Disclaimer: Shingeki no Kyojin no me pertenece, todo es obra y propiedad de Isayama Hajime.
¡Aquí de nuevo con un fic de SnK! Espero que sea de su agrado :)
Descubrimiento
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Una sonrisa gigante adornó el rostro de Hanji. Había hecho el descubrimiento de su vida. Pasó mucho tiempo haciendo teorías, estudiando sin descanso, y resultaba que estaba en lo correcto. Y no, no se trataba de titanes, sino de dos seres total y completamente humanos.
Todo sucedió una mañana en la que Eren Jaeger estaba alistando su caballo para ir a entrenar con el escuadrón de Levi. La oportunidad era perfecta y le había rogado al Capitán dejarlo ir, temiendo que le negara el permiso.
–Está bien, mocoso –dijo al fin Levi, soltando un suspiro–. Pero que ni se te ocurra hacer algo sospechoso. Cualquier desobediencia tuya será reportada de inmediato.
–¡Sí, señor! –exclamó Eren entusiasmado, haciendo el saludo militar, colocando su puño sobre su pecho.
Sin mostrar ninguna expresión, Levi se acercó un poco y lo miró un momento. El chico titán pensó que le daría alguna orden, pero el Capitán se limitó a llevar sus manos a la capa verde de Eren, acomodándola cuidadosamente ante la mirada atenta del joven.
–No te separes del escuadrón –le dijo Levi en un tono que, aunque serio, resultó ser más suave que de costumbre–. Ten cuidado, mocoso.
Eren no entendía por qué el mayor actuaba así de repente. Sólo atinó a asentir y balbucear un "S-Sí, Capitán".
Se subió en su caballo, y antes de partir volteó hacia el pelinegro.
–¡Capitán! –Gritó alegremente, sus ojos brillaban de emoción–. ¡Capitán, muchas gracias!
Dicho esto, agitó las riendas y se fue galopando a toda velocidad. Levi miró como se alejaba, con algo de sorpresa reflejada en sus ojos. La sonrisa de aquel mocoso causaba algo en él, algo que le tocaba el pecho y lo hacía pensar cosas raras.
–Vaya, Levi. Parece que mis sospechas han sido confirmadas –la voz de Hanji lo devolvió a la realidad.
Rápidamente se giró hacia la maniática de los titanes, quien se encontraba recostando su espalda contra un árbol, de brazos cruzados y sonriendo satisfecha.
–¿De qué estás hablando? –preguntó el Capitán con fastidio, volviendo a su usual indiferencia.
–Eres tan obvio –Hanji ladeó la cabeza–. ¿Cuándo piensas decírselo?
Levi chasqueó la lengua y apartó la mirada. La sonrisa de la mujer se ensanchó más. Hacía días que notaba ese comportamiento por parte de él, esas pequeñas acciones que nadie más veía, pero que no pasaban desapercibidas para ella. Ya fuera una mirada disimulada del Capitán hacia Eren, un tono de voz más suave o simplemente acomodarle la chaqueta, ella todo lo captaba. Nada podía escapar de los ojos de Hanji.
–¡Hey, hey! No huyas, pequeñín –exclamó la mujer al ver que Levi daba media vuelta y se alejaba apresurado. Lo siguió con rapidez.
–Vete. ¿No tienes algún titán que diseccionar? –El Capitán la miró de reojo, comenzando a impacientarse.
–Hoy tengo algo mucho más interesante –sonrió Hanji, sus ojos brillaban–. ¿Y bien? ¿Es lo que creo que es?
–Eres un fastidio –espetó Levi rodando sus ojos.
Por supuesto, la castaña pudo leer el significado de esas palabras.
–¡Caray! ¡Entonces es verdad! –gritó alzando sus brazos.
–¿Y qué pasa si lo es? –susurró Levi con cansancio–. Eso no cambia nada.
Frunciendo un poco el ceño, Hanji se adelantó, bloqueándole el paso. En los ojos de la mujer se veía cierta preocupación maternal, pero también determinación.
–Levi, tienes que decírselo antes de que sea demasiado tarde –dijo colocando sus manos en su cadera. En el mundo cruel en el que vivían, no podían dejar algo tan importante para después–. Eren tiene derecho a saber lo que sien…
–Jamás –dijo Levi autoritario–. Él es sólo un mocoso, no comprende nada de lo que está pasando. No entenderá.
–Vamos, no seas pesimista. ¡Existe la probabilidad de que te corresponda! –Hanji sonrió ampliamente e intentó pasarle un brazo por los hombros, pero Levi la esquivó con irritación.
–No, las cosas se quedan como están y punto –sin decir nada más ni voltear a mirarla, Levi caminó con paso firme de regreso al cuartel.
Hanji lo observó irse. Apretó sus puños haciendo un puchero.
–¡No te puedes rendir así! ¡Por esa actitud de comodidad es que estamos encerrados en estas murallas! –Lo señaló con un dedo– ¡No puedes negar lo que sientes! ¡Tienes que confesarlo!
Con una mano sobre el pomo de la puerta, Levi bufó y la miró de reojo, ya bastante harto.
–Serás… ¿Por qué no vas a decírselo tú misma y me dejas en paz de una maldita vez?
Hanji guardó silencio, procesando lo que había oído. Satisfecho con ello, Levi se giró nuevamente. Abrió la puerta y entró, para luego cerrarla con más fuerza de la necesaria.
–Que vaya y le diga… –Susurró la mujer pensativa, frotando su mentón–. Que vaya y le diga…
Una idea apareció en su mente como un pequeño bombillo encendido. Esbozó una sonrisa muy amplia, sus lentes adquirieron un brillo algo tétrico, mientras una risa baja y grave salía de su garganta.
Levi le estaba dando permiso, ¿no?
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Eren regresaba de su pequeña expedición con el escuadrón. Debía admitir que se había divertido mucho, haciendo algunos chistes con los otros cuatro soldados, algo que no hubieran podido permitirse de estar en presencia del Capitán.
–Pero me hubiera gustado que viniera –musitó el castaño mientras le quitaba las riendas a su caballo.
Aquel pequeño gesto, algo tan simple como acomodarle la capa y decirle que tuviera cuidado bastaba para alegrarle el día. Pero pronto se dio cuenta de que no era suficiente. Quería pasar más tiempo con Levi, pelear a su lado como soldado, o hablar de cosas triviales como personas normales. Quizás aprender más de él y llegar a entender qué ocultaba tras las miradas que le dedicaba. No sabía qué buscaba exactamente del Capitán: ganarse su aprobación, su respeto… O quizás…
–¡EREEEEEEEEEN!
El castaño se sobresaltó al oír tal grito. Salió corriendo del establo, viendo una figura que se acercaba corriendo a toda velocidad. Pronto pudo reconocer la cabellera castaña de Hanji, quien agitaba su mano con emoción.
–¡Hanji! –sonrió Eren, acercándose a ella con curiosidad–. ¿Pasó algo?
–¡Eren, no podrás creer lo que acabo de descubrir! –dijo alegre sujetando las manos del chico.
–¿A-Ah sí? ¿Y qué descubriste? –preguntó algo nervioso, recordando la vez que se trasnochó escuchando las teorías de la investigadora.
Hanji mostraba una expresión similar a la de esa noche, apretaba firmemente las manos del menor. Eren tragó grueso.
–Esto que te voy a contar cambiará tu vida –le aseguró bajando la voz en un tono dramático.
Los ojos del castaño brillaron. ¿Podría ser algún nuevo poder titán? ¿Una nueva técnica para eliminar titanes?
–¿Qué es? ¡¿Qué es?! –preguntó emocionado.
La mujer se acercó a su oído y susurró.
Unos soldados pasaron a su lado con sus caballos, haciendo ruido e impidiendo que alguien más se enterara de lo que esos dos cuchicheaban. Sin embargo, Eren sí pudo oírlo perfectamente, y su rostro mostraba una expresión de sorpresa que no tenía precio. Ah, todo un poema.
–¿E-El Capitán dijo eso? –preguntó tras el shock inicial.
–No con palabras, pero ya sabes cómo es él –explicó Hanji agitando su mano, despreocupada.
El chico se llevó una mano a la boca, carraspeando nervioso y sintiendo de pronto mucho calor en su cara. Ya se le habían subido los colores.
–Bueno… No me esperaba esto –admitió sobrecogido por dicho descubrimiento–. N-No sé qué decir…
Hanji lo observó con curiosidad, pensando en si había hecho o no lo correcto. Ahora que lo veía, no se había detenido a pensar en si aquello podría afectar la relación de esos dos. Pero bueno, Levi siempre le decía que uno nunca sabe qué puede pasar. Y le había dicho que le contara a Eren, así que…
–Sólo que… –El chico bajó la voz a tal punto que fue inaudible.
–¿Eh? Eren, no te oigo.
El castaño respiró profundo, mirando fijo en los ojos de la mujer con cierta vergüenza.
–Puede que sea… Mutuo –confesó, para luego apartar rápidamente la mirada.
En ese momento el cerebro de Hanji hizo cortocircuito. No podía creerlo. ¡Dos descubrimientos en un día! No sólo confirmó sus sospechas sobre Levi, ¡sino que obtuvo el resultado final de sus ecuaciones mentales!
–¡LO SABÍA! –gritó muy contenta, ganándose miradas de extrañeza por parte de los soldados que recién llegaban–. ¡Sabía que corresponderías los sentimientos de Levi! –Esta vez fue Eren quien abrió los ojos como platos.
–¡H-Hanji! No tan fuerte –musitó mirando a los lados, cuidando que nadie hubiera oído.
–¿Ah, Eren? ¿Es verdad lo que dice?
Pero ya era demasiado tarde. Observó cómo Jean (sí, de todas las personas tenía que ser él) se acercaba por detrás. Era obvio que había oído la conversación. Tenía una sonrisa ladina en su rostro.
–Conque te gusta el Capitán –preguntó pícaro.
–¡Deja de molestar! –se defendió Eren enojado.
–¿Qué pasa? ¿Quién le gusta a Eren? –sin embargo no acababa allí, pues Christa y Sasha se habían acercado muy curiosas, atraídas ante un posible romance dentro de las tropas.
–Chicas, a Eren le gusta el Capitán.
–¡Cállate, cara de caballo! –lo silenció Eren, quien aún avergonzado seguía dando pelea a quien fuera.
–¿Quéeee? ¿Osea que es un amor prohibido? –chilló Christa juntando sus manos, soñadora.
–¡No es eso, Christa, lo entendiste mal!
–Yo ya lo veía venir, sólo digo –comentó Reiner, que casualmente pasaba a los establos a atender a su equino. Berthold iba a su lado, soltando una risita al ver la conmoción que se había armado por tal chisme.
–¡¿Tú también?! –exclamó Eren, señalando al rubio acusatoriamente.
Hanji aguantaba las ganas de carcajearse, cruzando sus brazos mientras sus labios temblaban. Eren se sentía abrumado por tener a tanta gente sobre él, haciéndole preguntas sobre su interés romántico. No se sentía así desde que por accidente convirtió su brazo en titán, y tuvo a todo el escuadrón encima.
Y como aquella vez, reaccionó de la misma manera.
–¡YA BASTA! ¡QUIÉN ME GUSTE ES MI PROBLEMA, ASÍ SEA EL PROPIO CAPITÁN!
Un silencio sepulcral invadió el lugar. Todos tenían una expresión sorprendida, ni siquiera el viento soplaba. Eren jadeaba, alterado. Ya estaba harto de la curiosidad de sus compañeros. ¡Se suponía que eran soldados, no colegiales interesados en amoríos o chismes!
–¿Oyó eso, Capitán? –La voz de Petra lo sobresaltó.
Capitán. Capitán…
Eren pudo sentir un aura muy pesada detrás de él. Con horror se giró lentamente, notando cinco personas más que acababan de llegar a pie, guiando a sus caballos por las riendas. Auruo, Erd, Gunther, Petra… Y en medio de todos, emitiendo una atmósfera de frío glacial, se encontraba él.
–Oh, no –susurró el castaño palideciendo.
Levi tenía la mirada fija en Eren, sin moverse, sin hablar. Simplemente lo observaba en silencio. La tensión era increíble, tanta que si un soldado hubiera intentado cortarla con sus cuchillas, estas se habrían roto por lo densa que era.
–B-Bueno, nosotros em… Nos retiramos –se aventuró Sasha con voz temblorosa, haciendo el saludo militar, nerviosa.
Los demás, sumidos en terror profundo, la imitaron (Jean estaba tan asustado que hizo el saludo al revés). Luego de eso se fueron sin rechistar, como perritos regañados.
–Sí, nosotros también nos vamos –comentó Erd halando a Petra y a Auruo con él, quienes no se resistieron y agradecieron el apoyo. Gunther los siguió llevándose el caballo de Levi.
Lo que los dejaba sólo a ellos tres. O dos, ya que Hanji parecía estar en otro plano. El Capitán sólo tenía ojos para Eren en ese momento. Por si acaso, no eran ojos bonitos.
–Señor, puedo explicarlo –comenzó Eren gesticulando apresurado–. Fue… Todo fue culpa de Jean. Si él no hubiera dicho nada… Si tan sólo…
–A las cuatro en mi despacho, sin falta –habló Levi fríamente.
Eren tragó grueso. Se había metido en un gran lío y ahora el Capitán lo iba a castigar, estaba seguro.
–Pero señor…
–Sin falta –repitió cortante, lanzándole una mirada profunda al de ojos verdes.
Eso fue lo único que dijo antes de dar media vuelta y retirarse dignamente. Eren se agarró los cabellos, sus manos temblaban. Ahora sí que estaba frito. Le iban a dar una buena.
–Yo en tú lugar no me asustaría –le aconsejó Hanji alegre. Eren casi olvidó que estaba allí.
–Hanji, este error en realidad fue tu culpa –suspiró el chico dejando caer sus brazos en actitud de derrota.
La mujer contempló a Levi en la distancia. Una expresión pensativa se mostraba en su rostro.
–Esto no fue un error, Eren.
Eren alzó su vista hacia la mayor. Hanji había usado un tono bastante serio, y la forma en que observaba al Capitán, de una manera tan maternal, hizo que el chico se sintiera un poco más seguro.
–Créeme, me lo agradecerán –dijo animada, dedicándole una mirada cálida. Eren pudo ver la sinceridad reflejada en sus ojos–. Yo lo conozco.
Porque su instinto era agudo y sus teorías infalibles, Hanji confiaba en que todo estaría bien entre ellos dos. Y sobre todo, porque en ese momento había descubierto un nuevo gesto que nunca, en sus años de investigación, había visto en Levi: una leve, casi imperceptible, sonrisa tierna.
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Notas: Todos tenemos a ese amigo indiscreto que nos mete en apuros xD El significado de la palabra "sarcasmo" no existe para Hanji.
Por cierto, ocurrió algo curioso mientras escribía este fic. Escuchaba música y justo cuando estaba escribiendo la parte donde Hanji dice que Levi debe decirle a Eren lo que siente antes de que sea demasiado tarde, comenzó a sonar "The Reluctant Heroes" en versión piano. ¿Coincidencia? ¡No lo creo! Pero fue hermoso :D
¡Gracias por leer este fic! Me agradaría mucho leer tus comentarios y opiniones :)
¡Nos leemos luego!
