Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece.
Advertencia: AU.
I
Un hombre larguirucho, de complexión delgada, cabello oscuro y parpados entrecerrados, caminaba por las desoladas calles de un lugar del que no recordaba como llego. Solo recuerda haber salido de una fiesta en la que no supo cómo acabo, no sabía si conocía a alguien de ahí o no, pero si sabía bien que es lo que había consumido… Y se sentía putisimamente bien. Excepto por un problema: Hambre. Él estaba jodidamente hambriento.
La noche estaba tranquila y el cielo tan despejado, pero aun así solo se miraban pocos, y pequeños, puntos blancos. Excusas de estrellas. Sus pasos terminaron llevándolo hasta la entrada de un café que estaba abierto hasta la una de la mañana. "Un putisimo milagro." Pensó para sí mismo antes de empujar la puerta y acto seguido, escuchar la típica campanita que avisa a los empleados que llego un cliente. Se acercó hasta la caja, donde también se encontraba la vitrina con postres, y se quedó mirando con aire ausente, la boca un poco entreabierta, el menú de la pared. Revisando todo lo que vendían aparte de cafés.
Pero claro, eso fue antes de observar como de reojo el único empleado ahí se iba acercando hasta ponerse frente a él. Y fue ahí cuando Gamzee dejo de observar todos los tipos de bagels que se podían pedir.
Al otro lado de la barra, se había colocado un empleado normal; baja estatura, piel pálida, cabello negro y ojos rojos. De un hermoso color rojo, como la sangre. Y estaban adornados con grandes ojeras que les rodeaban, podría parecer manchas de delineador, pero Gamzee apostaría a que no era así. Sus pensamientos se quedaron perdidos en el menor. Era como…
-¿Piensas ordenar o quedarte parado, pedazo de mierda?-Un hermoso milagro.
A pesar de esa respuesta, aun su mente no volvía a conectar con el resto de su cuerpo, por lo que siguió sin inmutarse por ese comentario. No fue hasta cuando el empleado comenzó a alejarse que se rio ligeramente. Algo casual… Para Gamzee, pero para los demás, solo era la risa de un payaso drogadicto.
-Tengo un hambre muy grande, mi hermano. Comenzó, algo arrastrando las palabras y su voz sonaba ronca, pero muy lenta y serena.-Así que dame uno de esos putos sandwichs milagrosos de pollos y todo, mi putisimo...-Se inclinó para leer el gafete del otro.-¿Karkat?-Y cuando él otro iba a hablar, Gamzee abrió la boca.-Y una faygo redpop.-
-¿Faygo?-Alzo una ceja confundido, pero un poco más enojado por haber tenido casi que descifrar la orden.-Esto no es una puta tienda donde los capullos como tu van a comprar su soda de mierda llena de azúcar.-
-Calma, no puedes llamarle así al elixir malvado.-Alzo las manos solo para dar énfasis a sus palabras de apaciguamiento. Aunque realmente este tipo Karkat estaba resultando de lo más divertido, así que no se había permitido borrar la sonrisa de su cara ni un momento.-Uh, ¿entonces dame un café?-Y solo miro como el empleado llevaba su mano a la cara, mientras maldecía a sí mismo. Algo de clientes estúpidos de mierda.
-Hay algo así como… ¡32 putos tipos de café!-Gamzee se encogió de hombros y miro el menú tras Karkat, volviéndose a tomar su tiempo. El menor no pudo con esto y se desesperó, rodando sus ojos.-¿Sabes qué? No importa, elegiré uno por ti.-Y entonces procedió a cobrar, aplastando botones en la caja.
-Seguro hijo de puta.-Sonrió y saco su cartera, sacando un par de billetes y dejándolos en el mostrador antes de retirarse.
Se fue a sentar a una mesa cercana, apoyando los codos en la mesa y recargándose en sus manos. Juraría que si no fuese porque el hambre no lo dejaba, se quedaría dormido. Pero aun así, era una buena idea mantenerse despierto. Porque, por más espeluznante que sonaba, así podía ver a Karkat más tiempo. Como en ese momento que lo miraba trabajar. Preparando su café y yendo a la parte trasera por el sándwich para colocarlo dentro de una bolsa y dejarla sobre la barra, junto con el café con la tapa puesta. Todo listo. Gamzee miro como tomaba el ticket y leía el número de la orden.
-"Orden para el único idiota aquí, esta lista".-Dijo mientras lo miraba con cinismo y odio. Como si fuera su culpa que tuviera que trabajar a esta hora (Aunque de hecho, lo era). El juggalo se levanto con flojera y tomo la bolsa, apunto de marcharse, pero no sin antes decir:
-Yo no lo pedí para llevar.-
-No es un maldito 24 horas, ya voy a cerrar.-Espeto.-Ahora toma tu café y vete de aquí.-Karkat le entrego el café y prácticamente lo empujo fuera del local.
-¡Nos vemos Karbro!-Grito para comenzar a caminar. Dándole un sorbo a su café. Un cappuccino de vainilla.
