DISCLAIMER: STAR WARS pertenece a Disney, yo sólo los tomo prestados, a excepcion de los contrabandistas de esta historia.

Cronología: La historia se ubica en el año 54 dby (Después de la Batalla de Yavin), posibles referencias a la saga Legado de la Fuerza y Fate of the Jedi.


Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana

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Kessel, un planeta agreste, conocido por sus minas de brillestin, un elemento que sirve de narcótico y otras cosas más. El planeta también fue una prisión, en la época Imperial, los presos cumplían trabajos forzados en las minas. Con la caída del Imperio Galáctico, el planeta pasó a ser territorio de contrabandistas y otros personajes fuera de la ley.
La Federación Galáctica de Alianzas Libres, después de muchos años, logró tener el control del planeta, pasando a ser un lugar donde los criminales mas peligrosos de la galaxia iban a purgar sus penas en la prisión de Kessel donde sus condenas es trabajar en las minas, extrayendo no solo brillestin si no otros elementos.
Así Kessel se convierte en la prisión de la Alianza Galáctica. Pero algunos contrabandistas siguen yendo al planeta para vender o comprar minerales extraídos a cambio de otorgar un porcentaje pequeño de las ganancias y protección de parte de la Federación Galáctica. Algunos no les gusta dar sus ganancias y evitan ir al planeta pero otros van por la protección que les puede brindar la Alianza Galáctica, que en realidad son los guardias de la Federación. Algo que ellos mismos no han confirmado ni negado.

Una nave carguero acaba de aterrizar en el planeta, se baja la rampa en donde baja un contrabandista de cabello castaño y barba de tres días, cerca de treinta años, pantalón beige y camiseta blanca con un chaleco de cuero negro, en el cinto llevaba su pistola Blaster. No estaba solo, detrás de él, descendía su compañera y copiloto, también contrabandista. A diferencia del hombre, ella es una zeltron; una especie parecida a la humana con la diferencia que tienen la piel de diversas tonalidades del rojo. Ella tenia la piel magenta y cabello azul tan oscuro que parecía negro. Vestía un ceñido traje negro y una pistola Blaster en el lado izquierdo de su cintura.
— ¡Vaya! Pero si es Ji Diman Ka— dijo el contrabandista acercándose a su amigo, que colocaba unas cajas en el suelo. El aludido, un cereano de cabeza larga en forma cónica, con un mechón castaño y barba candado del mismo color, alza la cabeza para ver a su amigo.
— ¡Ewan! Hace días que no te veía. Hasta llegue a pensar que ya te hartaste de este lugar. — exclama el cereano, con una sonrisa y ve a la zeltron colocándose al costado de Ewan— Hola para ti también, guapa.

La zeltron sonrió de forma coqueta. En la nave del contrabandista Ji Diman, bajó un muchacho, con una bolsa a la espalda.
— ¿Ese es el nuevo ayudante que te has conseguido, Ji? ¡Pero si es un crío! ¿Sabes que aquí no hay leche de bantha, eh?— dijo Ewan, sorprendiéndose mucho. El cereano frunció el ceño.
— ¡No es un niño, Ewan! Ya casi es un hombre, tiene dieciocho años. Antes de conocerlo, sólo era un vulgar ladronzuelo ahora tiene una manera de ganarse la vida.
— ¿Contrabandeando?
— Algo es algo.

El muchacho miró a su amigo cereano y a los dos amigos que hablaban con él. El chico es alto, cabello negro y ojos pardos. Vestía un pantalón holgado negro y una casaca azul con capucha.
— ¿Cómo te llamas?— dijo la zeltron y el muchacho se ruborizó un poco.

— Yo soy Keth— dijo el chico extendiendo la mano y la zeltron hizo lo mismo.
— Me llamo Nive y él es mi amigo, Ewan— dijo la zeltron con una gran sonrisa, el mencionado extiende también la mano para saludarlo. El muchacho estaba ruborizado.
— Dime, Keth ¿Sabes jugar sabacc?— dice Ewan.
— Bueno…no muy bien
— ¿Podemos ir adentro? Quiero beber algo y distraerme— gruñó el cereano y los cuatro se dirigen a una puerta blanca de un edificio oval, dejando atrás el hangar.

La sala de aquel edificio no era tan amplia pero entraban cómodamente un buen grupo de personas. El lugar tiene las paredes grises, una gran mesa de madera de forma oval con diez sillas. Un estante con licores y una barra donde estaban colocados diversos vasos de diferentes tamaños y un sillón bastante viejo. En aquel cuarto estaban tres guardias de la Federación conversando entre ellos y un ithoriano contrabandista sentado en la mesa. El contrabandista alzó su cabeza en forma de T.
— ¡A la hora!— dijo el ithoriano.
— Saludos para ti también, Ja'Jer— dijo Ewan, agarrando una silla para sentarse. Nive la zeltron hizo lo mismo. El cereano se sienta al lado del ithoriano.
— Me entretuve con Ewan en la entrada— dijo el cereano de piel rosácea— Además, te presento a mi nuevo ayudante: Keth
Keth extiende la mano para saludar al contrabandista ithoriano.
— ¿Tienes edad para jugar sabacc y tomar un trago tan fuerte que te hará saltar de tu asiento?— dijo Ja'Jer
— Si, señor— dijo Keth con seguridad.
— A ver…aquí tengo las cartas del sabacc. Nive ¿puedes buscar una buena botella de licor?— dijo Ewan sacando de sus bolsillos un mazo de cartas, la zeltron se levanta de su asiento y va hacia la licorera, muy cerca de ahí, descansaba un sujeto encapuchado.
— ¿Alguien conoce a ese?— dijo el ithoriano— Ya lleva varias horas dormido, todo encapuchado y llevando esas ropas raras.
— Ese es un Jedi— dijo Ewan mirando al sujeto— Sé que no esta dormido. Estará meditando o algo así— exclama el contrabandista y se da cuenta que los tres lo están mirando, la zeltron coloca la botella en la mesa y se sienta.
— ¿Cómo sabes que es un Jedi?
— A ver…Uhm…Hace cinco años estuve metido en un buen lío. Unos piratas azotaron un pueblo donde desgraciadamente me encontraba, parecía que iba a morir cuando aparece un Jedi y nos salva el día. Fue mucho antes de conocer a Nive.
— ¿Como se llamaba ese Jedi?— dijo el ithoriano.
— Glen o Zen…algo así. Hace un buen tiempo que no lo veo. Pero si recuerdo que era pelirrojo.
— ¿Un Jedi pelirrojo? ¡Eso si que tengo que verlo!— dijo el cereano sonriendo. Ewan sonrió mientras repartía las cartas a los jugadores.
— Meses después de ese incidente, conozco a mi mejor copiloto y compañera— dijo Ewan repartiendo las cartas mientras dirigía una sonrisa a su compañera, ella le guiñó el ojo.

El cereano sirve el licor y reparte las copas a sus compañeros.
— A ver ¿Apuestas tu nave, Ewan?
— No estoy lo suficiente borracho, Ja'Jer— dijo Ewan riéndose— Dejo esto como mi carta de apuesta— coloca en la mesa una pequeña barra amarilla.
— ¿Eso es oro? Veo que te gusta apostar fuerte, chico— dijo Jar'Jer— Dejo mi pistola Blaster…de la época imperial.
— Con un poco de suerte...me consigo uno igual— bromeó el cereano— Apuesto mi otra nave, la "Desolada".

Ewan lo miró con las cejas arqueadas.
— Eso es una buena nave.
— Yo no sé que apostar, chicos— dijo Keth con las cartas en las manos.
— Nosotros apostamos eso, muchacho— dijo Ji Diman, el cereano.
Los contrabandistas empezaron a jugar, repartían y recogían las cartas. Los minutos pasaban y ellos lo pasaban bien.

En un momento a otro, el Jedi que estaba meditando en una esquina, con la capucha ocultando el rostro se levantó de improviso, en alerta. Los contrabandistas se detuvieron y observaron al Jedi al igual que los tres guardias. El Jedi bothan; con su pelaje erizado, su rostro equino miraba fijamente la puerta.
— Tengo un mal presentimiento— susurró el Jedi bothan. Las radios de los tres guardias empezaron a pitar lo cual rápidamente se lo llevaron a los oidos.
— Estamos bajo ataque— dijo un guardia levantando su fusil y junto con los otros dos se fueron corriendo a la puerta. Una explosión remeció el cuarto y se escucharon gritos.

Los contrabandistas se levantaron de sus asientos, con sus pistolas en las manos. El Jedi bothan se dirigió a ellos.
— Bien…no se queden parados ahí, vayan a luchar— dijo el bothan desapareciendo tras la entrada del lugar.
— Jar'Jer y yo les cubriremos las espaldas aquí— dijo el cereano. Ewan y Nive salieron al hangar donde alzaron la vista y vieron a una gran nave, baja sus cañones de plasma que destruyeron una pared de metal. Los dos contrabandistas fueron a refugiarse detrás de unas cajas.
— Que mala hora vienen estos piratas— dijo con malestar Nive.
— No creo que sean piratas. No suelen usar naves de ese tamaño. Creo que son algo más que piratas. — dijo Ewan.

La nave aterrizó sin problemas, bajó una rampa y descendieron un buen número de agresores con máscaras y fusiles. Los guardias abrieron fuego y todo era explosiones y confusión.
Ewan se levanta y empieza a disparar, matando a un guerrero agresor. Nive observa la nave y agranda los ojos al reconocer un símbolo: una estrella negra de cinco puntas en un círculo blanco con un rayo atravesándolo.
— Creo que son ese famoso grupo extremista, Estrella Negra— dijo Nive volviéndose a agachar.
— Genial. Lo que más necesitamos: un grupo de pirados con ganas de matar— exclama con sarcasmo Ewan.

La nave enemiga se gira un poco y dispara contra el pequeño cuartel blanco, haciéndolo estallar, Ewan y Nive se encontraban cerca de ahí, lo cual la onda expansiva los hicieron lanzar por los suelos, sin conciencia. La nave gira sus cañones y dispara contra un edificio gris, las paredes caen y la reja de metal queda hecha pedazos. Después de unos minutos, empiezan a salir gente de ahí. Eran los presos del planeta. Los criminales se subieron a la nave.
El Jedi bothan entra a una habitación donde estaban los guerreros enemigos, con sus trajes oscuros y máscaras que ocultaban sus rostros. El Jedi blandió su sable de luz azul.
— No voy a permitir que se vayan de aquí…vivos— dijo el bothan.

Uno de ellos se rió, movió una mano y los demás guerreros bajaron las cajas. El guerrero desafiante sacó una vara de cortosis, resistente al sable de luz.
El Jedi se fue hacia él, chocando ambas armas, provocando chispazos. El guerrero usa una mano y el Jedi bothan se aferra al piso, algo lo había empujado. Lo que mas le llamaba la atención era que el guerrero parecía ser también sensible a la Fuerza. ¿Era un Sith? Imposible, no sentía el lado oscuro en ese extraño ser. El guerrero seguía moviendo la vara, chocando nuevamente y el bothan lo empuja con la Fuerza y el guerrero se cae. A pesar que no le puede ver la cara, sintió la sorpresa en él. Los demás guerreros espectadores se miraron entre si, sorprendidos. El guerrero se levanta y va con furia contra el Jedi. El bothan bloquea el ataque y el guerrero saca una daga y sin tiempo para evitarlo, siente el metal entrando en su cuerpo. Cae de rodillas y el guerrero se acerca con la vara en alto.
— ¡Quien eres tú!—grita el Jedi bothan y el guerrero baja la vara, atravesando el cuello del Jedi, muriendo en el acto.

El guerrero se guarda su vara de cortosis y se lleva una mano a la boca.
— Listos para salir de aquí. Ya tenemos lo que necesitamos— dijo el guerrero y ve el sable de luz del Jedi, se agacha y lo recoge.
— Interesante— susurra y se lo guarda en el bolsillo.