¡Hola!

Estos son dos oneshots ADVERTENCIAS: hay mención de violencia, obsesión, relaciones toxicas, tortura. Y me gustaría hacer mención de se habla de la Segunda guerra mundial y el Holocausto; no busco ofender a nadie de ninguna manera, por favor proceder con discreción. *Cada oneshot tiene el nombre de una flor, con su significado :)

Estos relatos son, y no son, historias relacionadas con el amor, tenerlo en cuenta.

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Caléndula

Caléndula: el dolor a las penas del amor.

Cuánto lo admiro, cuánto lo siguió y quiso ser como él siendo una nación errante, una simple orden de caballeros, y cuanto estuvo dispuesto a hacer por él.

Caminando hacia la celda con la mano en la espalda de su debilitado prisionero, Prusia pensaba en su predicamento mientras sentía temblar de manera inconsciente a Polonia, quien a pesar de su penoso estado caminaba tan erguido como podía. El pasillo se volvía un lugar eterno para ambos, donde sus pensamientos se perdían en el eco de sus pasos, y ninguno se encontraba dispuesto a dejar ver que estaba en su mente.

Realmente no sentía nada por esa nación; el haberlo mirado a la distancia, el haberse sobrepuesto a varias derrotas contra él, el insistir en romperlo desde el interior porque no se hacía con la idea de que estuviera con otras naciones, o del desprecio a la evidente adoración a una nación pagana como Lituania, no significaba nada para su creciente furia.

Él y Polonia habían sido, dentro de la mayor parte de los siglos vividos que podía recordar, enemigos; sus sentimientos personales, o el hecho de que fueran buenos amigos cuando eran jóvenes, no tenían relación con el malestar que sentía de ver la adoración de Feliks hacia su compañero Toris.

Lo ocurrido durante la segunda guerra mundial, o las veces que lo partieron, tampoco involucró su resentimiento, ni aquella emoción de personas inseguras llamada celos. No le arrebató a Lituania por deseos propios, su fijación con Feliks no tenía que ver.

No tenía que ver su creciente envidia que consumió su ira, y la volcó en violencia contra Polonia.

Hacía lo que tenía que hacer, nada más.

No encerró a Polonia, ni pidió ser el mismo el encargado de su tortura e interrogatorio-que para sus objetivos venía siendo lo mismo-. Ni fue porque quisiera descargar toda la frustración de las veces que no pudo tener ni un poco de estima de Feliks; no eran los celos de que Polonia siempre prefiriera a otros, a pesar de que él se destacaba entre las demás naciones.

No, aquellos no eran celos, y no sentía nada por su prisionero lánguido y roto, postrado en una silla frente a él.

—¿Ya vas a hablar de tu resistencia? —habló frío Prusia, asegurándose de dejar escuchar sus pasos hacia la mesa donde estaba la fusta con que solía "disuadir" a Feliks para hablar, aunque el Polaco, sorprendentemente, apenas había hablado.

Los ojos verdes de Polonia, antes orgullosos, se veían cansados, resignado a los interrogatorios, y a pesar de las atrocidades en su tierra, de casi estar destruyendo el corazón de su nación, éste no respondió.

—Tal vez podemos pedir a Lituania que venga a ayudarme —dijo con voz gélida el albino dándole la espalda al rubio al que escuchó moverse en la silla con la mención de su amigo, que lo traicionó... ¿y todavía causaba algo en el polaco?—. ¿Sería interesante, Polen?

Gilbert siempre que se escuchaba hablar así, conducir la tortura sin mostrar duda, se daba cuenta que era como convertirse en dos personas, en lo mucho que esa guerra los afectaba, mostrándose más oscura que la primera. No se podía reconocer, no podía creer a los límites que podía llegar, ni lo mucho que todos sus demonios se hacían presentes.

—Lit no haría nada —La voz suave de Polonia se alzó en un susurro, desacostumbrado a hablar frases completas que no fueran sus usuales negaciones en los interrogatorios—. Está de su lado porque tenía que hacerlo —Respondió, aunque se veía un poco de dolor e sus facciones al pensar como Toris lo abandonó, y nadie intentó rescatarlo.

—¡Silencio! —gritó enojado sin poder contenerse.

Los ojos verdes de Polonia se cerraron con fuerza en cada golpe, con Prusia cuidando de no ir muy lejos, pero infligir dolor suficiente para romperlo un poco más, sólo un poco más...

Al terminar , Feliks no dijo nada, permaneció callado hasta que el dolor de su nuevas, y viejas, heridas fue lo suficiente para que se desmayara en algún punto. Cuando Gilbert estuvo seguro de que Polonia no lo veía, se permitió ceder un poco a esa parte de él que no quería dañar al polaco.

Lo cargó con cuidado, y lo llevó a su celda. Observó un rato a Feliks todavía inconsciente en la dura manta que les dejaron en las celdas. Se sentía dividido por sus sentimientos, y por esa envidia que prevalecía ante todo hacia el esmero de Polonia de pensar en Lituania.

Varias fueron las veces en que ese ciclo prevalecía, y en que el nombre Toris volvía para atormentarlo, sacando lo peor de él, especialmente al ser pronunciado por Polonia. La verdad es que apenas entendía esa guerra, apenas entendía que deseaba de Polonia.

Quizás sus emociones negativas, esos celos que sentía de no poder ser importante para esa persona, se acrecentaron al pasar los días, y hacer evidente que su lugar como nación era más bien una fantasía frágil a punto de acabarse. Por eso le tenía rencor a Toris por tener algo, alguien, que que quería. Al final, no le quedó tiempo, y jamás enmendar el daño que se encargó de grabar profundamente en Polonia.

Se ahogaría desquitando sus celos en quien no lo merecía, al final, nadie tendría el tiempo de perdonarlo.