Cuando Serena vuelve
de las Islas Fiyi lo que necesita es alguien que la abrace y le diga
que todo va a salir bien.
Normalmente la encargada de hacer eso es
Blair, que además la peina de mil maneras distintas y le prueba toda
la colección nueva de Prada y la hace desfilar por la habitación
con ella.
Es una de las costumbres que tienen. Rituales a los que
se ha acostumbrado con los años.
Los
necesita.
Necesita
tumbarse con la cabeza apoyada sobre Blair y que ésta proponga ver
Desayuno con diamantes por enésima vez mientras comen helado de
chocolate y Blair le acaricia el pelo. Poner morritos, decir que han
visto esa película tantas veces que podría recitar fragmentos de
memoria y finalmente ceder cuando Blair ponga esa mirada.
Acabar
olvidando qué es lo que la tenía tan hundida.
Pero ahora Blair
está saliendo con Chuck y ya no parece estar nunca en casa
disponible para imitar a Audrey Hepburn o hacer su propia pasarela de
Milán.
No lo dice con rencor o envidia. Simplemente es así.
Y
lo último que necesita en ese momento es alguien que se pase el día
hablando sobre lo feliz que es y las veces que su novio le ha dicho
lo mucho que lo quiere y lo fantástico que fue ese viaje a París.
No
le interesa. No cuando acaba de volver de la última búsqueda
infructuosa de su padre y su mejor amiga ni siquiera preguntó a qué
cojones iba a las Fiyi y sobre todo por qué diantres iba con Carter.
¡Con Carter, por Dios! ¡De entre todos los hombres del mundo!
Y
ni siquiera cambió el tono de voz.
****
-¿Qué tal
ha ido por las Fiyi, S?
-Bien.
La voz de Serena suena un poco
seca. No añade nada más y espera a que Blair le pregunte si le pasa
algo.
No lo hace.
-Yo acabo de volver de la
France.
Chuck me llevó por sorpresa y lo hemos pasado estupendamente. No
pensaba que fuera a ser así, ¿sabes?
Y Serena no puede evitar
interesarse por ella.
-¿Así cómo?
-No sé. Tan
perfecto.
Podría gritar de frustración. De verdad que podría.
Pero se obliga a respirar profundamente y a sonreír incluso cuando
sabe que no puede verla a través del teléfono y aunque la voz le
sale un tanto ronca parece incluso normal.
-La palabra perfecto
hablando de Chuck Bass se me hace muy rara.
-Si tú supieras,
S…
Blair ríe con picardía y Serena piensa que hay un
determinado número de cosas que uno puede saber sobre su hermanastro
o lo que sea sin volverse loca. Y definitivamente una insinuación
sobre lo perfecto que puede llegar a ser Chuck Bass en la cama supera
ampliamente la información que Serena desea tener sobre
él.
-Suficiente, Blair.
-No he llegado a decir nada.
Continúan
una conversación trivial sobre la estancia de Blair en París y el
próximo desfile al que quieren ir. Cuando Serena está a punto de
contarle a Blair el porqué de su estancia en las Fiyi, ésta le
cuelga.
La conversación es algo así:
-Blair, tengo algo que
contarte.
-Dime.
-Es importante.
-Me está comiendo la
curiosidad, Serena. Dilo ya.
-Verás…
Pero no le da tiempo a
acabar la frase.
-¡No me digas que has vuelto con el patán de
Humphrey, Serena! Dime que no. Estoy segura de que existe una ley que
prohíbe terminantemente que una pareja pueda romper y volver tantas
veces. Daniel Humphrey, por Dios Santo.
-No se trata de
eso.
-Gracias al Señor.
-Es…
-S, cariño, me dice Dorota
que está Chuck abajo esperando desde hace diez minutos, que vamos a
ir a no sé dónde. ¿Me lo cuentas luego? ¡Un beso, cielo! Au
revoir.
A Serena ni siquiera le da tiempo a decir algo.
Y
bueno, el luego no llega.
Que Serena Van der Woodsen se enfade es algo que sucede pocas veces, pero cuando sucede, todo Manhattan tiembla. O al menos el Manhattan que la conoce.
****
-¿Por qué
estoy escuchando una charla sobre lo mala amiga que es Blair?
-Porque
lógicamente no la va a escuchar ella, Dan.
-Pues quizás eso
sería mucho más útil.
-Estamos hablando de Blair, te recuerdo.
Lo único que sería es bastante más dramático.
-Cierto.
-¡Ni
siquiera me preguntó por qué había ido con Carter!
-¿Fuiste
con Carter?
- ¡Y le dije el bien más seco de la historia de los
bienes y ni siquiera se inmutó!
-Espera un momento, Serena,
¿FUISTE CON CARTER A LAS FIYI?
-¿Quieres dejar de gritarme?
-Lo
siento, lo siento. Es sólo que… ¿CON CARTER?
Y Serena procede
a explicarle la historia a Dan de la forma más resumida que
puede.
La cosa ha ido así:
Después de hablar con Blair y
ver que ésta no tenía ningún tipo de intención de llamarla luego,
Serena ha ido enfadándose por momentos y se ha pasado la tarde
paseando por la suite y hablando sola.
En uno de sus múltiples
intentos de crear un surco en forma de círculo en el salón, casi
choca con Eric, que le ha preguntado deferentemente qué le
ocurría.
Serena ha gritado un ¡NADA!
que no ha sido en absoluto convincente y ante la ceja alzada de su
hermano menor le ha dicho que no podía contárselo. Eric se ha
limitado a asentir con sabiduría como si estuviera acostumbrado a
todo ese drama diario en su vida (que lo está) y la ha enviado a
"buscar alguien que sí te pueda escuchar y haga que dejes de
pasearte como una fiera enjaulada por aquí, que vas a dejar la marca
de los pies en el suelo, por Dios, y a mamá no le va a hacer gracia.
Y así de paso nos dejas intimidad"
En ese momento Serena ha
visto a Jonathan, ha sonreído de forma forzada y ha abandonado la
suite dando un portazo.
Y de repente se ha encontrado en Brooklyn
frente a la puerta de Dan, que le ha abierto con la boca en forma de
O, un bol de palomitas en la mano y Blade Runner sonando de
fondo.
Tras unos segundos, la película ha dejado de sonar porque
Serena se ha puesto a explicarle a Dan las múltiples razones por las
que Blair es una puta egoísta y lo muchísimo que la echa de
menos.
Y
ahí están.
Justo
cuando acaba de explicarle a Dan porqué se fue con Carter a las Fiyi
y a qué fue exactamente, se percata de que Vanessa ha estado todo
ese rato con otro bol de palomitas en la manos y sentada en el
sofá.
-Es que hoy es jueves- dice a modo de explicación.
Serena
no dice nada.
-Los jueves es nuestro día de cine- aclara Dan.
-Ya
veo.
Se hace un silencio incómodo que finalmente rompe
Vanessa.
-Creo que deberías decirle todo eso a Blair.
-¿Decirle
qué?
-Que la echas de menos.
-Estamos hablando de Blair
Waldorf.
-¿Y qué?
-Que no nos decimos esas cosas. Vemos
películas en su casa, desayunamos en Tiffany's, hacemos viajes a
Italia las dos solas para ir de compras. No nos decimos te echo de
menos.
-Dios.
-¿Qué, Dan?
-Nada. Es sólo que a veces se
me olvida.
-¿El qué?
-Lo asquerosamente ricas que sois.
-Si
no vas a aportar nada útil no digas nada, Daniel- le interrumpe
Vanessa.
-Lo siento.
Se quedan callados y la película suena de
fondo.
-Siento que no hayáis podido terminarla.
-No pasa nada,
la hemos visto cientos de veces.
-¿Está bien?
Dan y Vanessa
asienten y vuelven a poner la película desde el principio. Serena se
sienta con ellos y la ven en silencio.
-No lo entiendo.
La
voz de Vanessa rompe el silencio cuando se ven los créditos de la
película.
-Ya hemos tenido esta discusión, Vanessa. No puedes
saber si es un replicante o no- dice Dan exasperado.
-No hablo de
eso.
-Oh.
Dan y Serena la miran interrogantes y Vanessa frunce
el ceño y se dirige finalmente a Serena.
-¿Por qué sois
amigas?
Serena muerde el labio mientras lo piensa y finalmente se
da por vencida.
-Supongo que porque lo hemos sido desde siempre y
es Blair y me defendía cuando los otros niños se reían de mí por
no tener padre y en cambio tener tres padrastros distintos. Porque no
podría vivir sin ella. Y tampoco es como si tuviera otra amiga de
verdad. Supongo que no soy una persona fácil.
Vanessa no cree que
Serena sea una persona particularmente difícil, o al menos no
comparada con Blair, pero asiente y propone poner otra película.
****
Con el paso
de los días el enfado de Serena da lugar a un sentimiento que se
adueña de ella y hace que los días parezcan más grises.
Cree
que es decepción. Quizás añoranza.
Por entonces, pasa más
tiempo con Dan y Vanessa del que jamás habría creído. Lo pasa
bien.
Y empieza a tener una clase de confianza con ellos que
jamás creyó que tendría.
Así que habla con Vanessa de su
ruptura con Nate.
-¿Por qué?- pregunta Serena.
-¿Y por qué
no?- rebate Vanesa- No es como si tuviéramos algo en común.
-Bueno,
os queríais- dice Serena.
-A veces el amor no es suficiente para
construir una relación. Es el cemento, no los cimientos de una
relación.
-A mí me parece que el amor es precisamente el
cimiento más fuerte que puede haber- interviene Dan.
-Y por eso,
Dan, eres lo que llamamos un idealista- le dice Vanessa.
Dan se
limita a sonreír y sigue haciendo café mientras Vanessa y Serena
hablan en el sofá de los Humphrey.
-Creí que Nate era de una
manera y tenía claro lo que quería o al menos lo que no quería,
pero resulta que acabó siendo un Archibald más.
-La mitad de
Manhattan mataría por salir con un Archibald, ¿sabes?
-Y por eso
yo siempre seré una chica de Brooklyn.
Vanessa se ríe pero
Serena no la acompaña.
-A veces yo también desearía serlo.
El
tono de voz es solemne pero Dan no se percata.
-No sobrevivirías
ni una semana.
Pero ni Serena ni Vanessa se ríen y se hace un
silencio incómodo que rompe Vanessa.
-Pensé que realmente quería
ser distinto, ¿sabes? Cuando decidió venirse a Europa conmigo.
-¿Y
no lo fue?
-Bueno, cogió un avión en Roma a los tres días en
cuanto le llamó su abuelo. Supongo que es difícil decirle que no al
abuelo Archibald.
****
El día que
Blair la llama es un día como cualquier otro. Hace más de dos
semanas que no saben nada una de la otra, exactamente desde esa
última llamada en la que Blair la iba a llamar luego.
Serena está
en casa de Dan y están de tarde de cine junto a Vanessa. La casa de
los Humphrey ha pasado a ser su nuevo hogar, o algo así.
Están
viendo una película que en opinión de Serena es mala con avaricia
pero que Dan y Vanessa consideran "una obra de arte y una pionera
dentro del género".
Su teléfono suena y Serena lo mira
extrañada, pues no funciona correctamente desde hace unos días. Le
llega un mensaje que le anuncia que tiene un mensaje nuevo en el
contestador y al abrirlo escucha la voz de Blair:
-He hecho algo
horrible, tengo que verte.
La voz suena rota y se le quiebran las
sílabas. Hay algo de exigencia en la petición pero aun así Serena
puede distinguir tras ella la ansiedad.
Son
muchos años de amistad.
Se
gira hacia Dan y le pide el móvil para llamar, pues debería haber
llevado el suyo a arreglar pero le ha dado pereza. Dan señala el
móvil sin mirarla apenas, concentrado en la película, y Serena lo
coge evitando la mirada curiosa de Vanessa.
-El mío no va- dice a
modo de explicación aún cuando sabe que esa no era la pregunta
muda.
Rehúye los ojos de Vanessa y puede notar como su mirada se
agudiza. Se disculpa y se esconde en la habitación de Dan como si
estuviera haciendo algo malo pero no tuviera muy claro qué
exactamente.
-¿Serena?
La voz de Blair suena demasiado aguda y
Serena sabe que algo va muy mal desde la primera sílaba. Quizás
desde que ha visto que tenía un mensaje nuevo.
-¿Sí?
No sabe
qué decir.
-¿Dónde estás?
-En casa de Dan. Estamos viendo
Dogville. Me parece un coñazo, pero creo que a ti te gustaría. Es
en blanco y negro. Y sale Nicole Kidman.
-Necesito hablar
contigo.
-Dónde y cuándo.
Ni
siquiera se plantea preguntar más.
Blair da una dirección y Serena la reconoce como la del
restaurante chino al que solían ir cuando Blair y Nate habían
discutido.
Es un sitio lleno de mugre y muy poco propio de Blair,
pero hacen la mejor comida china de todo Nueva York y Serena piensa
que si Blair necesita comer arroz tres delicias hasta reventar y para
ello está dispuesta a salir oliendo a frito del chino es que está
realmente mal.
-Allí estaré.
Se despide de forma un tanto
precipitada de Dan y Vanessa y cuando éstos preguntan qué ocurre
Serena se limita a contestar:
-Blair.
Y
de alguna forma parece explicación suficiente.
(Aunque
Vanessa la mira de una forma que crea un poco de inquietud en
Serena).
****
Coge el
primer taxi que pasa y cuando llega al restaurante chino apenas
quince minutos después, Blair ya está allí con un bol con
tallarines medio vacío frente ella.
-Me he tomado la libertad de
pedir por ti.
Serena siente y ni siquiera mira lo que hay en su
sitio. En esos momentos la comida china le importa exactamente
nada.
-¿Qué ocurre?
Hace la pregunta a bocajarro porque no se
le ocurre otra manera de hacerla.
-Chuck.
Serena asiente. No
podía ser otra cosa. Chuck.
Siempre Chuck.
Suponiendo que la cosa va para largo, coge el bol
con arroz y los palillos y se dispone a escuchar.
****
Todo
iba bien. No sé qué ha pasado. Quizás no fue una buena idea desde
el principio. Quiero decir, sabía como es Chuck. Es sólo que no
sé.
A veces me da la sensación de que yo pongo en esta relación
más de lo que él pone y eso me hace sentir insegura. Yo sé incluso
el nombre del perro que le compraron cuando era pequeño y él ni
siquiera sabe como tomo el café, ¿sabes?
Y lo digo de forma
totalmente literal. No lo sabe.
Hemos ido a tomar un café después
de volver de Italia (hemos estado en Roma dos semanas) porque Chuck
ha dicho que sería gracioso ver la diferencia entre el café
italiano y el de aquí.
Y me ha pedido café solo. ¡Solo, Serena!
¡No he tomado el café solo en mi vida! ¡Que le echo dos sobres de
azúcar al zumo de naranja natural aún sabiendo lo que engorda, por
Dios!
Supongo que no fue nunca una buena idea. Es Chuck Bass y yo
soy Blair Waldorf, al fin y al cabo, pero pensaba que él iba a ser
distinto, que no íbamos a discutir tanto, que él se interesaría
por mí además de interesarse en sí mismo.
Y bueno, le he
dejado.
No me mires así, S. Ya sé que lo del café es una
tontería y le echaré mucho de menos. Ya le echo mucho de menos y
hemos discutido hace apenas media hora, pero lo del café ha sido
como la luz que me ha sacado de mi mundo de tinieblas.
****
-Tú habrías
sabido cómo tomo el café.
Y a Serena no le queda otro remedio
que asentir y darle la razón, porque sabe que Blair toma el café
con leche y con cantidades ingentes de azúcar, pero que siempre
prefiere un buen cappuccino. En parte porque sabe más cosas de Blair
que de cualquier otra persona en el mundo.
A veces incluso la
abruma la cantidad de cosas que sabe sobre ella. Cosas que cree que
nadie debería saber o por las que al menos no debería
interesarse.
Pero
no puede evitar memorizarlas.
-¿Qué
opinas, Serena?
Y Serena se limita a encogerse de hombros y
echarle las almendras del pollo en el plato.
-He estado viendo
muchas películas con Dan y con Vanessa. Te llevarías muy bien con
Vanessa, os gusta un cine parecido.
Blair se come las almendras y
coge los trozos de cebolla de los tallarines de Serena.
-Es de
Brooklyn, S, por favor. No todos podemos ser Teresa de Calcuta. Y
estaré destrozada por lo de Chuck, pero no lo suficiente como para
arrastrarme por Brooklyn.
Serena se ríe y Blair sonríe sin darse
cuenta.
-Sor Serena Van der Woodsen, próximo Premio Nobel de la
Paz por su labor con los pobres niños desamparados de Brooklyn.
-A
veces eres insoportable.
-Soy Blair Waldorf-dice encogiéndose de
hombros.
Y Serena no la querría de otra manera. La quiere pese a
ello (o quizás por ello).
La
ha echado de menos.
****
Evidentemente,
cuando salen del restaurante Blair pasa unos veinte minutos
quejándose sobre lo horriblemente mal que huele el vestido nuevo que
lleva de la colección de verano de su madre.
Serena
no puede evitar reírse.
Acaban
en casa de Blair con ésta apoyada sobre Serena, que le toca el pelo
de forma distraída mientras ven Vacaciones en Roma. Serena ha
insistido en que quizás esa película no fuera una gran idea dadas
las circunstancias, pero Blair ha insistido en ello y ha dicho que
"si yo fuera la princesa Chuck no dudaría en vender las fotos,
esta historia no tiene nada que ver con nosotros. Chuck Bass no va a
impedir que vea una de mis películas preferidas, sólo me faltaba
eso".
Así que ahí están.
Hablan sobre que Audrey Hepburn
es la mujer más bonita del mundo y que ya no existen hombres así.
Planean un viaje a Roma para comprar ropa y ver italianos guapos y
acaban quedándose dormidas una sobre la otra en la cama de
Blair.
Al día siguiente, cuando despiertan Serena cree que
Blair ya estará totalmente recuperada.
Al fin y al cabo, así es
Blair Waldorf, incapaz de llorar más de dos días por algo.
-Llorar
hace que: punto uno, se te corra el maquillaje; y, punto dos, te
salgan arrugas junto a los ojos por cerrarlos. Y además estoy segura
de que no es nada bueno para el cutis. Quiero decir, las lágrimas
son saladas, ¿no? ¿Cómo de bueno puede ser eso para la piel? No
veo que haya cremas que contengan sal.
Y ahora ahí está. Llorando silenciosamente sentada en la cama.
Sin decir una palabra.
(Y el hecho de que Blair Waldorf esté
callada se puede considerar sin ningún tipo de duda una señal de la
proximidad inmediata del Fin).
Serena la observa en silencio,
recién levantada y con los ojos aún pesando. Podría volver a
dormirse perfectamente, pues Serena es de ese tipo de persona, del
tipo que se despierta y puede volver a dormir un par de horas con una
facilidad pasmosa únicamente con cerrar los ojos. Pero Blair está
justo a su lado, de espaldas a ella y sollozando en silencio, con los
hombros moviéndose al compás de cada sollozo ahogado.
Se acerca
por detrás, abrazándola sin decir nada, limitándose a apoyar la
barbilla en el hombro de Blair y simplemente quedándose ahí. Con
ella.
Durante
los días siguientes eso es más o menos lo que sigue pasando.
Blair
no parece superarlo en absoluto y Serena tampoco sabe muy bien qué
decirle y/o qué hacer.
Comen en el chino más veces de lo que
parece aconsejable para sus estrictas dietas y van de compras más
veces de las recomendables para sus tarjetas de crédito. Pero a
Blair el arroz siempre le parece muy soso o el pollo demasiado hecho
y no encuentra nunca nada de su talla o todo le parece demasiado
moderno para ella.
Y justo cuando Serena está a punto de rendirse
y tratar de buscar ayuda (aunque no tiene ni idea de a quién, Serena
es de la idea de que si no puedes hacer algo por ti misma siempre es
una buena idea pagar a alguien para que lo haga por ti), justo cuando
ya no sabe qué más hacer, dónde más llevarla, qué más decirle,
qué más comprarle; justo entonces, Blair empieza a dejar atrás la
pereza y encuentra la gula. Otro
pecado capital.
Se
atiborra y compra compulsivamente, que igual no es la mejor de las
ideas, pero Serena lo interpreta como un paso más en la evolución
hasta la superación de esa enfermedad llamada Chuck Bass. Es una
fase más del proceso de curación. O
lo que sea.
Pero
Serena considera que eso es algo que únicamente se puede hacer
durante un periodo máximo de tres días. No por nada, pero por la
explicación esa que un día le dio Dan sobre el glutamato y el
síndrome del restaurante chino y algo de una adicción. No está muy
segura de no estar mezclando conceptos, pero el caso es que no puede
ser nada bueno.
Así que el día que hace seis (¡seis días!),
Serena decide buscar ayuda profesional en eso de las rupturas. O al
menos lo más profesional y cercano que conoce. Vanessa.
Vanessa
que lo ha dejado con Nate y parece llevarlo estupendamente.
****
Se
presenta en casa de Dan un jueves sabiendo que ese es el día de
película y ahí estará Vanessa seguro.
Se siente un poco
culpable. Quizás es por eso de que durante el tiempo que Blair no ha
estado ha pasado día y noche en casa de los Humphrey (a veces
literalmente) y no ha pisado esa casa desde el día que Blair la
llamó y salió de la casa apresuradamente y sin dar
explicaciones.
Sí,
bueno, puede que no haya sido muy educada.
Duda
antes de llamar a la puerta, pero finalmente toma aire y da dos
golpes secos, evitando el timbre como si eso llamara demasiado la
atención.
Es Rufus quien abre la puerta y no parece en absoluto
sorprendido por verla allí.
-Hola, Serena. Pasa, pasa. Creo que
aún no han puesto la película.
Y, efectivamente, cuando entra se
encuentra con Dan y Vanessa sentados alegremente en la cocina
comiendo algo que parecen tortitas.
-¿Eso son tortitas?- pregunta
con avidez.
-Eran-corrige Dan metiéndose el último trozo en la
boca.
Serena sonríe. Están
en ese punto en el que la confianza da asco.
-Buenas noches.
-Hoy vamos a ver Alta Fidelidad- anuncia
Vanessa como si no hubieran pasado dos semanas desde la última vez
vio a Serena.
-Es que Vanessa acaba de terminar el libro- explica
Dan.
-Y además soy muy fan de Jack Black- dice Vanessa guiñándole
un ojo.-Pero por supuesto la veo para comparar-añade tras ver la
expresión de Dan.
Serena ríe y les sigue hasta el sofá del
salón.
Cuando la película termina, Serena no dice nada. Ha
dejado de pensar en ella justo en el momento en que ha
acabado.
Vanessa tiene el ceño fruncido y trata de encontrar las
divergencias entre película y libro y decidiendo en cual de los dos
es mejor.
Dan en cambio, trata de contener la emoción que siempre
le embarga al ver el final sin importar cuantas veces lo haya
visto.
A diferencia de otras veces, ese día Serena está muy
callada y cuando Vanessa dice que se va, se levanta ella también en
vez de quedarse un rato más con Dan como siempre hace.
-Buenas
noches, Dan. La película me ha encantado.
Dan asiente y le da un
beso en cada mejilla, repitiendo después la misma operación con
Vanessa y cerrando la puerta suavemente tras ella sin añadir mucho
más, como si supiera que hay algo ahí tremendamente importante.
Serena piensa que seguramente, siendo Dan, lo sepa.
Apenas han
andado unos metros cuando Vanessa pregunta:
-¿Y bien?
-¿Y
bien qué?
Vanessa sonríe y aprieta un poco los labios, como
reprimiendo que la sonrisa se ensanche y pensando qué va a decir.
Finalmente, deja que la sonrisa se amplíe:
-Llevas toda la noche
muy callada, Serena. Y no es por nada, pero suele costarte mantenerte
callada sólo durante cinco minutos y esta vez no has abierto la boca
hasta que han acabado incluso los créditos. No es necesario ser muy
observador para percatarse de que hay algo que te preocupa. Y supongo
que el hecho de que estés aquí conmigo y no dentro con Dan es
porque lo quieres hablar. Así que dispara.
-Es Blair.
-¡Por
fin te has dado cuenta!
-¿Qué…?
La expresión en la cara
de Serena es de total y absoluta estupefacción, pero Vanessa no está
mirándola y ni siquiera la está escuchando, ocupada como está
sacando sus propias conclusiones.
-No tienes que explicar nada,
tranquila-prosigue Vanessa.-Tengo una hermana lesbiana, sé de qué
va todo esto.
-¿Qué crees exactamente que voy a decirte,
Vanessa?-pregunta medio divertida Serena.
-¿No ibas a decirme que
has descubierto que estás enamorada de Blair?
-No.
-Vaya.
Y
a Serena le hace gracia que el tono sea de decepción.
-¿Por qué
crees que iba a decir eso?
El ceño de Serena se frunce, y no es
tanto una expresión de hastío como una de profunda concentración.
Realmente trata de entender qué ha llevado a Vanessa a llegar a esa
conclusión.
-Bueno, no sé-de repente la expresión de Vanessa es
dubitativa y titubea al hablar.- Es sólo que siempre pones esa
mirada cuando hablas de Blair y deberías ver tu expresión cuando la
miras, y no sé, tenéis ese tipo de relación y es algo que he visto
muchas veces en mi hermana y pensé que, bueno, no sé, tal vez
hubiera algo más. Siento haberme equivocado- toma algo de aire.-
Pero vamos, que tampoco veo que sea nada malo. No es como si fuera un
insulto o algo de eso, no pretendía ofenderte.
Serena tiene la
boca muy abierta.
-No…-no sabe muy bien qué decir.-No me
ofende, pero te confundes. No haya nada de eso entre Blair y yo.
Somos amigas. Mejores amigas.
-Y si no era eso…-pregunta Vanessa
curiosa de repente-¿entonces qué era?
-Es por Chuck- empieza a
explicar Serena.
-Cómo no- dice Vanessa con franca repulsión en
su voz.-¿Qué le ha hecho?
Y Serena procede a explicarle la
situación.
****
Evidentemente
y tal y como era de esperar, Vanessa no le da ninguna solución para
Blair.
Lo que le da en cambio son muchas noches sin dormir y una
obsesión constante por saber la forma en que mira a Blair y habla de
ella.
Está segura de no estar enamorada de Blair. La etapa de
crisis de identidad sexual la tuvo hace bastante y ni siquiera tuvo
muchas dudas. Le gustan los chicos. En plan mucho. Como
de demasiado.
Y las chicas le parecen guapas pero no siente la necesidad de
besarlas o de querer que la aprieten contra ellas. Simplemente
no.
Y
ya sabe que eso está más relacionado con el sexo que con el amor,
pero ella sabe que quiere a Blair. La quiere probablemente más de lo
que quiere a ninguna otra persona en el mundo, pero no la quiere de
esa forma. La quiere de querer, no de estar enamorada.
Es
distinto.
Pero
por alguna razón no deja de pensar en ello.
Repasa el cuerpo de
Blair buscando algún tipo de excitación en sí misma ante las
curvas suaves y la piel descubierta. La observa recorrer la
habitación en ropa interior y su mirada se detiene cuando hace algún
movimiento particularmente revelador.
Nada.
Cuando
Blair habla, intenta descubrir mariposas en su estómago, pero no las
halla. Intenta notar las cosquillas en su piel cuando Blair sonríe,
pero no hay nada de eso.
Nada.
Se
tocan y Serena está inspeccionando su propio cuerpo en busca de
alguna señal de que eso le afecte más de lo normal. Se miran y
escucha a ver si el corazón le bombea más rápido.
Nada.
Pero
el hecho de no sentir nada no hace que deje de comerse la cabeza
pensando en porqué a Vanessa se la veía tan convencida de que
sentía algo por Blair.
Y de repente un pensamiento llega como una
flecha.
Si a Vanessa se le ha ocurrido esa idea, quizás alguien
más haya podido tenerla.
Y quizás ese alguien es Blair.
Empieza
a evitarla.
No
a evitarla de evitarla y no quedar con ella, porque Blair está
pasando por un mal momento y eso sería una putada, al fin y al cabo,
pero si a evitar el contacto físico, a reducir los abrazos, a
limitar los besos, a poner distancia cuando se sientan una junto a la
otra, a apartar el brazo cuando se rozan sin querer, a desviar la
mirada cuando éstas se cruzan, a tratar de no sonreír tanto, a no
mirar cuando Blair se cambia, a no dormir en su casa, a no mirarla
comer, a no no no no.
Por supuesto, Blair se da cuenta de que
algo pasa.
-Está bien, Serena Van der Woodsen. Sé que ocurre
algo que no me has contado, así que ya puedes ir haciendo el favor
de soltarlo.
Están desayunando en una cafetería que Serena ni
siquiera se molesta en preguntar cómo se llama, pues últimamente
cambian de establecimientos como de bolso. Blair desayuna café con
leche y un croissant y Serena lleva dándole vueltas a su cortado
desde hace varios minutos. Se ha comido el donuts en un santiamén y
el resto de desayuno lo ha pasado sin escuchar realmente lo que Blair
le estaba contando.
-No me pasa nada.
-Te conozco desde antes
de que supieras siquiera lo que era una barra de labios, Serena. No
te hagas la imbécil conmigo.
-De verdad que no es nada.
Y
dicho esto, Serena apura de un trago el café y busca la cartera en
su bolso.
Blair sabe que Serena acaba de dar la conversación por
terminada. Pero ella no. Y es Blair Waldorf, al fin y al cabo. Le va
a sacar qué le pasa aunque para ello tenga que contratar a la
Inquisición Española.
Hará
lo que sea.
Y
lo que sea consiste en observarla atentamente y tratar de descubrir
qué es lo que Serena Van der Woodsen oculta incluso de Blair
Waldorf.
Así que ahí están.
Una evitando y la otra
buscando.
Demencial.
****
La cosa se
complica. Es Blair Waldorf, al fin y al cabo. Está en su naturaleza
complicarlo todo y hacer un desierto de un grano de arena.
Blair
Waldorf, reina del drama.
Pero
todo eso tiene una ventaja. Blair deja de preocuparse por Chuck para
pasar a preocuparse por Serena.
Quien
no se consuela es porque no quiere.
Tras
preguntarse qué le pasa a Serena durante más rato de lo aconsejable
para su perfecto cutis facial, haber consultado a un psicólogo,
acudido a una pitonisa, llamado a su padre y haber preguntado en
general a cualquiera que haya querido escucharla (o al menos haya
cobrado por ello), Blair decide preguntar a los nuevos amiguitos de
Serena.
Las
cosas que hace por amor.
Aprovecha
que Serena tiene cena de familia con Eric y Lily para presentarse en
casa de los Humphrey. Reza a todos los dioses que conoce (y son
bastantes, pues hubo un tiempo en el que su madre cambiaba de
religión cada temporada de otoño) para que Rufus no esté en
casa.
-Daniel.
-Blair.
El tono de Dan es de sorpresa. El de
Blair es de: "no sé qué cojones hago aquí pero me gusta tan poco
como a ti".
-Blair.
Vanessa sale de detrás de Dan y Blair
tiene que reprimir un gemido de frustración.
-Vanessa-dice.
-¿Qué
haces aquí?
Dan es quien rompe el ciclo de salutaciones y Blair
podría incluso sentir aprecio por él en ese momento si no fuera
porque bueno, es
Daniel Humphrey.
-Estoy
preocupada por Serena.
Y esa debe de ser la contraseña. Ábrete,
Sésamo;
o algo así. (Sólo que espera que no haya cuarenta ladrones, acaba
de sacar dinero).
La invitan a sentarse y fingen no ver su
gesto cuando mira el sofá antes de sentarse en él.
-¿Quieres
tomar algo?
Ése es Dan, por supuesto. Correcto incluso con la
gente que no le cae bien.
-No, gracias. La visita no durará
mucho- dice Blair.-O eso espero-añade.
Se sientan y un silencio
incómodo se expande por la habitación.
-Creo que a Serena le
pasa algo. Conmigo.
Dan no podría mostrarse más sorprendido. La
cara de Vanessa, en cambio, grita culpabilidad en varios idiomas.
Es
una suerte que Blair no entienda el lenguaje de Brooklyn.
-¿Qué
te hace pensar eso?
El tono de Dan dice: "vamos a analizar esto
y vamos a pensar de forma racional en todo este asunto y así
podremos resolverlo". En cambio su expresión es de: "¿por qué
me meten siempre en estos follones?".
Blair decide ignorar su
expresión y obedecer el tono. Le parece más útil.
-Si supiera
explicarlo exactamente, Humphrey, no estaría aquí. Estaría
poniéndole solución.
Y sonríe como si no acabara de sonar como
Tom Cruise hablando sobre psiquiatría.
-Es decir-intenta
sintetizar Vanessa,-has venido porque crees que le pasa algo a
Serena. Pero no sabes qué es.
-Exacto-dice Blair de forma seca.
(Y podría haberlo dicho de forma jovial o haber añadido: "¡una
pegatina y un puntito positivo para V!", pero incluso Blair Waldorf
sabe que hay límites).
-¿Y qué quieres que hagamos?
Dan
suena irritado y Blair piensa que es la primera vez que le oye perder
ese tono de calma y voz del sentido común que siempre parece
imprimir en todo lo que dice.
-Quizás podríais decirme qué le
pasa.
-No lo sabemos-dice Dan.
-Y aunque lo supiéramos no te
lo diríamos-añade Vanessa.
Blair se levanta, les mira de esa
forma tan suya que dice: "sois unas cucarachas apestosas y os estoy
perdonando la vida". Tiene un gran repertorio de miradas,
Blair.
Sonríe como diciendo: "Gracias por nada, payasos".
(También tiene un gran repertorio de sonrisas).
Y finalmente
dice:
-Gracias por vuestro tiempo.
Y se va sin mirar
atrás.
Blair aún no ha terminado de cerrar la puerta cuando
Dan ya está interrogando a Vanessa.
-¿Y bien?
Vanessa lo
intenta. Intenta concentrarse en adoptar una expresión "no sé de
qué me hablas", pero son muchos años y no consigue engañar a
Dan.
-¿Qué le pasa a Serena, Vanessa?
-Puede que sea culpa
mía que Serena esté rara con Blair.
Rendirse
sin siquiera presentar batalla, qué vergüenza, Vanessa Abrams.
-¿Y
eso por qué?
-Le dije que parecía que estuviera enamorada de
Blair.
Y Dan está a punto de estallar en carcajadas cuando ve la
expresión de Vanessa.
-No es broma.
No es una pregunta.
-No.
Es en serio.-responde igualmente Vanessa.
Dan se queda callado
unos instantes, como pensando en la frase, repasando los hechos en su
mente y finalmente rechazando la idea con un movimiento de
cabeza.
Pero sigue teniendo curiosidad.
-¿De verdad lo
piensas?
Vanessa parece meditarlo.
-Serena dice que no.
Y
Dan le mira inclinando un poco la cabeza y alzando las cejas y no
hace falta que diga nada.
-No lo sé, Dan. Pensaba que sí. Quiero
decir, tú conoces a mi hermana y tiene exactamente esa expresión
cuando está enamorada de alguien. Y se tocan de esa manera, ¿sabes?
Y hablan una de la otra como si fueran lo más importante del mundo,
¡no! ¡lo único del mundo! Y acaban las frases de la otra y se
anticipan a los deseos y no sé, igual sólo son amigas pero podrían
ser algo más y no me parecería nada raro.
-Nunca lo había
pensado- se limita a decir Dan.
-Lo que me sabe mal es haberle
metido esa idea en la cabeza a Serena y que ahora esté así. Sobre
todo teniendo en cuenta lo insegura que es.
-Habla con ella.
-¿Y
qué le digo?
Dan se limita a encogerse de
hombros.
-¿Película?-concluye.
-Vale.
-¿Alta
Fidelidad?-propone Dan.
-De acuerdo.-dice Vanessa sonriendo.
-Jack
Black, sí, lo sé.-dice Dan antes de que Vanessa pueda acabar la
frase.
Vanessa se ríe y se dirige hacia el sofá aún riéndose
pero con el ceño ligeramente fruncido.
****
Blair
tiene una paciencia. Limitada, pero paciencia al fin y al cabo. El
caso es que cuando Serena lleva una semana evitándola, se le acaba.
Eso dura su paciencia: siete días.
Así que Blair decide
actuar.
No puede soportar un solo día más de su vida sin saber
qué diablos le pasa a Serena Van der Woodsen.
Ya no se trata de
que la eche de menos (que también), es una cuestión de
orgullo.
Blair
Waldorf siempre sabe lo que ocurre.
-Hola, Lily.
La sonrisa de Blair cuando Lily abre la
puerta es radiante.
-Blair, querida. Cuánto tiempo. Pasa, Serena
está en su habitación, yo ya me iba.
-Que tenga una buena
velada.
-Blair, por favor, no hagas que me acuerde de la edad que
tengo.
Se ríen juntas escandalosamente.
-Ahora sí me voy, que
si no voy a llegar más tarde de lo elegantemente aceptable.
-Nunca
se llega demasiado elegantemente tarde-dice Blair con una
sonrisa.
-Cierto.
-Pásalo bien, Lily.
-Hasta luego,
Blair.
Entra en la habitación de Serena sin llamar siquiera.
La confianza da asco y la verdad es que no quiere darle la
oportunidad de que le dé alguna excusa totalmente imposible de creer
para no dejarla entrar.
No es como si creyera que Serena es capaz
de eso o que tiene razones para hacerlo, pero así ni siquiera le da
la opción de hacerlo.
Una no llega a zorra oficial del Upper East
Side sin tener una mente retorcida.
-Hola, Serena.
Entra
como si no pasara nada, sonriendo y sentándose en la cama de Serena
como si se hubieran visto el día anterior.
-¡Blair!
Serena
aparta la vista de la televisión cuando la oye llegar. Blair mira la
televisión distraídamente: Sexo en Nueva York, París, acento ruso.
Eso quiere decir capítulo diecinueve de la sexta temporada.
-Ya
estás acabando.-señala Blair.
Serena asiente y Blair calcula que
Serena lleva metida en esa habitación viendo capítulos de Sexo en
Nueva York sin parar unos cinco días. Sola. Sin ella. Siempre ven
Sexo en Nueva York juntas.
-Has hecho maratón.
Serena asiente
sin mirarla siquiera, sin apartar la vista de la pantalla.
-Siempre
vemos Sexo en Nueva York juntas.
Y debe de haber algo en el tono
que pronostique que Blair está a punto de montar una escena, porque
Serena se gira con una mueca de pánico y murmura:
-Blair…
Pero
apenas le da tiempo a murmurar una disculpa cuando Blair ya está de
pie y la mira con algo parecido a la decepción.
-Siempre lo vemos
juntas.-se limita a repetir.
-Yo…
Pero Serena no encuentra
ninguna excusa.
Blair se dirige hacia la puerta y cuando está en
el marco se gira hacia Serena.
-No sé qué te pasa conmigo,
Serena, pero más te vale que sea algo terriblemente importante y que
justifique que hayas hecho ese maratón sin mí. De lo contrario me
veré obligada a contarle a todo el mundo que tu 'N Sync favorito
era Chris. Piensa en ello.
Y se despide con una sonrisa.
A
veces es tan adorable como irritante.
Serena
acaba de ver el capítulo casi por orgullo. Es cierto que no se
entera de nada y que no lo está viendo realmente, pero también es
verdad que lo ha visto tantas veces que da lo mismo.
Lloriquea un
poco casi por compromiso, pero no es lo mismo sin que Blair esté ahí
sollozando a su lado, así que se levanta con rapidez y se ducha y se
arregla en un tiempo que cualquiera consideraría impropio de Serena
Van der Woodsen.
Llama a la puerta con el pelo aún
chorreando, pues ni tiempo le ha dado a secarlo. (Y si eso no es una
prueba de amistad, Serena ya no sabe nada).
Le abre la puerta
Dorota, por supuesto.
-Señorita Serena, va a pillar un resfriado
como siga insistiendo en salir de casa con el pelo mojado.
Serena
asiente y se deja guiar al interior.
De
verdad, Blair la va a matar algún día.
-¿Quiere
que le diga a la señorita Blair que está aquí?
-No te molestes,
Dorota; ya subo yo.
Y Serena sonríe enseñando todos los dientes
y a Dorota no le queda otro remedio que asentir y hacerse a un lado
para dejarla pasar.
Entra sin llamar tal y como ha hecho Blair
antes. Se la encuentra tirada en la cama viendo Desayuno con
diamantes por… dios, ni siquiera puede calcular cuantas veces habrá
visto Blair esa película.
Se tumba a su lado y apoya la cabeza en
el regazo de Blair, que empieza a acairiciarle el pelo
distraídamente.
-¿Quieres que te lo seque?
Serena niega con
la cabeza y murmura algo sobre que quiere seguir viendo la película.
Blair la mira y reprime una sonrisa, pues Serena tiene los ojos
cerrados desde hace un rato y se deja acariciar de forma que sólo le
falta ronronear.
Cuando la película acaba Blair propone que se
quede a dormir. Serena asiente y se dirige al armario de Blair en
busca de un pijama. Acaba probándose todos los que hay en el armario
antes de decidirse por una camiseta vieja y grande que Blair ni
siquiera era consciente de tener. Blair bufa ante su elección y
niega como si diera a Serena por perdida ante la mirada y la risa de
Serena.
La voz de Blair interrumpe el sueño de Serena justo
cuando éste empezaba a llegar.
-¿De verdad no me vas a decir qué
te pasaba?
Serena intenta hacerse la dormida.
-¿Serena?-la
sacude Blair.
-No sé si es buena idea, Blair.
-¿Por favor?
Y
Serena no la ve, pero está segura de que ha puesto morritos y mirada
de perro apaleado. Joder, se ha dejado convencer sin ver siquiera su
cara. Qué
débil es.
-Vanessa
cree que estoy enamorada de ti.
Lo dice con rapidez esperando que
Blair no la entienda, pero eso no sucede, pues ésta se ríe como si
pensara que lo que Serena acaba de decir es algo muy divertido cuando
a ella no le hace ni puta gracia.
-Nosotras no pasamos por ninguna
fase de experimentación lésbica. Eso lo dejamos para la gente de
Brooklyn cuando entra en la universidad.
Y con eso parece dar el
tema por zanjado.
Sólo que unos minutos más tarde decide
reabrir el caso.
-¿Y por qué te preocupaba exactamente?
Y
Serena no contesta.
Blair se incorpora de repente y se lleva las
sábanas con ella en el proceso. Serena tiene frío.
-¡Espera!
¿Lo estás?
Serena jamás ha tenido de eso que llaman vergüenza.
Intimidad. Lo que sea. Nunca se ha sentido incómoda mostrando su
cuerpo ni se ha tapado para desvestirse y no muestra ningún tipo de
tapujo en el momento de quitarse la ropa, pero está segura de que la
sensación que la gente siente al estar desnuda debe de ser bastante
parecida a eso.
-No estoy segura.
-¿Cómo que no estás
segura?
Hay un ligero tono de histerismo en la voz de Blair y
Serena está empezando a ponerse nerviosa.
-Blair…
-¿Cómo
que no estás segura?
Y al final Serena se cabrea.
-¡No estoy
segura! ¡No creo que sea algo tan difícil de entender! Llevo casi
medio mes dándole vueltas a esto y he intentado analizarlo y
alejarme de ti pero no lo sé, ¿vale? ¡No lo sé!
Y
Blair la besa.
A
diferencia de lo esperable, el beso no es para nada apresurado. Se
recorren una a la otra con suavidad, como si tuvieran todo el tiempo
del mundo para explorarse. Tienen los ojos cerrados y se tocan de
forma ausente con la punta de los dedos. Casi sin darse cuenta.
Serena piensa de forma un tanto ausente que Blair besa bien y que
sus labios son suaves. También piensa que no imaginaba que besar a
Blair fuera a ser así. Tan… natural. Fácil. Agradable.
Blair
por su parte piensa que las comparaciones son odiosas, pero que
Serena besa mejor que Chuck. Exigiendo menos, dando más. Y que
Serena huele bien y le gusta enredar los dedos en su pelo mientras la
besa.
Cuando se separan, con los labios enrojecidos,
respirando más rápido y con la sensación de que el mundo ha
temblado bajo sus pies, Blair y Serena se miran como sospesando la
reacción de la otra.
-¿Y bien?-pregunta finalmente Blair.-¿Has
sentido algo?
-No-niega Serena insegura,-¿Tú?
-Tampoco-se
apresura a aclarar Blair.
-Bien.
-Bien.
-¿Probamos otra
vez?-dice Serena.-Sólo por si acaso.-añade.
-Por estar
completamente seguras.-dice Blair.
-Exacto.
