No supo que lo hizo entrar a la juguetería aquella tarde.
Cuando Baz se dio cuenta, estaba parado en medio del local, rodeado por un puñado de niños que corrían y gritaban emocionados. Pronto sería navidad, así que seguramente buscaban que le pedirán a Santa. El vampiro no pudo evitar enternecerse un poco.
Cómo tenía tiempo libre, y ya estaba por allí, decidió dar una vuelta por el lugar. Quizá podría encontrar un lindo regalo para Penny. (La chica era ruda. Disfrutaba de coleccionar peluches y seguramente le lanzaría una maldición a quién osara burlarse de ella. )
Caminó por los pasillos. Primero por el rosado, después por el azul. (Malditos roles de género) No encontró nada interesante.
Estaba por irse de allí cuando objeto de la sección de ofertas capturó su atención.
Era pequeño, redondo y de un brillante color rojo. Con solo verla, Baz se sintió otra vez en el primer año en Watford. Aquella pelota era idéntica a la que Simon tuvo alguna vez.
Recordó como el rubio la llevaba consigo a todas partes, cómo, cuándo se aburría, se ponía botarla sin importar en dónde se encontrara, las muchas veces que le golpeó "accidentalmente" con ella, él burlándose del juguete, Simon llorando... La jodida pelota estaría siempre unida a sus memorias de los doce años.
A principios del segundo año en Watford, aprovechando un descuido de su compañero de habitación arrojó el endemoniado juguete a los lobos marinos. El rubio lloró por toda una semana, pero el acto valió la pena. No estaba dispuesto a soportar otro año de tortura elástica.
Otro recuerdo, uno más reciente, vino a su memoria.
Ahora que eran novios, hablaban mucho sobre sus años de rivalidad. Por lo general, esas charlas terminaban con uno de los dos disculpándose por algún error del pasado. En una de esas ocasiones, Baz confesó el episodio de la pelota.
Simon le restó importancia, pero Pitch pudo notar tristeza en los ojos azules.
Baz sacudió la cabeza para regresar al presente. Juraba por Crowley que ahora se avergonzaba de lo cruel que había llegado a ser cuando recién conoció a Simon.
Se arrepentía tanto por haber hecho llorar a aquel niño abandonado...
Volvió a fijar la vista en la pelota. Se acercó y la tomó entre sus manos. Iba a comprarla, cómo un regalo sorpresa para Simon.
No podía borrar el pasado. Tampoco debía seguir atormentándose por él. Pero si podía enmendar algunos de sus errores. Y convertir los ojos tristes de Simon en una sonrisa.
¡Hola!
Algo rápido y corto (Y atrasado) porque en verdad no pensaba hacer algo para el segundo día, pero la idea me llegó y tuve que escribirla. Por cierto, puse el título en italiano sólo por presumir... Significa simplemente pelota roja.
El tema era Nostalgia :3
¡Muchas gracias por leer!
