SIEMPRE SERÉ CHICA DE UN SOLO ESCRITOR
-¿En serio?- Castle continuaba peleándose con el puño de su camisa.- Maldito karma, eso por preguntar si eran gemelos con forma de corazón.-Murmuró.
-¡Castle! ¿Vienes?- se escuchó la voz de Beckett desde el baño.
-Un segundo. -Contestó liberándose por fin de su camisa.
Entró precipitadamente en el baño, terminando de desnudarse. - Kate, yo... siento lo que ha pasado con Gates, fue una estupidez.
- Anda calla y entra. - dijo ella mirándole.
Castle todavía aturdido, obedeció y se posicionó detrás de ella, apoyando la espalda en la bañera y abrazando a Beckett por la espalda.
En ese momento Beckett comenzó a reír. El escritor la miró sin comprender absolutamente nada. Ella se giró y le acarició la barbilla, acercándose para besarle lentamente.
- Kate... gracias.
-¿Por qué?
- Por todo. Por ser como eres, por regalarme un cajón en tu habitación, por quererme en tu vida.
- Castle, yo... sabes que no puedo. Me cuesta demasiado, estoy deseando decírtelo. Además ya sabes que las palabras no son mi fuerte.
- Eh, eh. No pasa nada.-dijo acariciando su hombro y retirándole un mechón de pelo del rostro.- Me lo demuestras con cada pequeño gesto y créeme cuando te digo que sé que me quieres.
- Lo sé. Estira el brazo.- le contestó dirigiendo su mirada hacia el libro que reposaba en una banqueta junto a la bañera.
-¿Cómo?- pregunto mirándola con extrañeza.
- Coge ese libro. -susurró señalándoselo.
Él reparó en aquel momento en el libro que había junto a la bañera. "Flores para tu tumba" Uno de sus primeros éxitos, la novela por la que se habían conocido.
- ¿Kate?
-¿Qué? Lo sabes perfectamente, tengo todos tus libros. Y aunque nunca lo reconoceré en público soy tu fan número uno.
- Kate...-dijo de uno apoyando su mano sobre la de ella.
- Ábrelo.- Susurró, mirándole.
Castle le hizo caso y rodeándola con sus brazos, puso el libro delante de ambos. Abriéndolo por la primera página donde había una dedicatoria.
"Siempre seré chica de un solo escritor, te quiero.
Katherine Beckett."
Acarició la hoja, mientras volvía a leerlo en voz alta. Sin decir nada más, dejó el libro de nuevo sobre el taburete. Y giró a Beckett hacia él, besándola intensamente, hasta que un suspiro escapó entre los labios de ambos.
- Es el único de tus libros que no tengo firmado por ti. Me lo regaló mi madre. Quiero que lo tengas tú y lo guardes con esa dedicatoria. Sabiendo lo que siento por ti, hasta que esté preparada para decírtelo.- relató Beckett a modo de explicación.
- Todavía no me creo que fueras a mis firmas y no te recuerde. Es imperdonable. - contestó él, obviando la dedicatoria para no presionarla. Disfrutando aun así del momento, pues se sentía en una nube después de haberla leído y haber oído a Beckett diciéndole todo aquello. Eso sí que era un buen regalo de San Valentín y no los pendientes que le había comprado él.
- No, no es imperdonable. Ahora escribes libros sobre mí. Creo que eso supera con creces el que no recuerdes a una niña de 19 años loca por conocer a su escritor preferido.
- Aun así no sé cómo es posible. Por aquel entonces tenía que estar muy ciego para no darme cuenta de que eras la mujer de mi vida.
- No me conocías, Rick.
- Aun así.
- No sabes cuánto tiempo llevo queriendo hacer esto.-dijo tendiéndole de nuevo el libro y recostándose otra vez sobre él.
- Me hago una idea.- contestó, tomando el libro.
- No, no tienes ni idea. -murmuró sonriendo.- Lee, por favor.
Castle comenzó a leerle el primer capítulo de "Flores para tu tumba". Acabaron sujetando el libro entre los dos y juntando sus otras manos sobre la pierna de Beckett.
- Prométeme que haremos esto a menudo durante el resto de nuestra vida.- le pidió aprovechando una pausa mientras pasaban de hoja.
- Siempre.- prometió besándola el hombro.
Muchas gracias por leer.
