Dash miraba con aburrimiento la ventana del auto mientras el paisaje avanzaba lentamente en un silencio incomodo, haciéndolo suspirar frustrado.
Miro de reojo a su padre, el hombre de cabellos rubios, miraba con una expresión con una mezcla entre seriedad y enojo, con el entrecejo pronunciadamente, con la vista clavada en el camino, Bob Parr media lo suficiente para intimidar a hombre mas grande que el promedio, tenía que encorvarse un poco para caber en el auto que era lo suficiente para personas de estatura promedio, Dash recordaba haberlo escuchado anteriormente quejándose sobre la incomodidad que daba auto ya de unos años de antigüedad.
Dash se removía incomodo en su asiento, ese día termino de la peor forma posible, bueno, no era de la peor forma, pero si entraba en unos de esos días en los cuales uno quería irse a dormir para tratar de olvidar todo lo malo que conllevo en su transcurso.
Bob estaba molesto e irritado, hace no mas de dos horas estaba en su trabajo, concentrándose lo mas que podía en el papeleo y las personas que venían para pedir dinero del seguro, repentinamente se escucho el tono de llamada en su teléfono, con rapidez lo atendió, podía ser su jefe, pensó antes de oír la voz del director y supo que lo que diría lo haría salir de la oficina, con la escusa de tener asuntos familiares, en parte era cierto, pero tal vez diría que su hermana había caído enferma y tenía que ayudarla, fue una buena escusa pero no podía usarlo frecuentemente, su jefe ya lo tenía marcado, no hacía falta decirlo, lo podía ver desde su oficina detrás de su escritorio, lo miraba como si estuviese ante alguien a quien le hubiese visto robando –eso si bajaba la cabeza lo suficiente—aquel pensamiento casi lo hizo reír internamente, pero la atmosfera pesada se lo impedía.
Y Dash lo podía sentir, sabía que le había arruinado el día a su papá.
-Oye yo-intento buscar las palabras exactas, su padre en esos momentos estaba tenso, más de lo que normalmente estaba, una palabra mal dada y podía estallar en una explosión de gritos y regaños-Lo siento-
-Es la tercera vez que nos llaman Dash-le recordó con calma, una que a Dash no le agradaba, era como el humo que salía de un volcán antes de liberar una bruma de vapor y cenizas-Debes parar, no tengo tiempo-y soltó un suspiro que tranquilizo mas a Dash de lo que lo tranquilizaba a él.
-Lo siento-repitió con desanimo.
Esa mañana empezó normal, Dash había llegado un par de horas antes en la escuela, siempre a causa del exhaustivo trabajo de su padre, recordó llegar en silencio y empezar a jugar con su nds, algunos chicos dijeron que era aburrido, Dash lo encontró lo suficientemente entretenido para despejar su mente, bueno, tenía ocho años, era normal ser infantil a su edad, para su padre él era claramente la viva imagen de aquello, no podía negarlo, ese día fue particularmente aburrido, con la profesora de turno hablando sobre no se acordaba que de química, era una maestra de la edad de su padre, solía ponerse ese extraño polvo que decía pintar su piel de un color mas bronceado, Dash no entendía para nada la afición de las mujeres con el bronceado, o el cuidado de su pelo con tantos líquidos para rejuvenecer la piel y tratamientos y tantas mas cosas que Dash no entendía.
Son cosas de mujeres, le había dicho su padre una noche que se quedaron viendo una película en la cocina/comedor de su departamento.
Una sonrisita traviesa nació en sus labios cuando se le ocurrió sin más llenar de polvo pica-pica el estuche lleno de aquel polvo, cuando la maestra se distrajo explicando los elementos, Dash aprovecho a correr lo más rápido que pudo, revolviendo el polvo con el que ya estaba dentro, solo basto que la profesora fuese al baño un momento para que luego de casi media hora anunciarían por medio de otro maestro que las clases tendrían que suspenderse.
Pero ese día no termino para Dash, unos minutos después Dash fue llamado por el vicedirector mientras estaba jugando en una banca con su Nds, los demás niños lo miraron como si se hubiese metido en problemas.
Y lo hizo, cuando entro al despacho del directo lo esperaba su maestra con la cara pintada entre blanco y marrón y rojo furia, las venas de su cuello saltaron como una advertencia y su mirada era augurio de cosas malas, lo apunto y lo acuso, pero de nuevo no tuvieron pruebas suficientes, la maestra aun así lo apuntaba como el culpable, mirándolo como si fuese un ladrón que sabía que no tenía pruebas para encarcelarlo mientras se reía en su cara, la mujer prácticamente echaba espuma por la boca y las venas parecían agrandarse aun mas hasta que quisieran explotar, el director intentaba calmarla, ya harto de que la profesora le tuviese tanta manía al chico, parecía estar en guerra con el pequeño rubio, pero ni el mejor calmante o chiste habrían hecho tanto efecto como la aparición de su padre, rápidamente la profesora se puso de un color pálido extinguiendo el rojo rabia y de un segundo a otro, mostro toda su dentadura hacia mi padre con una saludo suave.
Dash pudo considerarse a salvo –no a gusto con el ambiente, pero si a salvo—pero todo termino al ver la mirada reprochadora de su padre, sintió el peso de esa mirada como si le hubiesen puesto bloques de cemento en los pies y solo pudo atinar a mostrar una sonrisa nerviosa, al final Dash salió del despacho del director sin un castigo encima suyo y la promesa de la profesora de no estar tan paranoica con él, Dash estaba seguro que aquellas palabras se cumplirían tan bien como la suya de no quedarse despierto hasta tarde.
Y ahora estaban allí en un silencio que incomodaba de sobremanera a Dash
-Debes parar de hacer eso Dash-le dijo Bob mientras llegaban al departamento-a este paso no solo te descubrirán, te saldrás de control y alguien podría verte o harás daño a los demás-le recordó, como siempre lo hacía cuando lo mandaban a la oficina del director-Estarás castigado, sin tele, música, ni videojuegos ni parque por una semana-dictamino con seriedad.
Dash suspiro, sería una semana muy aburrida.
El auto se detenía lentamente hasta quedar estacionado en frente de la calle de un edificio, el departamento frente a ellos se alzaba como un edificio de color blanco con ventanas transparentes de diez pisos con azotea, entraron por una puerta doble de vidrio, al entrar lo esperaba un hombre vestido con un uniforme de color rojo leyendo un periódico detrás de una barra era el portero, dos sofás grandes que eran separados por una maceta en los que Dash recordaba haber leído infinidad de comics cuando su padre tenía que limpiar su habitación, una escaleras que iban hacia arriba y otras dos puerta, Dash miro al hombre unos segundos, no importaba cuanto tiempo pase, lo único que podía recordar era su nombre, era una persona amable, solía seguirle el juego a Dash cada vez que no tenía con quien jugar lo que era bastante, Dash no se acordaba cuando fue la primera vez que lo vio, solo sabía que había estado tanto tiempo como sus vecinos.
Bob en cambio lo recordaba perfectamente, aun podía sentir el cansancio y la falta de fuerza la primera vez que vino a ese lugar, recordaba el llanto de su hijo moviéndolo como si fuese el motor que podía en marcha su corazón, motivándolo a cesarlo, recordó haber llegado con dos grandes maletas y los nervios a flor de piel condimentado con el miedo a un futuro incierto sobre ellos, pese a todo Bob Parr mantenía la calma en cualquier situación–Ok, tal vez no todas, un 70% de las veces al menos— con la noche sobre ellos pidiendo por una habitación, dentro de tres meses serian ya diez años de eso.
-Hola Frank-dijo Bob formalmente recibiendo un asentimiento de cabeza de parte del hombre.
Y con eso dicho subió las escaleras hasta el tercer piso, su hijo lo seguía de cerca con su mochila colgada en su espalda y la mirada baja, desmotivado, era algo que nunca quería ver en el rostro de su hijo, pero debía de entender que aquello estaba mal, siguieron en silencio, para Dash llegar a casa era algo para estar contento luego de un día pesado de escuela, pero no hoy.
Subieron tres pisos hasta que entraron a un pasillo, que conectaba varias habitación, cuatro en total, se dirigieron tranquilamente hacia la habitación con el numero "23", con impaciencia el rubio mayor saco un juego de llaves y separo una con un papel pegado en la palma con el mismo número que la puerta, al abrirla Dash paso como un borrón hasta su habitación, Bob en cambio suspiro cansado dejando su portafolio cerca de la canasta de ropa sucia, se sentó en el sofá dejando que todo su peso se hundiera en el sofá, otro día pesado terminaba y el siguiente estaba a la vuelta de la esquina, el teléfono de la casa repentinamente, estaba en un mueble a un lado del sofá, Bob dejo que sonase unos segundos antes de responder.
-¿Hola?-
-¡Bob! ¡¿Cómo estas amigo?!-pregunto una voz muy bien conocida para el antes Mr. Increíble, era una voz que le traía tantos recuerdos buenos de días pasados cada vez que lo oía, no importaba cuanto oiga esa voz ni que tanto deje de oirla, una voz que nunca olvidaría
-¡Hola Lucius!-pregunto con ánimo-¡¿Qué has estado haciendo?!-
-Nada interesante, pero-de repente Lucius dejo a hablar, se encontraba pensativo en la otra línea dejando con duda a su amigo, no era raro que Lucius llame a su casa o de plano la visite, para Bob Lucius siempre sería bienvenido en casa-Quiero saber…¿No quieres recordar los viejos tiempos?-
-¿Viejos tiempos?-
-Si…sabes tengo una radio conectado a la señal de las estaciones de policías….podríamos hacer un poco de patrulla, ya sabes como en los viejos tiempos-propuso Lucius.
Bob iba a rechazar la oferta de su amigo al pensar en su hijo, no podía preocuparlo, no podía dejar que algo le pasase, no podía dejarlo solo, pero de repente sintió un hormigueo en sus hombros al imaginarse de nuevo en acción, con el peligro latente detrás suyo, con la adrenalina corriendo por sus venas, por su regocijo cuando salvaba persona de los malos, cuando se sentía necesitado para todos.
-¿Cuando?-No podía ser tan malo, solo era una noche, una noche en las cual rememoraría hazañas con su amigo, ¿Qué podía salir mal?
Dash se quedo contemplando el paisaje desde la ventana de su habitación, daba directamente a un parque cerca de su departamento, veía a los demás niños jugar, libres, sin problemas, sin secretos ni nada que lo hiciesen destacar, su papá siempre decía que cada persona era especial porque ellos podían convertirse en personas increíbles, que ellos tenían algo que los hacia increíbles.
-¿Por qué tenemos que esconder lo que nos hace especial?-pero la conversación había terminado con un "porque no podemos exponernos".
Y eso era algo que no entendía, su padre un día le dijo que los super tenían prohibido, le había contado sobre un estúpido problema que hubo hace años, cuando su padre aun era ejercía la vocación de héroe, pero no cualquier héroe, el era el mejor de todos, con una fuerza insuperable y una valentía y audacia sin igual, pero una noche de vigía le conto, que había saldado a un hombre de un suicidio y había detenido a un ladrón francés que parecía la copia exacta de un mimo, solo que este al contrario que un verdadero mimo no paraba de hablar, cuando hablaba de sus días pasados la voz de su padre parecía recobrar animo, energía, a diferencia de la última semana, de la cual se notaba mas decaído y nervioso.
Le había dicho que una vez salvando a un suicida este le había demandado, la cara de asombro de Dash se había convertido en una confusión, ¿Su padre había hecho mal al salvarlo?, no lo creía, mientras más pensaba en ellos más cosas lo confundían ¿No debería de estar agradecido?, ¿No debió de ser esa una señal de replantearse las decisiones de su vida?
-Es complicado-le había dicho, pero aunque Dash deseaba hablar más sobre aquella noche, pero solo sabía que todo ellos desemboco en una serie de demandas que se juntaron con los ciudadanos que salvo de un tren fuera de control, sentía un poco de pena por su padre, se esforzó bastante para que un montón de gente tonta que no sabía apreciar lo que él hacia lo eche a perder, desde entonces entendía que hablar sobre aquello era muy difícil.
Sin más Dash decidió jugar con su videojuego mientras esperaba la hora de salir a realizar las compras, su padre siempre se olvidaba y tenía que hacerlo a última hora antes que el sol se pusiera al otro lado del mundo.
Helen miro a su hija ambas sentadas en la banca de un parque.
Esa mañana había transcurrido de manera normal, había entrado a su trabajo como secretaria de una corporación de bienes, hasta que finalmente llego la hora de buscar a su hija a la escuela.
Ella estaba sentada a un lados de las escaleras que conducían a la entrada de la escuela mirando su libro de aventuras que ella le había comprado hace tiempo, se tomo unos segundos en admirarla, mientras los demás niños jugaban en el patio de la escuela su pequeña simplemente, Helen recordaba vagamente su conversación con la coordinadora escolar.
-Violet no se relacionaba para nada con sus demás compañeros-le dijo una vez entrando a su oficina, la mujer frente a ella tenía una camisa morada pegada a su cuerpo y unos pantalones beige.
Había venido un día que fue llamada a su oficina, luego de pedir permiso, salió con la idea en mente de que algo le había pasado a su hija, ese temor la hizo desviarse tantas calles como pudo casi atropellando a quien sea el desafortunado que estuviese en su camino, el auto tuvo suerte de no chocar, era la primera vez que llamaban desde la escuela para hablar de su hija y la idea de que ella se metiera en problemas era inconcebible para ella, Violet era demasiado mansa para causar un problema, pero la probabilidad de que alguien la haya lastima era demasiado palpable para ella.
Pero en cambio se encontró con lo que le había dicho la coordinadora.
Y era cierto, su hija podía llegar a ser demasiado tímida para su bien.
Eso le dio la idea de que tal vez su hija tenía que relacionarse mejor con los demás niños.
-Violet mira, ¿No quieres jugar a los columpios?-dijo señalando los columpios, uno de los asientos estaban libres, los otros dos estaban siendo usados por niños los cuales reían y se columpiaban lo más alto que podían.
Violet lo miro, cuando lo hizo sus ojos brillaron y una sombra de sonrisa creció en su rostro –Por lo menos el lado que no tenia totalmente tapado sus cabello negro— Helen tenia la esperanza de que pudiera relacionarse mejor con los niños en el parque, recordaba con cierta nostalgia que a Violet le gustaba cuando era más pequeña le gustaba estar en el parque, siempre le pedía visitar un pequeño parque que estaba cerca de su casa, su columpio era su favorito, siempre era lo primero y lo último en el que estaba y ella era la responsable de hacerla subir a lo alto.
Por lo menos antes de que súbitamente decidiera distanciarse.
Ahora su hija pasaba casi todo el día en su habitación dibujando y escribiendo y luego de esa conversación Helen se empezaba a preocupar.
Violet miro detenidamente el columpio estuvo a solo dos segundos de irse directo y jugar con él, hasta que vio los demás niños y desistió de esa idea rápidamente.
Y es que, los niños podían ser crueles.
Violet recordaba sus primeros días en la primaria, los demás niños la molestaban bastante por su cabello largo, piel pálida y actitud tímida, recordaba que la tacharon de rara por sus gustos, recordaba los empujones y los jalones de pelo, eso termino por apartarla en una pequeña esquina apartada de todos, viendo como todos los demás conversaban con sus amigos, invitaban a cumpleaños y compartían juegos o gustos.
Ella en cambio se entretenía sola pintando todo lo que podía imaginar, a veces paisajes, a veces cuentos, a veces situaciones y otras veces personas
-No-murmuro suavemente bajando la cabeza.
Helen la miro preocupada, aquello era una de las pocas veces que rechazaba su propuesta, pero Helen nunca fue alguien que se rindiera a la primera.
-Vamos Violet, ¿No quieres que te empuje como lo hacíamos cuando estábamos en el parque cerca de casa?-
Pero Violet negó con la cabeza, de verdad no le gustaba exponerse mucho a los demás niños, ni tampoco a sus burlas, ella tenía esa habilidad, a parte de sus poderes, ella tenia la habilidad de volverse invisibles para los demás y pensó que era mejor a ser blanco de burlas, aunque resultase muy solitario.
Helen suspiro cansada, notaba como lentamente su hija se retraía de los demás, las cenas en su casa antes animadas ahora solo se dedicaba guardar silencio y asentir a las preguntas de su madre y contestar otras ocasionalmente.
Todo sería más fácil si Simón estuviese con ellos.
Un dolor apretó su corazón con violencia, aguanto las ganas de llorar y su voz tembló en un quejido repentinamente.
Violet escucho algo a su lado, su madre tenía la mano cubriendo su rostro y apretando suavemente sus ojos
-¿Mamá?-llamo su atención, preocupada, su madre no era de las personas que se rompían con facilidad, ella era fuerte y determinada.
Helen miro a su hija con los ojos brillante como si dos lucecitas se hubiesen prendido desde dentro, aun así Helen negó con la cabeza ya sabiendo lo que pensaba su hija.
-No es nada cielo, nada más me recordé algo triste-
-Es papá-pregunto con inocencia, Violet de tener más edad se taparía la boca y trataría de cambiar de tema rápidamente, pero a su edad no sabría que tanto podía afectar esas palabras que salieron sin ninguna mala intención.
-No, son solo cosas tristes-dijo negando por la cabeza por segunda vez, aunque la realidad era que cada vez que ese recuerdo pasaba por su cabeza fragmentaba por momentos su tranquila actitud.
Pero sabía que tenía que calmarse, lo último que tendría que hacer era entristecer a su hija, tenía que ser fuerte, por Violet.
Se seco lo más pronto que pudo sus ojos, aunque el rastro seguía marcado como si no pudiera borrarse.
-¿No quieres jugar a otra cosa Violet?-pregunto mirando alrededor-Ahí tienes unos sube y baja, podemos subirnos-Violet negó repetidamente con la cabeza-Vamos será divertido-
Helen camino hasta un sube y baja de color rojo que estaba acomodado junto a otro de colores verde y amarillo, Helen se subió de un lado sujetándose de la manija de hierro semi-oxidado ya por los años y el mal cuidado que radicaba.
La niña sonrió aunque fuese apenas perceptible debido a que su largo cabello le tapaba la mitad de la cara, cuando dio unos pasos lista para subirse al otro, escucho unas risas, volteo rápidamente para encontrarse con dos niños en un tobogán riendo y Violet sentía que se reían de ella por inercia, si bien era muy posible que ella no fuese la causante, ya estaba acostumbrada a eso, las bromas nunca faltaban para ella, quizás era por su actitud poco energética, por su falta de interés social o por su apariencia, pero era la que llevaba la mayoría de las bromas.
Se volvió a sentar en la banca y negó con la cabeza.
Helen vio esto y suspiro frustrada, tenía que enseñar a Violet a hacer lo que le gustaba sin tener miedo de que las personas los juzgase, pero eso no evitaba que lo intentase.
-Oh podrías trepar o ir a un tobogán o-pero no importaban lo que propusiese, Violet se negaba rotundamente, no importaba lo que Helen propusiera, Violet la renegaba como si aquellos juegos la quemasen apenas hiciese contacto con su piel.
Finalmente Helen se rindió, con un suspiro lleno de frustración se bajo del juego, se sentó a un lado de su hija, la cual miraba el suelo como si fuese la cosa más interesante en el mundo, aunque sabía que lo hacía por la pena que sentía, ella lo sabía porque era exactamente lo mismo que hacia cuando su madre la regañaba por romper algo o portarse mal, era algo que Violet saco de ella mucho de sus gestos cuando era niña.
Eso la hacia sonreír, era como una viviente del amor que hubo entre Simón y ella.
-Tenemos que irnos-dijo Violet llamando la atención de su madre-el sol ya se oculto-
Era cierto, pasaron todo lo que quedaba de la poca tarde ese día en el parque –haciendo nada— Helen se levanto pesadamente de la banca y se fue hacia el auto agarrando a su hija de la mano.
Violet miro atrás un momento, en verdad quería jugar como antes como su madre, pero aprendió a ser como una sombra en el ambiente, a ser desapercibida por todos los demás hasta que su presencia finalmente sea incapaz de ser desechada de la atención de los demás.
Cuando eso pasaba, no era algo bueno para ella, recordaba tener que tirar a la basura en más de una ocasión las bolitas de papel que caían en su cabello antes de llegar a casa, bueno, mejor dicho le lanzaban cuando pretendía ignorarlos.
El viaje en el auto pasó en silencio.
-¿Podemos llevarnos esto?-Dash alzo con entusiasmo una caja de cereal azul con el logo de un tigre de caricatura estampado en frente.
-No Dash no podemos llevarnos otro, ya llevas el cereal de chocolate y no puedes llevar los dos-sentencio Bob empujando el carrito de compras con los alimentos que servirían como cena para esa noche.
Dash refunfuño con los brazos cruzados encima de su pecho, su padre sonrió divertido para mas fastidio de su hijo, agarro de su mano la caja de cereal y la devolvió a su estante.
Bob empujo el carrito de compras, criar a su hijo no era una tara fácil, había veces en los que podía llegar a ser tan tranquilo que solo necesitaba de su consola para mantenerlo callado todo el día a no ser que tuviese alguna necesidad, otras simplemente no se quedaba quieto, no cuando empezaba a correr, siempre trataba de dejar libre a su hijo de ninguna limitación, mientras no sea visto por nadie, algunas otras jugaba bromas, tanto a compañeros como a profesores y si bien nunca pudieron atraparlo, demasiada gente ya le tenía manía a Dash, sabía que era más por el nerviosismo y la frustración de no poder sacar su potencial libremente, pero el problema no era solo la velocidad desmesurada, sino también otros factores que se manifestaron después.
El sonido seco del metal chocando contra el metal despertó a Bob de su ensueño mental, su carrito de compras choco contra el de alguien mas.
-Lo siento-dijo Bob, con prisa retrocedió el carrito.
-¿Bob?-
El rubio alto reconoció esa voz femenina tan bien como reconocería su antiguo auto aunque estuviese pintado de otro color y modificado hasta hacerlo casi irreconocible.
-¿Helen?-
-¡Bob!-Con un efusivo abrazo Helen reconoció a su antiguo compañero.
El cambio que sufrió el antes conocido Mr. Increíble fue grande, su gran tono físico se suavizo casi en su totalidad –para desgracia para el rubio-, se le notaba un poco subido de peso, su mirada cargada de valentía y determinación cambio por un semblante serio, bueno, ella no se quedaba atrás, con su cabello más corto, mirada más cansada, la sonrisa coqueta y brillante, por una mas maternal y el gusto por una vida aun más tranquila.
-¡Helen! ¡No te había visto en años!, ¿Cómo estás?-pregunto abrazando a una susodicha
-Bien, nada fuera de lo normal, ha pasado un tiempo desde que nos vimos-dijo, era cierto, unos once años más o menos, en ese tiempo donde ambos estaban de servicio, en donde los héroes podían ejercer acción en todo momento, en cualquier peligro, hace ya tanto tiempo que cuanto más pensaba menos podía creer lo mucho que cambiaron las cosas-¡Cierto!-soltó como si se hubiese acordado de algo que había dejado atrás, con un suave empujón revelo detrás de ella a una pequeña niña con el cabello negro casi cubriéndole la cara, miro a Bob con curiosidad.
Bob miro detalladamente a la niña, con facciones leves de su madre, lo mas resaltante podía ser su cabello largo que cubría un lado de su cara y caía hasta llegar a su cintura, se veía adorable tenía el mismo gesto en su rostro cuando Dash se encontraba con un desconocido, pero ella se veía más nerviosa .
-Ella es Violet, saluda Violet-
-Hola-saludo suavemente con un gesto de su mano
-Hola Violet-le regalo una sonrisa tranquilizadora, la niña dejo salir una suave sonrisa-¿ella es tu hija?, no sabía que te habías casado-
-Si el-suspiro pesadamente, fue con ese gesto que Bob entendió que tal había ahondado de mas en un lugar sensible-Nos dejo, hace dos años-
-¿Las dejo?-pregunto, un leve tono de ira se apodero de su voz, no sabía quién era, pero conocía a Helen lo suficiente para saber lo grandiosa que era, quien fuese el imbécil que los abandono pagaría caro por ello, pero paro sus pensamientos tan pronto Helen negó con la cabeza tan pronto adivino sus pensamientos-Oh….siento oírlo-la ira fue reemplazado por un leve sentimiento de arrepentimiento
-Eso ya fue hace dos años …..y la vida sigue….¿Y tú? ¿Estas casado?-
-Yo-
-¿Podemos comprar este entonces?-
Las dos mujeres en el pasillo lanzaron un grito cuando escucharon una voz a su lado, el culpable era un niño rubio.
Helen lo miro sorprendida, su cabello bien peinado hacia atrás, ojos azules y que emanaba una esencia energética como cualquier niño de su edad con un pequeño toque de presunción, era como ver una copia en miniatura del antiguo Mr. Increíble en toda su expresión, tenía en sus manos una barra de chocolates.
-¡Dash!-le regaño su padre.
-Lo siento-
-Bueno, el es mi hijo Dash-
El niño miro hacia las personas con quien hablaba su padre, miro a Helen y Violet con curiosidad antes de levantar la mano donde no tenía el dulce y sonreír.
-Hola-
-Dash, ¿No recuerdas que ya te había hablado de Helen anteriormente?-
Dash volvió a mirarla, escarbando en sus recuerdos encontró a una mujer en una foto junto a su padre, era de esas veces en las que su padre hablaba del pasado, ella era nombrada casi siempre junto con su tío Lucius
-¿Elastic-girl?-pregunto en voz baja, ya sabiendo lo estricto que era su padre sobre el tema de las identidades
-Ya no cariño, puede llamarme Helen-declaro con una sonrisa antes de mirar hacia la niña-¿No vas a presentarte Violet?-
Violet se quedo mirando al niño con indecisión, a ella no le disgustaban los adultos aunque siempre preferiría la compañía de su madre a la de cualquier otro, los adultos que llego a conocer eran amigables, pocas veces prejuiciosos y hasta ahora no le habían hecho nada, el niño en cambio a simple vista no era diferente a ningún otro niño que ella conocía y todos los que conocían no le agradan su compañía, pero estaba su madre presente, nada malo podía pasar ¿verdad?
-Soy Violet-murmuro en voz baja
-¿Eh?-
-Dije que soy Violet-se presento nuevamente en voz un poco mas alta.
Dash miro a la niña con una ceja levantada, era rara, de cierta manera parecía frágil y ese cabello le tapaba el rostro lo suficiente para que no se pudiera ver su rostro desde cierto alguno, lo único que no podía ocultar era su ojo izquierdo, con el cuerpo tenso como si quisiera correr –No como el, ella parecía querer esconderse aun mas— parecía frágil.
-Soy Dash-se presento con una pequeña sonrisa alza su mano
Violet lo miro unos segundos, antes de apretar su mano, eso inicio en una conversación de la cual el único que participaba era Dash con su carácter apresurado mientras los adultos tenían su propia conversación.
-Se parece tanto a ti-dijo antes de que una duda asaltara su cabeza-¿Tiene algo…especial?-
-Es un buen corredor-atino a decir con una sonrisa-¿Y Violet puede hacer algo que ningún otro niño puede?-
-Puede desaparecer de la vista de todos-
-Ya veo-
Y en momento otra duda asalto su mente.
-¿Y su madre?-
Fue solo cuestión de una pregunta para que las facciones de Bob se endurecieran levemente, pero para el ojo experto de Helen esto no paso desapercibido.
-¿También se fue?-
-No del mismo modo-
Y Helen entendió que Bob pasaba por lo mismo pero con su diferencia significativa, también decidió no ahondar más en ese tema.
El resto de la charla la pasaron recordando el pasado, sus trabajos actuales, lo que había pasado luego de la prohibición de los héroes, casi todo, teniendo énfasis en evitar las conversaciones incomodas o algo que no quisieran hablar.
-Y con esto puedes cubrirte-Dash no perdía el tiempo en enseñarle a Violet su videojuego.
En el transcurso de la conversación Violet se abría poco a poco a Dash, se sentía tan fácil entablar conversación con pese a que ella no hablaba tanto, le gustaba escuchar hablar al rubio, era la primera vez que alguien de su edad llegaba a ella sin malas intenciones, recordaba con un poco de tristeza como su madre siempre intentaba encontrarle alguien con quien pueda estar tranquila, hasta ahora Dash era el único con el que Violet podía decir que se encontraba por lo menos sin temor a que algo le pase.
Dash charlaba feliz con Violet, ella pese a que no hablaba mucho, pudo llegar a sentir comodidad con su presencia, para él era difícil hacer amigos cuando le prohibían hacer casi cualquier cosa, mientras los demás chicos jugaban al futbol, al beisbol o a cualquier otra actividad él estaba encerrado en su salón de clase, totalmente aburrido y ajeno al mundo porque no podía hacer casi nada realmente, sus poderes podían llegar a ser muy llamativo y su padre había sido muy especifico acerca de mostrar sus poderes.
Pero lastimosamente el tiempo pasa volando cuando se está con amigos
-Oye, ¿Ellas nos visitaran alguna vez?-pregunto Dash sosteniendo algunas bolsas de compras mientras devoraba la barra de chocolate con otra mano.
-No lo sé Dash, puede ser-aunque siendo sinceros a Bob no le molestaría tener alguien más con quien conversas aparte de Lucius-"Lucius"-el recuerdo de esa tarde aun seguía fresco en su mente estaba fresco.
Cuando se subieron al auto Dash pudo ver por la ventana del auto de su padre a Violet ayudando a su madre a meter las cosas en el maletero de su auto, en un momento giro la cabeza notando la presencia de Dash, se despidió desde la distancia con una sonrisa, ella hizo lo mismo con una pequeña sonrisa, le había agradado su compañía después de todo.
-Veo que tu y Dash se lleva bien-podía notar que su hija se desenvolvió un poco mas durante la pequeña conversación que tuvo en el pasillo con Dash.
Violet no dijo nada, seguía mirando a través de la ventana mientras el auto que llevaba a Dash y a Bob se iba en dirección contraria, tal vez puedan verse de nuevo, digo ¿Qué tan lejos estaban la casa de ambos si pudieron encontrarse en un centro comercial?, Helen sin perder tiempo también abandono el lugar.
Nadie supo que en todo momento alguien los observaba desde la seguridad de un auto cerca del lugar.
Había alguien dentro del vehículo vigilando cada movimiento de ambos, pero tenía especial determinación en fijarse más en Bob y su hijo, aquella figura agarro algo cuadrado, en un momento su cara se ilumino mostrando sus ojos de color avellana.
-¿Hola?-era una mujer, de voz profunda y cautivadora que llamaría la atención de cualquier hombre y pondría verde de envidia a más de una mujer con un celular en su mano -Si, ya lo encontré, ¿procedo a la operación?-sus ojos se mantenían fijos de una pantalla incrustada a un lado del volante que mostraba la información de alguien-Entendido, seguiré vigilando esperando instrucciones-y con eso encendió el motor del auto y salió de la escena con el mismo silencio con el que llego rumbo a lo desconocido.
Todo lo que quedaba era esperar al siguiente día y prepararse para recibir órdenes.
Bueno, eso fue todo, tenía ganas de escribir de los increíbles y esto fue lo que salió, espero que les haya gustado, cambia varias cosas de la idea original y también algunas cosas de la primera película para darle más diversidad y también incluiré a otros personajes, además decidí que Violet y Dash tendrían la misma edad para que pudieran tener más interacción sin más me despido, cualquier comentario es bienvenido mientras sea con respeto.
