Resumen: Las ilusiones no tienen sabor ni calor, ni tampoco te besan o te abrazan.
Nota de autora: Fue el impulso de escribir en su más puro y humilde estado que se me golpeo en la semana. Y, en algún momento, tenía que escribir algo así.
Dedicatoria: A mi preciada Saiph. Que ya no solo es mi Beta, sino que es mi oasis en medio del desierto de mis bloqueos.
-Colección de cosas que uno escribe mientras estudia-
• Ribete de realidad •
El beso le dejó un intenso sabor a tabaco en la boca y la sensación de que podría morir en aquel momento. Cerró sus ojos con más fuerza, temiendo despertar, aferrándose a la espalda de la persona que había extrañado tanto, a su calor, enterrando el rostro en la curvatura de su cuello y aspirando su aroma. Podría morir en ese momento completamente feliz, aunque las lágrimas inundaran sus ojos y resbalaran por sus mejillas.
-Sirius…–susurró sintiendo como el abrazo se apretaba más por parte de la otra persona. Casi asfixiante, necesitándolo con igual intensidad, justo el cariño que sólo Sirius podía darle, el que tanto había añorado –Sirius… – Remus no se sentía capaz de decir nada más, solo quería morir en aquel momento y permanecer allí toda la eternidad. Su mente estaba en blanco, solo ese instante existía.- te extrañé tanto…- sollozó, sintiendo como las únicas fuerzas que le habían alcanzado hasta ese momento se evaporaban por completo junto con sus miedos. Solo quería dejarse derrumbar en los brazos de la persona que tanto había amado y que seguía amando con la misma intensidad a pesar del tiempo.– Si es un sueño, no me despiertes. - susurró, deseando acabar su vida así; entre los brazos protectores del último de los Black, seguro y tranquilo, redimido de todo pecado- Déjame, por favor…déjame morir aquí.
El abrazo no se prolongó como Remus hubiera querido, porque una caricia por su mejilla lo obligó a alejarse de su refugio en el hueco entre el cuello y el hombro. Alejarlo para permitirle perderse en el gris de la otra mirada, en un gris que quería con locura y le retribuía el mismo sentimiento con igual o mayor intensidad.
-Remus…- llamó el animago, que por alguna razón parecía estar rodeado de un brillo particular; algo etéreo, una magia que Lupin no había visto nunca antes, pero que no le causaba ningún temor, solo una inmensa paz- Mi amor… - Remus sintió que el tiempo, por una vez, sobraba y se detenía para permitirle entender la trascendencia de ese instante. Sirius le acarició la mejilla y sonrió con cariño - Ya lo estás- confirmó con suavidad. Había algo de melancolía en su mirada, y a la vez la egoísta gratitud de los enamorados por tener nuevamente entre sus brazos a la persona que había sido su amante en vida. Y entonces, la comprensión llegó también a Remus, pero no se sintió exánime o desolado, sino todo lo contrario; era como haber regresado a casa después de mucho tiempo fuera.
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