Advertencias: OoC; AU.
Naruto no es de mi propiedad.
El secreto
Miró hacia un lado y hacia el otro, estando en su propia habitación. Suspiró y abrió el estuche que sostenía entre sus manos para luego extraer del mismo un par de gafas especiales destinada para la lectura. Se colocó aquellos anteojos pero, antes de comenzar a leer, bajó las persianas, cerró la puerta de su cuarto con seguro y prendió la lámpara que había sobre el escritorio ubicado contra una de las paredes. Volvió a suspirar para más tarde sacar un libro titulado "Luna nueva", una obra literaria escrita por Stephenie Meyer. Inspeccionó con la mirada, por enésima vez, su habitación con el fin de no estar siendo espiado. Al comprobar que estaba solo, Naruto, el rubio supuestamente idiota, se sentó a un lado del escritorio y empezó a leer la novela que había agarrado.
Los minutos pasaban y él, con las gafas puestas, seguía ensimismado en su lectura, suspirando de vez en cuando. De un momento a otro, miró el reloj que llevaba en su muñeca y se dio cuenta que faltaban pocos minutos para que Sasuke, su mejor amigos, llegara. Apresurado, comenzó a guardar todos los libros que tenía, los cuales eran muchos, en el armario en el cual su ropa se encontraba guardada. Él sabía que si alguien descubría su secreto, su fachada de niño payaso terminaría y sería el hazmerreír de su salón.
Giró su rostro para volver a comprobar la hora pero, antes de poder siquiera girar diez grados, el timbre sonó. A los pocos minutos por la puerta de su cuarto entró un moreno con un libro en la mano. El rubio sonrió, tal vez, solo tal vez, su secreto podría ser guardado por su come libros amigo quien, al igual que él, tenía una fachada de chico malo pero, muy en el fondo, adoraba las novelas románticas. Ambos se miraron y sonrieron de medio lado.
—¿Nuestro secreto? — preguntó el rubio.
—Nuestro secreto —afirmó el muchacho de cabellos azabaches antes de sentarse en una silla ubicada al lado de la de Naruto, quien volvió a sacar su libro.
Así, por más de tres horas, los chicos siguieron leyendo como si sus vidas dependieran de ello.
El secreto que ambos compartían era extraño pero juntos, como amigos, lo mantendrían a salvo.
Aunque, por el otro lado, la salvación de su secreto se vería amenazada por cierta madre pelirroja que se encargaba de espiar a su único hijo con una sonrisa retorcida.
Naruto, desde ahora en adelante, no tendría ninguna excusa para reprobar Literatura.
