INTRO
LCS: ¡Hola a todos mis queridísimos lectores de esta gran familia! Bueno, primero quiero presentarme. Yo soy Lisandro Chrno's Shadow y este es mi primer fanfic, pues ya era hora de escribir uno y no solo estar leyendo; quise hacerla de Chrno Crusade porque me fascina la historia. También tendrán algunas intervenciones de Mi Otro Yo que en vez de ayudarme solo me estorba.
MOY: ¡¿Que yo te estorbo?!, no puedo creer lo que dices. Uno de buena gente que te ayuda y así me lo agradeces.
LCS: Ignórenlo por favor. Bueno, esta historia es como la continuación opcional de Chrno Crusade en anime porque el manga no lo he leído. Así que si no ven a Chrno ni a Rosette es porque me los mataron en el anime, bueno, todo puede pasar en mi historia así que mejor léanla.
MOY: O sea que si van a aparecer...
LCS: Yo no he dicho eso, eh. Yo no se que significa pero como en las demás historias aparece, pues ahí les va el disclaimer.
Disclaimer: Chrno Crusade y sus personajes le pertenecen a Daisuke Moriyama, excepto algunos personajes que aparecerán en esta historia son míos.
"La Tercera Santa"
Capítulo Primero: "La Orden en Orden"
Ya habían pasado dos largos años desde que Rosette y Chrno ya no estaban en la Tierra de los Hombres, y de que ya no hubieran movimientos demoníacos de Aion y los Perseguidores. Hubo uno que otro demonio que exorcizar de lugares extraños pero de eso se encargaban nuestros ex-Apóstoles.
Azmaría se había vuelto una militante al igual que Joshua. Ella ya no era la misma. Bueno, seguía siendo dulce y tierna pero ya no era aquella niña tan sensible que se echaba a llorar tan fácilmente. La soprano de cabello lila había crecido y madurado, y más ante la pérdida de lo único que tenía en el mundo en aquélla época: su inolvidable y necia Rosette, el valiente e indeciso Chrno, y la solidaria e insoportable Satella, sus tres queridísimos amigos, casi su familia. La chica acababa de cumplir 15 años, y su traje de militante le quedaba un poco chico aunque a veces la dejaban que usara su vestido rosa con blanco para sus misiones con Joshua.
Joshua, en cambio, algunas veces se comportaba como todo un joven capaz de valerse sobre si mismo y tomar sus propias decisiones, y en otras como un niño desprotegido y temeroso. Era muy contrastante todo esto pero era lógico ya que había perdido 3 años de su vida estando bajo el poder de Aion en compañía de Florette, la hermana de Satella. Él no recordaba nada, aunque a veces soñaba con momentos que no entendía pero que había vivido, despertándose agitado por las noches. El chico rubio tenía 17 años y hacía año y medio que conocía a Azmaría, que desde entonces comenzaron a ser grandes amigos.
Faltaba poco para Navidad y esa mañana era muy calurosa estando en esa temporada. Aún no había nevado. Los rayos del sol daban un aire de paz y tranquilidad. La Orden de Magdalena todavía no alistaba preparativos que hacían para cada año en esas fechas. La Hermana Kate y el Reverendo Reminghton de todas maneras se encontraban siempre preparados. A veces ellos se encontraban preocupados porque en cualquier momento pudiera haber un ataque sorpresa de Aion o algunos otros demoniosya que era muy extrañoque desde que nuestros ex-protagonistas dejaron de existir no ocurría nada catastrófico; no es que ellos quisieran que ocurriera algo así pero si era muy raro, muy raro.
Las hojas secas de los árboles caían alrededor de él. Acostado boca arriba sobre el pasto con las manos debajo de su cabeza, mandaba una mirada de ojos azules hacia el cielo, una mirada de extrañeza pero a la vez de felicidad, dejando que el aire acariciara su rostro.
— ¿Dónde estarán? —se dijo así mismo. Cerró los ojos y hubo un momento de silencio hasta que...
— ¡¡HOLAAAA!! —le grito Azmaría asomando su cara sobre él y agitando infantilmente su mano.
— ¡Az, me asustas! —dijo Joshua que se había sentado rápidamente por el susto que se había llevado.
— ¿!Qué!?... ahora me vas a decir que también hablas solo. —
— ¿!Yoooooo!? No estaba hablando. Además, ¿qué estas... —
— Ah, ya sé. Tienes un amigo imaginario. —interrumpió mientras se dibujaba una cara de ternura en ella.
— ¿Qué... qué dices? —
— ¿Cómo se llama? —se hincó acercándose a él.
— Az... —
— ¿Te ayudo con el nombre? —
— Az... —
— Mira, lo podrías llamar... Mumy, Poom... ehh. —
— Az... —
— Espera a que te diga uno. —
— ¡AZMARÍA! —le gritó Joshua poniéndose de pie.
Azmaría solo se había quedado sorprendida por el grito de Joshua. Él, esperando temerosamente que se pusiera a llorar, la ayudó a levantarse viendo como mordía su labio inferior sosteniendo su llanto.
— Azmaría. Az, lo siento. Por favor, no vayas a llorar, lo siento. Yo no tenía la intención de gritarte. Pero es que... — se interrumpió viendo como Azmaría transformaba su cara tan tierna en un monstruo enfurecido.
— ¡Yo no iba a llorar!¡Yo no iba a llorar!¡Así que no hables! —dijo como si quisiera que todo el mundo la escuchara. Un poco más calmada continuó— Además... Rosette no lloraba por tonterías, así que yo tampoco debo llorar por tonterías ni por tontos como tú. —
— Az, ¿por qué te enojas tanto?, además, yo ya te dije que lo siento. — Joshua tenía cara de confusión y vio como Azmaría se daba la vuelta dando zancadas y con las manos empuñadas— ¡Aaaaaaaaz! —gritó para que no se fuera.
— ¿Qué te importa?... y me llamo Az-ma-rí-a. —dijo volteándose de repente y abriendo la boca exageradamente pronunciando cada sílaba de su nombre.
— Bueno pues... Azmaría. —dijo poniendo los ojos en blanco— ¡Y si me importas! —
Azmaría se detuvo al oír esa última frase. Ella quería voltearse e ir corriendo para abrazar a Joshua, pero no.
— «No Azmaría, no voltees y sigue tu camino. Rosette no voltearía por nada del mundo. Si en verdad le importo que me siga y me ruegue, así haría Rosette» —pensaba Azmaría mientras llegaba a los escalones para entrar a la Orden.
La chica de cabello lila caminó hasta llegar a su cuarto. Se detuvo ante la puerta, se recargó en ella de espaldas, y se dejó caer suavemente quedando sentada. Encogió sus piernas y tomó sus rodillas acercándolas a ella. Cruzó los brazos colocándolos sobre éstas y comenzó a llorar en silencio bajando su cabeza. Primero sollozaba, y luego se volvió llanto hasta poder escucharse por todo el pasillo.
La Hermana Claire que oyó el llanto, se acercó sin hacer ruido. Azmaría aunque no había escuchado nada sintió la mirada de alguien más. Claire se agachó y le levantó suavemente la cara.
— Az... ¿Az?. Ya deja de llorar que no pasa nada. Todo va a estar bien. —dijo Claire muy tranquila. Aunque ella no sabía realmente que le pasaba, sentía la necesidad de consolarla, ¡no la podía ver así!. Todos estos años habían hecho un lazo entre ellas.
— Yo... yo no quería Claire, pero es que ya me cansé. —respondió Azmaría. Le brotaban las lágrimas de su cara de una forma que a Claire le dieron ganas de llorar.
— A ver, ven y dime que no te entiendo. —dijo la hermana abriendo la puerta del cuarto y dejándola pasar primero a ella.
El cuarto que también le había pertenecido a Rosette seguía igual pero con un toque de estilo azmariano porque estaba limpio y ordenado, que era algo no muy característico de la chica rubia. Además había unas cuantas decoraciones hechas por la misma Azmaría con la ayuda de Claire ya que estaban en la temporada de Navidad. Habían dos camas. Una de las camas, la más cercana a la ventana, era la de Azmaría, y la otra había sido de Rosette.
Claire fue hacia la ventana y abrió las dos grandes telas blancas (cortinas). Rápidamente los rayos del sol iluminaron todo la habitación que hace unos segundos aún había estado en penumbras. Una fuerte ráfaga de aire hizo abrir de par a par la gran ventana que había estado media abierta. Todo eso sucedió en unos cuantos segundos.
Claire estaba quieta y como sorprendida por lo hermoso que había sido ese pequeñísimo instante. Los cabellos de las chicas se habían alborotado y en los ojos de cada una se veía un brillo de asombro. Como dejaron la puerta abierta, Joshua había entrado sin que se diesen cuenta y observó todo lo sucedido.
— Por favor Claire, como si nunca hubieras visto el sol y nunca hubieras sentido el aire. —dijo interrumpiendo el espectáculo y moviendo la mano con desinterés.
— ¿Qué haces aquí, Joshua? —le preguntó muy calmada Azmaría.
— Vine porque quería... —
— Ay Joshua, debes apreciar todos los momentos de la vida porque cada uno es hermoso y no sabemos cuando nos moriremos. Ya ves con Rosette y Chrno. —dijo en voz baja.
— Espera, espera, espera. No quisiera hablar de eso. Es tiempo de alegría, no hay que venir con tristezas, eh. —dijo el joven un poco más serio.
— Lo siento. Tienes razón. Ahora no es tiempo para eso, peroooo... ¿porque hay personas que hacen enojar y llorar a sus amigos. —respondió sarcásticamente.
— Este... ¿Azmaría, sigues enojada? —dijo Joshua volteando a ver a su amiga.
— Si es cierto. ¿Qué haces aquí?, yo no quiero verte ni hablar contigo. — respondió Azmaría recordando el enojo.
— Por favor, anda, no seas así. Hasta te habías olvidado. —
Claire se dirigió a la puerta, salió y la cerró. Hubo un silencio largo. Los dos se quedaron mirando fijamente. Ella estaba sentada en la cama sobre sus piernas. El tenía las manos en los bolsillos de los costados y estaba encogido de hombros.
— Azmaría, no sigas enojada. Somos amigos y no quisiera perder tu amistad por una... —calló de repente.
— ...por una tontería. —dijo terminando la frase la chica— Perdóname, Joshua. Es que... no se que me está pasando, por cualquier cosa lloro. —
— Jeje, bueno. Entonces, ¿ya no estas enojada?, porque quisiera que no nos volviéramos a enojar, ¿si? —
— Si —respondió esbozando una sonrisa.
— A ver, ven —dijo tomándola de la mano para que se levantara.
Azmaría al levantarse con la ayuda de Joshua, no pudo mantenerse en pie y al tratar de apoyarse en los antebrazos de él, lo jaló cayendo los dos al suelo. Ella quedó encima de él, con el rostro a la altura de su pelvis. Joshua levantó un poco la cabeza para ver si Azmaría estaba bien.
— Az...maría—titubeó al darse cuenta en la posición que estaban.
Como tenía los ojos cerrados y estaba bien agarrada de los brazos de Joshua, los abrió y al darse cuenta de cómo estaba, rápidamente se levantó quedando hincada y se cubrió la cara con sus manos un poco sonrojada y apenada.
— Lo siento, lo siento —dijo apresurada.
— No te preocupes —
— Lo siento de verdad, es que se me durmió mi pie —dijo moviendo la cabeza de atrás para delante.
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— La señorita Brahms desea venir personalmente a escuchar la historia, por eso debemos llamar a todos los testigos, en especial a... —
— ... sí, a Joshua y Azmaría. —completó el Reverendo Reminghton que se encontraba con la Hermana Kate en el pequeño living del despacho.
— Exacto. Además viene por las escrituras de las pertenencias de la señorita Harvenheit. —se paró y se sentó detrás de su escritorio— Por eso necesito que mande a llamar al Reverendo Giriam y a Hamilton. —
— El Reverendo Giriam se encuentra en la Orden. —
— ¿¡Cómo!?, ¿y porque no me habéis dicho?. Los necesito a los dos en este momento. —dijo un poco molesta la Hermana.
— Hermana, acaba de llegar pero ahora los busco. —
Se dirigió a la puerta, la abrió y se topó con el Reverendo Giriam que había estado a punto de abrirla.
— ¡Reverendo Giriam!, precisamente ahora lo iba a llamar. —
— Pues aquí me tiene, jeje. —respondió alegremente.
— Siéntese por favor, Reverendo —dijo la Hermana Kate.
— Gracias. —
— Este... ahora vuelvo con Hamilton, Hermana. —dijo el Reverendo Reminghton.
— Ah, si. —
Al salir el Reverendo Reminghton, hubo un cruce de miradas como de complicidad. La Hermana iba a comenzar a hablar pero no. Se paró y se fue a sentar al sillón frente al Reverendo Giriam.
— Antes de comenzar lo que le tengo que decir, déjeme preguntarle el motivo de su visita. —dijo amablemente la Hermana.
— Le sugiero que hable usted primero. La información que me tiene que decir no creo que sea tan importante como la que yo diré. —sonrió
— Me ofende. —
— Disculpe, no era mi intención. Además necesito que esté presente el Reverendo Reminghton. Es información confidencial. —
— Pero... em... —balbuceo la Hermana Kate.
— Así que dígame, la escucho. —
— Está bi... —la Hermana Kate fue interrumpida por el tonton de la puerta. — Pase Reverendo. —
— Buenos días Hermana Kate, buenos días Reverendo Giriam. —dijo sonriente Hamilton.
— Buenos días Hamilton. —respondieron los dos.
— Aquí están. Me retiro, tengo que decirles a Joshua y a Az... —calló el Reverendo Reminghton que había sido tomado de la mano de la Hermana. — ¿Si?, Hermana. —
— Luego hace eso. El Reverendo Giriam tiene algo que decir, algo muy importante pero antes les explicaré lo de la señorita Brums. —
— ¿Charlotte Brahms? ¡Ah, qué milagro!, tantos años que no escuchaba noticias de ella. ¿Diecisiete años, no? ¡Tantos años, por dios! —exclamó muy alegre el viejo Hamilton.
— Bueno, no precisamente de ella. —respondió la Hermana.
— Entonces de quién. —dijo Hamilton.
— Miren. Desde el asesinato del Monseñor Brody, ella se ha hecho cargo de la Orden de Magdalena, allá en Alemania. Toda su familia siempre a permanecido escondida y en alerta desde que Aion mató a todas las demás familias Invocadores de Joyas, excepto a ellos, los Brahms, y a Satella. —suspiro profundo— Al estar a cargo de la Orden, ella ya es expuesta a ser el punto de Aion para ser atacados ya que él pensaba en que no habían mas Invocadores de Joyas. Por eso, su hija, la señorita Marianne, se ofreció para tener cualquier información necesaria sobre Aion y vendrá dentro de dos días, así que debemos tener a cuantos testigos sean necesarios y tratan de ayudar a Charlotte y su familia, los únicos Invocadores de Joyas que quedan. —
Todos habían quedado callados y muy atentos escuchando el relato de la Hermana Kate. Ya era de tarde y el sol estaba en su máximo resplandor. El Reverendo Reminghton esperaba lo que tenía que decir Giriam, al igual que Hamilton.
— Hermana, dentro de dos días también es la cena de Navidad, y usted no tiene los preparativos ni nada listo. —dijo repentinamente Hamilton.
— ¡Santo Dios!, ¡Es cierto!, se me había olvidado completamente. Hazme el favor de llamar a Chrno y a Rosette para que compren lo necesario. —
— ¿A quién?. —dijo un poco triste Hamilton al escuchar los nombres.
— A Chrno y a... —paró de hablar— Rosette. —termino de decir. Se miraba triste y agachó su mirada.
— Se les extraña verdad. —dijo Giriam un poco serio.
— Si. ¿Por qué? —se decía a sí misma— ¿Por qué?, todo fue culpa de Aion.
— Calmese, Hermana. —decía con miedo Hamilton.
Hamilton abrió la puerta y vio a Claire que pasaba por ahí. Trató de que no viera a los presentes y la llamó.
— ¡Claire! —gritó.
— ¿Si? —
— Necesito que llames a Joshua y a Azmaría, por favor. —
— ¿Para qué? —
— ¿Cómo que para qué? —
— Si, ¿para qué? —
— No preguntes. —
— Es que están un poco ocupados. —dijo recordando que tal vez estarían platicando.
— No importa. —
— Si importa. —
— Es urgente, es una ¡MISION! —dijo para que ya se fuera a llamarlos.
— ¿Una misión?, ahora los llamo. —y salió corriendo por el pasillo.
— Esta niña. —se dijo moviendo la cabeza. Entró y vio llorando a la Herman Kate.
—¡MALDITO AION! —gritó desesperadamente.
— Hermana, por favor calmese. —dijo Reminghton.
— Ay. —se quejo la Hermana.
— ¿Qué le pasa? —preguntó Giriam tomándola por la espalda.
— No me siento bien. —y se dejó caer en los brazos del Reverendo.
— ¡Se ha desmayado! —gritó Reminghton.
— Ayúdeme a recostarla. —dijo Giriam.
— Si. —respondió el otro.
La recostaron sobre el sillón más grande y le colocaron un cojin bajo su cabeza. Los tres buscaban algo para que reaccionara pero mejor esperaron a que sola despertara ya que Hamilton dijo que no era grave.
— ¿Por qué se habrá desmayado? —se preguntó Reminghton.
— No hay de que preocuparse. —respondió Giriam.
— Si, no es grave. — intervino Hamilton.
— ¿Y qué era lo que nos tenia que decir? —preguntó Reminghton a Giriam.
— Ahora no le puedo decir. Bueno... solo le puedo decir que se trata de... una Tercera Santa —
— ¡¿QUEEE?! —gritaron sorprendidos Hamilton y el otro Reverendo.
CONTINUARÀ…
SALIDA
LCS: Bueno, pues ahí está el primer capitulo, espero sus reviews y opiniones de cualquier tipo. Ésta historia comenzó a escribirse el 20 de noviembre de 2006, hace mucho tiempo, jeje. Abajo están los avances del próximo capitulo.
PRÓXIMO CAPÍTULO
Joshua y Azmaría se encuentran en su "misión" mientras que la Hermana Kate se recupera del ataque que le dio. La cena de Navidad se realiza, y alguien inesperado llega a la Orden causando revuelo en todos.
