DISCLAIMER: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi. La obra es mía, escrita sólo con el fin de entretener – a ustedes y a mí. Sin fines de lucro. Fic participante de la actividad "¡¿Alguien quiere pensar en los niños?!" del foro "¡Siéntate!"


— Grown-up's Winks —


I —

Guerra de agua —


El trinar de las aves y los rayos del sol daban el ambiente perfecto para que ellos pudieran relajarse un poco. Ellas estaban en la falda de la colina, agachadas recolectando una extraña hierba que sólo brotaba en esa época y que tenía variadas propiedades, como combatir los síntomas de la alergia y ayudar con los resfríos primaverales. A unos metros estaba el riachuelo que bañaba las cosechas de la aldea, el resplandor del reflejo del agua con la luz de medio día iluminaba aún más el paisaje. Era una tarde tranquila, y todo indicaba que seguiría así.

— ¡No, esperen! ¡Esto es una rebelión! — La exclamación llamó su atención, ambas voltearon a ver al autor, sonriendo ante la escena. — ¡Soy su padre! ¡Sango, ayuda!

Miroku había sido acorralado por sus hijos en la orilla del riachuelo, las gemelas llevaban los kimonos arremangados y estaban listas para atacar, al igual que los dos menores, la determinación en sus expresiones era un rasgo heredado a la perfección de su madre.

— ¡No vas a vencerme con esa espada! — De pronto, el siguiente en ser acorralado fue InuYasha, quien escapaba de su único hijo, Yuta. — ¡No puedes tú solo contra mí!

Llegó al lado de su amigo y lo miró de reojo, ambos haciéndoles gestos a los niños para que se alejaran y los dejaran en paz. Yuta intercambió una mirada con las pequeñas y en un rápido movimiento, relevaron sus puestos, sorprendiendo a los adultos. Mao y Mei se arrojaron encima del hanyō, ambas más grandes que su amigo, lo que les daba ventaja sobre su tío. Los otros tres, más pequeños, hicieron lo mismo con el monje, aprovechando la ventaja numeraria. El resultado fue que los siete terminaran en el agua, InuYasha y Miroku luchando por sacarse de encima a los niños.

Sango soltó un suspiro mientras negaba con una sonrisa, intentando volver a concentrarse en su labor. Kagome seguía mirando la escena, recordando su infancia, cuando tenía ese tipo de guerras con Sōta. Sus ojos reflejaron la melancolía, en tanto la lucha persistía unos metros más allá.

— Nunca van a aprender, ¿verdad? — Sango la sacó de sus recuerdos, depositando más hierbas en la cesta. — Saben que no pueden ganarles a los niños… Sólo logran armar un escándalo, quedando empapados y sucios…

— Pero son felices así. No seas aguafiestas.

Sango se encogió de hombros, no negaba que disfrutaba escuchar las risas y ver las caras sonrientes, los gestos despreocupados y la alegría en cada uno de los integrantes de su familia; sin embargo, era ella quien debía hacerse cargo de la ropa después.

— ¡KAGOME! ¡QUÍTAME A ESTAS MOCOSAS DE ENCIMA!

— ¡SANGO! ¡CARIÑO, NECESITO REFUERZOS!

La azabache volvió a mirar la escena y le hizo un gesto a su amiga, indicándole que iría a ayudarlos, ella se encogió de hombros, esperando que ella pudiera detener esa batalla.

La sacerdotisa llegó a la orilla del riachuelo y tomó a Yuta, sacándoselo de encima a su amigo; como respuesta refleja, Mao se le lanzó sorpresivamente, logrando que lo soltara y cayera sentada. Acto seguido, su hijo y el menor del de sus amigos la tomaron de los brazos y la empujaron directo al agua, dejándola en medio de los dos hombres que estaban completamente empapados y sentados en la parte menos profunda. Se miraron un par de segundos y soltaron una carcajada, comenzando a arrojarles agua a sus hijos y recibiendo lo mismo de vuelta, una lucha que le refrescó el alma y el cuerpo.

Luego de unos minutos, Kagome volvió a mirar a su amiga, quien seguía concentrada recogiendo las hierbas. Sonrió maliciosa, haciéndole gestos a sus compañeros, niños incluidos, y pidiéndoles que se acercaran para formar un plan.

— Cambio de estrategia, ahora nuestro objetivo es Sango — murmuró, todos compartiendo la sonrisa cómplice, excepto InuYasha.

— ¡Keh! Mejor no la molestemos, ya sabes cómo es, puede enfadarse y…

— No te preocupes por eso, yo me encargaré de su enfado después — el brillo en los ojos de Miroku lo dijo todo, logrando que InuYasha y Kagome se sonrojaran ante la idea.

— Estos días ha estado muy tensa, necesita relajarse. Así que esto es lo que haremos…

La sacerdotisa ideó una táctica y pronto todos estaban en sus lugares, listos para atacar. Ella se acercó a Sango, llamando su atención ante el repentino silencio que de pronto reinaba. Entrecerró las cejas, eso le parecía extraño.

— ¿Y los demás? Pensé que te habían atrapado…

— Sí, pero Miroku les dijo que era hora de ir a cambiarse, sino podrían resfriarse… — Kagome se encogió de hombros, despreocupada.

— Oh, veo que algo de sensatez volvió a su cabecita — Sango sonrió, luego miró detenidamente a su amiga —. Tú también deberías ir a cambiarte, estás estilando.

— Sí, lo haré… sólo que creo que lo mejor sería no volver a salir de casa, así que… mejor acabemos con esto — tomó la cesta y le hizo un gesto para que la acompañara —. Vamos, hay que lavarlas antes de llevarlas.

La castaña asintió con un gesto y se puso de pie, caminando junto a ella hasta la orilla del arroyo sin ninguna sospecha en mente. Cuando llegaron al lugar, Kagome alzó su mano y antes de que su amiga pudiese reaccionar, los niños estaban sobre ella, inmovilizándola. Debido a la sorpresa, Sango forcejeó un poco hasta que, gracias a la intervención de Miroku, quien apareció de la nada tras ella, fue superada y cayó al agua, junto con su esposo. Sus hijos no tardaron en comenzar a atacarla nuevamente, logrando que ella frunciera el ceño y les devolviera la mano, mojando no sólo a los más pequeños, sino también a sus amigos y al monje. Kagome reía con la situación, al igual que los niños, contagiando el ambiente con esa paz que es característica de los menores.

No estaba nada mal divertirse de vez en cuando. Correr, saltar y disfrutar con sus hijos, jugar y apoyar sus travesuras, incluso volver a planear las propias… La energía renovada y la alegría del juego pronto impregnaron cada rincón de sus cuerpos, porque disfrutar en familia era lo más gratificante que podían hacer, a pesar de que ellos ya no eran unos niños.


Palabras: 1026, sin incluir disclaimer ni título.

Prompt: 2. Situaciones que hagan que los personajes se sientan de nuevo como niños (nunca se es demasiado viejo).


Bueno, esta sería la tercera entrega de la actividad, pero decidí dividir los prompts en dos fics, uno que trate de sus infancias y este, que será de situaciones de ellos ya medio adultos, pero enfrentando la niñez de distintos puntos. El día de hoy, le ha tocado a Kagome volver a ser una niña y ardir un plan para fastidiar a su amiga, confabulándose con los demás. ¿A que la escena no es amor? Me los imaginé tan relajados, como sin importarles nada y dah~ qué envidia ellos (?)

En fin, me despido. Recuerden pasarse por el foro, para que vean esta actividad y muchas otras. No se van a arrepentir, se los aseguro :D

Nos leemos, hermosuras~

Yumi~

Por la campaña "Con voz y voto", porque leer y/o agregar a follow/favs sin dejar review, es como agarrarme una teta y salir corriendo. Maduren, eso no se hace (?)