran unos botines blancos. Llegamos en fila hasta el comedor, donde nos esperaban varias personas que observarían nuestro comportamiento, nos orientaría a cómo debemos comportarnos en la mesa.

- buenos días, soy madame La Fayette y me encargare de la ética en el comedor, tengo a varios observando sus modales en la mesa. Sé que hay niños más pequeños, pero por eso no tendremos compasión, porque nuestro deber es educarles correctamente para servir a nuestro rey.-

-esto será duro- dijo Naoko en susurro

-ni que lo digas, si hacemos un error nos castigaran- comento Chiharu.

Yo solo quede callada, observando el momento en ser evaluada, quería salir de allí, ser una niña sin esas obligaciones, disfrutar de sol, vestir con colores.

- disfrutad de su desayuno- anunció Madame. Todos dispusieron a comer.

Todo se mostraba con naturalidad, cuando de pronto...

OUCH! Eso dolioo! - exclamo una voz conocida...

-hermano- dije en voz casi audible... volteo a ver donde provenía la queja, efectivamente era mi hermano. Uno de los que observaban tenía una especie de correa corta, y por la forma en que mi hermano tomaba su mano derecha, quería decir que allí fue propinado el castigo.

- ¿por qué me ha golpeado?- pregunto él.

- Usted no tiene los modales que corresponde para una mesa, además rompió reglas. Le dijo esa persona.

- yo no sabía que para ser un soldado debía tener un cierta ética al comer- reprocho mi hermano. Además, no he hecho nada inadecuado.

- le será retirado el plato de la mesa y pasara al salón de ejercicios, ya que deseas ser un soldado, empezaremos su entrenamiento- hablo esa persona.

Mi hermano agacho su cabeza y tragando su orgullo, camino en paso firme a donde se le dirigió. Yo solo pude observar y pronto entendí que si no me acoplaba al ritmo de vida que ellos pedían, eso podía sucederme a mí.

Seguimos en nuestro desayuno, donde pude ver que nos evaluaban.

- puedo ver que en esta mesa hay niñas que empezaron a ser educadas como damas, tienen algunos errores que son corregibles, excepto usted señorita...?...

- Chemerault, Marie Chemerault- ella se levando de forma automática palideciendo

- mi señora, apenas mi madre me estaba enseñando cuando fui llamada, espero me perdone y eduque correctamente- haciendo reverencia de forma exagerada.

- no te preocupes jovencita, pronto te moldearemos y serás digna para el trabajo dentro del palacio-

Eso último no me gusto, siento que Marie tendrá otros usos.

Terminamos el desayuno y pasamos al salón de librería, donde tendríamos a la señorita Mitsuki como nuestra maestra, ella vería quienes saben leer, escribir, resolver problemas de matemáticas básicas, arte. Yo agradezco que mi madre, me haya enseñado, porque sino mi estadía seria complicada.

-Bien jovencitas, hoy haremos lecturas sencillas y recitar poemas, quienes de ustedes saben leer?- pregunto la señorita. Imagino que por vergüenza, nadie levanto su mano, así que tímidamente la levante y con un hilo de voz dije que podía recitar un poema que aprendí de mama. cuando me disponía a leer lo que escribí, entro el chambelán en compañía del Rey y su hijo.

Me puse nerviosa, a un punto de que palidecí, solo recordaba el día de ayer y la bofetada que me propino el joven príncipe.

- Mi señor, a que debemos su presencia en nuestra librería- pregunto la señorita Kaho haciendo reverencia, manteniéndose en su lugar hasta que él le pidiera que se reincorpore.

- Puede reincorporarse joven. Vine a observar los prospectos para nuestro reino. Creo que aquí hay son niñas menores de edad?- preguntó el Rey

- Si su majestad. solo en este espacio a esta hora, trabajo con las niñas d años, soy la que imparte, literatura a los más pequeños. En estos momentos, una niña nos iba a leer algo que escribió, un poema.- con su rostro lleno de serenidad, la señorita le explico al rey, sintiéndome avergonzada por que justamente era yo, quien iba a recitar.

- con gusto escuchare lo que dirá, al igual que el joven príncipe- acoto el rey.

la sensación que tuve no fue nada normal, mis manos eran témpanos de hielo, temblaba y estaba a un punto de querer llorar. Cuando sentí su penetrante mirada, fría, sin expresión y dura, no pude controlarme, estaba petrificada.

- señorita Kinomoto, señorita Kinomoto - una voz me llamaba, yo estaba sin mirar a nada... -Sakura, Sakura- mi amiga Naoko me llamaba... - debes hablar Sakura, si no lo haces te regañaran - menciono en un murmullo Rika...

aclare mi voz, hice una graciosa reverencia, cerré mis ojos y dispuse a recitar lo que había escrito:

L' amour de moy si est enclose

L'est dans ce joli jardinet

Où croît la rose et le muguet

Et aussi fait la passarrose... *

La mirada anonadada de todos era inaudita, no esperaba eso, pero haciendo caso a lo que planeamos, queríamos salir de esto. la mirada del príncipe, mostro interés, aunque después siguió con su rostro inexpresivo. Hasta que escucho unos aplausos y una carcajada...

- jovencita, que edad usted tiene?- me pregunto el rey. yo tenía miedo de responder. apreté mis puños en la falda de mi vestido y le dije.

-tengo 5 años su majestad- el no podía dejar de verme.

- cómo es posible que una niña campesina de su edad, hable francés. - el rey al emitir ese comentario, hizo que Marie se riera, hasta que el rey comento.

- Usted niña, posee una educación muy bien acorde a pesar de su edad, dígame su nombre-

- Mi nombre es Sakura Kinomoto, señor- respondí muy nerviosa

- No conozco Kinomoto en la corte ni como doncellas, pero su educación es la de una, espero sea seleccionada para ser parte del cortejo real- dijo el rey.

- no padre, eso no sucederá- ... al escuchar esa voz, marco mi sentencia... el joven príncipe ha hablado...

- ella desde ayer se le ha asignado su lugar, no soportare una escandalosa, llorona y ahora sabelotodo en el cortejo, ella pertenece a el servicio, será parte de las sirvientas de reino, servirá para nosotros hasta que yo lo decida- hablo con imperio y decisión.

yo solo observaba a el rey, luego mire a la señorita Mitsuki, a mis nuevas amigas a Marie riéndose de forma discreta... fije mi mirada al joven príncipe, supe cual era mi lugar, mi deber y de forma natural, sin emoción y fría, di una reverencia, diciendo:

- lo que ordene su majestad-

* Mi amor está encerrado / en este bello jardincito / donde crecen las rosas, el múgete / y también la malvarrosa.