Los personajes de esa historia pertenecen a Rumiko Takahashi

Notas previas:

"------" cuando piensan.

En el título, la palabra piso se refiere a apartamento, no a suelo. Es que en latinoamerica se usa piso para hablar del suelo, no? (vamos, diría XD).

Un piso, un hombre, cuatro mujeres

- Sí, hermanita, tendremos un nuevo compañero – dijo sonriendo la mujer de largo y liso cabello castaño – Se llama Ranma Saotome, tiene 20 años y es estudiante universitario. Es muy buen chico, ya verás como te cae bien.

- ¿¡En serio?! – exclamó la niña de 10 años, contenta de tener un nuevo compañero de juegos - ¿Y ya lo saben Akane y Yuna?

- Bueno, la verdad es que no. Pero como Ranma llega hoy... Se enterarán inevitablemente – finalizó con una sonrisa picarona.

- ¡Que guay! – dijo la niña saltando del sofá donde estaba, mientras su hermana Hiyori la miraba divertida.

La pequeña Rin entró de sopetón en la habitación de Akane, quien estaba sentada en el escritorio con un libro delante, intentando estudiar. La habitación de Akane Tendo, una veinteañera de oscuro pelo corto, estaba hecha un desastre. La cama estaba desecha, tenía libros por el suelo, ropa tirada por todos los lados...

- ¡¡RIN!! ¿¡Cuántas veces te he dicho que no entres en mi habitación mientras estoy estudiando, eh?! ¿¡¡CUÁNTAS?!! – gritó Akane exasperada.

- Bueno, Akane, es que tú siempre estás estudiando... – dijo Rin un poco asustada por la reacción un poco violenta de la chica.

- Claro que sí, Rin, y deberías adoptar mi actitud. Porque lo importante de una persona no es su físico, el color de sus ojos, el color de su cabello o la forma de su cuerpo; sino el interior. El interior, Rin, el interior. La inteligencia, el cerebro. No estamos vacíos por dentro, ¿Sabes? Estudio porque quiero saber, aprender, porque me considero una chica inteligente. Porque quiero ser alguien en esta vida... – todo eso lo decía Akane en pose victoriosa, mientras Rin estaba estirada en la cama de la chica, comiendo patatas fritas de una bolsa que había encontrado y leyendo una revista - ¿Me entiendes, verdad? – miró a Rin, esperando verla atenta a su discurso, pero la niña pasaba de ella – ¡Rin! No entiendo porque pasas de mí, lo que...

- Vendrá un hombre a vivir con nosotras – dijo Rin de sopetón, antes de comer otra patata.

- ...Lo que te estaba diciendo es muy importante... – de repente, Akane calló - Perdona, ¿Qué acabas de decir?

- Que vendrá un hombre a vivir aquí, con nosotras – repitió Rin, divertida con la cara de sorpresa de Akane – Se llama Ranma.

- ¿Y tu hermana está de acuerdo? Me sorprende que Hiyori haya tomado esa decisión... – dijo Akane, sentándose en la cama, al lado de Rin.

- Ya sabes, nos hace falta dinero. El alquiler que pagáis tú y Yuna es bastante barato – dijo con un tono de reproche – Así que mi hermana decidió que yo iría a dormir con ella y alquilaríamos mi habitación. Cobraremos tres veces al mes en vez de dos, así ahorraremos, y yo podré comprarme un yate para mí sola.

- Jajaja, dudo que Hiyori quiera usar ese dinero extra para comprarte un yate... – rió Akane.

- Me da igual – la niña le sacó la lengua – Y si sigues con ese carácter no te voy a invitar al yate.

- ¡Uy, que miedo! – dijo Akane con sarcasmo.

- Y tampoco le vas a caer bien a Ranma. Aunque, ¿Quién sabe? A lo mejor se enamora de ti... Jajaja, seguro que es un chico muy feo.

- En eso te equivocas, hermanita – dijo Hiyori, la hermana mayor de Rin, entrando en la habitación de Akane de repente, e ignorando la mirada de reproche que le dirigió esta – Ranma es guapísimo. Ojos azules y pelo negro. Moreno, alto, con muy buen cuerpo. La verdad, porque no me van los más pequeños que yo, pero si no... Seguro que intentaría tener algo con él, mmm.. – Hiyori fantaseaba con su nuevo compañero.

- Hermana, Ranma tiene 20 años, ¿Verdad?

- Sip – asintió Hiyori mirando a Rin.

- Pues entonces... ¡Sólo eres 3 años mayor que él! Puedes ser su novio... jejeje

- Ais, déjalo – dijo Hiyori, poniéndose roja.

Mientras las dos hermanas hablaban del nuevo inquilino del piso, Akane había vuelto a los libros. Según ella, Hiyori y Rin perdían el tiempo hablando de un hombre que, si era tan, tan guapo, seguro que sería un playboy, o un creído. Los hombre eran estúpidos. Veían una minifalda, un buen escote, unos labios carnosos o un par de largas piernas y ya perdían la cabeza. Realmente era patético. ¿Y no importaba si la chica en cuestión tenía cultura, o era simpática, o era inteligente...? No, importaba el cuerpo de la susodicha.

Akane Tendo no quería que un hombre se enamorara de ella así. Ella aspiraba a que el hombre de su vida la amase por su carácter, no por su cuerpo. Por eso se esforzaba en ser ella misma, con su especial carácter. Y si ser ella, ser diferente a las demás, ser Akane Tendo significaba estudiar hasta en Nochebuena, o pasar del "buenorro" de su nuevo compañero de piso, el tal Ranma... Pues eso haría. Akane consideraba el estudio la base de todo. Según ella, el esfuerzo diario delante de los libros daría sus frutos en unos meses, cuando sacaría matrícula en todos los exámenes... Quien sabe, ¿Ganaría el Nobel algún día?

- ...Pues ya sabes, Akane, quítate ese horrendo polo de rayas y arréglate un poco, que Ranma vendrá en pocas horas, y tienes que estar presentable – le ordenó Hiyori. Akane la miró como si fuera de otro mundo.

- No, yo visto como quiero. Ranma no es el rey del mundo, ¿Eh? La verdad es que no entiendo porque tengo que ir a recibirle. Prefiero estudiar.

- Oh vamos, Akane, no seas tan arisca. En primer lugar, Ranma vivirá con nosotras a partir de ahora, y es mejor llevarte bien con él, ¿No? – dijo Hiyori – Y en segundo lugar. No puedes ir con ropa de hombre, tú eres una chica...

- Basta, basta. Y ahora déjame. Yo visto como quiero, y punto. Pago el alquiler cada mes, creo que no puedes quejarte de mí... ¡No me digas como tengo que vestir, por favor!

- Bueno, bueno... Pero como mínimo arregla un mínimo la habitación, ¿Sí?

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Cuando las dos hermanas salieron de la habitación de Akane, esta volvió a estudiar. Pero a los cinco minutos se dio cuenta de que no se podía concentrar, así que dejó los libros. Se levantó de la silla y se estiró en la cama, poniendo los brazos detrás de la cabeza. Miró al techo. Blanco. Nada en particular. Monótono, aburrido. Como su vida. Ir a la universidad, estudiar, ir a la universidad, estudiar... Su carácter introvertido, arisco y difícil había provocado que terminara como estaba. Sola y viviendo en una habitación de alquiler.

Akane no tenía muchos amigos, pues su carácter, que en el fondo era fruto de una timidez exagerada, era el responsable de que entre la gente de su clase se la considerara un poco antisocial. Como era tan tímida, Akane siempre temía estar "de más" en un sitio, e inconscientemente se alejaba de la gente, para así "no sobrar". Esa actitud había hecho que, poco a poco, cada vez saliera menos, encerrándose en casa. Ante esa situación, Akane se había inventado más de una vez "amigos falsos" para hablar de ellos en su clase, para que así los demás vieran que ella también tenía amigos, y que salía con ellos. Pero el problema era que esos "amigos" solo estaban en su cerebro. En realidad, Akane se sentía terriblemente sola, necesitaba a alguien que la entendiera de verdad.

Pero aparte de todo lo relacionado con su difícil carácter, Akane era una chica llena de complejos. Desde pequeña se había considerado del montón, pero cuando pegó el estirón propio de la adolescencia pasó, según ella, a ser horrorosa. La esperpéntica visión que tiene un adolescente de él mismo, viéndose como si se estuviera reflejando en un espejo cóncavo, provocó que Akane no se considerara lo suficientemente atractiva como para ir vestida de determinadas formas. Y así, viendo sus pechos pequeños en comparación con los de otras chicas de su clase, empezó a evitar las camisetas escotadas o los vestidos de arreglar, ya que, según ella, no se podían llevar sin una buena delantera. Sin casi darse cuenta y progresivamente, Akane fue creando una imagen cada vez más masculina, vistiendo sudaderas y camisetas anchas, siempre pantalones y nunca faldas. Escondiendo así su cuerpo, que, contrariamente a lo que ella pensaba, era precioso.

Así era Akane. Una chica dulce en el fondo, pero muy tímida, que se sentía sola, y usaba un caparazón de sarcasmo y malas formas para evitar que los demás le hicieran daño. Había idealizado un futuro basado en su brillante expediente académico, en el que sería valorada por su forma de ser, y no por su cuerpo. En el que sería admirada, y no sería "la rarita". En el que sería ella misma, sería Akane Tendo. En el que sería feliz de verdad.

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Después de varios minutos pensando, Akane se levantó y empezó a ordenar la habitación, que ya empezaba a darle asco. Cuando estaba recogiendo unos tejanos que había encontrado debajo de su cama, escuchó que alguien llegaba al piso.

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- ¡Buenas, chicas! Ya he hecho la compra. – era Yuna, que también vivía en el piso, como Akane, en una habitación alquilada. Yuna era una rubia espectacular, todo lo contrario que Akane. Vestía de manera atrevida, y era muy popular en la universidad. Era atractiva, ella lo sabía, y lo aprovechaba.

- ¡Hola Yuna! – saludó Rin – ¡Tengo una noticia!

- ¿En serio? – dijo la rubia, agachándose para estar a la altura de la niña de 10 años que le hablaba - ¿Qué pasa?

- ¡Viene un chico a vivir con nosotras!

- ¿En serio? ¿Y quién es? – preguntó curiosa, con una preciosa sonrisa pintada en la cara.

- Se llama Ranma Saotome, y viene hoy.

- ¡¿Ranma Saotome!? ¿Me lo dices en serio? ¡Wow, qué fuerte! ¡No puedo creerme que Saotome vaya a vivir en el mismo piso que yo!

- ¿Conoces a Ranma, Yuna? – preguntó Hiyori.

Yuna puso una sonrisa coqueta y se acarició los rubios rizos en un gesto sensual. Fue andando hasta la cocina, donde dejó las bolsas de la compra y cogió una lata de refresco de la nevera. Después volvió, contoneando las caderas, hasta el salón, y se sentó en el sofá. Rin y Hiyori se sentaron a su lado instantáneamente, deseosas de saber más sobre la supuesta relación entre ella y Ranma.

- Pues... Fue mi novio hace un año – dijo Yuna, fingiendo verguenza. Ante la mirada de sorpresa de las dos inocentes hermanas, decidió contar la verdad - ¡Que no, que es broma! Jajajaja – abrió la lata y bebió un trago – Nunca he hablado con Ranma Saotome, pero eso significa que no me haya dado cuenta de lo que vale este chico – dijo mirando a Hiyori, como diciéndole "tú ya me entiendes" – Por lo que he averiguado, es bastante tímido, y no tiene novia. Sin embargo, estoy segura que si quiero lo puedo tener arrodillado pidiéndome una cita, je.

- ¡Oh, Yuna! ¡Quiero salir contigo! ¡Te amo! – dijo Rin, poniendo voz de hombre y arrodillándose en el suelo, intentando representar a un Ranma enamorado de la guapísima rubia.

- Mmm... No sé, Ranma... Es que no estoy segura... – Yuna le siguió la broma a Rin, y empezó a hacer teatro poniéndose de pie en el sofá, mientras simulaba dudar.

Esta escena la observaba Akane desde un rincón del salón, con una cara de desagrado, pensando en lo patética que era la situación.

- Hiyori, ¿No estaba Ranma al llegar? – preguntó la peliazul para que las tres chicas reaccionaran.

- ¡Anda, es verdad! – la mayor cayó en la hora que era – Venga chicas, ordenad la casa, aunque sea por encima. Como hoy es un día especial os dejo que escondáis el polvo debajo de la alfombra, jajaja

- Eso lo hacemos siempre, ¿No, Rin? – dijo Yuna riendo. La niña asintió divertida.

- Sin comentarios... – murmuró Akane sarcásticamente, ganándose así una mirada de reproche de la rubia.

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Cuando la casa estuvo limpia, o eso aparentaba, llamaron por el telefonillo. Hiyori descolgó el aparato. Al ver que era Ranma, abrió la puerta del portal.

- ¡Chicas, es Ranma! – anunció la castaña, nerviosa - ¿Está todo presentable? Rin, ¿Los lavabos? ¿La cocina, Akane? ¿Los pasillos, Yuna?

- ¡Limpios, coronel! – dijo la pequeña, haciendo un gracioso saludo militar.

- Todo está correcto, o por lo menos eso aparenta – dijo Akane.

- ¡Limpios como los chorros del oro, general! – exclamó Yuna, imitando a Rin con su estilo militar.

Las cuatro chicas estaban delante de la puerta, tres de ellas nerviosas, esperando oír el sonido del ascensor que les indicaría que Ranma ya estaba en el rellano.

- Anda que... Akane, podrías haberte quitado esa ropa de hombre y ponerte algo más femenino... – susurró Yuna, intentando disimular su nerviosismo.

- Venga, déjame en paz – espetó Akane, totalmente relajada. No entendía porque tanto revuelo, al fin y al cabo era sólo un chico...

Dos segundos después de que Akane hablara llamaron al timbre. Hiyori, como anfitriona y propietaria del piso, fue a abrir la puerta, dejando a su hermana y a las dos inquilinas en un segundo plano. Cuando finalmente se abrió la puerta apareció un atractivo chico al otro lado. Ranma Saotome. Un verdadero adonis.

- Hola, soy Ranma Saotome, encantado – dijo nervioso el recién llegado.

Cuando oyó su voz, madura, grave y masculina, a Yuna le flaquearon las piernas. Tenía que conseguir algo con Ranma como fuera. Los dos harían una estupenda pareja. Ella, una chica guapa y popular. Y él... Él... El tío más increíble que había visto en su vida.

Hiyori se sonrojó un poquito ante la imponente figura de Ranma, y Rin sonrió maliciosamente. Tendría un compañero de juegos nuevo, y además era muy guapo. Podría presumir de él ante sus amigas.

A Akane le cambió la cara por completo al ver a Ranma. Era extremadamente atractivo, Hiyori se había quedado corta al describirlo. Pero tanta belleza le produjo miedo. Era el primer chico que no le resultaba indiferente, sino justo lo contrario. No podía enamorarse de él, y menos a primera vista, ¡Eso iba en contra de sus principios!

- Eh, uh... Encantada, soy Hiyori – dijo la castaña rompiendo el hielo, y acercándose a Ranma para darle dos besos.

- Jajaja, ¡Pero si tú y yo ya nos conocemos! Vine hace dos semanas a ver el piso, ¿Recuerdas?

- Ah, sí, es verdad – susurró Hiyori muerta de vergüenza – En fin. Te voy a presentar a las demás. Estas son mi hermana Rin, de 10 años, y Akane y Yuna, de tu misma edad, 20 años.

- ¡Encantada! – dijo Rin, dando un beso a la mejilla de Ranma, quien se había agachado para estar a su altura – Espero que seamos grandes compañeros de juegos, ya que ninguna de estas dos – señaló a Akane y Yuna – Quiere jugar conmigo, son un poco sosas.

- Bueno, bueno, veremos – Ranma volvió a ponerse derecho y miró a Yuna, a quien recorrió con la mirada, admirando su belleza – Tú eres...

- Yuna, me llamo Yuna – dijo la rubia, dando un abrazo "más que amigable" al joven de la trenza – Espero que seamos muy buenos amigos, y a poder ser... Algo más – insinuó con descaro, mientras le guiñaba un ojo al chico de profundos ojos azules que tenía enfrente, quien no pudo evitar sonrojarse levemente.

- Je, una oferta interesante... – admitió Ranma, acostumbrado a propuestas de ese tipo. Luego miró a Akane. A priori, era la chica menos atractiva (sin contar a Rin, que era demasiado pequeña para él). Vestida con un polo a rayas de hombre que no le favorecía en absoluto, y unos tejanos anchos, Akane no tenía una imagen muy femenina. Era un... ¿Marimacho?

- Encantada, soy Akane Tendo – dijo la susodicha, acercándose a Ranma para darle la mano en un gesto totalmente formal. Su corazón latía bastante rápido, estaba un poco nerviosa, y segura de que un sonrojo cubría sus mejillas. Prefirió no mirar a la cara de Ranma, pues podría caer desmayada ante esos zafiros que tenía por ojos. Además, no quería asustar al chico de la trenza con su horrendo rostro.

- Eh... Encantado – respondió Ranma, un poco extrañado por la actitud de Akane. "No pido que me de un beso en la boca, pero por lo menos... Podría mirarme a los ojos, como hace todo el mundo...". Sin embargo, ese carácter agrio de la chica le resultaba interesante. Sonrió levemente.

Después de hacer las presentaciones, condujeron a Ranma hacia la que sería su nueva habitación, que, casualmente, estaba al lado de la de Akane.

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Cuando ya era de noche, los 5 cenaron en la terraza, aprovechando que aún no hacía demasiado frío. Sentados en unos cómodos sillones de mimbre, charlaron sobre temas triviales, y aprovecharon para conocerse mejor. Poco a poco todos fueron yendo hacia sus habitaciones, dispuestos a dormir.

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Ranma Saotome no podía dormir. Aquella no era su cama. El colchón era duro, por no hablar de la almohada... Miró el reloj de su mesilla de noche. Eran las 3 de la madrugada. Decidió salir a la terraza un rato, así que se puso unos tejanos viejos, gastados y agujereados, un jersey rojo que encontró por ahí y unas deportivas negras. Abrió la puerta de la habitación y cerró con mucho cuidado, para hacer el mínimo ruido. Avanzó sigilosamente por el pasillo hasta el salón, donde había la gran puerta corredera de vidrio que daba a la terraza.

Akane abrió los ojos cuando escuchó un ruido extraño. Alguien estaba andando por el pasillo. ¿Y si era un ladrón? Angustiada ante esos pensamientos, decidió coger un bate de béisbol que tenía y salir a darle su merecido al intruso. Pero cuando tenía su mano en el pomo de la puerta, casi a punto de abrir, de detuvo, y dudó. Podría llamar a Ranma, él era el hombre de la casa, debería protegerlas a todas. "Bah, no, da igual, yo sola me basto y me sobro. No dependeré de un hombre". Así que, cogiendo una sudadera negra con el logo de un equipo de la NBA por si hacía frío, salió de la habitación.

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El campus de la universidad tenía otro aspecto de noche. Estaba tan vacío... En cambio, en pocas horas empezaría a llenarse de gente. Pero a él le gustaba más así, sin estudiantes estresados corriendo de un lado a otro.

Había hecho una buena elección. El piso era bastante grande, las vistas preciosas, y las chicas eran majas.

Por un lado estaba Hiyori, siempre tan servicial y agradable, serena y tranquila. Sin contar que era preciosa, aunque fuera 3 años mayor que él.

Y su hermana pequeña, Rin. Un verdadero terremoto. Esbozó una sonrisa. Seguramente le tocaría jugar con ella más de una vez, aunque él preferiría estar con Yura.

La rubia era realmente preciosa, guapísima. Lo único que no le gustaba de ella eran sus intentos por conquistarlo, ¡Y eso que se acababan de conocer! Pero bueno, no pasaba nada. Podría tener alguna aventurilla con ella, algo temporal, a lo que probablemente Yuna estaría de acuerdo. Se lo pasaría bien.

Y luego Akane Tendo. La chica que le había llamado más la atención. Se escondía detrás de un atuendo masculino, pero él estaba seguro que debajo esos ropajes se escondía una chica bonita, quizá no tanto como Yuna, pero más que Hiyori. Sin embargo, no entendía porque se esforzaba en ser un marimacho. Quizá estuviera relacionado con su carácter difícil... Ranma cogió su trenza y empezó a jugar con ella. "No tengo ni idea de lo que pasa por la cabeza de Akane, pero lo voy a descubrir, caiga quien caiga". Sin embargo, ¿Por qué tanto interés en conocer a Akane a fondo? ¿No debería sentirse más atraído por Yuna?

Bueno, lo cierto era que la marimacho tampoco era tan fea, aunque se esforzara por aparentarlo... La había visto sonreír, y cuando desaparecía aquella máscara de seriedad de su cara, era preciosa. Su corazón empezó a latir más rápido de lo normal, aunque él no se dio cuenta, y siguió admirando las vistas apoyado en la barandilla de la terraza, mientras una suave brisa jugueteaba con su pelo.

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No había ningún ladrón. Era Ranma, el responsable de toda la exaltación de sus compañeras de piso, y, para que mentir, también de la suya. Había llegado hacía unas horas, y en sólo ese tiempo, ya había revolucionado a todas las féminas de la casa. Hiyori era más servicial de lo habitual, Rin se mostraba más calmada, y Yuna era una especie de gata en celo, pegada al chico de la trenza, que a veces se mostraba cómodo con la situación, pero la mayoría del tiempo ponía cara de desagrado ante los acosos de la rubia. "No entiendo como Yuna puede ser tan descarada". Inconscientemente, Akane empezó a retorcer con fuerza el bate de béisbol, quizá imaginando que era el cuello de su compañera. Pero al darse cuenta de sus actos, paró, sorprendida. "¿Cómo puede ser que tenga unos celos tan evidentes? ¿Cómo puede ser que Ranma me haya impresionado tanto? El chico parece sacado de un anuncio de esos de calzoncillos, pero... Pero nada, Akane, no puede gustarte Ranma Saotome, y menos si lo que te atrae de él es su físico y no su forma de ser".

Akane, tan cabezota como siempre, movió la cabeza en un brusco gesto negativo, intentando alejar los sentimientos que empezaba a tener por Ranma de su cerebro. Luego fijó su vista en la enorme ventana que daba a la terraza. Ahí estaba el objeto de sus preocupaciones, Ranma Saotome, apoyado en una barandilla, ajeno a todo.

Escondida entre el sofá y un mueble que había al lado, Akane estuvo más de media hora mirando al chico de la trenza, sin darse cuenta de que los minutos pasaban. Abrazando al bate de béisbol como si fuera Ranma, estaba absorta en sus pensamientos.

Iba a ser muy difícil escapar de los encantos de Ranma Saotome...


Notas de la autora:

¡Empieza la aventura de escribir dos fics a la vez! XD

No, ahora en serio. A Alzheimer no le quedan muchos capítulos para terminar, y la verdad es que me empieza a cansar un poco. La historia me gusta y los personajes, en especial Heiji, también XD
Pero no sé, tiene un ritmo muy lento, y a veces me cuesta escribirla. Diría que prometí otro capítulo antes de terminar las vacaciones, pero no me he podido resistir a empezar este nuevo fic (así que eso ya cuenta como capítulo XDD). Pero no voy a dejar Alzheimer.

"Un piso, un hombre, cuatro mujeres" será más dinámico que Alzheimer, y en mi opinión más fácil de leer. Intentaré que sea una historia romántica pero divertida, sin pasarse de azúcar.
Como véis, es una historia alternativa, así que cualquier parecido con el carácter que tienen Ranma y Akane en la historia de Rumiko es pura casualidad.

¿Cómo se las arreglará Ranma para convivir con cuatro mujeres, teniendo en cuenta que es tan atractivo? ¿Qué aventuras vivirán nuestros universitarios? ¿Cómo avanzará la relación entre el guapísimo Ranma y la arisca Akane? ¿Conseguirá Ranma descubrir la verdadera Akane?

Espero que os haya gustado el primer capítulo de este nuevo fanfic :) Probablemente Alzheimer es más original, pero tenía ganas de escribir esta historia.

Besos y FELIZ AÑO 2009