Manos pequeñas

Con el bastón en una mano y un cestillo para ir acumulando material en la otra, Gregory House se paseaba por la sección de venta de partituras musicales de la más reputada escuela de música de la ciudad de Nueva York , y de todo el país.

No, Czerny es demasiado, pensó House. Aunque no para dentro de tres o cuatro años... con lo cual echó también el cuadernillo de partituras a su cesta, los 25 estudios progresivos para manos pequeñas Op. 748 del músico austriaco. Si han servido a los estudiantes de piano de todo el mundo a lograr una mejor técnica y mayor destreza en la digitación, además de servir de práctica para adquirir velocidad... le servirán a Rachel. Imprescindibles.

Pero de momento, lo que realmente buscaba no lo veía por ningún lado.

Preguntó a un empleado:

- "¿Tienen partituras de piano para iniciación, y para manos pequeñas, como El álbum de Cecilia, de Joaquín Rodrigo?"

- "Sí señor, claro. En aquella sección, al fondo"

House se dirigió al lugar que le había indicado. Sí, aquí estaban... algunos cuadernos de canciones infantiles y otras partituras de grandes músicos en arreglos sencillos. Y también el librillo con seis piezas para piano que el maestro Rodrigo, el gran músico español, compuso para su hija, a fin de que la niña lo pudiera interpretar con sus manitas.

Todo fue cayendo a la cesta, todo pensando en unas pequeñas manos llenas de talento musical que esperaba ver incrementado bajo su tutela. Una pequeña obrita de Mendelsshon pillada de paso para él mismo... nunca había sido muy aficionado a este compositor romántico, pero ver la partitura de la Canción del gondolero le hizo recordar a Cuddy y su deseo tantas veces confesado de conocer Venecia algún día... Ella sí que una romántica incurable, y seguro que esta pieza haría que se derritiera. Cuestión de ir ganando puntos para disfrutar con cierta facilidad de los favores de la dama, algo que últimamente no se está dando tan mal...

Como siempre, se podía encontrar de todo en la librería de Juilliard. Y quién sabe, puede que algún día Rachel pueda llegar a ser admitida en este lugar...

Guau... Juilliard School, palabras mayores. Calma, House, pensaba para sí, que la niña tiene cuatro años, y veremos hasta donde llega su afición o su capacidad... Es igual, se respondía a sí mismo, lo importante es lo que los dos nos estamos divirtiendo mientras aprende, y eso va a ser siempre lo fundamental. Nunca seré el que la presione o se vaya a decepcionar si ella no responde a las expectativas, porque no habrá más expectativas que las de disfrutar de la música juntos, algo que se nos da muy, muy bien. Y que, además, es el mayor de nuestros secretos.

Y pensar que todo esto empezó aquel día en que temí que la tapa del piano le aplastara los dedos a Rachel...