Ésta historia está hecha sin ánimo de lucro, todo lo que aparezca de la serie Naruto pertenece a Masashi Kishimoto y todo lo que aparezca de Katekyo Hitman Reborn es de Akira Amano.

El sobre

Timoteo, el Nono Vongola, era un hombre mayor, de cabellos canosos y un poblado bigote, también grisáceo. Su rostro estaba surcado de arrugas las cuales se concentraban en torno a sus cansados ojos castaños.

Desde que adquirió el título de líder de Vongola, hace ya tantos años, usaba un caro traje de marca. Junto a su inseparable bastón, el cual era su arma para luchar. Esté puesto ya le pesaba demasiado, pero que él supiera no quedaba nadie para heredar la famiglia desde la muerte de los tres herederos.

Timoteo suspiro, miró con pesar el sobre recién entregado que había ante sus manos encima de la mesa de su despacho.

Desde lo que ocurrió hace trece años su intuición le indicaba que investigara lo que en realidad paso en ese oscuro diez de octubre. Y por fin después de tantos recursos usados y años pasados. La información que buscaba estaba en ese sobre que todavia no había abierto, por miedo a lo que podría encontrar.

Pulso el botón de su intercomunicador para decirle a su secretaria que llamara a Iemitsu. Después de todo a él también le interesaba esta información. Aún cuando desde que él se cambió el nombre no quería ni oír nada de ese oscuro y fatídico día que todavía llenaba de pesares su roto corazón.

Cuando Iemitsu llegó, se vió que era un hombre de treinta y seis años. Rubio, pero sus cabellos estaban caídos y apagados. Al igual que sus azules ojos los cuales sólo tenían un pequeño y casi insignificante brillo de nueva vida.

Pero en cuanto supiera porque lo había llamado el pequeño avance que había tenido al conocer a esa chica desaparecería rápidamente. Uf, por desgracia lo que ella construyó durante meses con paciencia Timoteo lo destruiría sin quererlo en realidad en unos escasos segundos.

Le extrañaba el haber sido llamado por Timoteo. Desde que se volvió líder de la CEDEF nada urgente había ocurrido. Aunque la secretaria, que era algo chismosa, le había comentado que su voz sonaba dolida y con mucho sufrimiento. Cosa que no entendía ya que no había pasado nada malo desde la muerte del último heredero a la familia. Pero también debía tener en cuenta que la secretaria le mencionó la llegada de un sobre.

De verdad, había que echar a esa secretaria. Ya que ahora se lo había dicho a él pero podía decírselo a cualquiera que fuera enemigo con todo lo que ella hablaba.

Iemitsu suspiró, había llegado a las dobles puertas del despacho del Nono. Al entrar encontró al noveno líder de la famiglia sentado en frente de su escritorio. Se veía imponente pero cansado; una nueva oscuridad, el miedo, estaba en sus cansados y tristes ojos.

Iemitsu estaba impaciente, lo que sea por lo que le había llamado debía ser muy importante, solo esperaba poder ayudar a su pariente. Porque eso es lo que eran los miembros de Vongola, una familia extensa y las personas que trabajaban para la famiglia.

Timoteo le pidió sentarse en una silla frente a él, con el sobre cerrado encima de la mesa. Iemitsu hizo lo que su pariente y jefe le pidió. Entonces el Nono le indicó que mirase el sobre lo cual le extrañó ya que ese sobre estaba cerrado y se notaba que su interlocutor no lo había leido. Pero su intuición, a la cual hacía años que no escuchaba le decía que lo que había dentro era muy importante.

Ambos hombres miraron el sobre, Timoteo con dolor e Iemitsu con curiosidad. Los ojos de ambos se entrecruzaron viéndose la necesidad, en ambos, de terminar con sus respectivos sentimientos. El más joven de los dos cogió el objeto por el cual se habían reunido, suspiró hondo dado que suponía de que se trataba. Sus ojos se endurecieron por el dolor no superado y lo abrió.