Este fic contiene spoilers del videojuego Dragon Age II.
Esta es una versión distinta a la original, y se centra en la historia de Hawke (aquí llamada Jane) y Fenris. Se trata de un hilo argumental poco fiel a la historia real, no aparecen todos los personajes de DAII y algunos de los lugares en los que se desarrollan los hechos son 100% inventados.
Aunque he intentado conservar la esencia y personalidad de los personajes, en lo que se refiere al resto, no esperes encontrar una versión fiel, ni mucho menos. ¡Espero que disfrutes de esta "historia diferente" y no te abstengas de dejar tus comentarios!
Una historia diferente
Capítulo 1. El encuentro
Jane solía estar a la altura de la situación, pero aquella noche, algo en su interior le decía que pronto sucedería algo que cambiaría la rutina de sus interminables días, y aquello la inquietaba. Paseaba junto a Anders en silencio, y lo que ella no sabía era que a medida que iba pasando el tiempo, la soledad que ambos sentían les estaba uniendo de una forma inesperada.
Tras ellos charlaban entre risas Isabela y Varric, recordando alguna aventura relacionada con borrachos, copas y alguna que otra pelea. Como cualquier otra noche, la ciudad estaba oscura, iluminada solamente por una creciente luna y alguna que otra estrella. Jane miró de reojo a Anders, que le devolvió la mirada con preocupación.
- ¿Qué sucede? Te noto un poco ausente - Anders sabía que algo no iba bien, rara vez había estado tanto tiempo sin pronunciar palabra.
- Sí. Hoy me siento algo extraña - fingió una sonrisa. No quería que fuera él precisamente quien le sonsacase sus temores.
- Sabes que puedes… - inconsciente durante unos segundos de la autosuficiencia de Jane, Anders desenvainó su bastón y se situó ante ella. La calle se unía a un callejón, y de él apareció una sombra ensangrentada.
- No des ni un paso - la mirada de Anders se clavó en lo que ahora empezaba a tomar forma humana.
- ¿Dónde está Danarius? ¡Fuera de mi camino! - la furiosa voz era la de un elfo, no la de un humano.
- Anders, baja el arma por favor… - Jane dio un paso al frente y miró fijamente al elfo que, muy lentamente, envainó su arma. Tenía aproximadamente su edad, o eso pensó ella, puesto que con los elfos nunca se sabe. Sus ojos eran de un verde intenso y brillante, y a través de sus brazos descubiertos pudo ver extrañas marcas que le recorrían el cuerpo.
- No sé quién es Danarius y la espada no es necesaria. Tranquilízate - el elfo avanzó hacia Jane despacio y con desconfianza, aunque sin detenerse. Anders cada vez estaba más nervioso.
- Cuidado con lo que haces... - algo en el interior del joven mago le reveló que aquél elfo no traería nada bueno.
- ¡Maldita sea! ¿Entonces quiénes sois vosotros?
- Sólo estamos de paso. ¿Tienes… problemas? – entrecerrando ligeramente los ojos, Jane intentó suavizar la situación antes de que corriera la sangre.
- Apártate, tengo algo que solucionar ahora mismo – el elfo intentó seguir su camino, pero en cuanto pasó junto a Jane, esta le cogió del brazo intentando detenerle, a lo que él reaccionó con más sorpresa que rabia - ¿Se puede saber qué haces?
- Puedo asegurarte que en aquella dirección no hay nadie. ¿Seguro que no necesitas ayuda? – Jane clavó sus ojos en los de él con preocupación y algo de desconfianza mientras Anders les observaba con su mano sobre el bastón ya envainado.
- Yo… ¡mierda! ¿Seguro que no has visto a nadie? Tiene… ¡debía estar ahí!
- Parece que te han informado mal amigo – Varric era el único que no parecía tenso. Sólo les miraba con los brazos cruzados y media sonrisa en la cara.
- ¿Cómo te llamas? – preguntó Jane.
- Mi nombre es Fenris y estoy buscando a un esclavista... a mi antiguo amo - Su mirada seguía encendida de rabia y su voz estaba llena de resentimiento. Anders miró a Jane como si se hubiese vuelto loca. ¿En qué cabeza cabía acercarse a un tipo herido y armado con esa confianza? ¿Acaso no le importaba su vida?
- Jane, ¿podemos hablar un segundo? En privado.
- Claro - Jane miró al elfo y le hizo un gesto de disculpa ante la reacción de su compañero mientras se alejaba con Anders unos metros. - Lo mejor sería que nos marchásemos ¿no crees? No sabemos quién es este tipo, es de noche, está furioso y nosotros hemos tenido un día terrible. Vamos a buscar a los...
- Así que Danarius, ¿eh? - Isabela miraba al joven elfo con perniciosas intenciones.
- Isabela... no atosigues al chico - Varric le guiñó el ojo a Fenris, que cada vez estaba más desconcertado.
- ¡Vamos chicos! Sentimos el malentendido, ya nos marchábamos - Anders empezaba a comprender que no se desharían del él fácilmente.
- De hecho, se me ocurre que quizás podamos llegar a un acuerdo. Veo que estáis bien preparados y, si accedéis a ayudarme, puedo ofreceros un buen trato – poco a poco, Fenris se fue tranquilizando.
- ¿Qué tipo de trato? ¡No nos iría mal otra mano hábil en el grupo! La verdad es que hoy casi no lo contamos ¿verdad Anders? - Varric era un enano muy persuasivo y sabía que el elfo les podría ser de mucha utilidad. Además, sentía curiosidad. Raras veces había visto a Anders tan inquieto.
- Estamos aquí ¿no? Jane... ¿Qué piensas tú? - Anders la miró de forma inquisidora.
- Veamos qué tiene que decir - aunque no lo sabía, ella ya había tomado una decisión.
- Debo encontrar a Danarius y matarle, de lo contrario, él me encontrará antes y no pienso dejar que me arranque la piel a tiras. A cambio, me uniré a vosotros y saldaré mi deuda.
- ¿Y por qué iba a querer hacer eso tu amo? - Isabela tomó una postura menos relajada.
- ¿Ves mis marcas? Él me las tatuó con lirio en contra de mi voluntad, y no piensa perder su "inversión" así como así. Además, es un esclavista y voy a acabar con su miserable vida.
- Así que eras su… esclavo – la voz de Isabela sonó violenta. Los esclavistas, junto con los templarios, eran el tipo de personas que estrangularía con sus propias manos sin dudarlo.
- Lo era.
- Trato hecho - aquél argumento había convencido a Jane. Siempre estuvo en contra de la esclavitud y era una buena oportunidad para desconectar de la rutina.
Anders rebufó e hizo ademán de decir algo, pero ante la mirada de Varric, finalmente dejó caer sus brazos y no dijo nada más al respecto. Estaba realmente molesto y, aunque sabía que no existía ninguna razón lógica, empezó a odiar a Fenris, un odio que no le abandonaría a partir de aquél encuentro.
Ahora caminaban los cinco en la misma dirección con sus armas ya envainadas. Isabela seguía hablando con Varric, aunque el tema de conversación se desvió hacia su nuevo amigo. Se encontraban un poco más atrás que el resto y casi murmuraban. Anders, sin abandonar su desconfianza hacia recién llegado, se dispuso a saber algo más de él.
- ¿Estás hospedado en casa de tu amo? - Fenris le fulminó con la mirada.
- Preferiría que no lo llamases así... ¿Cómo has dicho que te llamabas?
- Anders.
- Danarius ha huido, y hasta que le encuentre por mis propios medios o decida dejar de esconderse, me quedaré en su mansión.
- ¿Y por qué debería huir de ti? – Anders estaba dispuesto a desconfiar de cada palabra que saliese de su boca.
- Él… hizo algo que me enfureció. No podía aguantar más sus humillaciones y torturas, así que una noche asesiné a cuatro de sus hombres. Me acerqué en silencio a su maldita habitación dispuesto a matarle, pero me descubrieron y tuve que salir de la mansión. Me refugié en el puerto, y al día siguiente, cuando volví a terminar el trabajo, todos se habían marchado. Aun así, dejó una nota sobre su cama… no va a dejarme en paz hasta que me mate.
- ¿Dónde está esa mansión? – Jane caminaba despacio, mirándole de reojo de vez en cuando y escuchando con mucha atención.
- Está en la zona alta, cerca de la plaza principal.
- ¡Qué casualidad! Yo también vivo allí - Jane se alegró de tener como vecino a alguien menos "elegante", para variar. – Creo que ya sé quién es él… aunque no tenía idea de que tuviera… esclavos.
- No es algo que puedas gritar a los cuatro vientos. Aunque esté penado con la muerte, por un puñado de oro la guardia de la ciudad hace la vista gorda demasiado a menudo.
- Pero no te he visto hasta esta noche. ¿Llevas mucho allí tú solo?
- Solamente tres semanas.
- Eso es bastante tiempo… Extraño que no nos hayamos cruzado.
- No salgo de la mansión durante el día. La gente me mira demasiado, supongo que por mis marcas, y eso me incomoda.
- ¿Te incomoda que te miren? - Anders estaba adoptando un tono ciertamente burlesco.
- ¿Algún problema con eso mago?
- ¿Algún problema conmigo elfo?
No aminoraron el paso y Jane se encontraba en medio de dos hombres que se hubiesen clavado un puñal en cualquier momento. No comprendía por qué Anders, siempre tan predispuesto a pensar bien de todo el mundo, se estaba comportando de aquella forma. Varric, más parecido a un centinela que a un enano, no pasó por alto la situación e intervino de forma inteligente.
- ¡Rubito! ¡No nos vendría mal tomar algo antes de caer rendidos! ¿Te vienes al Ahorcado? Hoy invito yo - miró a Anders con una sonrisa de oreja a oreja esperando un sí.
- No me vendrá mal... - Anders se giró sin dejar de mirar al elfo y cambió su posición en la marcha, acercándose a Varric e Isabela.
- Mmm, así que dos hombres para mi solita eh - Isabela le guiñó un ojo a Anders, que no pudo hacer más que sonreír. Aunque la sonrisa le duró poco cuando se fijó en Fenris y Jane, ahora caminando juntos ante ellos.
Jane prosiguió la marcha como si nada hubiese pasado, y Fenris, tras mirar de reojo a Anders un par de veces, se centró en la nueva conversación.
- ¿Te gustaría venir al Ahorcado? El whisky es terrible, pero la cerveza no está mal.
- Gracias... esta noche no. Necesito estar solo un rato.
- Como quieras, pero debes saber que puedes contar con nosotros si necesitas tomar un trago alguna vez.
- Sí - Varric respondió sonriente - Pero sólo si sabe jugar al los diamantes. De lo contrario mi reputación se verá mermada - Fenris no comprendió la broma, todavía estaba incómodo por las constantes miradas de Anders.
- Lo tendré en cuenta - llegaron al Ahorcado y el elfo se despidió tímidamente. - ¿Puedo contar con vosotros? ¿Cómo nos pondremos en... contacto?
- Puedes venir mañana a mi mansión, es la que está justo en frente de la fuente mayor. El pica puertas tiene forma de león. - Jane quería hablar con Fenris sin la presencia de sus compañeros. Tenía la sensación de que sin ellos podría obtener más detalles sobre el nuevo trabajo.
- De acuerdo. A media mañana te buscaré allí.
Si más ceremonias, Fenris se marchó mientras el grupo entraba en la taberna. Anders le miró unos instantes más antes de entrar, pero el elfo no se dio la vuelta. El mago sabía que aquello no iba a salir bien.
Justo a media mañana, Fenris apareció en la mansión de Jane, puntual e inquieto por la poca costumbre de relacionarse con otras personas. Fue Valeria quien le dio la bienvenida. Le esperaba desde hacía un buen rato.
- Usted debe ser Fenris... pase por favor, Jane enseguida bajará.
- Gracias... eres su...
- No soy una esclava si es lo que pregunta. - Valeria también era una elfa, raza que habitualmente utilizaban los humanos como esclavos o sirvientes. - Jane me salvó hace un par de años, unos asaltantes asesinaron a mi familia y me secuestraron. Ella les...mató y me acogió en su casa.
Se sintió aliviado. Por un momento temió haber juzgado mal sus nuevas compañías. La mansión de Jane era realmente enorme y estaba muy limpia, a diferencia de la de Danarius. Los esclavos y criados habían partido bastante antes y todo estaba realmente descuidado. A los pocos minutos apareció Jane, aunque esta vez sin su armadura.
- ¡Hola! Llegas muy puntual. ¿Quieres que pasemos a la biblioteca? Allí estaremos más tranquilos
- Claro... gracias Valeria - la elfa le dirigió una media sonrisa y se marchó hacia otra sala.
- ¿Lees? - Jane se encontraba especialmente contenta aquella mañana.
- Yo... no. No sé leer
- Perdóname... había olvidado que...
- No te preocupes. A los esclavos no se nos permite leer, eso no es culpa tuya.
- Pues si tienes ganas y te fías de mis dotes como maestra, el día que te apetezca te puedo dar algunos consejos.
- Gracias, creo que de momento no. - Fenris se sentía algo abrumado por las circunstancias y Jane se arrepintió de haber sacado el tema.
- Em... enseguida vuelvo - se disculpó ante su invitado y fue en busca de Bruno, su estruendoso perro que no paraba de ladrar. - Voy a encerrar a este lindo malabi...
Fenris, que apenas había levantado la vista del suelo desde que entró en la mansión, aprovechó ese momento para curiosear la sala. Un cuadro encima de la repisa de la chimenea llamó su atención. Era Jane, estaba seguro, aunque bastante más joven. Calculó que la pintura debía tener varios años, de cuando la chica no era más que una niña. Se acercó al retrato y se quedó allí plantado, observando la expresión de su cara. Parecía feliz. Jane regresó y aunque intentó no hacer ruido, el elfo se dio la vuelta de inmediato.
- Disculpa, sólo estaba... - la cara de Jane se ensombreció.
- Lo dibujó mi padre. Él murió hace apenas dos años.
- Lo siento - Fenris volvió a sentarse, esta vez menos incómodo.
- Era perfecto, una de las personas a la que más he querido en toda mi vida. Le echo de menos. ¿Pero… qué hay de ti? ¿Dónde está tu familia?
- No sé si tengo familia. Estas marcas… cuando me las hicieron olvidé todo lo que había sido antes. Mis recuerdos se esfumaron. No sé quién soy. Lo único que tengo claro es que Danarius morirá, no me importa lo que me cueste. Él... morirá. - Sus marcas parecieron resplandecer por un momento.
- Puedes contar conmigo. Sé que no nos conocemos, y raramente confío en nadie, pero te quiero ayudar.
- Te lo agradezco. ¿Puedo preguntar por qué? - Fenris no sabía cómo encajar aquellas palabras. Hacía demasiado tiempo que nadie sentía simpatía por él.
- Tus ojos... cuando te vi salir de aquél callejón me recordaste a mi misma. Recordé el día en que mataron a mi padre. Yo sólo quería vengarme, odiaba a todo el mundo, incluso le odiaba a él por dejarme sola. Pero nadie me ayudó… nadie me ayudó maldita sea.
- ¿Qué pasó? - el elfo se acercó a la butaca de Jane y se agachó hasta quedar a su altura.
- Todavía no lo comprendo. Salimos de casa, era sábado, muy temprano. Todavía estaba amaneciendo. Algo me alarmó... sentí como se me helaba el alma. Giré la vista atrás un instante para ver cómo una flecha atravesaba el corazón de mi padre y no pude hacer nada.
- ¿Quién fue? - Fenris volvía a tener ese fuego en la mirada.
- No lo sé... no sé quién fue, no sé por qué mi padre... no lo sé. - Jane no pudo reprimirse por más tiempo y su voz empezó a quebrarse.
- Voy a devolverte el favor. En cuanto Danarius está muerto, te ayudaré a encontrar al asesino de tu padre y a vengarte, si es lo que quieres.
- Yo… gracias - Jane cubrió con las manos su rostro en un intento de despejar la mente, y justo en ese instante apareció Anders por la puerta de la biblioteca.
- Hola... ¡Qué sucede! ¿Estás bien Jane?
- Anders... ¡Sí! Todo bien, de verdad - Fenris se incorporó y entendió la mirada del mago. Él sentía algo por la chica, con la luz de la mañana veía las cosas más claras.
- Tranquilo mago, te dejaré con ella si es lo que quieres - Jane se incorporó.
- Fenris, te confundes. Anders y yo no... no es necesario que te marches, de verdad - Anders hubiera dado cualquier cosa por escuchar otras palabras.
- No, claro, sólo pasaba por aquí. ¿Pero... estás llorando? ¿Seguro que estás bien?
- Sí. ¡Te preocupas demasiado por mi Anders! A veces me atosigas.
- Entiendo.
De un portazo, Anders se marchó tan rápido como llegó, dejando tras él un ambiente nada relajado. Fenris miraba directamente a Jane ahora. Le resultó gracioso que alguien estuviese celoso de él, y más aún al tratarse de un mago. Odiaba a los magos. Pero Jane supo quitarle hierro al asunto ágilmente.
- ¡Bueno! Te prometo que la próxima vez que vengas no habrá lágrimas, ni psicodélicas escenas... - Fenris sonrió, y Jane se alegró de ver al fin cambiar su semblante.
- Si va a ser una molestia para ti que venga a tu casa... ya sabes, si te va a causar problemas, mejor me marcho.
- No es necesario, de verdad... no lo hagas. Anders está solo, igual que yo... no tenemos a nadie más que a nosotros mismos, y es fácil confundir los sentimientos.
- Entiendo. Y... ¿Varric e Isabela?
- ¡Sí! Ellos son amigos, por supuesto, ¡Más que amigos! llevamos mucho tiempo juntos y se podría decir que ya somos como una familia... extraña, ciertamente, pero una familia al fin y al cabo. Me alegra mucho que hayas aparecido... lo siento si te parezco egoísta, pero necesitaba algo así.
- ¿Algo cómo qué?
- ¡Ya sabes! No me mal interpretes por favor... vaya día llevo... - Fenris se fijó en unos pequeños hoyuelos bajo los ojos de Jane, justo por encima de sus mejillas-. Me refería a que me alegra que estés con nosotros, de verdad. Y gracias de nuevo por tu ayuda.
Juntos salieron de la mansión y se dirigieron al Ahorcado, casi hogar permanente de Varric e Isabela. Debían idear un plan para encontrar a Danarius.
- ¿Qué pasa cuando le pisas la cola a un küi?
- ¡Noooo! - Isabela no cabía en ella de la risa que le entró- ¡No vas a cambiar nunca Varric!
- ¡Ya me conoces!
Anders entró en la habitación de Varric y se encontró a sus dos compañeros algo bebidos, Isabela estirada en la cama del enano, y él sentado en una butaca que le quedaba algo grande.
- Muy temprano para beber.
- ¡Todavía no nos hemos acostado! - Isabela miraba al techo fijamente con una sonrisa en la cara.
- ¿Puedo servirme una copa?
- ¡Eso no se pregunta rubito! - Varric notó enseguida que Anders no estaba de muy buen humor aquella mañana -. ¿Todo bien?
- Nada a mencionar. Bueno, qué diablos... sí hay algo. ¡Odio a ese elfo! - Isabela se echó a reír y se sentó junto a Varric.
- ¿Qué pasa Anders? ¿Celoso del atractivo recién llegado? - la chica volvió a reírse a carcajadas.
- ¡No es eso! Bah... no sé para qué he dicho nada.
- Vamos, vamos Anders, el elfo no parece mal tipo. A todos nos han jodido alguna vez, no podemos darle la espalda. Además, parece fuerte y él también nos será de ayuda. ¡El otro día creí que aquél esbirro me cortaría el pescuezo! Otra mano hábil no hubiera ido nada mal.
Anders ocupó una silla frente a Isabela y se sirvió una copa de vino. Hacía tiempo que sentía algo por Jane, y sabía que todos lo habían notado. Siempre había estado a su lado, en los peores momentos, y no imaginaba una vida en la que ella faltase.
Últimamente, cuando salían en busca de algún asesino, ladrón o cualquiera al que hubiesen puesto un precio, Anders sufría más por la vida de Jane que por la suya propia. Hacía apenas una semana, un asaltante cogió por sorpresa a Jane y Anders se interpuso, haciéndole arder la cara hasta matarlo. Para que las llamas no la hiriesen, la cubrió con su propio cuerpo, y durante unos segundos, sus labios estuvieron tan cerca que podría haberla besado. Pudo hacerlo, pero lo hizo.
Los pensamientos del mago se interrumpieron de repente; Jane y Fenris entraron ahora en la habitación de Varric.
- ¡Vaya! ¿No es un poco temprano para beber?
- Eso mismo he dicho yo hace unos minutos... - Anders dejó la copa sobre la mesa y, aunque le hablaba a Jane, a quien miraba era a Fenris-. ¿Todo bien?
- ¡Claro Anders! Todo genial, de verdad. Siento lo de antes. Estábamos hablando de mi padre y los recuerdos me han jugado una mala pasada.
- No te preocupes - Al oír la disculpa, Anders le miró a los ojos y vio sinceridad, lo cual le dejó un poco más tranquilo. Aun así, no pensaba confiar en Fenris.
- Yo también debería disculparme. - Fenris bajó la mirada y continuó hablando - Siento haberos asustado ayer, creo que fui demasiado brusco.
- ¡Tranquilo elfo! No nos pongamos melodramáticos, todos tenemos un mal día alguna vez, ¿verdad Anders? - el mago miró a Varric y esbozó la primera sonrisa del día, aunque nada tuviera de sincera. Jane también se sentó en la mesa junto a ellos, aunque no se sirvió ninguna copa. Fenris, en cambio, se quedó de pie sin pronunciar palabra. Anders le miró y, con una fingida amabilidad que todos percibieron, al fin le dirigió la palabra.
- ¿No te sientas?
- Prefiero quedarme aquí si no te importa - Anders le miraba con el mismo odio que la pasada noche, pero el elfo simplemente le observaba con indiferencia. Saber que él sentía algo por Jane hizo que decidiese no meter más leña al fuego. Aun así, a Jane no le gustó la hostilidad de su amigo.
- Anders... ¿Qué sucede?
- ¡Sigo pensando que no es buena idea que él venga con nosotros! Nos traerá problemas, y no es que nos sobren precisamente.
- Si tienes algún problema conmigo lo podemos hablar - Fenris miró a Anders con una sonrisa en la mirada que no gustó nada al mago.
- No me gustas, creo que es evidente.
- ¿Quieres que hablemos de evidencias? - Fenris miró a Jane de reojo un segundo y volvió a posar su dura mirada sobre Anders.
- ¡Basta chicos! - a Isabela empezaba a dolerle la cabeza -. Vamos a ver, dejaros ya de tanta tontería por favor, ¡Me estáis amargando la mañana! - Jane decidió intervenir, no podía soportar una escena de celos delante de todos.
- Anders, ¿Podemos salir un momento fuera?
- Lo que tengas que decirme no creo que sea ningún secreto. No quiero que te suceda nada malo, y este… elfo nos llevará a una misión suicida.
- En ese caso hablaremos aquí, no hay problema - Jane no podía creer lo que estaba sucediendo -. Yo voy a ayudarle, y si tú no quieres hacerlo, eres libre de tomar tus propias decisiones. Sinceramente, me gustaría que nos apoyases en vez de comportarte como un niño, pero no puedo elegir por ti.
- Será mejor que me marche. No quiero seguir hablando de esto. Estaré en mi clínica y cuando decidáis qué hacer me avisáis – Anders se incorporó y, mirando fijamente a Fenris se dirigió hacia la salida.
Fenris miró a Varric, que contemplaba la escena alegremente, como si fuese una obra de teatro. El enano le devolvió la mirada y le invitó a sentarse en la mesa.
- Bueno, como decía, un mal día lo tiene cualquiera. Se le pasará. Lo que sucede es que no le gustan las nuevas compañías, ya sabes, traumas infantiles.
Fenris se sentía extraño. Era la primera vez en muchos años que parecía importarle a alguien, aunque fuera un mago resentido. Se fijó en Jane, que estaba sonrojada y con la mirada fija en la mesa, y por primera vez se dio cuenta de lo atractiva que era. La chica tenía algo familiar... ¿Quizás había conocido alguien como ella antes de perder la memoria?
Los segundos terminaron con una mirada.
- Fenris, esto... siento toda esta tontería, de verdad. - Jane sentía arder su cara de vergüenza.
- ¡Se le pasará! Y si quieres ayudarle, elfo, siéntate a mi lado y le demostramos a Anders que no tiene nada que temer.
Isabela le guiñó un ojo a Fenris y, casi al instante, todos se echaron a reír. Nadie como ella sabía romper la tensión tras una situación incómoda. Incluso Fenris dejó escapar una sonrisa, algo que el resto aprendería a valorar muy pronto, puesto que sus facciones, aunque típicamente dulces como las de cualquier otro elfo, siempre se encontraban ensombrecidas por el rencor y la rabia.
Entre risas, Jane apretó la mano de Fenris unos segundos en señal de disculpas, pero éste se sorprendió tanto que la apartó al instante. Varric e Isabela ni siquiera se dieron cuenta, puesto que todavía no habían terminado con el vino y ya se estaban sirviendo otra copa.
- ¿Estás molesto?
- No tiene importancia - Fenris clavó la mirada en el suelo.
- No tienes muchos amigos, ¿Verdad?
- Durante años, he sido el guardaespaldas de un mago asesino y despiadado al que estrangularía con mis propias manos encima de esta mesa. No, no tengo amigos.
- Bueno, por suerte todo está a punto de cambiar - Jane le sonrió con un gesto de profunda compasión, pero eso no mejoró las cosas.
- No te compadezcas de mí - cada vez sonaba más seco y distante -. Parece que hoy no vamos a poder tramar ningún plan para encontrar a Danarius. Tu amigo el mago se ha largado, y la botella todavía está medio llena, así que será mejor que me marche.
- Como quieras.
Fenris se levantó de la mesa y, sin decir una palabra más, salió de la habitación siguiendo los pasos de Anders.
