UN NUEVO ENCARGO
NOT
A: los personajes de league of legends no son míos, si te molesta algo que ver con la historia te recomiendo dejarlo en los comentarios, en caso de no ser algo bonito... mejor guardatelo (yo por desgracia no lo hago a veces) (¿hipocresía? ¿donde?)
LOS CAPÍTULOS SE ACTUALIZARAN CADA VEZ QUE ENCUENTRE UNA MEJORA. NINGUNO ESTARÁ MUCHO TIEMPO SIN RECIBIR GRANDES CAMBIOS. TAL VEZ DEBERÍA GUARDÁRMELOS PARA CUANDO ESTÉN PERFECTOS PERO QUIERO ENSEÑARLO EN BUEN ESTADO Y DEJARLO EN SU LUGAR PARA MEJORAR.
UN NUEVO ENCARGO
Un día caluroso e infernal, las arenas parecían fragmentos de magma de tanta energía solar irradiada en ellas. Sin nubes ni rocas que hagan la mínima sombra para quedar a cubierto de una tortura diaria como son las estepas de shurima... Al menos para aquellos que no sean de la zona desértica, que se atrevan a adentrarse en ellos pensando inocentes que no sería nada. Este desierto a cobrado centenas por no decir miles de vidas a lo largo de la duración de valoran. Claro que antes, no estaba seco, pero no por ello dejaba de ser una amenaza.
En Shurima se podía encontrar casi de todo, agua, tierra, maravillas y demás cosas increíbles e impresionantes para cualquier ojo de ser vivo. Pero se podía, ahora queda nada mas que arena, pueblos abandonados, antiguas ruinas de templos y altares enormes destrozados y pequeñas comunidades de aldeanos alrededor de pequeños oasis. Pero no todo era malo en la nueva Shurima, era un gran lugar de comercio y prosperidad a pesar de su gran quiebra imperial, tenía una cantidad de comerciantes, que la hacían no prosperar, si no mantenerse en pie. Mantener esperanzas... y avaricia. Los subterráneos de Shurima estaban llenos de tesoros y reliquias perdidas, oro a doquier. Rumores decían que en algun lugar de Shurima, había una fuente tan grande de oro que superaba a la cantidad de arena del imperio roto.
Y por ello esta aquí, caminando como si nada en las ardientes arenas apenas notando el quemor de estas. Una mercenaria estaba andando tranquilamente sin prisa con una especie de cruz grande en su espalda, había aceptado el contrato de un aldeano. Simple, matar a alguien y cobraba. Al menos eso fue lo que penso ella, pero el aldeano estaba temblando cuando dio los detalles sobre la criatura que debía hacer desaparecer.
'' una criatura esbelta violeta con pelaje largo y brillos purpura '' penso la mercenaria
'' por lo menos no sera un trabajo penoso y aburrido como la mayoria '' penso otra vez la mercenaria recordando sus ultimos trabajos desde hace meses, limpiando restos de cadaveres, matando animales salvajes o asesinar a alguien que molesto a otro alguien por robarle un zapato o algo.
- al menos esta vez estoy sola - dijo estirando los brazos y piernas. La mercenaria recordó que casi todos sus trabajos los hacia con su banda, los cuales eran fiel sirvientes a ella pero nunca demostró lo mismo a ellos.
...
Esta soltó un suspiro al ver que le faltaba un buen trecho de camino por andar, y sabía que parar en medio de las arenas por un descanso no era para nada una buena idea. Tan solo siguió su camino marchando sin descanso a su objetivo.
En una taberna de Shurima, llena de hombres tan grandes y fuertes como un camello shurimano adulto, yordles capaces de matar a esos hombres a pesar de su diminuto tamaño, magos que pueden destrozar todo el lugar con tan solo mover las manos y mujeres vestidas de forma provocativa y seductora con la intención de atraer a aquellos o aquellas que quieran un rato de confort a cambio de perder unas cuantas monedas. Todos o casi todos estaban allí presentes con la intención de ahogarse en alcohol y disfrutar de unos cuantos minutos de gloria. Aunque por algo intimidante y peligrosa que se viera la taberna, esta rebosaba de vida, borrachos y bardos intranquilos sabiendo que si tocaban algo que no les gustase a la masa, saldrían de allí pero en trozos.
En cierta parte de la taberna, se encontraba un mujer sentada sobre una silla con los brazos cruzados e inclinándose hacia atrás mientras mantenía el equilibrio apoyando sus dos pies sobre una mesa. La mujer estaba dormida con un paño blanco sobre su rostro cubriendo así sus labios y nariz dejándose ver solo sus ojos cerrados, pareciendo estar dormida en un ambiente tan ajetreado y sonoro como era la taberna en la cual se encontraba.
El ''sueño'' de la mercenaria se vio interrumpido cuando un hombre se sentó junto a ella en una silla libre que quedaba al lado. Sabía lo que significaba.
La mercenaria echo un suspiro de agotamiento o frustración cuando el hombre siguió sentado ahí sin decir nada durante un buen rato.
- mira, si lo que quieres es una prostituta, siento decirte que ese no es mi oficio - dijo en un tono aburrido restandole importancia.
Pero el hombre solo se mantuvo callado, la mercenaria abrió su ojo derecho mirando a la dirección de este, y se encontró con un señor bastante delgado con una alta edad, barba frondosa, alta y blanca con un ojo purpura pero blanquecino y el otro marrón. mirándola con... ¿miedo? era raro, pues sus ojos mostraban pánico y esperanza a la vez.
- eres... ¿Sivir? - Pregunto el anciano con temblor en su voz.
La mercenaria lo miro un rato, para luego cerrar otra vez su ojo derecho y bajar sus pies de la mesa, suspiro profundo y miro de nuevo al viejo que la seguía observando con esa mirada tan extraña.
- ¿eres tu...? la señora de la batalla ¿de verdad que eres tu? - pregunto el viejo con su voz un poco mas alta pero aun temblorosa.
Sivir abrió ahora ambos ojos dejando ver su mirada celeste. Miro al anciano cuidadosa observándole de arriba abajo, llevaba una capa roja oscura y sus vestimentas estaban roídas y malgastadas. En ese momento la mercenaria supuso que la persona que estaba frente a ella, no tenía nada que ofrecerle, por lo que desvió su vista del viejo y se apoyo sobre sus rodillas para luego levantarse y disponerse a irse.
Pero una mano arrugada le agarro de la muñeca girando la vista de nuevo al anciano que la miraba ahora triste.
- tengo dinero, te lo aseguro, mira - El anciano soltó la mano de la mercenaria y busco bajo su capa lo que parecía una bolsa pesada. Con cuidado el anciano abrió la bolsa mostrando su contenido a la joven mercenaria iluminándola con un brillo plateado.
Sivir sorprendida por la cantidad valiosa de monedas plateadas en la bolsa, volvio a sentarse en la misma silla de la que se levanto pero ahora mirando directamente al anciano.
- los rumores eran ciertos... te interesa mucho el dinero - argumento el anciano poniendo una sonrisa de victoria. La mercenaria al ver esto rodeo los ojos y se cruzo de brazos echando su espalda atrás hasta quedar recta en la silla.
- no me gusta que me interrumpan por nada cuando medito, viejo ¿cual es el problema? - Pregunto la mercenaria echando su mirada hacia arriba, dejando su cuerpo mas relajado en la silla.
El anciano la miro unos segundos hasta que se dispuso a hablar, esas pausas largas mirando a la joven guerrera, la ponían nerviosa.
- ni yo mismo se que es el problema señora de la batalla, es... horroroso, malévolo, terrible, una cosas... temibles, algo que jamas en mi vida e visto, algo que no pude comprender... - el anciano hablaba y hablaba soltando lamentos sin parar.
- si si si, lo que sea viejo, dime que tengo que hacer, a quien eliminar o que cosa debo cargar, lo que sea, solo deja de darme sueño - dijo la celeste ahora apoyando su cabeza sobre sus brazos en la mesa.
El anciano lejos de tomárselo como una ofensa solo respiro fuerte y tosió un poco.
- quiero que mates a una criatura que invade mi pueblo por las noches - dijo finalmente el anciano para la mercenaria.
La mercenaria levanto la cabeza mirando ahora al anciano frente a ella y sonrió de lado, le gustaba la idea de que no fuese un trabajo sobre matar unos comerciantes enclenques o... guiar un grupo a ruinas antiguas. Sobre todo después de su ultima expedición, aun le costaba aceptar que era la sucesora de todo un imperio.
- dime detalles, lugar, hora y descripción - dijo rapido la mercenaria apartando la vista al resto de la taberna la cual cada vez estaba mas repleta de borrachos y matones.
El anciano también se dio cuenta de esto, la taberna se estaba haciendo cada vez mas ruidosa y con mas movimiento, esto le incomodo un poco, pero no por ello aparto su atención de lo que de verdad le importaba.
- es mi pueblo, se llama Athjar y esta al norte de aquí, siempre sale por las noches y ataca a todo lo que ve junto a unas criaturas que le acompañan, son cosas monstruosas... aquellos ojos... sus dientes... - El hombre parecía que iba a sufrir un ataque cardíaco en cualquier momento, lo cual no sería malo para la mercenaria, solo cogería las monedas y se marcharía - en cuanto a la criatura, es esbelta, alta, con cabellos negros y tiene la capacidad de emanar energía violeta de sus manos, se hace invisible y es rápida, muy rápida... - La mercenaria vio como el hombre cada vez estaba mas nervioso, en verdad esa criatura debe ser horrible para que le de ese temor, pero la descripción encajaba mas con algun juguete de Piltover que con una bestia.
- hace tres soles atrás, las criaturas que acompañan al ser, se llevaron a mi mujer y a mi hija, por favor te lo suplico, cobra la vida de esa horrible y cruel cosa y venga a mi familia - La mercenaria estaba sonriendo con tranquilidad, le divertía la escena frente a ella. No es que le haya pasado antes esto pero le da mucha gracia como el anciano perdió la esperanza de que su familia aun estuviera viva.
La mecenaria dejo salir un suspiro de cansansio, no quería escuchar la historía del anciano pero el contrato ya estaba hecho, no quería que su cliente retirara el pago.
- no hace falta que supliques viejales, has pagado ¿verdad? con eso es suficiente, aunque tengo curiosidad por saber de donde sacaste semejante cantidad de dinero - dijo la mercenaria recogiendo la bolsa de monedas plateadas, y levantándose de la silla. Ando unos pasos atrás de ella y recogió la cruz dorada que tenía en el suelo.
hecho un vistazo al anciano al ver que este no paraba de mirarla pero este no dijo nada, solo bajo la mirada y se cubrió la cabeza con la capucha que llevaba su capa.
...
La mercenaria ya avistaba un pueblo no muy lejos de ella, pequeño pero visible, debía ser el pueblo que dijo el anciano, ya que andando al norte ella no encontró nada mas que arena hasta llegar aquí. Tenía que darle el merito a aquel barbudo señor, no supo como consiguió llegar hasta la taberna con todo este recorrido.
En unos cuantos minutos por fin consiguió dar pasos sobre tierra y no arena, al fin estaba en el pueblo. El agotamiento en ella estaba presente pues nada mas pisar tierra esta se apoyo sobre sus rodillas para descansar. Jadeando de cansancio, busco con los ojos lo que pudiera ser una taberna o fuente de agua en las cercanías.
El pueblo era pequeño pero lo suficientemente grande como para uno poder perderse un poco, las casas en su mayoría estaban hechas de piedra o ladrillos y adornados con una pintura blanca por encima, como casi todas las estructuras de Shurima. Andando como unos 20 minutos no encontró nada parecido a lo que sería una fuente de agua cercana y respecto a los aldeanos, apenas noto vida en las calles cuando llego. Alguna que otra persona pasando o mercader en la calle vendiendo baratijas, pero por desgracia, nada de agua. Entonces sus ojos de águila avistaron un pozo, un pozo en una plaza vacía. Como si fuese su única esperanza de vida, fue corriendo al pozo y cuando estuvo mas cerca de este, miro dentro y vio agua.
- ¡si! - grito de emoción la mercenaria celeste. Pero su emoción y alegría fueron borradas cuando se fijo en algo mas.
El agua estaba emitiendo burbujas y ruidos raros, un color violeta se presentaba en el agua haciendo retroceder a la guerrera que miraba el pozo ahora sin esperanza.
- ¡eh! tu, ¿donde estamos? - pregunto la guerrera a una mujer de cabellos rubios que pasaba a su lado. La mujer asustada retrocedió un poco y miro con temor a la señora de la batalla.
La celestina azul intento acercarse a la mujer pero esta respondió con un grito y salio corriendo.
- ¿eh? que extraño... - se dijo la mercenaria pero no perdió el tiempo en seguir a la mujer que corría desesperada lejos de ella, siguió buscando algo con que hidratarse.
No muy lejos la mercenaria visualizo un gran edificio con un cartel en el cual estaba escrito: Hostal de la verdad.
Fugaz, corrió a establecimiento y entro por una puerta de madera gastada cortándose y clavándose unas astillas en las manos.
- ¡mierda! estas cosas son peor que una herida de espada - se quejo la mercenaria mirándose la mano que ahora sangraba ligeramente por varios de sus dedos.
Miro dentro del establecimiento y se percato de una persona encapuchada con una larga cabellera negra saliendo por debajo de la capucha, sentada en unos sofás en lo que parecía ser la sala de recepción. La mercenaria no le dio mucha mas atención e inspecciono lo demás, vio a un hombre algo gordo bigotudo y calvo con un traje elegante tras un mostrador, este le sonríe nervioso a la mercenaria ¿tenía miedo?
La mujer de cabello negro se acerco al mostrador y observo con una mirada fría al señor relleno algo mas bajo que ella. Esta vio que el señor se puso mas nervioso notando como sus brazos temblaban y su sonrisa estremecía. Relajo su mirada por un momento y volvió a mirar al señor pero esta vez con una mirada inexpresiva procurando no asustar al hombre gordo.
- ¿p-p-p-puedo... ay-ay-ayudarla en algo se-se-señorita? - su voz era ridículamente aguda, y el tartamudeo constante mas el temblor no ayudaban a la guerrera.
'' ¿este salio de un circo? '' penso la peli negra y sonrió ante la escena de comedia que hacia el hombre frente a ella.
la guerrera suspiro y llevo su mano a una bolsa pequeña en su cintura, la abrió y cogió lo que parecía unas cuantas monedas de ahí. Las dejo sobre la mesa y el hombre las miro confuso.
- no logro entenderle señorita ¿necesita algo en particular? - pregunto el hombre gordo con bigote esta vez mas tranquilo pero confuso.
La guerrera suspiro otra vez, ''¿como alguien puede no comprender algo tan simple? penso para si misma.
- esta cantidad de monedas, deberían ser suficientes para poder hospedarme aquí al menos una semana - contesto la mercenaria con un tono aburrido y sin cambios en su expresión.
el hombre comprendió, recogió las monedas encima del mostrador y miro a sivir ahora con una sonrisa pero sin temblor y miedo, una sonrisa amable y sincera. El dinero es capaz de hacer cualquier cosa, decía ella algunas ocasiones y en este caso no se equivocaba, pues gracias al dinero el hombre perdió miedo y nerviosismo y gano una nueva cara.
- con esto puede quedarse una semana con gastos de comida, bebida y aseo pagados - dijo el hombre aun con su sonrisa alegre.
La mercenaria se apoyo en la barra y se alejo de esta con un impulso clavándose mas astillas aun. Hizo una mueca de dolor pero nada comparado con otras cosas que ya sufrió.
Se metió su dedo indice en la boca y apretó este con los labios intentando que el dolor incomodo no le estorbara. Al hacer esto, la persona encapuchada sentada en la sala de recepción se levanto enseguida y corrió en dirección a la guerrera.
La mercenaria viendo como la persona encapuchada avanzaba a gran velocidad hacia ella, intento agarrar su cruz dorada tras ella pero la extraña persona encapuchada fue mas rápida y agarro sus manos. No la ataco, ni la forzó o le hizo una llave, solo cogió sus manos y... las miro.
La mercenaria quedo sorprendida por la velocidad en que se movió la persona encapuchada. La persona encapuchada ahora con un poco de fuerza tiraba de ella hacia una dirección, la llevaba a unas escaleras. La shurimana no opuso resistencia pues no veía peligro a pesar de la extraña situación, subió las escaleras junto a la persona encapuchada y llego a un pasillo con dos puertas en cada lado enumeradas. La persona encapuchada paro frente a una puerta e irguió su brazo, sivir estaba a punto de agarrar definitivo su arma pero se detuvo al ver lo que el brazo de la persona encapuchada señalaba, estaba apuntando a una puerta, la puerta número dos.
La mercenaria miro a la persona de forma extraña pero no pudo observar gran cosa al estar esta totalmente cubierta por la capa y capucha que le rodeaba, tan solo noto unas extrañas marcas o tatuajes cerca de su muñeca. Trato de agacharse un poco y mirar por debajo, la persona a su frente era alta pero no tanto como ella, por lo que solo tuvo que doblar un poco las rodillas. Este al notarlo desvió su mirrada y bajo su brazo entrando directo a la habitación número uno.
- wow... eso fue raro - dijo la pelinegra mirando ahora a la puerta detrás de ella.
Recordó en la puerta que señalo antes y dedujo que se refería a su habitación, sin mas pensamientos, tomo el pomo de esta y lo giro abriendo la puerta dejando ver el interior. Era una habitación simple, una cama, unas estanterías y una chimenea con caldero incluido. también había una pequeña cocina algo vieja pero útil.
La mercenaria dejo sus pertenencias en el suelo y se tiro boca abajo en la cama, totalmente agotada por la caminata. No confirmo nada todavía, no sabía si era el pueblo correcto, pero la forma de actuar de los aldeanos indicaba que no se equivocaba de lugar, y aquella persona de antes, tan extraña... La mercenaria noto que sus manos eran suaves y ligeras a la vez que delgadas y delicadas, era una chica joven sin duda.
No mas tiempo pensando en la chica escondida bajo la capa, decidio cerrar sus ojos y fundirse en un sueño largo para recuperar fuerzas.
...
La mercenaria comenzo, poco a poco a abrir sus ojos, miro por una ventana que daba vista al pozo extraño, percatándose de que era de noche. No sabía la hora exacta pero supuso que era muy tarde al mirar la profundidad de oscuridad en el cielo.
Sivir noto unos pequeños puntos, como pequeños fragmentos de arena en sus manos, esto, hizo que la capitana se espabilara al pensar que se trataba de algun efecto venenoso. Pero lo cierto es que lo que vio en sus manos era algo aun mas extraño.
La joven encapuchada de antes con el pelo cayéndole por el lado izquierdo del cuello, aun sin mostrar su rostro. Le estaba dejando caer en sus manos pequeñas... ¿perlas? no lo sabía pues eran diminutas y muy brillantes pero de una forma especial parecida a la esférica, lejos de molestarse, la mercenaria siguió contemplando como la chica dejaba caer las perlas en su mano mientras soplaba ligeramente, sentia un sentimiento de tranquilidad y una sensación de calma agradable, no era un tipo de droga paralizáis pues ella podía moverse libremente si lo deseara. Pero no entendió, si la chica no quería paralizarla ¿para que le estaba haciendo eso? miles de ideas paranoicas como que el aire estaba envenenad, pasaron por la mente de la capitana pero esta se irguió sentándose en la cama sorprendiendo a la joven encapuchada.
La chica encapuchada se levanto y trato de correr pero las manos de sivir fueron lo suficientes veloces como para agarrar de la muñeca a la desconocida.
La chica encapuchada dio una pequeña vuelta lenta mirando a sivir que ahora se mostraba con una mirada sería y una sonrisa desafiante.
- ¿que se supone que estabas haciendo amiga? - La chica lejos de contestarle solo apunto a sus manos, sivir soltó la muñeca de la joven y noto que las pequeñas e insignificantes heridas de astillas fueron eliminadas totalmente, no dejando ningún rastro de ellas.
'' ¿de verdad me estaba curando semejante chorrada? '' penso la mercenaria al ver sus manos de atras a delante si ningun rastro de daño.
- ¿es algun tipo de servicio del hostal? - pregunto Sivir manteniendo su mirada sería..
La chica no respondia, estuvo mirando a la mercenaria un buen rato sin hacer nada. La mercenaria vio como la chica juntaba sus manos dando golpes en sus indices.
Sivir no vio que se fuera a mover, solo se quedo ahí jugando con los indices y mirando a algun lado de la habitación, evitando el contacto visual directo. La pelinegra decidio moverse e irse cerca de la ventana en búsqueda de algo novedoso fuera del hostal pero no había nada, nada sospechoso por fuera. Lo que hacia todo aun mas sospechoso, principalmente por esa chica encapuchada, la cual seguía aun allí mirándola como si no hubiera nada mas que mirar en su vida.
- tengo hambre y mucha sed, cuando pague, el hombre e dijo que teníais servicio de comida, bebida y aseo ¿puedes mostrarme donde puedo conseguir cada cosa? - Pregunto sivir con un tono soso aun mirando por la ventana.
La chica asintió haciendo un gesto con la cabeza y empezó a moverse hacia la salida, con sivir tras ella. Cuando se dio la vuelta, la bandida noto dos bultos algo grandes en la espalda de la chica encapuchada, lo que hizo que su ya desconfianza en esta fuese aun mas alta.
En calma siguió los pasos de la chica que la llevaban al piso inferior del hostal pasando un pasillo delante del mostrador hasta llegar a un salón muy grande con muchas mesas y adornos. La mercenaria silbo de sorpresa al ver la sala, un lugar tan aburrido por fuera pero tan lujoso por dentro.
''suena a chico feo'' penso Sivir al comparar.
La capitana busco algo que le atrajese, tal vez se pudiera llevar algo mas aparte de las monedas de plata. ''nunca es suficiente'' decía muchas veces, recordando que su avaricia y tacañez eran ilimitadas. Se movió entre las mesas de la entrada a la enorme sala de comer y se sentó en una libre en el medio de todo el salón.
- ¿dime, quieres algo en especial? - pregunto la chica encapuchada. Sivir la miro extrañada, era la primera vez que escuchaba su voz y esta sonaba con mucha naturalidad y calma, era dulce y suave a la vez que un poco gruesa. y confirmaba por su voz que era una mujer... aunque... Se le vino a la cabeza un recuerdo particular sobre una feria ambulante en cierto pueblo en las cercanías de Demacia. Había un hombre increíblemente femenino, tenía una piel brillante y blanca, era delgado y bajo, tenía una voz muy peculiar, capaz de hacer confundir a cualquiera sin buenos ojos y oidos. hacia varias bromas a los aldeanos con los que se encontraba en las cuales mas de uno salia corriendo del susto.
Sivir dejo escapar una pequeña risa ligera al recordar ese momento y volvió al mundo real en cuanto dejo de recordar, encontrándose, con la mirada penetrante de unos ojos violetas. Podía ver la cara de la chica que la miraba ahora mismo justo frente a ella bastante apegada a su rostro. Su rostro era perfilado y joven demostrando que los pensamiento que tenía la mercenaria sobre ella, era verdad.
- ¿esta bien señorita? parecia dormida - pregunto esta aun cerca de la mercenaria.
Sivir miro fijamente a los ojos de la joven sin ningún cambió en su expresión facial, sonrió de lado a la chica frente a ella y beso su nariz empujándola hasta atrás cada vez mas lejos.
- debes aprender a respetar el espacio privado chica - dijo esta alejandose de la nariz de la chica no sin antes darle un toque con al indice sobre este.
La chica quedo perpleja ante la acción de Sivir, pues no se movió y se quedo con los ojos totalmente abiertos durante unos segundos.
- algo de agua y comida lo que sea, pero tengo hambre - dijo la mercenaria a la chica la cual por fin respondió ante sus palabras.
La chica salio veloz hacia parte derecha del salón en la cual había un buffet libre pero vació, un buffet vació. Sivir escucho el sonido de gas siento expulsado en algun lugar, miro donde se dirigió la chica y detrás del buffet había una cocina limpia. Entendía lo que ahora hacia la joven, desvió su mirada a las ventanas de cristal situadas a la izquierda, cerca de ellas se sentaba un grupo de hombres hablando entre ellos. Uno de ellos miro a Sivir de reojo, saludo a esta elevando la mano y mirándola con una cara muy atrevida. Sivir ignoro al sujeto y volvió a sus pensamientos.
Pasaban minutos y nada ocurría, Sivir empezaba a impacientarse pues ya se había acomodado en la silla dejando sus pies descansar sobre la mesa mientras dejaba un brazo muerto y el otro sobre su cabeza tapando sus ojos. Los hombres que charlaban al lado de la ventana se retiraron hace 30 minutos. estaba bastante entretenida durante los anteriores 30 minutos pues observaba la cocina donde residía la chica, esta no paraba de moverlo todo y romper cosas, si no fuera por que apenas a bebido y comido en el ultimo día, hubiera reído bastante con esa escena.
Otros 10 minutos pasaban y la chica de la cocina seguía igual, torpe y descuidada con todo. '' posiblemente muera antes de poder hincarle el diente a algo'' Sivir no tuvo mas remedio que ir a donde se encontraba la chica.
- vamos... esto era... ¿así? si, si, así y con un poco de... hmmmm - La joven recogió un ingrediente aleatorio de un armario lleno de especias. - ¡esto! si, y seguro esta genial con esta cosa roja de aquí... - la joven estaba por agarrar un condimento mas cuando sus manos fueron agarradas por unas manos blancas y suaves, esta miro hacia atrás de si viendo a una mujer un poco mas alta que ella con, ojos azules celestes penetrantes, una larga melena negra sujetada por una diadema dorada y con un paño frente a esta cubriéndole la boca y parte de la nariz.
'' seguro esta enojada conmigo por tardar tanto... '' penso la chica. Pero lejos de gritarle o regañarle, la mayor le aparto enfrente del fogón en el cual estaba asando 4 filetes, friendo tomates y zanahorias y al lado había un balde lleno de lechuga. Sivir se froto las manos y comenzo a toquetear cada cosa en los trastes que había sobre el fogón. se movió a donde las lechugas e hizo lo mismo. La joven esta impresionada de los dotes de cocina de la mayor a pesar de que esta aparentaba no saber nada de ello.
- espera... señorita... de verdad, no hace falta, se que estoy tardando pero seguro me esta quedando delicioso - dijo esta algo nerviosa por la tensión que sentía ante la mujer vestida con adornos dorados. No le contesto, la mercenaria solo siguió trasteando con la cocina y moviendo cosas a doquier.
- de verdad, insisto en que... - no pudo terminar al tocar el hombre de la mujer y esta la mirara con una mirada fulminante haciendo a la joven retroceder dos pasos atrás.
'' mejor... la dejo '' penso la joven y se dio la vuelta para irse, pero cuando estaba por dar un paso mas, alguien toco su hombro haciendo que esta se diera la vuelta. Era la mujer de ojos celestes, esta le apunto con la mano a donde se encontraba el salón. La joven miro confusa a la mercenaria y esta rodeo los ojos e indico ahora con el indice a una mesa en particular, apunto al mismo sitio en el que estaba sentada antes.
- ¿¡ aquí !? - pregunto la joven desde al lado de la mesa. Sivir giro a verla y asintió con otro gesto de cabeza como lo hizo antes la chica.
...
HAY UN GRAVE PROBLEMA, SE ME A BORRADO EL REESCRITO DEL CAPITULO 1 EL CUAL IBA A EXPANDIR Y MEJORAR. POR QUE ESTA PUTA MIERDA DE COMPUTADORA SE TRAVA CON CUALQUIER COSA. EN FIN QUE VOY A TARDAR MUCHO MAS EN SUBIR UN CAPITULO AHORA, EL CAPITULO 2 TARDARA MUCHO Y EL CAPITULO 1 SI HAY SUERTE LO TENDRÉ PARA LA PRÓXIMA SEMANA...
