Disclaimer:Ansatsu Kyoushitsu / Assassination Classroom es propiedad de Matsui Yuusei.
Memories of a bunny
Capítulo 1
¿Me sacaran de aquí algún día?
No es por nada, pero es que me estoy cansando de esta vida.
Y sé que no tengo derecho a decir nada, que hay animales que han pasado más tiempo que yo aquí, que hay algunos que incluso han muerto aquí, pero es que me aburro. Me aburro mucho.
La vida de un conejo no es que sea muy entretenida. Mucho menos si vives dentro de una tienda de animales.
Básicamente un día nací. Sé que tuve diez o quince hermanos, de los cuales mi madre se comió a algunos por puro estrés, y que no llegué a conocer bien porque me separaron de ellos. De todas manera no me entristece porque los muy desgraciados me daban patadas mientras dormía y no había espacio suficiente en la madriguera. Tal vez por eso un día, sin comerlo ni beberlo, cuando desperté estaba aquí. En una tienda de animales ordinaria, llena de bichos, humanos que te miran con ojos de adoración y un montón de seres más de tu especie en la misma jaula con la que tienes que compartir cama, comida y espacio personal.
Y no me quejo de donde vivo ni mucho menos, esta tienda de animales y esta jaula enorme con un montón de los de mi especie me sigue pareciendo más acogedor y cómodo que la estrecha madriguera en la que nací y que tuve que compartir con una madre estresada y unos catorce hermanos pesados que no me dejaban comer.
De lo que me quejo es que es muy aburrido vivir aquí. Muy aburrido, muchísimo. Tanto que a veces se me pasa por la cabeza atacar a alguno de la jaula y establecer mi supremacía como el macho dominante solo para entretenerme un rato, pero no lo hago porque el verdadero macho dominante me da miedo. Algún día puede que lo haga, seguro, con tanto aburrimiento a lo mejor acabo haciendo alguna locura, como dejar de comerme mis propias heces, por ejemplo.
Pero siempre es la misma rutina estúpida.
Me duermo, me despierto porque algún subnormal me da una patada, me vuelvo a dormir, me vuelvo a despertar porque algún crío o algún humano del demonio está golpeando los cristales de nuestro "hogar", duermo de nuevo, me despierto porque tengo hambre, me levanto sobre mis cuatro patas para ir hasta el cuenco de comida, me peleo con los tres o cuatro estúpidos que hay allí comiendo sin parar, me resigno porque no me dejan comer, me como la estúpida comida procesada que los humanos nos han tirado y está repartidas en el suelo de la jaula, me quedo con hambre, bebo agua para saciar ese hambre, me voy hasta la esquina de la jaula y me vuelvo a dormir.
Ya está.
Esa es mi vida. Esa es la vida de un conejo en una tienda de animales.
Y es una mierda. Directamente. Es aburrida, estúpida, sin sentido, llena de peleas, incertidumbre y tensión por la supremacía de la jaula.
Supremacía que no sirve de nada, porque la única hembra de la jaula que hay aquí es una estrecha y se pone a bufar a la primera de cambio. Pues algún día sabrá lo que se ha perdido de este cuerpo serrano y este pelaje blanco, so tonta, desgraciada. Ella y los demás que viven aquí conmigo, les odio a todos, como a mis hermanos, a mi madre y sobretodo a los humanos que nos pusieron aquí.
Pero no es como si pudiera hacer nada. Soy un conejo normalito, con las orejas puntiagudas, de color blanco, los ojos negros y la nariz rosada. Muchos me dicen que soy mono y adorable, pero nunca me llevan a su casa. Muchos humanos se paran a mirarme, a apreciarme, pero nunca me llevan con ellos, nunca me adoptan, nunca me quieren. Están más ocupados mirando el precio que tengo, o lo adorable que es mi compañero que les hace gracias y carantoñas a través del cristal y se decepcionan al ver que yo no les hago caso, que solo me doy la vuelta, que sigo comiendo y que voy a mi bola.
¿Qué esperan que haga? Vivo en una jaula por el amor de dios, no voy a estar feliz y contento. Tampoco voy a estar dando saltos. Simplemente estoy disgustado, cansado, asustado por la gran cantidad de ruido que hay a veces en esta tienda y deseoso de salir de esta jaula tan angustiosa.
Pero es la vida que me ha tocado y punto. Solo me queda esperar a que algún humano quiera comprarme y resignarme a vivir con él, es todo.
Y eso es justo lo que estaba pensando cuando llegaron esos dos.
—¡Mira! ¡Mira este! ¡Es igual!
Tanto yo como los otros dos conejos pesados que estaban comiendo a mi lado levantamos la cabeza al escuchar esas voces.
Más humanos. Genial, ya no se puede comer tranquilo.
Al parecer son dos jóvenes. Y estaban justo delante de la jaula mirándonos con sus ojos acusadores y sus caras de tontos. Era obvio que planeaban comprar a alguno de nosotros y largarse, y ya sé que no me van a coger a mí. Probablemente cogerán el primer compañero estúpido que haga algún truco y se gane su corazón, y no yo, que solo estoy aquí comiendo y siendo lo equivalente en cuanto a movilidad a una piedra.
No tengo que perder el tiempo con esto, así que simplemente me doy la vuelta, les enseño mis partes traseras esperando que se sientan ofendidos, y me voy a la otra esquina de la jaula para apoyarme en el cristal y dormir dándoles la espalda.
Siempre empleo esta táctica cuando viene algún humano pensando en adoptarnos a alguno de nosotros, y siempre funciona. Yo me quedo durmiendo en la esquina mientras que mis compañeros se pelean por ser el elegido, al final se llevan a uno y los demás se entristecen e intentan rellenar ese hueco emocional con comida. Que tontería, a mí me da lo mismo, cómo sé que no me van a escoger prefiero echarme una siesta, que es más digno y productivo que intentar conquistar a unos simples humanos con mi cara bonita. Yo ya sé que soy hermoso, por favor.
Aunque me sorprendí al saber que los dos jóvenes también se habían percatado de mi hermosura.
—¿Ese? ¿A cuál estás señalando? ¡Hay muchos!
—¡A ese! ¡Ese! ¡El que se ha dado la vuelta y ahora está durmiendo apoyado en el cristal! ¡Mírale!
Algunos de mis compañeros me miraron de reojo y yo me dí la vuelta con toda la dignidad que pude. Si esos humanos querían verme lo harían bien, digo yo.
—¡Ostris! ¡Tienes razón! ¡Es perfecto!
Sí, lo sé. Sé que soy perfecto, no tenéis que decírmelo ¿Has oído maldita coneja refinada que no quiere procrear? Soy perfecto, no cómo tú, que no ha querido nada conmigo, piojosa, pordiosera. Pero dejando de lado esto y mi rencor causado por el rechazo de la única coneja que hay en este sitio, soy genial y lo sé.
—¿A que sí? ¡Dará el pego seguro! ¡Akabane tenemos que comprarlo!
—Vale Sakakibara! ¡Ya me he enterado! ¡No me cojas del brazo! ¡Oye...
De la nada el humano pelirrojo, que parecía demasiado nervioso y acelerado para su edad, había sido arrastrado por el brazo del otro para ser llevado hasta la caja y hablar con el dependiente de la tienda de animales. Y yo no sé si había oído bien, pero... ¿Van a comprarme?
Oh dios mío, esto es un milagro, algo que nunca pensé que ocurriría. Van a comprarme ¡Van a comprarme! Voy a salir de este sitio inmundo lleno de bichos y conejos estúpidos y peleones. Exacto, que os den a todos, os odio, me voy a largar de aquí con honores, hijos de mala coneja.
Esos dos humanos son mis salvadores, los amo, los quiero, los idolatro, no debería haberles enseñado el culo para burlarme antes de ellos, pero da lo mismo porque aún así me van a sacar de aquí.
Antes de darme cuenta esos dos se habían vuelto a acercar a la jaula junto con el dependiente, y esta vez yo solo podía mirarles con admiración y amor infinitos.
El primero era pelirrojo, con los ojos de color amarillo y al parecer se llama Akabane, si es que el otro chico había dicho bien su nombre cuando le había arrastrado antes. Lo jodido es que sus ojos me recuerdan al tono amarillo de las plumas de un canario que una vez estuvo delante de nuestra jaula y que a veces nos despertaba con sus berridos el muy desgraciado. Por otra parte el segundo era moreno, con los ojos marrones, una parte de la cabeza rapada y parece llamarse Sakakibara. Y aunque yo no soy nadie para juzgar las modas y el aspecto de los humanos, como se les ocurra raparme me escapo o me suicido, puedo hacerlo y sé cómo. Pero me da la impresión de que esos dos no eran muy listos, o quién sabe, a primera vista eran aceptables, pero parecían muy nerviosos. Estaban sudando, mirándome con desesperación y un aire de culpabilidad a su alrededor. Parecía que habían hecho algo malo, y aunque les agradeciera el que me estuvieran sacando de allí, a la vez me estaba dando muy mala espina.
—Ese, queremos ese.- Dijo el moreno señalándome.
—De acuerdo, de acuerdo. No estés tan nerviosos chico, no es como si hubiera sido tu culpa.— Contestó el dependiente mirando al niño e ignorando su petición de cogerme a mí.
—No, no ha sido mi culpa. Ha sido suya.— Reclamó él señalando al pelirrojo.
—No me señales, yo pensaba que era una buena idea.— Exclamó él con una expresión enfadada.
—¿Buena idea? ¡¿Desde cuando es una buena idea coger el conejo de otra persona y darle wasabi de comer?!— Empezó a gritar el moreno.
—El wasabi está bueno y el conejo no se quejó, yo pensaba que le estaba gustando.— Dijo Akabane con exasperación.
—¡Pues mira, sí! ¡Al conejo de Gakushuu le ha gustado tanto tu wasabi que se ha muerto!— Le siguió gritando Sakakibara.— ¡Se ha muerto tío! ¡Que has matado a un conejo!
—¡Lo sé! ¡Lo sé! ¡No me lo tienes que decir! ¡Sé que he matado a la mascota de Asano! ¿Vale? ¡Por eso estoy aquí! ¡Para arreglarlo!
—Venga, tranquilizaos los dos, no pasa nada.— Intervino el dependiente.— Simplemente comprad este conejo y explicadle la situación a vuestro amigo ¿Vale?
Los dos se callaron y miraron hacia otro lado. El pelirrojo pareció murmurar un "No es mi amigo", pero se calló ante la mirada del otro.
A decir verdad me importa un pimiento lo que estos dos hubieran hecho antes de venir aquí y comprarme. Que si han matado a un conejo o a otro, me da lo mismo, por mí como si me quieren cocinar, pero con tal de salir de aquí, lo que sea. Y al parecer los dos estaban tan desesperados por encontrar un conejo que se pareciera tanto al de su amigo, que no tardaron en suplicarle al vendedor para que me cogiera y me metiera en una pequeña caja lo más pronto posible.
Si se miraba desde un punto de vista, no era más que un suplente para ellos.
Habían matado a un conejo que no era suyo, y como no querían enfrentarse a la ira del dueño y yo era el que más se parecía al fallecido, me estaban adoptando.
Pero daba igual, porque al fin saldría de esta tienda asquerosa que llevo odiando desde siempre.
Así que no me quejé mucho cuando el vendedor me cogió entre sus manos, las cuales estaban sucias y llenas de sudor, manchando mi pelaje blanco y mi hermosura, y dejé que me llevara a donde me tuviera que llevar.
Ni siquiera le eché un último vistazo a la jaula donde estaban mis compañeros, que se pudran, no quiero nada de ellos. Su presencia me reconfortaba a veces, pero eran muy pesados y era obvio que algún día seguiríamos caminos distintos.
Lo último de lo que fui consciente fue del como me metieron dentro de una caja oscura y cerraron la tapa mientras que los dos chicos pagaban por mí.
Después de eso me dormí, preguntándome lo que me deparaba en el futuro.
Holi ~
...
...
No tengo explicación ni excusa para esto, lo siento.
No, enserio. Creo que mi headcanon de que Asano tiene un conejo ha ido demasiado lejos. Pero mirad, me aburría y necesitaba escribir algo chorra, es así de simple (?) La mayoría de fics que estoy escrbiendo (que estoy en ello como puedo, os lo juro) tienen todos feels, cosas bonitas o sensaciones que describir y evocar. Y a veces cuando necesito un respiro de eso, hago cosas chorras y sin sentido. Como esta, por ejemplo.
Y sí. Es un fic contado desde el punto de vista de un conejo. Un conejo maleducado y con mala hostia, pero un conejo. Si alguien se lo pregunta, este fic estaría de alguna u otra forma enlazado con "My rabbit only loves me in rainy days", otro fic chorra que hice en su día, y por tanto será un Asano x Karma, claramente (no sé lo que esperáis de mí, la verdad). A parte de eso, la idea para este fic también me vino del que he nombrado, ya que mucha gente me preguntó "¿Cómo demonios mató Karma al conejo de Asano?" "¿Por qué Ren lo sabía?" "¿Cómo es que reemplazaron al conejo sin que el otro se diera cuenta?". Bueno, pues aquí están las respuestas, supongo, pero contado por el conejo. Me aseguraré de que no sea tan extraño, pero siendo un fic que hago para reírme, no sé que asegurar (?)
A parte de que no sé qué explicar muy bien sobre el conejito, creo que se deduce que el pobre vive angustiado en la tienda de animales, supongo que si yo estuviera en su lugar no me gustaría... La mayoría de sus pensamientos son como yo interpreto lo que pensaría si fuera un conejo, me enfadaría mucho si estuviera encerrada con un montón de gente mirándome en una jaula... Ay. También creo que hay un poco de OOC, pero he supuesto que Ren caería un poco en pánico al ver que Karma había matado al conejo de su amigo, y Karma... Bueno, ahí está. En realidad no sé si un conejo puede morir al comer wasabi, pero lo he dejado en que fue una intoxicación o que al pobre animalito le sentó mal, no puedo hacer que Karma lo mate cruelmente, me dolería mucho incluso pensarlo, así que esa manera me pareció más... ¿Apropiada?
Y bueno... No sé que más decir, porque esto es realmente raro. Así que con que alguien lo haya leído y al menos se haya reído, me conformo, la verdad.
Nos vemos (~*-*)~ ~(*-*~)
