-Chico, ¿Donde vamos? -preguntó Plagg escondido en el bolsillo de camisa, mientras merodeaba por Londres -¿Por queso? Me estoy muriendo de hambre.

-¡Hace poco comiste! -refutó-Vamos a la farmacia. Voy a comprar medicina.

-¿Te sientes enfermo? -cuestionó.

-No es para mi-repuso-Es para Marinette.

Plagg se impresionó por la mención de ese nombre.

-¿No puede comprarlo por si misma? ¿En París no hay farmacias?

-No es eso, Marinette me lo pidió expresamente-dijo-Hasta me dio la receta medica-mostrándosela.

Plagg estaba anonadado.

-¿Te dio la receta medica? ¿Eso no es extraño?

-Si fue un poco raro -replicó- Pero no tengo ningún problema en comprarle la medicina -sonriendo de forma amable.

Mientras seguía caminando hacia la farmacia más cercana.

-¿No pensaste que pudo haberse equivocado y darte el papel incorrecto?

-¿Por que piensas eso?

-Te dio una receta medica, sabiendo que irías a otro país.

-¿Y que otra cosa pudo querer darme? -cuestionó.

-¿Quizás, una carta de amor? -sugiriendo lo mas obvio.

-¿¡Marinette!?- mencionó sorprendido-Solo somos amigos.

Al decir eso, entró a la farmacia y Plagg calló, mientras le entregaba la receta a la farmacéutica, esperando por la medicina.

-Aun sigo sugiriendo que la chica quiso entregarte una carta de amor -mencionó su Kwami al salir del negocio.

Adrien negó con la cabeza ante los desvaríos de Plagg.

-De seguro, la chica iba a darte una carta de amor, quería confesarte tus sentimientos.

-¡Para, Plagg! Estas equivocado-dijo.

El Kwami hizo una expresión molesta, mucho mas cuando cambio de tema, negándose a ver lo mas obvio.

- Espero que Marinette este muy contenta-comentó teniendo en su poder la bolsa con los medicamentos-Estoy feliz de poder ayudarla- Ya queriendo dárselo.

Plagg solo pensaba que deberían haber medicinas contra la necedad.