Disclaimer: LadyBug no me pertenece, es de Thomas Astruc.
Autora: ColorsInTheSky
Resumen: Alerta Spoiler (capitulo Riposte). Porque el fin justifica los medios, o eso es lo que Gabriel Agreste cree, pero ¿El sufrimiento de Adrien lo vale?
Género: Angustia/Drama/Familia
Rated: T
Nota: No sé si dejar esta historia en un simple one-shot o continuarla con él nuevo capítulo de Gorizilla y agregar un extra de Simon dice, bueno dejen sus reviews, se los agradeceré mucho y díganme sus opiniones con respecto a este fic y si quieres que haga los otros capítulos.
Dudas
Miras a tu hijo, sentado en aquel blanco y frio lugar que parece odiar, no es el único, ninguno de los dos debería estar ahí, lo sabes bien.
El adolescente sonríe pese a que probablemente siente dolor, y todo es tu culpa, pero tratas de no pensar en ello, de ignorar a tu insistente conciencia.
—Afortunadamente solo es un esguince de primer grado, no hay nada de qué preocuparse, estará como nuevo en unos días, pero necesita reposo—el doctor da su diagnostico y no puedes evitar lanzar un suspiro aliviado.
Pero la opresión en el pecho no se va, te convences (engañas) que cuando eso pase y todo vuelva a estar bien, ya no te sentirás mal, porque todo lo haces por su bienestar y porque ella regrese.
—Señor Agreste— te das cuenta que el doctor lleva rato hablándote, por lo que tratas de despejar tu cabeza y asentir como si estuvieras escuchando.
Sales del consultorio y vas a firmar el papeleo del hospital, ignorando la mirada reprochante de Nathalie cuando entra después de ti al consultorio para ir por Adrien, mientras Gorila prepara la limosina para llevarlos a casa.
Al final esperas a tu hijo Adrien que sale apoyándose de Nathalie para poder caminar y la culpa te vuelve a asaltar, para ser remplazada por enojo y frustración, como cada maldito día que tratas de reunir todos los miraculous y terminas vencido por dos simples adolescentes que no deben de tener más edad que tu hijo.
—Estoy bien de verdad, no me duele— dice el chico mostrando una sonrisa, entonces te das cuenta de que lo has estado observando con preocupación.
Inmediatamente lo tratas de ayudar a subir al coche, pero te es imposible tocarlo, te sientes sucio y si te acercas lo ensuciarás a él, quién inocentemente confía en ti, aún pese a todo se atreve a mirarte con cariño, mientras tú le pagas con desprecio, palabras cortantes y silencio hirientes, exigiéndole cada vez más de sí para complacerte en estúpidos caprichos. Si ella estuviera aquí, estaría decepcionada de ti, moleta por todo lo que haces; pero ella no está, te recuerdas y tratas de despejar tu mente nuevamente.
Tu asistente pasa empujándote "accidentalmente" y se disculpa entre dientes claramente enfadada tras esa fría mirada que parecieran no mostrar nada. Ni siquiera cuando te akumatisaste y la atrapaste en un libro pareció molesta contigo.
—Has ido demasiado lejos Gabriel—la voz de ella te reprocha perturbadoramente en tu cabeza.
Finalmente cuando la tarde ha pasado sin más contratiempos, la noche llega, la peor hora de día, porque eso significa que tendrás que dormir en la misma cama que compartías con tu esposa, y la soledad es aún más amarga que antes.
Estás en tu oficina matando el tiempo y diseñando cosas para la nueva colección, tratando de distraer tu mente pero es casi imposible. Ni una sola buena idea se te ocurre, tu mente divaga a cosas que no debería, recuerdas la vez que casi terminas muerto por un akuma que tú creaste, casi dejas a tu hijo sin un padre, aquella vez creíste haber llegado muy lejos, pero estabas equivocado y probablemente te sigas equivocando aún más.
Piensas en Adrien que cada vez te dice menos cosas, ya no se esfuerza en hablar contigo como antes, ni si quiera te quiso contar que había sido atacado por un akuma, si no fuera porque eres el mismo Hawk Moth probablemente hubieras creído en la mentirá que el chico trato de decirte sobre lastimarse en la clase de esgrima.
Sales de tu oficina y te diriges a la cocina, un café te ayudará al menos a despejarte, porque dormir no es algo que vayas a hacer, tu mente no se calla, no importa lo que hagas, una vez en la cocina no te decides entre el café o un trago de whisky, lo que te ayude a despejarte primero, sin pensar más abres el refrigerador y sacas una bolsa de hielo. Caminas con ella a paso indeciso a la habitación de tu hijo.
Lo encuentras dormido, no te sorprende, le pediste al doctor algo para dormir, porque de lo contrario él no querrá descansar, lo conoces demasiado para tu gusto, y sabes que últimamente no duerme lo suficiente. Tal vez deberías hacer lo mismo, te planteas.
El chico se estremece cuando colocas la bolsa fría en su pie, pero no se despierta en lo absoluto, su tobillo esta hinchado y levemente morado en una parte y es tu culpa, no hay forma de negarlo, probablemente no mereces un hijo tan bueno como el que tienes, uno que es la viva imagen de su madre y cada vez te es más doloroso verlo.
—papá— murmura adormilado—¿pasa algo?— un bostezo involuntario sale de él—lo siento por preocuparte…—está demasiado atontado por la medicina.
—¿por qué no me dijiste que fue un akuma?— respondes.
—no tenía caso, nunca escuchas de todas formas—reprocha y antes de qué puedas contestar ya e ha vuelto a dormir nuevamente.
Algo en ti se remueve y te sabes el peor padre, uno que no puede cumplir la promesa de cuidar de su hijo como se debe, si sigues por el camino por el que vas no te va alcanzar la vida para arrepentirte y pedir perdón.
—Lo siento, espero que algún día cómpredas que lo hago por tu bien—porque el fin justifica los medios ¿no?
Y entonces lo ves, aquello que se suma a tus preocupaciones y no te deja dormir: un anillo, en el mismo dedo que portaba ese estúpido superhéroe que arruina tus planes y se la pasa arrastrándose por su amada LadyBug que nunca lo volteara a ver. El anillo es tan parecido al miraculous del gato y se encuentra siendo portado por la persona que más amas después de Emilie, tu hijo, ese que últimamente desaparece, él que ya no te consulta las cosas como antes, él que te miente, al que te has esforzado en alejar sin realmente querer eso, ese chico que casi te da un infarto al ver que un akuma casi lo mata por tu culpa, si él no se hubiera salido del sarcófago ya lo estarías enterrando en este momento, ese que está herido y que probablemente no sea la última vez que lo haga y todo es tu culpa. Porque hoy más que nunca las dudas te asaltan, tal vez el fin no justifique los medios y menos si con ello acabas con lo que más amas…
