Disclaimer: Naruto no me pertenece.
A/N: ¡Qué tal! Bienvenidos a mi primer fanfic de Naruto. Creo que lo he editado por lo menos diez veces, y es que como todo primer fic, en aquel momento no tenía más que muchas ganas e imaginación. Sé que falta mucho aún, pero me he dedicado y traté de corregir todo lo que mis ojos han podido pillar.
En cuanto a la historia, ésta se centra principalmente en el equipo Siete, cuyos integrantes, luego de muchísimo tiempo, deberán enfrentar el desconcertante retorno de uno de sus integrantes. Espero, de todo corazón, ¡que lo disfruten!
Promise
Prólogo
—¡¿Cómo que no volverás?! —se le escuchó gritar a Naruto, quien poseía la respiración totalmente agitada. Su pecho subía y bajaba con dolor. Iba a ser derrotado, ya no podía más, sus parpados le pedían a gritos que fuesen cerrados.
Pero no, no en aquel momento.
Uzumaki Naruto no se rendiría. No sabiendo que estaba tan cerca de lograr su tan añorada promesa. No podía caer, no estando ella presente, ni mucho menos sintiendo ese molesto escalofrío recorrer su espalda cada vez que la escuchaba sollozar. No, definitivamente no lo haría.
—Basta… —le interrumpió una voz fría y apagada, estúpidamente monótona.
—Pero… Sasuke-kun… —susurró Sakura, al mismo tiempo que juntaba las manos y cubría su pecho, se sentía débil y temía flaquear. El miedo se tornaba palpable en su tono de voz, ya que no figuraba dentro de sus planes el tener que perder nuevamente al portador de tan glacial y profunda mirada. Tendría que ser muy cautelosa al escoger cada una de sus palabras —. Es que acaso, ¿no significamos nada para ti? —intentó persuadir.
El aludido, sin embargo, no mostró expresión alguna; lo envolvía una serenidad que se estaba tornando sumamente irritable para Naruto. Ni el más mínimo gesto, ni la más mínima mueca. Nada.
—Yo soy un vengador, mi camino es otro, ya se los he dicho —sentenció de manera cortante y apática, como queriendo grabar de una vez por todas el bendito mensaje.
La chica cerró los ojos y arrugó el ceño —. Venganza… —le siguió luego. Naruto intentó acercarse al notar que sus extremidades comenzaron a temblar, pero ella simplemente se lo impidió —. Esa venganza, ¡esa maldita venganza nos separó, Sasuke-kun! —escupió con pesar, siéndole imposible no acumular lágrimas.
No lloraré, no lloraré.
Naruto y ella habían hecho hasta lo imposible para que él retornase sano y salvo a la aldea. Arriesgaron sus vidas en innumerables ocasiones con el único objetivo de conseguir pistas sobre su posible paradero. Le era tortuoso tener que pensar en las incontables veces en que descubrió a su mejor amigo llorando por aquella maldita promesa que se le hacía imposible de cumplir. ¿Cuánto tiempo se vio desesperada en su cama pensando tan sólo en él? ¿Por qué? ¿Cuántas veces tendrían que pasar por lo mismo? ¿Su corazón sería capaz de tolerar aún más?
—Regresa a la aldea, por favor. No tienes idea de cuánto hemos sufrido por tu ausencia —se sinceró, con los ojos clavados en la tierra —. Respóndeme, Sasuke-kun, ¿qué pasará después?, ¿qué ocurrirá cuando hayas saciado tu sed de venganza? —le cuestionó firme, encontrándose con una mirada penetrante y oscura, totalmente desconocida.
El silencio reinó en el lugar. Tan sólo era audible el flemático ruido que provocaba la mezcla del aire con sus agitadas respiraciones.
Sakura permaneció en su sitio impaciente por una respuesta. Quería demostrar seguridad y confianza en sí misma, pero la profunda mirada que Sasuke le dirigía no hacía otra cosa más que reprimirla e intimidarle. Como siempre.
—Hn —articuló el susodicho, en forma de respuesta y volteándose a caminar en sentido contrario, destrozando su corazón en el acto.
Los ojos de Sakura se abrieron de par en par, comprendiendo que, como era de costumbre, sus palabras no habían causado efecto alguno en él. Era demasiado insignificante en su vida.
Naruto no lo merece…
Se sentía decepcionada.
No lo merece…
—¡SASUKE! —Gritó el rubio, dejando de contemplar el afligido perfil de su compañera — ¡No dejaré que te vayas de nuevo, Sasuke! ¡Deberás matarme si piensas que pue—!
Lo siento tanto…Un profundo y agudo dolor se hizo presente en el estómago del Uzumaki, cortándole la respiración y dejándolo fuera de combate al instante. Sasuke se percató y giró levemente la cabeza, escudriñando perplejo el cuerpo inerte de Naruto tendido a los pies de Sakura.
Ella mantenía el puño alzado, perfectamente ubicado a la altura de su abdomen, con la cabeza inclinada y sin dejar expresión al descubierto. Tan sólo se podían divisar dos perladas y pequeñas líneas que caían por su rostro magullado, resbalando por su mentón y finalmente perdiéndose por el escote de su blusa.
Estaba llorando.
—No te preocupes, Sasuke-kun —dijo luego, enseñándole una fingida y torcida sonrisa.
Sasuke permaneció en silencio, limitándose a observar cada uno de los movimientos que ella ejercía. No se le fue ni el más mínimo detalle. Quiso memorizar sus mejoradas facciones, grabándosele por inercia su nueva sonrisa falsa.
—¿Por qué lo hiciste?
Sakura, luego de acariciarle el rostro a Naruto y secar sus lágrimas, se levantó y encaró, aunque a duras penas, la imponente figura del menor de los Uchiha — ¿Por qué? —Volvió a sonreír, embriagada en angustia y dudando en poder aceptar lo que la razón le dictaba —. Sasuke-kun… ¿no es obvio el por qué? —le cuestionó melancólica.
Sasuke no respondió. El gris que teñía los cielos de aquella tarde comenzaba a oscurecerse aún más, anunciando una eminente tormenta.
—No te preocupes —continuó —, ni Naruto ni yo volveremos a buscarte. Sólo quisiera pedirte algo a cambio… —le comunicó al borde del desconsuelo. Formó dos puños para darse fuerza, sin dejar que sus cavilaciones la atormentaran. Estaba decidida, no había marcha atrás ni mucho menos tiempo para arrepentimientos. Era simplemente lo mejor para todos.
Sasuke, ocultando perfectamente el signo de interrogación que gobernaba en su cabeza, parpadeó intrigado. ¿Algo a cambio?, pensó, preparándose para que nada de lo que pudiese decir la chica lo tomase por sorpresa. Penetró aún más con su mirada los verdes ojos de Sakura, quien terminó la frase que lo marcaría por siempre:
—No vuelvas nunca a Konoha… por favor.
TBC.
