Hola a todos, he vuelto!

Estos meses he estado súper ocupada con mi peque que tiene ya casi 7 meses! Madre mía como pasa el tiempo...

Aquí OS traigo una nueva historia que se me ocurrió escuchando la canción de la que habla el capitulo y que da titulo a este fic. Por si alguien quiere escucharla es Wind of change del grupo Scorpions.

No hace falta que diga que la muerte de Alan me dejó molida y muy muy triste y no estaba segura de publicar el fic o no pero mira, al final me he decidido y que sea lo que merlín quiera.

No me enrollo mas, OS dejo que leáis y critiqueis a vuestras anchas.

Espero reviews con quejas, sujerencias, preguntas y todo lo que queráis.

Besitos y a leer!


1.

Severus suspiró resignado.

La guerra había terminado. Su vida, era completamente suya. No mas amos que le digeran que hacer y sin embargo, ahí estaba de nuevo. Otra vez en Hogwarts.

Todavía no estaba seguro de porque había aceptado la llamada de Minerva pero volvía a estas entre las paredes de aquel viejo colegio.

Había rechazado el puesto de director que se le ofreció. Demasiada responsabilidad había dicho al rehusarlo. Si volvía, lo haría como profesor de pociones y hasta que/encontraran a alguien, también como profesor de defensa.

Quería vivir tranquilo la segunda oportunidad que la vida le regalaba.


Todavía se debatía entre pensar si el seguir con vida era un regalo o un irónico castigo del destino.

Cuando estaba muriendo desangrado en la casa de los gritos, por primera vez en sus 38 años se sintió en paz.

Estaba tranquilo, feliz incluso, mientras poco a poco la vida le abandonaba...

Entregó sus recuerdos a Potter. No para que la comunidad mágica supiera la verdad, si no para sentirse en paz consigo mismo. La opinión que se tuviese de él, le traía sin cuidado.

Con lo que no contaba, era con la aparición de su ahijado ni con el empeño que el joven y su madre pusieron en salvarle.


Cuando pudo salir de San Mungo unos meses después, Narcissa y Draco insistieron en que se mudara con ellos hasta que se recuperara del todo.

Por supuesto no quiso. Pero el joven Malfoy le insistía a diario. La noticia de que Narcissa había abandonado a Lucius fue lo que le hizo cambiar de opinión.

Después de tantos años, por fin había reunido el valor necesario para huir de ese matrimonio concertado y sin afecto ninguno.

Severus le tenia una gran estima a Narcissa y accedió a mudarse para que ella no se sintiera tan sola.

Ambos tenían largas conversaciones sobre el futuro. Cuando hablaban, era como si siguieran siendo compañeros de clase y los años no hubieran pasado para ellos.

Ella le decía que él tenia que salir y aprovechar el titulo de héroe que se le había otorgado. Que disfrutara de su libertad y se buscara una novia.

Él reía amargamente y le decía que eso eran tonterías hasta que un día se dejó convencer por Draco y salieron a tomar una copa. Para su asombro, pudo comprobar que había mujeres interesadas en él.

Cabe decir que sacó ventaja de esa situación. Al fin y al cabo era un hombre joven y tenía las apetencias y necesidades normales que todo hombre tiene.

Durante un tiempo no faltaron mujeres entre sus sabanas pero no eran mas que encuentros vacíos y sin sentido. Placenteros? Si pero vacíos.

Pronto se cansó de ellos. Tenía asumido que terminaría sus días solo y esa idea no le disgustaba para nada.

La única mujer a la que amó hacía años la había perdido y nunca quiso ni pensó interesarse en nadie mas. Nunca encontraría a nadie tan perfecta como ella. Inteligente, divertida, con una belleza distinta a las demás... Lo era todo.


Con el paso de los días, Narcissa volvió a ser lo que fue en el colegio, su mejor amiga y confidente.

Todavía recordaba con cierto humor y cariño aquella noche que tras unos cigarrillos y varias copas de whisky de fuego, traspasaron los limites de su estrecha amistad y se revolcaron cual adolescentes hormonados. Esa noche de sexo, alcohol y nicotina, les sirvió para darse cuenta que una relación entre ellos no iría a ninguna parte. Se despertaron avergonzados y sudorosos y tras vestirse y reír a carcajadas de forma nerviosa por lo ocurrido, nunca mas hablaron del tema.


De todo eso hacía ya casi un año y Severus se sentía cansado. Los mas de 20 años al servicio del señor Oscuro le pesaban y mucho.

Y ahí estaba de nuevo, con su capa hondeando tras de si mientras paseaba por aquellos pasillos de piedra la primera noche antes de empezar las clases.

Sabía que ese curso seria distinto. Muchos de sus alumnos habían muerto, otros no quisieron volver y los que habían vuelto, eran los que menos le apetecía ver.

Potter y sus dos amiguitos, el alcornoque de zanario y doña insufrible sabelotodo ya andaban por el castillo.

De seguro a esas horas ya estaban en sus camas o eso esperaba. No quería alumnos merodeando por ahí a esas horas.

Vagaba un rumbo por los pasillos cerca de la torre de astronomía, torre que le traía fatídicos recuerdos, cuando oyó un melodioso silvido unido a una suave melodía que le resultaba extrañamente familiar.

Mira por donde esa noche podía empezar a restar puntos a algún alumno que osaba estar fuera de la cama a deshora.

Subió en silencio la escalera de la torre haciendo gala de sus años como espía des mostrando gran precisión y sijilo. Ya casi podía saborear el placer que sentiría al ver la cara de terror que seguro pondrían los alumnos sorprendidos.

Lo que vio al llegar arriba, no lo esperaba para nada.

Hermione Granger, la alumna modelo, el ejemplo a seguir, estaba sentada con las piernas colgando por los huecos entre los barrotes de la barandilla y lloraba mientras escuchaba una vieja canción muggle.


TBC...

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