ELLA
Miro alrededor, podría ser cualquiera… cualquiera de esos chicos que ríe durante el desayuno, conversa con sus amigos y mira la hora mientras se apura para no llegar tarde a clases.
Le busco, sé que esta ahí, en algún lugar y me pregunto si él también me busca o simplemente le da igual. Pero yo le busco, porque tengo miedo de que se acabe sin saber quién es, de olvidarme de sus besos o lo que es peor, de no poder olvidarlos.
Porque este es mi último año, tan sólo un mes para la graduación y lo habré perdido… porque no sabré de quién son los labios que beso cada noche al finalizar mi ronda.
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Se me había pasado la hora de llegar a mi torre hablando con Ron y Harry en los pasillos. Ser prefecta no me hacía menos culpable de estar fuera de la sala común que compartía con el otro premio anual a esas horas de la noche. De modo que me despedí y salí corriendo.
Cuando estaba a punto de llegar, vi una sombra y un maullido... Filch y su gata, así que hice lo que pude, me metí en la primera puerta que encontré. Era un armario escobero bastante abandonado. De repente, la puerta se abrió y cerró en un instante. ¡Había alguien más a mi lado! Y por su forma de respirar parecía que también venía corriendo. Parece que no era la única fuera de la cama esa noche.
Volví a oír el maullido, cada vez más cerca, y la persona a mi lado no paraba de resoplar por el esfuerzo¡nos iban a descubrir por su culpa! No podía verle, así que a tientas busqué su cara… y encontré el torso de alguien que sin duda era un chico y que pegó un gran respingo cuando notó mi presencia. Shhhhh, le insté a callarse y puse mis dedos sobre sus labios tratando de calmarle. Cogí una tela que parecía haber allí y nos cubrí tratando de hacer el menor ruido posible. Para entonces la gata de Filch se oía más y más cerca… hasta que la oímos maullar con fuerza frente a la puerta.
Nos acurrucamos inconscientemente, juntándonos y acercándonos al máximo, como si quisiéramos encoger de repente. Filch abrió la puerta y misteriosamente no nos vio, así que la cerró y se fue. Nosotros sólo pudimos suspirar y abrazarnos más aún. Podíamos sentir uno el aliento del otro, cada vez más cerca, hasta que nuestros labios se juntaron sin saber porqué. Y fue lo más maravilloso que había sentido nunca, pareciera que hubiésemos nacido para besarnos, nos acoplábamos perfectamente, a un ritmo lento, nuestro ritmo, disfrutando, estaba en la gloria… pareciera que millones de mariposas se estuvieran paseando por mi vientre. Y entonces me asusté, no podía sentir eso por alguien que no conocía, no podía ser impulsiva¿dónde quedó mi forma de analizar todo? Así que me separé de repente, pude oírle suspirar, trató de acercarse pero yo salí huyendo.
Corrí y corrí, y cuando llegué a la torre, subí despacio las escaleras, lo último que necesitaba era que Malfoy supiera que llegaba tarde. No es que habláramos mucho, de hecho no nos veíamos apenas, pero sabía que él no perdería la ocasión de fastidiarme. Me metí en la cama y suspiré llevando mis dedos a mis labios y recorriéndolos despacio tratando de no borrar las sensaciones que aún me consumían. Pude oír la puerta de Malfoy abrirse y cerrarse, seguro que me había oído y trataba de espiar el muy cretino. Ni siquiera pensar en Malfoy pudo borrar la sonrisa de mi cara cuando me quedé dormida.
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Volví al lugar la noche siguiente, quería recordarlo todo, el olor, la oscuridad… pero no fui la única que por lo visto pensó en ello, porque el armario estaba ésta vez ocupado, por él. Tampoco esta vez pudimos ver nuestros rostros, pero volvimos a besarnos como habíamos hecho la noche anterior. Desde entonces, y de esto hace casi ya 3 meses, nos hemos estado juntando sin proponérnoslo noche tras noche. Y siempre soy yo quien rompe los lazos de nuestros besos, el baile de los labios, las caricias a escondidas… siempre la misma razón, el miedo.
Es un miedo que me carcome el alma, miedo a que él no quiera saber quién se esconde en las sombras, miedo a que lo quiera saber y se decepcione, miedo porque somos sólo dos desconocidos… Miedo porque jamás he sentido algo como lo que siento, porque es algo que me hace tan feliz como desgraciada. Soy feliz porque nunca me he sentido tan querida como cuando él me besa, nunca nadie antes me había besado así, como si la vida le fuera en ello y sin embargo, pausado, lento, como una caricia infinita, sin presiones. Y me siento desgraciada, porque sé que no es real, porque no somos nadie, solo unos labios que se encuentran en la noche, sin rostro, sin voz siquiera. Y sé que si no hago algo pronto voy a desgarrarme por dentro presa de estas sensaciones tan disparejas, pero a la vez, la cobardía me amordaza y no hago nada….
Y se me acaba el tiempo…
ÉL
No sé quien puede ser esa chica, pero sin duda es especial. Y estoy seguro de que la conozco, lo intuyo. Siempre desaparece, cada noche, desde la primera vez. Y siempre me deja allí dentro, ansioso de ella, anhelando conocer su nombre, para así poder buscarla a todas horas. Porque ya no me basta con las noches. Me he cansado de la oscuridad, la clandestinidad y el anonimato. Siento que si no descubro quién es, me volveré loco.
Tan sólo un mes y se acabará. Y necesito saber quién es y que ella sepa quien soy, para poder pasear y besarla a la luz del día. Pero cómo hacerlo, si siempre escapa de mí, y yo soy incapaz de salir corriendo tras ella. Solo espero y después vuelvo a mi torre. Despacio subo a mi cuarto, todas las noches y pienso en ella, y sueño con ella. Granger aún no me ha comentado nada de mis salidas, sé que se ha dado cuenta, la luz de su cuarto siempre está encendida cuando llego. Es un alivio que no se inmiscuya, sorprendente también, pero sobre todo eso me permite seguir besando esos labios… sólo pensarlo un escalofrío recorre mi espalda¿cómo ha podido pasarme algo así?
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No podía creer que me hubiera quedado dormido en los jardines, últimamente no dormía nada bien. Y llegar a mi torre suponía atravesar prácticamente todo el castillo, cuando debería estar en la cama, mientras Filch y quién sabe quién más estarían vigilando. Entonces oí a esa horrible gata suya¿me habría oído? Venía hacia mí así que corrí hacia un armario escobero que sabía que estaba cerca y me metí dentro. Seguramente pasarían de largo sin saber de mí y yo podría llegar a dormir sin problemas.
Respiré profundo, necesitaba coger aire… entonces la noté, una mano sobre mi pecho y luego en mis labios. Me pedía silencio. Pude notar como casi se me salió el corazón del pecho, ella también. Era una chica, seguro, la suavidad de sus manos, la ternura con que me calló. Me relajé y entonces nos tapó con alguna cosa que había allí. Pensé en protestar, aquello debía estar muy sucio, pero entonces oí a la gata frente a la puerta y di gracias en silencio por estar cubiertos. Nos acurrucamos y pude sentir entonces su aliento y su olor. La puerta se abrió y cerró, Filch se iba sin vernos.
Pero me daba igual, seguía enterrado en su aroma, en su pelo, podría haber pasado allí días. Nos sentí suspirar y en algún momento nos juntamos aún mas, tanto que no pude evitarlo y corté las distancias, sentí sus labios sobre los míos… no sé como pasó pero no pude soltarlos. No sé cuanto duró, minutos u horas, me dio igual. Ella me correspondía y era el mejor beso que jamás me habían dado. No he tenido muchos, pero supe que ese era distinto desde el mismo momento que rocé sus labios, pero entonces se separó y salió corriendo y yo sólo atiné a suspirar y dejarme caer en el suelo deslizando contra la pared.
Tardé unos minutos en volver en mí y echar a correr de nuevo la torre. Intenté llegar a mi cuarto sin hacer ruido, pero había luz en el cuarto de Granger y estaba seguro de que oiría mi puerta. Me daba igual, en ese momento me daba igual, como si quería ir corriendo a hablar con McGonagall y conseguir que me castigaran. Me cambié y me propuse dormir, y soñé con esos labios y dormí como hacía meses que no lo hacía, tranquilo y feliz.
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Durante las clases del día siguiente solo pude pensar en esa chica, me parecía verla detrás de cada columna, de cada recodo, en cada pupitre. Así que decidí volver al cuarto por la noche y tratar de encontrar algo que se le pudiera haber caído, alguna pista de su identidad y recordarla, sobretodo recordarla, su piel tersa, sus labios dulces y suaves y su olor… no sabía qué era, pero me encantaba.
Entré en el cuarto y encendí mi varita y me puse a buscar hasta que oí unos pasos.La apagué y me escondí como pude, no podía creer en mi mala suerte. ¿Qué excusa pondría para estar a esas horas solo dentro de un escobero? Se abrió la puerta y alguien entró… era ella, su olor la delataba ¿qué hacía allí? Y no quise dejarla escapar y de nuevo la besé. Y ella me besó. Pero volvió a huir al cabo de un rato. Y de nuevo me quedé estático sin saber qué hacer, y sin saber su nombre.
Pero no durará mucho, tengo que hacer algo. Pero debo tener cuidado, no quiero que vuelva a huir de mí. Intentaré no darle esa opción. Siempre vuelve a mí, y espero que siga haciéndolo. Porque sus besos me dan la vida, y esa vida la pierdo a cada instante en que no la siento, porque ella es para mí, para siempre, lo sé. Y me da miedo, porque no sé quién es... ¿Por qué huye¿Acaso sabe quién soy? Esas dudas me matan. Pero quiero luchar.
Y se me acaba el tiempo….
