Los siguientes personajes pertenecen a Isayama.


I know these scars will bleed,
but both of our hearts believe.
All of these stars will guide us home

-Ed Sheeran, All of the stars-


...

El castaño recargó ambos codos sobre el borde de su ventana, aquella noche las estrellas brillaron más fuerte que nunca, o al menos eso creyó él. Se preguntaba si ella también las estaba observando, así por lo menos estarían un poco más cerca. Frunció el ceño y soltó un suspiro desanimado, el timbre sonaba, las personas llegaban y podía escuchar los gritos de emoción de parte de su madre al recibirlos. El cielo estaba despejado, pero no tardaría mucho en nevar. Es por eso que a pesar de que el frío comenzaba a calarle los huesos él estaba sentado ahí con la ventana abierta. Por cada estrella que mira pide un deseo. Y aunque jamás se lo dirá a ella, o a otra persona. Desea poder estar con Mikasa.

La conoció un invierno de 1990, hace 10 años. Irónicamente su cumpleaños es en Noche buena, algo que detestaba pues aunque le gusta la época no es tan agradable que el regalo de Navidad también sea de cumpleaños, sin embargo eso cambió cuando ella le regaló un suéter que a diferencia de los tejidos ridículos que le hacía su tía, éste sí le había agradado. Sabía que estaba mal que él no le diera nada —a pesar de que era una extraña— por lo que le regaló su bufanda favorita, algo que le pesó, pero era el único objeto decente que tenía. Su padre que es amigo del suyo visitó Alemania y pasó toda la noche en la casa de los Jaeger, sin embargo desde entonces no regresaron. Ella es japonesa, era linda y algo tímida, pero con la única que supo llevarse bien a parte de Armin.

Cartas y más cartas, la única forma de comunicarse al principio y por lástima tardaban en llegar demasiado. Por más que su madre le agrada Mikasa no dejaba que se acercara al teléfono pues pasaban horas hablando, y el recibo llegaba más que caro. Es por eso que en su cumpleaños Eren pedía hacer una llamada, y es cuando por fin podía escuchar su voz. Cuando se mudó su casa y comenzó la universidad podía hablar más con ella, enviarle mensajes y cartas, cualquier cosa hacía para poder saber algo de Mikasa.

Inclinó la cabeza hacia atrás, ¿Acaso era normal que un joven de veinticinco años sintiera tal frustración? Se llevó una mano a la nuca, y como si un pequeño foco se prendiera sobre su cabeza, se puso de pie y dirigió hacia su escritorio. Abrió un cajón y husmeó sus cosas hasta encontrar una pequeña fotografía que había guardo ahí hace unos días. Hacía un par de meses en los que ella le había pedido una foto, por lo que a él no le pareció raro también exigirle una. Realmente había cambiado, lucía más madura y seria, se había cortado su cabello. Era más bonita que cuando tenía quince, además de que con esa blusa que descubría sus hombros se veía bastante dulce. Volvió a su lugar, recorrió con sus dedos el rostro de la joven, y aunque pensaba que era estúpido y acosador, era el remedio perfecto.

La puerta sonó, desconcertando al castaño. De inmediato se puso de pie y escondió la fotografía en el bolsillo trasero de su pantalón, como si fuera un delito y él el criminal.— Ya voy. —Estiró la mano tomando la perilla, y al abrir se encontró con su padre cruzado de brazos.

—No puedes seguir en tu habitación, tu madre en cualquier momento se volverá loca.

Lo sé, lo sé. —El castaño negó con la cabeza, frunciendo el rostro como de costumbre— ¿Acaso es tan necesario? —Murmuró para sí mismo, y echó un último vistazo por encima de su hombro a la ventana entre la penumbra de su habitación. Parecía más pequeña a como la recordaba, y aún tenía sus posters descastados pegados en la pared. El tiempo se había detenido, al menos en ése cuarto.

Armin y una joven rubia estaban en la sala sentados mientras bebían una taza de cocoa, una de las especialidades de la señora Jaeger, Eren la había visto un par de ocasiones y ella siempre lucía seria e indiferente, realmente no entendía su relación y las veces que llegó a preguntar su mejor amigo simplemente se ponía nervioso e insistía en que eran amigos. Se recargó sobre la pared observándolos desde una distancia considerable, lucían felices y no dejaban de hablar. Una especie de nostalgia le invadió el pecho, aunque estaba feliz por Armin, deseaba poder tener la misma suerte.

Decidió ir por unos bocadillos, debía dejar de pensar en tantas tonterías y sueños que jamás se harían realidad al menos hasta que terminara estos últimos meses en la universidad y así poder graduarse. En un rato más podría hablar con Mikasa, como siempre, como todos los años. Tomó un pedazo de galleta y lo untó con aderezo, se lo llevó a la boca y le dio un mordisco. Recargó su mano sobre la mesa, mirando su propio reflejo en el ponche de frutas. Por el bien de su familia y amigos debía disfrutar de la fiesta, después de todo sólo se daba una vez al año, se enderezó y caminó con una mejor cara hacia su padre que se encontraba bebiendo y abrazando a su madre.

La fiesta no está nada mal. —Se encogió de hombros el castaño, esbozando una sonrisa y dándole una pequeña palmada a su padre en la espalda.

Después de todo cumples veinticinco. —Carla se llevó ambas manos al pecho, haciendo un leve puchero con los labios— Por cierto, debes ir a recoger a alguien a la estación de tren. Me acaba de avisar que no tardará mucho en llegar, te esperará fuera de la estación.

¿Quién? —Encarnó una ceja con un aire de curiosidad.

¡Tsk, deja de preguntar! Debes ir y esperar. —Se cruzó de brazos, negándose a decir una palabra más. Eren miró a su padre, pero éste parecía que también no diría ni una sola palabra.

Eren soltó un suspiro, agachó la cabeza y asintió. Caminó hacia la puerta, Armin que lo miraba de reojo se puso de pie y corrió hacia él con prisa.— ¡Eren! ¿A dónde vas?

Eh… voy a recoger a una persona a la estación. —Dijo, mientras se ponía su chamarra y sus botas. Trataba de imaginarse quién sería esa persona; tal vez algún pariente de su madre o un amigo de su padre. Frunció el ceño, tomó las llaves y las guardó en el bolsillo de su chaqueta.

Con éste frío… —Armin frunció los labios, recargándose sobre la pared— ¿Quieres que te acompañe?

No es necesario. —Eren sonrió, mirando a su amigo— Tú quédate con Annie, yo estaré bien. No me tardaré demasiado.

De no ser por la calefacción Eren se habría congelado, el frío era extremo y no se podía esperar menos de Alemania, a veces parecía insoportable a pesar de llevar chaquetas, suéteres y guantes. Encendió el radio y le subió al volumen, tocaba una banda austriaca que no conocía y aunque no era su estilo la cantante no sonaba mal, además de que era la única estación buena que se podía escuchar. Rápidamente los copos de nieve cubrían su coche y el parabrisas lo salvaba para poder ver el panorama. No había muchos coches circulando ni personas fuera de sus casas, solamente se podía ver la iluminación de los ostentosos adornos navideños y las luces prendidas.

No podía negar que lucía precioso, aquello era tan cálido que podía calentar cualquier corazón desolado. Tal vez era por esa razón que a veces deseaba no abandonar Alemania, pero siempre Mikasa lograba ganar el juego y salirse con la suya. Eren apretó el volante con fuerza, estaba cerca de la estación por lo que decidió acelerar un poco. Esperaba que la persona no hubiera salido antes, pues el lugar lucía demasiado solitario. Se detuvo frente a la estación, podía distinguir pocas personas sentadas y esperando, apagó el coche y guardó sus manos en su chaqueta, arrepintiéndose de no haber llevado guantes. Recargó su cabeza sobre el respaldo y cerró los ojos, escuchando únicamente la música.

Un golpe a la ventana fue suficiente para despertar a Eren, quien sin quererlo se había quedado dormido. De inmediato miró el reloj, tan sólo pasaron veinte minutos. Suspiro aliviado, abrió la puerta de su coche y salió de éste, rodeándolo para encontrarse con ella. Llevaba puesta aquella bufanda roja que le regaló, escondía su boca y nariz tras de ésta, lucía un abrigo color negro y unas largas botas. Lo único que pudo distinguir fueron esos ojos rasgados de color gris. Perplejo, dio un paso hacia ella. Lucía diferente a la foto, más hermosa. Los adornos navideños no podían compararse si quiera con ella, y como si volviera la primavera, Mikasa se lanzó sobre él con los brazos abiertos; sorprendido, Eren le correspondió y se aferró a ella con fuerza. Recargó su mentón sobre la cabeza de la joven, ahora le ganaba en altura. Una sonrisa se dibujó en su rostro, el encuentro tan esperado con el que siempre soñó se dio en su cumpleaños como hace diez años. No sabe cuánto duró el abrazo, por un momento juró que le habían dado una vuelta al universo.

Los copos de nieve caían sobre su cabeza pintándolo de un color blanco que contrastaba con su cabello azabache, adornaban su abrigo y le causaban escalofríos cada vez que caían sobre su nariz, Eren y ella se separaron unos centímetros sin apartar la vista uno del otro.— Oye Eren, no recordaba el frío que hacía en Alemania, ¿Pero no te parece hermosa ésta noche?

Eren encarnó ambas cejas; no era la noche, ni la nieve, ni las luces o las estrellas escondidas; era ella.— Sí, es una agradable noche.

Subieron al coche en silencio. Eren no sabía qué decir, a pesar de que hace unas horas en su mente habían pasado millones de ideas y de historias que deseaba contarle. Su visita le había tomado de sorpresa y no tenía preparado nada. La miraba de reojo de vez en cuando, ella tenía la vista perdida la ventana. Cuando la conoció ella lucía nerviosa a diferencia de ahora, estaba completamente seria y en calma, a diferencia de él que se sentía algo estresado.

Carraspeó, llamando la atención de la joven. Después de un buen rato callado decidió romper el silencio, era abrumador y no podía soportar más— ¿Cómo te va en el trabajo? Apenas comenzaste éste año de maestra. ¿Qué tal te vienen los niños?

Ella asintió, acomodando un mechón de su cabello detrás de su oreja— Es agradable, divertido; y los niños, al menos en el kínder que trabajo, son tranquilos. Es muy diferente a todo lo que creí, pero me gusta. A ti te falta un par de meses para terminar la universidad, ¿No?

Así es, además de que aún tendré que hacer mi especialidad. —Se encogió de hombros, deteniéndose en la única calle concurrida a éstas horas. Algunos carros pasaban y otros se acumulaban detrás de ellos. Planeaba realizar su carrera en el extranjero, para ser más específico en Japón. La perfecta excusa para estar con Mikasa en Tokio.— Medicina es una carrera larga. Pero vale la pena.

Serás un gran médico, esa pequeña manía que tenías por ayudar a los demás jamás cambió. Espero algún día poder verte con tu bata blanca.— Mikasa esbozó una débil sonrisa. Él lucía diferente, más maduro y ya no fruncía tanto el ceño como cuando lo conoció. De sólo recodar cuando en esa noche él actuó tosco con ella y la llevó a un parque cerca de su casa a explorarlo le causaba gracia. Agachó la cabeza, mirando sus manos con un suave tono morado del frío. Era ahora o nunca, estaba consciente de que en cualquier momento llegarían a casa y no habría lugar para decírselo en privado.— Por cierto… Eren, voy a casarme. Se llama Jean, es un gran chico. Lo conocí en la universidad, salimos dos años y hace un par de meses nos comprometimos. —La pelinegra tomó de la punta su bufanda, acariciando los bordes. Sabía que debía estar feliz, pero por alguna extraña razón frente a él no podía siquiera sentirlo. Después de tanto tiempo aún le dolía y Jean siempre la apoyó para superarlo. Miró a Eren, no mostraba emoción alguna pero su semblante ya no era el mismo de hace un rato. A pesar de lo que tuvo que esperar para volverlo, había tomado la decisión correcta; era lo mejor para él, para ella.

Los carros no paraban, el semáforo no se colocaba en verde para poder avanzar y el silencio era digno de ser parte de un funeral, triste y sin un poco de color. Para él fue el alto más largo de toda su vida; quiso pensar que no había escuchado bien pero no podía evitar que la soledad le golpeara como una ola de mar que no le permitía salir a la superficie. Restregó una mano contra su rostro, debía calmarse, no era momento para reaccionar como hubiera querido. Había escuchado de Jean, más nunca le dijo que estaba saliendo con él; se sentía traicionado y un completo idiota, aunque es no tuviera ningún sentido. La felicidad que tanto cuidó se había desmoronado en un segundo. Entreabrió los labios. El deseó que le pidió a todas las estrellas que vio, ¿Debía dejarlo ir? Los planes que hizo tan sólo para estar con Mikasa y ella simplemente decidió estar con alguien más. Sabía que no era su culpa, tenía derecho a estar con la persona que quisiera y no le pertenecía, nunca lo hizo. Sólo le hubiera gustado haber llegado a tiempo, tal vez así las cosas serían diferentes.—Felicidades, me alegro por ti.

El tema de la boda fue la novedad de la velada y a pesar de que no podía llevarlo bien, Eren se quedó al lado de Mikasa. Estaba absorto en su comida, picaba una y otra vez el asado de su madre, el apetito lo había perdido, pero intentó disimular lo más que pudo. Armin conocía a su amigo muy bien como para saber lo que le ocurría, bastaba con observarlo detenidamente para adivinar lo que sentía, además de que Jaeger no era muy bueno ocultando sus emociones. Desde un principio supo que el plan de ir a Japón era para ver a Ackerman, y él como buen amigo le prometió acompañarlo y realizar su especialidad ahí. Annie tomó la mano del rubio, lo miró por un segundo y devolvió la mirada a su plato a medio terminar con un suave sonrojo en sus mejillas. Arlert sonrió, Annie nunca cambiaría. Aunque la tuviera a su lado aún se sentía mal por su mejor amigo, sabía que estaba muy ilusionado y no sería fácil para él tener que renunciar a todo. Esperó pacientemente el momento en el que Eren se disculparía con todos para ir a la cocina a revisar el pastel de frutas de Carla que pronto estaría listo. Esa era la estrategia gastada que usaba cuando no se sentía cómodo ahí, Armin ya se la sabía. Nadie lo molestaría y cuando estuviera listo saldría como si nada hubiera sucedido.

Caminó detrás de él y en cuanto entró a la cocina cerró la puerta de madera. Eren frente al horno con la mirada perdida en algún punto de éste. El rubio suspiró apretando los puños, tomando el valor suficiente para acercarse. Se colocó a su lado, lo observó de reojo. Su semblante había cambiado por completo; ahora lucía triste y enojado, tenía el ceño fruncido y su labio le temblaba ligeramente.

¿Qué hago, Armin? —Creyendo que iba a ser el primero en hablar, se sobresaltó, Eren podía ser en ocasiones testarudo y no decir nada más que tonterías insensibles y pretendiendo que todo está bien. Entreabrió los labios apunto de decir algo, pero Eren continuó— Todo lo que quería era estar con ella. Vaya estúpido, siempre pensé que la tenía segura. Supongo que ella no iba a seguirme como lo hizo cuando tenía quince años. Mikasa cambió, era obvio.

Armin sabe que la vida no es cuento de hadas, nada es fácil y muchas veces por malas decisiones la vida se complica. Este era uno de esos momentos donde le debía decir que encontraría a alguien mejor, que ella no lo merecía y que existían muchas chicas; sin embargo al pensar en Annie y que eso pudiera ocurrir le ardía la sangre. Sabía que Eren era muy diferente a él, que tal vez su idea era demasiado estúpida, pero conociéndolo bien él jamás se daba por vencido. Es por eso que decidió arriesgarse a esa descabellada idea.— Ve a Japón. —Eren lo miró sorprendido, pero Armin prosiguió— Sé que tal vez no puedas cambiar nada, pero no perderás en intentarlo. Si aún la quieres, entonces yo iré contigo. No importa si fallas, no puedes dejarla ir sin luchar. —Armin le regresó la mirada, sombrío y con el ceño más fruncido que el mismo Eren— Tú siempre dices que debemos luchar, entonces ahora pruébalo. Mikasa aún no está casada.

Esperando una explosión de parte de él, recibió tan sólo un silencio. Eren se colocó de cuclillas, abriendo el horno y dejando que el olor del pastel de frutas invadiera la cocina. Tomó un guante y sacó con cuidado de quemarse el pastel, dejándolo de inmediato sobre una pequeña mesa de madera. Sabía que Armin tenía razón, además de que sería estúpido no seguir sus propios principios. El dilema era difícil y no estaba seguro de qué sería lo correcto, en el fondo sabía que la amaba, pero eso no lo detuvo en felicitarla. No dejaba de ser un estúpido, de contradecirse y de quedarse ahí sin hacer nada. Se cubrió el puente de la nariz con su muñeca.— En aquel momento pensé que la había perdido para siempre. —Eren cerró momentáneamente los ojos— Al final siempre quiero ir en contra de la gravedad. —Sonrió de lado, acercándose a su amigo y colocando su mano en su hombro.— Bien, iremos a Japón…. Pero, ¿Annie?

Una sonrisa de oreja a oreja apareció en el rostro del rubio. Cerró ambos puños y asintió frenéticamente. De nuevo, su amigo no lo había defraudado.— ¡Está bien, no te preocupes! Ella hará su especialidad en Japón, aunque no será en Tokio, gracias a los trenes podré verla. Encontré buenos departamentos, en especial uno que es enorme y económico. —Se cruzó de brazos, orgulloso de su hallazgo— Todo sigue en pie, no habrá ningún error, de eso ya sabes que me encargo yo.

Eren negó con la cabeza, riendo por debajo— Pero si estarás loco. Bien, confió en ti. Japón nos espera en un par de meses. —Tomó con ambas manos el pastel y dio unos cuantos pasos en dirección a la puerta— Ahora vamos, nos han de estar esperando. —Armin asintió y se adelantó para abrirle la puerta. Eren sabía que era muy riesgoso lo que haría, además de que no quería hacerle daño a Mikasa. Pero él siempre persiguió sus sueños, jamás se rindió. Así como trabajó para tener su primer coche, o estudió para entrar a la universidad. ¿Qué tenía de diferente Mikasa con esos sueños? Ellos no le brindaban el calor que ella lo hacía; Mikasa valía más que todo junto. Tan sólo un poco más se aferraría a ella hasta que no existiera nada de esperanza.


Hace tiempo quería escribir un long-fic de Jean y Mikasa, uno más maduro y que no incluyera nada de la escuela. Sin embargo terminé con ErenxMikasa, no hay muchos fanfics de ellos y me animé a hacer otro. Aunque en un principio iba a ser un one-shot, será un long-fic. Bien, tanto ver a él no le gustas tanto, Nana y leer josei me hizo querer escribir algo más realista, aunque enfocándome en los hombres. ¡Ellos también tienen corazón!

Fue raro escribir a Eren enamorado, DEMASIADO. Más porque Mikasa lo lovea mil, pero no se confundan, no significa que Mikasa nunca estuvo loca por él, después explicaré más sobre lo que le sucedió a ella en Japón, su relación con Eren y más importante, con Jean. Sí, también habrá JeanxMikasa. Además de otras parejitas, un ejemplo es AnniexArmin. Eren salió un poco -mucho- Occ aquí, pero bueno, tampoco podía hacerlo como en Shingeki pues sus experiencias son diferentes a las que ha tenido en el manga. Además es un joven, ¡Hormonas, señores! Siendo sincera me cansé de que Mikasa siempre sea la que lo siga y pretenda, ahora se cambiaron los papeles. ¡Toma eso Jaeger!

Desde ahora aclaro, no es precisamente un fic de ErenxMikasa al 100%, en realidad no sé con quién se quedará cada quien. Al menos al final puede que cambien las cosas.

Perdón si hay errores de ortografía, o algo por el estilo. Los capítulos irán siendo más largos.

Espero que les agrade, cualquier duda, crítica, etc, dejen sus reviews, me ayudan demasiado para mejorar D: Creo que es todo por ahora, espero que no se me pase nada.