*Hola queridos lectores/as. Estamos realizando una pequeña reforma al fic con el fin de hacerlo mas facil de que somos dos escritoras diferentes,y nuestros correspondientes personajes,tienen muchas historias adyacentes a la central,hemos decidido separarlas .A paritr de ahora , ésta, denominada "Rayo de luna"será dedicada a Zero y a Darla,las criaturas de las noche con colmillos jejeje,y la nueva "Rayo de sol" será dedicada a los "humanos" Seiya y el resto todo continuará igual.

Los personajes Seiya (Sailor Moon) y Zero (Vampire Knight) son propiedad de Naoko y Matsuri Hino, respectivamente

SINOPSIS

"Muchos siglos antes nace nuestro querido protagonista Zero,hijo de un baron de una región de Rumania. Su destino es el de suceder a su padre en el trono,pero sucesos inesperados,lo convierten en una criatura de la noche,que vaga solitario por siglos antes de conocer a Darla. Una chica de una ciudad diferente,y de una época diferente ,la cual pasará a ser su única compañia por muchos años. Un dia, debido a una inesperada tragedia ,deciden huir y volver a la ciudad natal de Zero,sin saber que aquello cambiará sus vidas para siempre…"

**************Enxel "Rayo de luna"*****************

Capítulo 01: "Sombras del pasado"

(primera parte)

**** DARLA,POV ****

Corría el año 1690 cuando mi madre me dio a luz en una pequeña granja a las afueras de la ciudad de Londres, eran tiempos difíciles.

Mientras que los nobles se empolvaban la cara, lucían bonitas pelucas de rizos, y las mujeres aprovechaban para enseñar por primera vez en la historia sus bustos con aquellos escotes tan sugerentes; el resto del pueblo sufría de miseria, hambre y enfermedad. Aunque eso no parecía afectar en absoluto a la celebración de banquetes, bailes sin fin y reuniones de ocio, en los cuales, la "distinguida sociedad" participaba casi a diario.

Mi padre era un hombre humilde que trabajaba la tierra de sol a sol, luchando por sacar a delante su único" tesoro", su familia. Aun recuerdo el olor a tierra húmeda y hierba con en el que volvía impregnado a casa cuando anochecía. Su risa alegre y sus grandes manos castigadas por el duro trabajo que desempeñaba día a día, sin descanso. Pero... por más que lo intento, ya no puedo recordar su rostro amable.

De mi madre no puedo hablar demasiado, ya que murió poco después de que yo naciera al contraer viruela, una enfermedad que en aquella época era la causante de muchas muertes. Mi padre siempre habló de ella con una especial dulzura, así que debo suponer que fue una mujer excepcional.

Todo cambió una tarde de verano. Aún lo recuerdo como si fuera ayer, a pesar del tiempo transcurrido. El aire era cálido, y las flores desprendían mil aromas en aquel atardecer de un profundo color anaranjado. Ya había cumplido los trece años. Volvía tarareando una canción con los ojos entrecerrados por el trigal que llegaba a mi casa, deslizando suavemente mis dedos entre las espigas, todavía sonrojada, fantaseando con la suave tersura de los labios que pocos momentos antes me habían robado mi primer beso de amor.

Mi amigo de la infancia, Jack, se había por fin declarado. El solo hecho de volver a imaginármelo de rodillas ante mi, hacía que mi corazón se disparase de nuevo. Algo que nunca antes había experimentado...

Sin embargo, toda aquella felicidad que sentía, se desvaneció de mi rostro al llegar al fondo del trigal, cuando divisé una gran humareda que se extendía por el cielo, y que provenía de mi casa. Corrí hacia ella llamando a mi padre a gritos, pero lo que encontré fue mucho peor que mi casa devorada por las llamas.

Él... mi padre... yacía ahorcado de un cedro que estaba situado cerca del granero, el cual habían saqueado. La imagen me dejó horrorizada, su gran cuerpo se balanceaba como un péndulo, la cara ligeramente morada, y lo peor... pareciera que me mirara.

No podía ser otra cosa que la guardia del rey, ya había tenido algún problema con ellos, pero nunca hubiera podido imaginar que esto terminara así.

Toda mi vida se había derrumbado, no me quedaba nada. Corrí con desesperación a cobijarme en el trigal. Corrí hasta que las fuerzas me fallaron, y lloré. Lloré amargamente la perdida. Ahora no tenía nada ni a nadie. Pensé en ir a contárselo a Jack pero enseguida descarté aquella idea. No serviría de nada. El era el hijo del dueño de aquellas tierras, y este odiaba que "el señorito" mantuviera alguna relación de amistad con sus trabajadores. Lo nuestro era un secreto. Un secreto demasiado peligroso para ser desvelado, así que, realmente estaba sola. Pasé la noche vagando sin rumbo, sin saber que hacer, hasta que decidí ir a visitar la ciudad, tal vez allí me aceptaran para trabajar en algún lugar.

Rondé por sus calles varios días sin éxito. Al tercer día, cuando me encontraba sentada en una esquina de una tosca calle casi exhausta por la falta de alimento y con toda esperanza perdida por vivir, una señora se acercó a mí. Era la dueña de un burdel de las cercanías. Me ofreció trabajo allí como chica de la limpieza y de los mandados el cual acepté sin rechistar al escuchar los quejidos de mi estómago vacío.

Así transcurrieron varios años, en los que "sobreviví". Comía de las sobras, limpiaba sin descanso y dormía en el suelo de la cocina. A veces recibía algún latigazo cuando la señora se levantaba de mal humor, pero nada me dolía tanto como mi soledad. Mi vida había perdido todo su sentido y el vacío que sentía en mí, se alimentaba día a día en el interior de aquellas paredes llenas de lujuria y sucios pensamientos.

Mi vida de autómata en la casa de "ocio", que era como la llamaba Beneta -la dueña- fue "tranquila" durante algún tiempo, hasta que llegó el día en que cumplí los veintiún años.

En ese entonces, en el burdel, habían perecido muchas de las chicas que trabajaban en él, debido a las ETs y demás, por lo que el negocio no iba bien, y aunque ya se habían acostumbrado a tenerme como la fregona de la casa, ahora ella quería que además yo también trabajara como una más. Yo me negué a ello horrorizada, pero su respuesta fue una sesión de látigo, precedida de amenazas con los matones que cuidaban de sus chicas.

Me encerró en una habitación y me obligó a ponerme aquellas ropas insinuantes con las que me sentía tan incómoda. Mientras tanto, preparaba la noche en la que "mi preciado cuerpo", sería subastado a cualquier patán borracho que estuviera dispuesto a pagar el precio impuesto, o superior.

Desesperada en la habitación buscaba una solución, caminaba de un lugar a otro nerviosa sintiendo como mi mundo se hacia diminuto. En todos los años de estancia en aquel lugar, nunca me sentí tan viva como en ese momento. Viva por escapar, echar a correr de aquel lugar que me había anulado por completo durante los últimos años...mi vista se posó en la ventana entonces. Era un segundo piso, la caída no dolería demasiado, y si lo hacía, prefería estar muerta a caer en las manos de cualquier apestoso.

Sin pensarlo dos veces me coloqué una bata por encima, abrí la ventana, me subí al alfeizar y salté a ciegas en la oscuridad. El impacto contra el suelo solo me ocasionó un par de raspones, y un tobillo torcido lo cual no me impedía moverme. Caminé tan apresuradamente como mi cojera me lo permitió. Había tardado mucho en tomar aquella decisión y sabía que no transcurriría mucho tiempo hasta que se percataran de mi ausencia. Necesitaba desparecer de allí cuanto antes. Caminé por las concurridas calles estrechas, esquivando mercaderes, algún que otro borracho, niños..., sin rumbo fijo.

Todo iba cambiando conforme avanzaba. En realidad no tenía un lugar a donde ir.

Las calles comenzaron a quedar desiertas poco a poco. Aquella parte de la ciudad no me era conocida, y no me gustaba el aire que se respiraba en ella, me apoyé en una pared, para descansar mi tobillo dolorido, y comencé a llorar angustiada, y ahora ¿Que haría? Vi una sombra moverse tras de mi, pero no me volví a mirar. Comencé a correr aunque sentí en mi tobillo miles de agujas. Doblé la esquina y vi algo moverse en la penumbra al lado derecho de la calle, así que decidí doblar al izquierdo, pero cuando avancé, me di cuenta que era un callejón sin salida. Me giré temblorosa a mirar hacia atrás, cuando vi a aparecer a los tres matones de Beneta acercarse en la oscuridad. No era ninguna sorpresa. Sabía que me encontrarían.

Las sombras se acercaron escurriéndose por las paredes de las casas. Una sonrisa retorcida pintaba sus rostros, El mas grande de ellos iba delante, y los otros dos detrás .Pegué mi espalda al muro con las piernas temblorosas y una sensación de pánico que me estremeció de pies a cabeza. Los dos que iban detrás se adelantaron y me agarraron de los brazos mientras yo me revolvía intentando escapar, Joan Louis, el líder, quedó frente a mi.

─Vaya, vaya...así que la señorita" fregona" no quería trabajar─dijo cínicamente, mientras acariciaba mis cabellos con sus sucias manos. Yo volví la cara para no tener que enfrentarme con su desagradable rostro lleno de cicatrices, pero el la aferró fuertemente y la volvió a girar hacia sí, sentí como mis ojos se me volvían a inundar en lágrimas─¿Y qué deberíamos hacer contigo?¿Eh? ─Si las piernas me temblaban antes, ahora las sentía sin fuerza, el cuerpo entero se me agitaba entre los brazos de los matones, mientras leía la palabra muerte en sus ojos.

─¡¡Suéltenla!! ─gritó de pronto una voz desconocida que provenía del callejón. Una silueta de un hombre alto se distinguió entonces en la oscuridad.

Joan Louis no vaciló e hizo un gesto a los otros que parece que comprendieron de inmediato. Estos me soltaron y Joan Louis ocupo su lugar agarrándome con un brazo por la espalda con fuerza, mientras los dos se dirigían dispuestos a exterminar a aquel extraño que se escondía en la penumbra. Algo que no esperaban pasó, no se escucho ruido, alguno, nadie gritó, solo se pudo distinguir un par de movimientos rápidos, y los dos matones cayeron desplomados sin más ruido que el chocar de sus cuerpos contra el suelo del camino.

Joan Louis quedó petrificado ante tal hecho, me agarró con más fuerza y sacó una daga del bolsillo que destelló en la oscuridad, yo me revolví entre sus brazos de nuevo inútilmente, como pececillo que quiere huir de las redes del pescador.

El extraño caminó despacio hacia nosotros, hasta que pudimos distinguir su rostro a la tenue luz de los farolillos de gas que habían situados en algunos puntos de la calle. Tenia el cabello liso de un color cenizo intenso que caía sobre sus rostro rebeldemente desordenado, su tez era tan pálida como la nieve, y sus ojos tenian un peculiar color violacéo. Aunque su belleza era infrahumana, había algo en su mirada que daba miedo.

─¡¡He dicho que la sueltes!! ─repitió con firmeza.

Joan Louis lo miró con una sonrisa retorcida, aunque podía percibir que también temía a aquel extraño personaje.

─¿La quieres? ─apretó el puñal en la mano, y con un movimiento rápido me lo clavó en el vientre. Así como lo sentí entrar dolorosamente, lo sentí salir desgarrándome las entrañas. Me arrojó entonces contra el suelo sin piedad ninguna. Confusa y dolorida, conseguí darme la vuelta quedando tendida boca arriba y pude ver como saltaba el muro que cortaba la calle, desapareciendo sin más.

Allí me quedé un momento respirando entrecortadamente, el mundo daba vueltas a mi alrededor, el corazón me palpitaba agitado, el dolor punzante de mi vientre se hacia insoportable, y algo húmedo y cálido comenzaba a mojar mis ropas. Giré lentamente mi rostro y miré al extraño. Se encontraba de pie con una expresión de frustración en su rostro, pero no hizo ningún movimiento. La sangre comenzó a desparramarse por el suelo. El sujeto en ese momento, retrocedió unos pasos como si temiera algo, y se giró dispuesto a marcharse por el mismo lugar por donde había venido. Yo me incorporé como pude alzando un brazo hacia el, mientras las lagrimas comenzaron a resbalar por mi rostro.

─No...No... Por favor, no me dejes. Ayúdame─mi voz sonó quebrada y débil; como nunca antes me la había escuchado y eso me asustaba. Él paro en seco y vi como sus hombros se encogían tensos-por favor…─volví a repetir. Entonces el se giró, y me miró a los ojos, y pude ver su alma en pena reflejada en ellos, un alma solitaria se perdía en la profundidad de sus pupilas. Es todo lo que recuerdo, mi vista comenzó a nublarse, me sentí mareada y caí de espaldas, probablemente por la perdida de sangre, solo sentí que me levantaban del suelo, y el viento mecer mis cabellos, y entonces la oscuridad se hizo por completo.

........Continuará.......