Disclaimer: Los Héroes del Olimpo no me pertenece, las palabras aquí presentadas se escribieron con el único fin de entretenerme y entretener y sin ánimo alguno de lucro.


Instante.

Durante un breve instante lo consideró.

Hasta el más digno hijo de Hades se merecía un momento de placer, pensó. Había sufrido durante mucho tiempo, y lo seguiría haciendo, hasta que aprendiera a controlar ese torbellino de emociones que hacía estragos en su alma. Tan solo un segundo de locura, un lujo entre tanta pobreza, podría ayudarle a soportar lo que traerían los años venideros.

Durante un breve instante cayó bajo el hechizo de sus ojos verdes.

Se imaginó a sí mismo despegándose de la cordura y repitiendo lo que había visto tantas veces en sus sueños; probar sin reparo alguno aquellos labios rosados, sin preocuparse por el futuro, tan solo siendo consciente de su existencia en ese momento, sin antes, sin después.

Durante un breve instante estuvo a punto de hablar.

Sabía que Percy no lo juzgaría, porque por algo de él se había enamorado. Sabía que escucharía palabras dulces, pero con un contenido amargo. Sabía que si se confesaba, no habría vuelta atrás, pero al menos no viviría el resto de su vida pensando en qué hubiera sucedido.

Durante un breve instante despegó sus labios para revelar la verdad.

Pero entonces, primó el deber. El statu quo. No tenía el derecho de arrebatarle su felicidad sabiendo que, al final, la decisión sería la misma. Sólo agregaría confusión, abatimiento.

—Felicidades —le dijo, de mala gana—. Saluda a… la señora Jackson de mi parte.

Contempló el rostro desconcertado de Percy unos segundos y lo disfrutó. Seguramente se estaría preguntando qué había hecho tan mal para recibir tan duro trato. Sonrió tristemente al darse cuenta de que nunca lo sabría.

El instante ya había pasado.