Me colé en su cuarto en plena noche.

Nadie de la casa sabía que Snape, antes de morir, me había revelado el lugar donde se encontraba la Sede de la Orden; después de todo... ¿qué daño le iba a hacer romper el Juramento Inquebrantable cuando ya estaba muriendo por el mordisco de una serpiente que superaba por tres su tamaño?

Hacía tiempo que colaboraba con Snape a la hora de pasar información para el Bando de la Luz, y ninguno de los dos lados de la guerra sabían de mi actividad como espía.

Nos iba bien... hasta que se jodió todo.

Descubrieron a Snape. Lord Voldemort lo mantuvo bajo tortura durante días, la maldición Cruciatus recorrió su cuerpo, sometiéndolo a la agonía, una dolor tal, que incluso cuando los haces de luz dejaban de impactar contra su cuerpo, este persistía.

Yo mantuve mi puesto dentro del círculo interno de Voldemort, como uno de sus más fieles aliados.

Hace apenas unos treinta minutos, me informaron de lo inevitable. Bellatrix sabía de un posible escondite, que podría estar sirviendo de refugio para los miembros de la Orden. Grimmauld Place. La hija de puta acertó de lleno. Se decidió que atacarían al amanecer.

Y yo sabía a por quién irían primero. Hermione Granger, insufrible sabelotodo, y mejor amiga de Harry Potter. Era el blanco más efectivo si querían joder al Niño-que-vivió, porque seamos sinceros, sin esa bruja, el cabrón estaría perdido, ella era el cerebro detrás de cada logro de Potter.

Me aparecí ante las puertas de Grimmauld Place siguiendo las pautas para desbloquear los antiguos hechizos que ocultaban la gran casa. Entré con sigilo y recorrí cada maldita habitación, encontrando todas ellas vacías... hasta que di con la suya.

Ahí estaba ella, con la boca un poco abierta por el sueño, y el pelo más salvaje que nunca. Me acerqué poco a poco, hasta que pude sentir su respiración. Puse mi mano sobre su hombro y la sacudí un poco. No se despertaba. Frunciendo el ceño le lancé un Rennervate, y se levantó como un resorte. Cuando sus ojos se enfocaron, y sus labios se abrieron en un grito, me lancé sobre ella, cubriendo su boca con mi mano.

-Escúchame Granger, el Fidelio se ha roto, los mortífagos han descubierto la ubicación de la casa, vienen hacia aquí. Será mejor que te marches.

Aparté un poco mis dedos. Sus ojos estaban abiertos por el pánico.

-Snape está muerto. Yo era quien le pasaba la información sobre los planes del Lord, una vez perdió su confianza, y él os la transmitía a vosotros; seguía siendo vuestro espía dentro de los mortífagos. Tengo pruebas.- dije tocándome el bolsillo interior de la túnica-. Hace apenas una hora, Bellatrix recordó la existencia de esta mansión; ni siquiera sé cómo coño han roto el Fidelio ¿Hay alguien más en la casa?

Ella negó con la cabeza, aún sin salir de su estupor.

¡Joder! ¿De quién fue la brillante idea de dejar a esta chica, sola, en la casa, por muy superdotada que fuese?

Ella podría haber tenido una oportunidad si los miembros de la Orden hubiesen estado ahí, podrían haber hecho frente a los mortífagos, que pronto derribarían las puertas de entrada. Pero mirando el lado bueno... solo tendría que sacarla a ella de toda esta mierda.

-Vamos- dije tirando de su mano.

-¡No!- se resistió- Si alguien más de la Orden viene, sin saber que el Fidelio ha sido quebrantado... y... y los mortífagos siguen en la casa, ¡será una masacre!

Mierda, mierda, y más mierda, la chica es más cabezota que un troll. Fruncí el ceño, sabía que no podía sacarla a rastras, si trataba de llevarla hacia la entrada posiblemente, con la resistencia que ponía ahora a mi simple agarre, haría que nos retrasásemos demasiado, ni tampoco aparecerme desde el interior. Nos descubrirían... Tenía que pasar al plan B.

-Si no vas a salir de esta puta casa, tendremos que matarte...

Sus ojos se abrieron de golpe, dejó de resistirse... y estúpido yo que me confié y aflojé el agarre... Se lanzó a por su varita, bajo la almohada, en un abrir y cerrar de ojos, apuntó a mi pecho...

-¡EXPULSO!

Me estampé contra la pared, al lado de la puerta, y cuando ella quiso correr, atravesándola, la agarré del tobillo, y la tiré al suelo, apresando sus manos.

-Joder, Granger, que si quisiese matarte lo habría hecho hace rato, y NO te hubiese avisado. Me refiero a fingir tu muerte.

Ella dejó de resistirse, viendo la lógica en mis palabras.

-Todos creerán que estás muerta, y cuando dejen tu supuesto cadáver en la cama, y se hayan ido, podrás informar al resto de la Orden.

Asintió con la cabeza, aún reticente, ni siquiera yo entendía cómo es que estaba confiando tanto en mí...

-¿Cómo?-Preguntó- ¿Cómo fingiremos mi muerte?

Tenía todo previsto. La conocía bien, supuse que no querría irse sin advertir a todas las casas francas de la Orden, y no podría hacerlo sin la conexión a la Red Flu, de aquel maldito sitio.

Del bolsillo de mi túnica extraje un frasco de cristal con un líquido negro en su interior, mientras me ponía en pie y ella me seguía. Se la tendí.

-Es θάνατος (Thanatos), la llaman poción de la inmortalidad, caus...

-Causa un profundo sueño, parecido a la muerte, el corazón se detiene, todas las funciones vitales quedan paralizadas durante aproximadamente una hora.- No dejó que terminara de hablar. Rodé los ojos ante su tono de marisabidilla.

-Sí, sí, diez puntos para Gryffindor. Tómatela. Pondré un hechizo para que la colcha sea más mullida. Posiblemente el señor Oscuro enviará a Bellatrix a matarte.- Dije mientras lanzaba el hechizo a las mantas-. Conociéndola, querrá que tu muerte sea dolorosa, usará su daga envenenada, le encanta torturar a hijos de Muggles con ella, se recrea en las manchas de sangre.- Suspire-. Las mantas estarán de por medio, querrá sorprenderte, pero por si acaso haz un hechizo protector.-Ella obedeció.- Dejaremos marcas en tu cuerpo, y simularemos la sangre, por si acaso se le ocurre destaparte, haremos que parezca que el puñal te ha atravesado.

A medida que yo le mostraba el plan, ella se fue transformando, siguiendo los pasos que yo le dictaba. La camiseta de un color blanco impoluto que antes la cubría fue adquiriendo manchas de sangre, parecía fresca, y desgarros producidos por arma blanca aparecieron en su cuerpo; el mismo proceso se usó para las sábanas. Estábamos terminando ya, cuando la puerta de entrada a la casa se hizo pedazos, causando un gran estruendo.

La apresuré a meterse en la cama y beber la poción, mientras yo desaparecía bajo un encantamiento desilusionador y me ocultaba en una de las esquinas de la habitación. Alerta. Si no era Bella quien entraba en aquel cuarto, tendría que intervenir.

Con la oscuridad, la sangre que manchaba el lugar apenas sí se distinguía.

Bellatrix entró. Ni siquiera hizo ruido. Pero en cuanto se introdujo en el cuarto, supe que sabía que yo estaba allí.

-Draco querido- chirrió su voz, empalagosa.- ¿Qué haces aquí?

Con un poco de temor, deshice el conjuro. Fuera, no se escuchaba nada. Solo había silencio en el resto de la casa.

-Tía- Saludé.- escuché cómo informabas al Lord sobre tu presentimiento de que esta casa era la Sede de la Orden. Vine aquí en ese mismo instante. Creí que si era yo quien mataba a los miembros que aquí se encontrasen, mi Señor recompensaría a la familia. Por eso me adelanté.- No sabía si me creería, pero si no lo hacía, estaría muy, muy, muy jodido

Su risa llena de locura retumbó en el lugar. Trató de leer mi mente, pero me había acostumbrado a mantener mis barreras siempre alzadas, pues estas situaciones se solían dar más seguido de lo recomendable entre los mortífagos.

Con el ceño fruncido, y los ojos entrecerrados, se acercó a la cama, observando a Granger. Hacía rato que no respiraba.

-Aí que por eso esta pequeña mugrosa no reacciona...

Con su varita movió el hombro de la chica. Hice aparecer una daga en mis manos; si Bellatrix se daba cuenta de lo que simbolizaban las mantas, esperaba poderla hacer creer que la había apuñalado.

-Y... ¿Qué le has hecho? ¿Cómo la has matado, querido sobrino?- Dijo acariciándome la mejilla, casi parecía que realmente me quería, pero el brillo de locura en sus ojos la delataba.

-Hice que creyese que venía de parte de Snape, y que tomase una poción para el sueño...- Mierda de mentira, ni yo me la creía, pero bueno, retorcer la verdad hace más creíbles las palabras-. La apuñalé mientras los efectos duraban.

-Pero Draco, hiciste esto muy amable para ella, ¿acaso sentiste lástima?

-Eso nunca.

Bellatrix rió, dando vueltas sobre sí misma, chillando de felicidad. De pronto se detuvo, y con furia se lanzó sobre el cuerpo dormido de Granger, agarró su puñal envenenado, y asestó golpe tras golpe a través de las mantas, con mi varita logré que un chorro de lo que parecía sangre saltase sobre su cara, y sus ojos brillaron enloquecidos, con sed de sangre. Con lujuria, arrastró un dedo por las salpicaduras de sangre sobre la piel pálida de su propia mejilla, y llevándoselo a los labios, lo lamió, saboreándolo como si de un manjar se tratase, cuando lo sacó de su boca, continuó riendo y asestando puñaladas al cuerpo inerte.

-¿¡DÓNDE ESTÁ TU ADORADO SNAPE!? ¡¿EH?! ¡¿QUIÉN SALVARÁ A LA ZORRA SANGRESUCIA AMIGA DE POTTER?!

Tragué saliva, debía sacar a esa jodida loca de la habitación.

-Tía, vayámonos, ya está muerta. Dejemos que aquellos de la Orden que vuelvan se encuentren con su cadáver, será una grata sorpresa antes de emboscarlos.

-Cuántas ideas maravillosas, Draco.

Mi tía se levantó de la cama, y caminó hacia mí, me besó la mejilla, y salimos del cuarto, cerrando la puerta tras nosotros, dejando todo como si nunca hubiésemos estado allí.

No había más mortífagos en la casa. Bellatrix era la mejor entre los fieles del Señor Tenebroso, nadie era rival para ella, era la más letal.

Reparamos la puerta de entrada, que tras el Bombarda había quedado astillada en el suelo; ocultamos la casa, con un encantamiento que nos advertiría de la llegada de cualquier miembro de la orden.

Y desaparecimos...