Yu-Gi-Oh! © Kazuki Takahashi

Pareja: TABLOIDSHIPPING (Seto x Mokuba), RIVALSHIPPING (Seto x Yugi) y otras importante que se descubrirán a lo largo de la historia aunque varias serán muy obvias.

Advertencia: YAOI (Chico x chico), incesto, lemon, no es seguro que haya violación.

Género: Drama, romance, angst

Duración: Longfic

+18 años

Continuación del fanfic: "Eres un idiota, hermano" Deben leerlo antes de este (Búsquenlo en mi lista de fanfics)

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Nota: Espero que les guste. Dedicado a varios miembros del grupo "Yu-Gi-Oh! Shipper".


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Capítulo I: Terapia

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Han pasado cinco años desde que todo había comenzado; ese sentimiento que emergió esa noche y que ha torturado a ese joven todo estos años. Ese proceso en el que Mokuba tuvo que vivir cuando su hermano, tenía cierto grado obsesivo en revivir y encontrarse con su mayor rival para tener su batalla definitiva. Se enfrentó a Yugi y ese tal Diva, con el pseudo Aigami, solo para conseguir las últimas piezas rompecabezas y así, él creer que su rival volvería. El menor de los hermanos Kaiba presenció y ayudó a Seto a lograr ese cometido, pero de una manera distante. El mayor estaba tan concentrado en su objetivo no estuvo al tanto de la ausencia emocional que pasaba su hermano menor.

Luego que Seto volvió de esa dimensión, donde por fin pudo ver a su rival y cumplir su objetivo, se concentró en sus nuevos proyectos. Jamás dio detalles de su duelo contra Atem, ¿quién fue el ganador? solo él tiene la respuesta; desde que llegó de ese lugar, se vio a un Seto realizado; sabrá si era solo por el duelo que tuvo o volver a ver a su antiguo rival; de todas formas, era algo que se lo guardaría para él y no es algo que Mokuba quería saber. Todo lo que conllevó a ese suceso, lo agradeció ya que había olvidado esas emociones culposas por un tiempo recordando aquella escena donde se aprovechó de su hermano que se encontraba dormido, para hacer algo que los hermanos no deberían hacer… Besarle en los labios. Desde aquella noche, Mokuba no ha podido tener una noche tranquila, sentía remordimiento cada vez que lo recordaba.

Al pasar un año desde esa vez, todo se había tornado algo distinto; en primer lugar, Mokuba comenzó a notar cambios en su fisionomía, su cuerpo se estaba preparando para madurar y comenzaría el proceso de desarrollo de la pubertad; sus cambios eran notorios, sobre todo en su altura, casi tan alto como Seto y decidió mantener el mismo corte de cabello y no volver dejarlo crecer como antes. En segundo lugar, se inició en la escuela secundaria de Domino City; quería sentirse como un adolescente normal, quería tener amigos como Yugi, pero en realidad, había otro motivo por el cuál quería alejarse de la mansión y de la empresa: Por su hermano; Le costó convencerlo en querer estudiar en una secundaria; al principio él se negó pero de tanto insistir, Seto terminó aceptando, aunque persistía en la idea que dejara la escuela. Mokuba presentó un examen para poder asignarle un año específico, según sus conocimientos y su edad; a los catorce años fue fijado en tercero de secundaria.

Casi cumpliendo los dieciocho y en el último año de preparatoria, Mokuba ha tenido "amigos" y chicas que lo han invitado a salir e insinuado, pero él termina por rechazarlas, y se maldice cuando lo hace, porque cada vez que eso ocurre, ese sentimiento de culpabilidad -que tiene rostro y nombre- aparece en su mente, le arruina el momento y su vida, solo porque cometió la idiotez de besarlo.

Cinco años se ha sentido torturado desde ese momento, casi no mira a su hermano de una manera directa, trata de no estar a solas con él, y busca de una u otra manera de no reunirse, buscando escusas que debe hacer los deberes de la escuela, dejó de decirle "Hermano" ya que ha sentido que no tiene derecho de llamarle así. Que más le daba, si Seto casi no tenía tiempo para él, desde que Yugi le presentó su nuevo juego, decidió enfrascarse en ello, no tenía tiempo para dedicarle, pero sentía que era mejor así.

Ya no soportaba más, necesitaba desahogar todo lo que sentía, y no quería que cualquiera lo hiciera. Debía ser alguien que no lo juzgue sino que solo se limite a escucharlo, quería sacar todo lo que sentía y no que lo trataran como un enfermo.

Vio un anuncio de una psicóloga muy famosa en la ciudad. A diferencia de su hermano, no tiene prejuicios con los psicólogos y ha leído la ética de la profesión: no pueden divulgar lo que los pacientes han dicho durante la sesión, ni muchos menos sobre su identidad. Es algo que le alivia, porque la Corporación Kaiba tiene una buena reputación y que cualquiera comente cosas, podrían perjudicar a la empresa. Tomó su teléfono y pidió una cita con la secretaria.

Ese día llegó al consultorio algo nervioso; se encontraba el más joven a las afuera de la oficina mientras que la secretaria acomodaba algunos papeles. Es la primera vez que comentará sobre ello a alguien desconocido, pero era necesario e importante, necesitaba decirlo o seguiría torturándose. La secretaria le pidió sentarse mientras esperaba su hora. La ansiedad lo estaba carcomiendo, moviendo sus piernas de arriba hacia abajo con rapidez, algo que inquietaba a la encargada. La hora llegó y la secretaria le pidió que entrara.

Se levantó en seguida y con una velocidad entró al consultorio. Miró por todos lados, y vio a esa mujer profesional sentada en una silla, llevaba unos lentes y una hoja de anotaciones.

—Hola, Mokuba. Pasa.

—… Hola. —saludó el joven algo nervioso.

—Siéntate, por favor. —el joven comenzó a detallar el consultorio. Algo simple con solo diplomas de la profesión. Había dos sillas de frente, donde uno estaba sentada la terapeuta y el otro donde debía sentarse él y se dirigió hasta allá. Había algo de frío, ¿o era él con algo de nerviosismo? De igual manera no se estaba sintiendo cómodo — ¿Es la primera vez que vas a terapia?

—Sí. Mi hermano no confía en ustedes. —la psicóloga dio una pequeña sonrisa; para ella es normal esas opiniones de la gente sobre su profesión.

— ¿Y por qué tú decidiste ir a uno?

—Necesito sacar lo que llevo dentro. Además que leí sobre la ética del psicólogo y tengo entendido que nada puede salir de estas cuatro paredes. —comenzó nuevamente con ese estado de ansiedad.

—Así es, no puede salir nada de aquí ni puedo revelar tu identidad. Podría perder mi licencia e incluso ir a la cárcel. —la terapeuta tomó su bolígrafo y comenzó a escribir. Le preguntó datos personajes para su historial: su edad, lugar de nacimiento, su fecha, los parientes con quién vive, etcetera. Datos de suma importancia para su diagnóstico. —Dime, Mokuba, ¿qué te trae a consulta? —la psicóloga notó que el joven comenzó a mover involuntariamente sus piernas, mostrando mucha ansiedad hacia esa pregunta. —Tranquilo... Puedes contarme.

—Es que… No sé si debí venir. —Mokuba desvió su mirada y mordió su labio inferior. La psicóloga solo anotaba lo que decía el cuerpo, esa comunicación corporal que daba mucha información.

—Está bien, vamos a dejar que lo digas cuando estés listo. Solo quiero saber de ti, cuéntame. —Mokuba no decía nada, la verdad no sabía que decir. —Bueno, déjame darte un empujón, ¿Cómo fue tu infancia?.

—Tengo un hermano, mi hermano mayor. Fuimos adoptado por Gozaburo Kaiba luego que Seto le ganó en un juego de ajedrez… —Mokuba comenzó a contar todo lo que habían vivido en el orfanato y ese momento de la adopción. —Mi hermano es la persona que más quiero y desde que era pequeño había buscado la forma de ser reconocido por él hasta que… Un amigo lo hizo recapacitar ese lado oscuro que poseía. Siempre lo he seguido, he estado junto a él en las buenas y en las malas, me ha protegido y quiero estar siempre con él…

—Veo que solo hablas de tu hermano mas no de ti, ¿tienes algún conflicto con él?

—Es un idiota... — susurró, pero la psicóloga pudo escucharlo. —Hubo un tiempo en el que se obsesionó tanto por buscar a un viejo rival para así poderlo vencer y se descuidó de mí, solo estaba enfocado en ese objetivo mientras que me hizo a un lado, pero yo siempre estuve ahí para cumplir con ese capricho, viajé al otro lado del mundo por eso y yo no quería, pero lo hice por él.

—Lo que me has contado de tu vida, al parecer gira en torno a él, ¿por eso viniste? —Mokuba respiraba con dificultad y su corazón palpitaba con fuerza, se preguntaba si ya era hora de contarlo y decirlo por primera vez. Dio un último aliento y comenzó a contarlo.

—Estoy enamorado… —se detuvo por unos segundo, no estaba seguro si continuar la frase, ¿qué pensaría la psicóloga sobre él? Mordió su labio inferior y volvió sus demostraciones de ansiedad. No tenía el valor suficiente. —Estoy enamorado…

— ¿De quién?

Ya era suficiente, quería explotar y decírselo a alguien, sentía que debería hacerlo por lo menos para poder dormir bien hoy. Respiró profundo.

—…De él. —la psicóloga pestañeó varias veces para entender y codificar la última frase. Está acostumbrada a escuchar casos de incesto: tíos con sus sobrinos, primos con primas y hasta abuso sexual de padres a sus hijas e hijos, pero era la primera vez que un paciente confiesa en su consultorio de estar enamorado de su hermano mayor, aunque tampoco le extrañaba mucho.

— ¿De tu hermano? —preguntó para rectificar lo que había entendido. Mokuba sin mirarla asintió de una manera sutil. — ¿Y desde cuándo sientes eso?

—A los trece años… —recordó ese suceso donde todo había comenzado. —Una noche que… Él estaba durmiendo y yo estaba ahí con él…

— ¿Y qué pasó?

—Lo miré por un rato.

— ¿Qué te hace pensar que lo que sientes por tu hermano va más allá de un amor fraternal?

—Lo besé esa noche... Y me gustó hacerlo…

— ¿Y qué sentiste al hacerlo?

—Quería… Quería unirme más a él… —sus ojos brillaban al recordar ese contacto, ese primer contacto en su vida. Llevó uno de sus dedos hacia sus labios, tratando de replicar ese momento. Miró luego a la psicóloga y se avergonzó. — Crees que soy enfermo, ¿verdad?

—No estoy para juzgarte, Mokuba.

—Ya no quiero sentirlo…

— ¿Sentir qué?

— ¡Lo que siento por Seto! ¡¿No escucha?! ¡Quiero verlo como antes, cuando lo veía como un hermano y no como alguien en el cual piense cuando me masturbe! —sin darse cuenta, se había levantado alzando la voz y atacando indirectamente a la psicóloga. Ella solo se limitaba a observarlo. El joven reaccionó ante sus acciones y se volvió a sentar y respirar profundamente. —Lo siento... —Volvió a sentarse, sintiendo pena por la psicóloga y por sí mismo.

—Está bien... —la psicóloga le sonreía para generarle tranquilidad y que ella no está para criticarlo o juzgarlo, está para darle las herramientas y que pueda afrontar su conflicto.

—Por favor, no quiero que le diga nada de esto a nadie. Tengo mucha vergüenza y mucho miedo.

— ¿Y de qué tienes miedo?

—Que él lo sepa y que se asquee de mí… No quiero que Seto sienta eso por mí…

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Continuará...


Edades de los personajes: Mokuba (18)

¡Gracias por leerme! Esperen con ansias el próximo :D