¡Hola lectores! Les traigo un fic cortito de dos capítulos, con la pareja que me tiene fascinada hace un tiempo: JackxElsa.
Una aclaración antes de que comiencen a leer, es que hay una parte del capítulo en que los personajes juegan al "Nunca Nunca", en inglés dicho "Never have I ever" y en internet encontrado como "Yo nunca". De donde vengo, se le dice "Nunca Nunca", así que ese nombre tomará aquí.
Bien, sin más preámbulo, los dejo con el primer capítulo de esta historia.
Disclaimer: No me pertenece nada. Dreamworks y Disney son los dueños de los universos aludidos.
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Fiestas, Verdades y Asuntos Pendientes
Capítulo 1
Al principio se había rehusado a ir. Definitivamente, no podía perderse el estudio de un fin de semana entero solo por irse de fiesta. Sin embargo, cuando Anna le había puesto los ojos de cordero degollado y Rapunzel le había recordado por mensajes que era su cumpleaños y que, como una de sus primas favoritas, tenía el deber de ir, no pudo negarse. Anna, incluso, le había prometido que la acompañaría, excusando que podrían arreglárselas con Kristoff. Elsa, como buena hermana mayor, le había sonreído agradecida, y le había dicho que no era necesario.
Se había preparado para cualquier escenario. Como era su prima, se imaginó un fin de semana de locos. Y claramente no se equivocaba. Rapunzel había conseguido el hostal El Patito Modosito para celebrar su cumpleaños en la playa. Anna había reído ante aquel nombre, sin embargo, apenas llegaron al lugar, se sorprendieron de la gente que estaba allí. Elsa no quería sentirse discriminadora ni ruda, pero los hombres que eran dueños del lugar eran bastante aterradores, por su aspecto y semblante sospechoso. No obstante, todo eso se desvaneció al ver cómo su prima se abalanzaba para abrazar a cada uno de ellos y su novio, Eugene, la acompañaba en el acto. Todos parecían apreciarlos mucho, incluso, los esperaban con una buena comida para celebrar a Rapunzel.
Apenas terminaron de comer e instalarse, las personas comenzaron a llegar. Ante esto, los hombres se retiraron. Solo quedó el dueño, quien tenía un garfio como mano izquierda. Con gentileza, le pasó las llaves a Rapunzel, indicándole que cada habitación tenía su llave al lado de recepción. Además, con un tono serio, le dijo que, ante cualquier problema, él estaría en una de las cabañas de afuera. Ella, como era, le sonrió y asintió energéticamente, agradeciéndole.
La fiesta no tardó en empezar, y Elsa al principio estaba un poco nerviosa. No era ajena al ambiente de las fiestas, pero nunca asistía a unas con tanta gente. Sin embargo, cuando los chicos comenzaron a sacar tragos y Mérida se unió al grupo, la rubia se sintió mucho más a gusto. El lugar comenzó a llenarse, y Elsa notó que había muchas personas de la escuela, a pesar de que su prima estaba en su primer año de universidad. Incluso, había gente de su generación.
— Vaya, no recuerdo que te juntaras con todas estas personas, Punzie — Comentó Elsa, cuando se encontraba con su prima rellenando los platos con snacks. Rapunzel sonrió.
— ¡Oh! No solo son mis amigos, también le dije a Eugene que invitara gente — Respondió la chica, sacando otra cerveza del refrigerador. Elsa tomó algunos platos con comida, y Rapunzel la imitó — ¡Es por eso que vinieron muchos de tu generación! ¿no es genial?
— Mientras te gusten las multitudes, ningún problema — Respondió la rubia con una sonrisa. Rapunzel rio ante ese comentario, notando la cara de disgusto de Elsa. Eran tan diferentes en algunos aspectos que llegaba a ser cómico.
— Oh, no te preocupes Els, tengo una sorpresa para ti que, te prometo, te va a encantar — Dijo la castaña. Elsa alzó una ceja y, antes de que pudiera decir algo, su prima avanzó por toda la multitud para dejar los platos de comida en la mesa.
Apenas Rapunzel y Elsa volvieron al grupo, notaron que habían comenzado a jugar "Verdad o Reto". Elsa sonrió, sabiendo que, lo más probable era que la idea había sido de Anna. Rapunzel se sentó al lado de Eugene y de inmediato fue agregada al juego junto con Elsa.
— ¿Dónde estaban? ¡Se perdieron la confesión de Mérida! — gritó Anna. Elsa se rio levemente, notando que su hermana ya tenía las mejillas un poco sonrosadas. Sin duda, entre las dos, Elsa era la que tenía mayor resistencia al alcohol.
— ¿Confesión? ¿Qué confesión? — Dijo Rapunzel curiosa. La pelirroja lanzó una leve risa.
— Nada que tú no sepas, Punzie — Respondió Mérida, tomando un sorbo de su trago. Elsa sonrió.
— ¿No me digas que les dijiste acerca de tu crush por Hipo en segundo año? — Todos estallaron de risa, y Mérida sonrió.
— Exacto, muchas gracias por repetirlo, Els — Contestó con ironía. Elsa se rio, mientras que Anna tomaba la palabra.
— ¡Bien, bien! ¡Es el turno de las nuevas! — Exclamó Anna. Kristoff rio al mirarla y la rodeó con un brazo. Su novia siempre era extrovertida, pero, cuando estaba bajo los efectos del alcohol, sus gestos se volvían mucho más exagerados y graciosos.
— Bien, como yo perdí, me toca desafiar — Dijo Mérida. Todos la miraron, y notaron que los azules ojos de la chica se fijaron en Rapunzel — De acuerdo cumpleañera, ¿Verdad o reto?
— No estoy lo suficientemente ebria, así que verdad — Admitió la castaña. Mérida rodó los ojos. — ¡Oye! Tú también elegiste verdad, no me mires así.
— Sí, pero yo di esa excusa de la ebriedad, Punzie — Dijo la chica con una sonrisa. Rapunzel rio — Bien, ya que estamos con puras verdades, aquí voy. Rapunzel ¿Cuál es tu fantasía sexual más secreta?
Hubo un grito de sorpresa por todo el grupo, mientras que Rapunzel se quedaba en silencio. No parecía avergonzada ni impresionada, sino pensativa. Elsa y Anna sonrieron para sus adentros. Punzie realmente era del tipo que no tenía filtro ni vergüenza al hablar de esos temas, al menos desde que comenzó su relación con Eugene hace ya un año. Antes de responder, la castaña de pelo corto miró a su pareja y le sonrió con complicidad.
— Mmm… Bueno, respondiendo a tu pregunta, querida amiga, mi fantasía más secreta es que Eugene pose para una de mis pinturas nudistas — Todos reaccionaron de forma diferente ante eso. Anna y Elsa sonrieron, mientras que Mérida y Kristoff asintieron con la cabeza, pensativos. Rapunzel, por su parte, se encogió de hombros antes de terminar de hablar — Sin embargo, el caballero aquí presente nunca ha querido.
— ¡¿Y por qué demonios no?! — Explotó Mérida. El grupo se rio ante la reacción de la pelirroja — ¡Solo piénsalo! ¿De verdad crees que Rapunzel se aguantaría hasta retratarte?
— ¡Oye! — Protestó la chica. Eugene se rio.
— Ese es exactamente el problema, creo que sería una pérdida de tiempo porque no alcanzaría ni a hacer la primera línea — Con ese comentario, la castaña golpeó el costado del chico. Eugene se rio — ¡Hey! Tienes que admitir que es cierto.
— Pensé que tu excusa era no querías que te llamara mi "muso inspirador", porque según tú no era masculino — Se burló la chica. Nuevamente, todos rieron ante sus palabras. Eugene se cruzó de brazos y Rapunzel aprovechó de darle un corto beso en la mejilla. Ambos sonrieron. — Bueno, creo que es mi turno, pero ANTES, creo que este juego no es para nada divertido si todos van a elegir verdad siempre.
— Claro, lo dices ahora — Bromeó Anna, antes de tomar un sorbo de su vaso.
— Así que, desde ahora el juego es reto o reto, nada de verdad — Sentenció la castaña. Todos la miraron con protesta y, antes de que cualquiera dijera algo, ella se cruzó de brazos — ¡Nada de eso! Es mi cumpleaños y se hace como yo quiera.
— Eso es jugar sucio — Le dijo Eugene. Rapunzel lo miró y sonrió con picardía.
— Créeme, puedo jugar aún más sucio.
— Oh, Dios, no aquí por favor — Comentó la pelirroja. La pareja rio, y Eugene rodeó a su novia con uno de sus brazos — En fin, Punzie, entonces ¿quién es tu víctima?
— Bien, Elsa, querida prima — Elsa rodó los ojos al escuchar su nombre. Era bastante obvio que Rapunzel la iba a escoger, por lo que no tenía caso protestar. — Quiero que hagas "eso" — Ante la alusión, todos fruncieron el ceño, sin excepción. Rapunzel resopló — "Eso", Elsa… Lo que hiciste para Año Nuevo, ¿recuerdas?
Al notar que Elsa no captaba la idea, su prima hizo un gesto con sus manos. Nadie logró entender, excepto la rubia y Anna. A esta última, se le iluminó el rostro, mientras que Elsa se rio y comenzó a negar fuertemente con la cabeza.
— Oh, no, no, no, Punzie… Hay mucha gente aquí y no quiero quedar tan ebria entre tanto desconocido — Le respondió la chica. Rapunzel sonrió, apretando sus verdes ojos.
— Nada de "Punzie" aquí, Els. Es el juego, tienes que hacerlo — Le insistió la castaña. Antes de que Elsa pudiera responder, Anna se adelantó.
— ¡Oh, vamos, Elsa! — Anna se soltó de Kristoff abruptamente y se sentó cerca de su hermana — No estás con desconocidos aquí ¡La mayoría son de nuestra escuela!
— Exacto, y es por eso mismo que no quiero — Dijo la chica. Anna y Rapunzel resoplaron.
— ¿Cómo que no quieres? ¡En el fondo sí quieres, Elsa! ¡"Eso" es genial, y lo sabes!
— Está bien, esto ya me está confundiendo — Dijo Mérida, aún con las cejas unidas — ¿Qué es "eso"? Explíquenme porque me estoy imaginando algo que, estoy segura, no es.
— Elsa sabe una manera muy genial de tomarse un vaso de una sola vez — Respondió Rapunzel. Elsa rodó los ojos y todos parecieron interesarse — No es lo mismo si lo explico, ¡Solo muéstralo, prima!
— Si beber el trago es el problema, puedo acompañarte — Ofreció Kristoff, encogiéndose de hombros. Elsa, al notar que todos estaban tan entusiasmados y curiosos, suspiró derrotada.
— De acuerdo — Aceptó la chica. Todos la ovacionaron y ella levantó su dedo índice — Pero Kristoff va a tener que beber lo mismo que yo.
— A tu servicio, cuñada — Ante la respuesta, Elsa sonrió y se levantó.
La rubia tomó el trago de ella y el de Kristoff. Notó que el suyo estaba por la mitad y que el del chico ya estaba por terminarse. Dejó ambos a un lado y sacó unos vasos nuevos y alargados de debajo de la pequeña mesa. Eugene, quien pocas veces había compartido estas instancias con la prima de su novia, no pudo evitar impresionarse por la rapidez con la que Elsa manipulaba las botellas de licor y el hielo para preparar los tragos. El chico miró a Rapunzel y esta le sonrió, divertida. Realmente, no muchos conocían ese lado de su prima, solo los allí presentes. Cuando Elsa terminó, le entregó el vaso a Kristoff y miró a Rapunzel.
— Bien, Punzie, si vamos a hacer esto, hagámoslo bien — Ante la mirada desafiante de su prima, Rapunzel sonrió y se levantó de un salto, dirigiéndose al equipo de música. Kristoff, al notar que Elsa no se sentaba, se paró al igual que ella. Anna, al ver a su novio y a su hermana, no pudo evitar divertirse.
Fue entonces cuando una música electrónica comenzó a sonar, y Punzie llegó gritando con alegría al lugar en donde se encontraba su grupo. Elsa notó cómo la gente miró a la cumpleañera y al grupo con curiosidad, pero, por algún motivo, esta vez no le importó. La chica miró a su cuñado con unos ojos que decían "cuando te diga, lo hacemos" y él asintió. La rubia cabeceó un rato al ritmo de la música, y, cuando se acercaba el minuto del coro, colocó su palma extendida en la boca del vaso, dejando un pequeño hueco. Anna y Rapunzel vitorearon ante la acción, mientras que Mérida las miraba sin comprender. Cuando llegó el momento, Elsa asintió hacia Kristoff y, en un rápido movimiento, dio vuelta el vaso para comenzar a tomar, sin descanso, del pequeño hueco entre este y su pálida mano.
La rubia escuchó que no solo su grupo ovacionó aquello, sino casi todas las personas que se encontraban allí. Elsa miró de reojo a Kristoff, y, con diversión, se dio cuenta que el chico no pudo siquiera tomar la mitad de su vaso, puesto que estaba perplejo mirándola, al igual que Eugene. Por otro lado, Mérida, Rapunzel y Anna gritaban eufóricas, celebrándola. Cuando terminó su trago, Elsa despegó su palma del vaso y lo dejó sobre la mesa, haciendo una reverencia con una sonrisa.
— ¡Wujuuuu! ¡Así se hace! — Escuchó decir a Rapunzel, mientras se sentaba otra vez. Mérida la miró.
— ¡Demonios, Elsa, no sabía que podías hacer eso! — Exclamó la pelirroja. Elsa rio. — ¡Tienes que enseñarme algún día! ¡Eso fue genial!
— ¡Sin duda lo fue! La meta de este fin de semana es que aprendamos a hacerlo — Comentó Eugene. Elsa lo miró divertida, y él se rio — De verdad, nunca te había visto hacer algo así… ¿Dónde aprendiste?
— Tuve un trabajo de barwoman en mi primer año de universidad — Contó la rubia. — Era lo único compatible con mi horario en ese entonces.
— ¡Quién lo diría! Sin ofender, Elsa, pero no te imaginaba para nada en algo así — Dijo el castaño. Elsa se encogió de hombros.
— Las personas cambian en la universidad, supongo… — Respondió ella. Mérida se relajó en su asiento y observó a Kristoff.
— Creo que alguien no estuvo a tu altura, Els — Bromeó la pelirroja, señalando al rubio con el mentón. Kristoff resopló al notar todas las miradas sobre él y su trago a medio tomar.
— Lo siento, sabía de tu trabajo, pero no tenía idea que pudieras hacer eso — Dijo el chico. Anna se rio y Elsa sonrió — Estoy casi tan impresionado como Eugene.
— Halagarme no te va a salvar de esto, querido cuñado — Dijo Elsa. Kristoff sonrió y se tomó todo el contenido restante de su trago. Todos lo aplaudieron y la rubia rio — Bien, ahora tu reto.
— Lo sabía — Murmuró el chico. Anna volvió a reír y se apoyó en el hombro de su novio.
Fue así como estuvieron mucho tiempo jugando a lo mismo. Se habían ganado muchas miradas curiosas con sus desafíos, sobre todo el que implicó que Eugene hiciera como una ballena con epilepsia en el suelo. Claramente, eso fue obra de Mérida, y un poco de Rapunzel. Elsa, por primera vez en mucho tiempo, estaba un poco ebria. Si bien tenía buena resistencia al alcohol, el reto impuesto por su querida prima la había dejado en bastante desventaja. Habían completado ya dos vueltas cuando Anna fijó sus azules ojos en un punto detrás de ella.
— Oh, Dios, Punzie, no bromees… — Dijo la castaña, volviéndose a su prima. En respuesta, Rapunzel se rio. Elsa la miró con confusión.
— Elsa, tu sorpresa acaba de aparecer…
La aludida, con el desconcierto repartido en todo su rostro, se volteó. Fue allí cuando comprendió todo. Justo ahí, muy cerca de ellos, se encontraba un chico alto, delgado y con pelo plateado. Sus ojos azules estaban tal y como recordaba, o incluso mejor. Estaba acompañado de Hipo y Astrid, una pareja histórica en sus años de escuela. Antes de que pudiera verla, la rubia se volvió al grupo, y notó la mirada picarona que sus amigas le dedicaban, incluyendo a Mérida. De inmediato, Elsa subió la guardia.
— Oh, no, no, y MÁS no — Dijo ella. Las chicas se rieron, y Kristoff se miró con Eugene, no comprendiendo nada en absoluto.
— ¡Sí, sí, y MÁS sí! — Respondió Anna, demostrando su entusiasmo. Emoción que, claramente, su hermana no compartía.
— ¡Esto es perfecto! Y justo es mi turno — Dijo Mérida con una amplia sonrisa. Elsa se volvió a ella con súplica — ¡Oh, vamos Elsa! ¿A estas alturas qué pierdes con hablarle a tu crush de tus días de escuela?
— Oh, ya veo, por eso querías que lo invitara — Comentó Eugene, pensativo. Rapunzel sonrió y asintió con energía.
— Exactamente, porque no había otra instancia antes — Dijo la castaña. Anna y Mérida rieron, mientras que la expresión de Elsa demostraba su profunda incomodidad y vergüenza. — Bueno, Mérida, tú dices.
— Elsa — La rubia miró a la pelirroja, nuevamente, en modo de súplica. Sin embargo, su amiga hizo caso omiso de eso — Ahora mismo vas a ir, vas a saludar a Frost, e invitarlo a que venga a compartir con nosotros.
— Hey, si ese es el drama, puedo hacerlo yo… — Comentó Eugene, despreocupado.
— No, no…Tiene que hacerlo ella, sino no tiene gracia — Dijo Anna, enredándose en uno de los brazos de Kristoff, quien estaba ajeno a todas esas historias. Eugene se encogió de hombros y Rapunzel asintió, apoyando a su prima menor.
— No entiendo cómo voy a ir y hacer eso, si en toda la escuela nunca fui otra cosa que su tutora — Dijo Elsa, no comprendiendo a sus amigas. Mérida suspiró sonoramente antes de hablar. — Además, ha pasado mucho tiempo.
— ¡Es por eso que tienes que hacerlo! Dios, ¿Puedes tomarte un trago en un par de segundos frente a toda esta gente y no vas a poder hablar con Frost? ¡Es imposible que te diga que no! ¡Es el chico más simple y accesible del planeta!
— Pero, esperen, tiempo… — Todos fijaron sus ojos en Kristoff, quien, al parecer, no lograba entender del todo la situación — ¿Quién es este Jack Frost? ¿Siquiera sabe quién eres?
— Ugh, esto es vergonzoso… — Murmuró Elsa. Rapunzel sonrió, mientras que Anna se tapó la boca para no dejar escapar una risita.
— Jack era el peor de nuestra clase, Kristoff, y Elsa la mejor, por supuesto— Explicó Mérida. Ante el relato de una historia tan antigua, Elsa sintió cómo sus mejillas se sonrojaban levemente — De hecho, Elsa y Jack se llevaban bastante mal al principio, siempre discutían porque él adoraba hacerla enojar.
— Peeero, todo eso cambió en último año — Agregó Anna, mirando a su hermana, divertida. — Elsa comenzó a hacerle tutorías a Jack después de clase, porque él mismo se lo pidió. De hecho, a finales de año, Elsa le dijo a Jack que, si pasaba los exámenes para entrar a la universidad, iría a verlo al campeonato de hockey. Él era el capitán.
— Solo cuando yo me gradué, él pasó a ser capitán — Comentó Eugene. Rapunzel lo fulminó con la mirada y negó con la cabeza. — Recuerdo que también fui a ese juego, y que incluso en mis tiempos libres ayudaba en los entrenamientos. De hecho, Frost estaba bastante nervioso, quizás era por eso.
— Lamento dar malas noticias, pero claro que no — Elsa tomó un sorbo de su vaso antes de continuar. Todos la miraron y ella fijó sus ojos en Eugene — ¿Recuerdas qué ocurrió cuando ganaron, no?
— Sí, Rapunzel me dio su número — Todos quisieron chocar sus palmas con sus frentes ante la respuesta de Eugene. Elsa, por su parte, suspiró sonoramente antes de contestar.
— Bueno, además de eso, apareció una chica universitaria que resultó ser la novia de Jack — Reveló Elsa. Ambos chicos del grupo mostraron confusión en la historia. — Cuando ganaron, apenas salió de la pista, ella lo abrazó e incluso lo besó.
— Vaya, eso apesta — Dijo Kristoff. Anna le pegó un codazo y él protestó. Elsa se encogió de hombros.
— Supongo que malinterpreté un poco las cosas — Dijo la chica. Hubo un momento de silencio, cuando Mérida tomó la palabra.
— Oh, ¿Y qué importa? ¿Ves a esa chica aquí acaso? — Dijo la pelirroja, mirando directamente a su amiga. — Además, no te estamos diciendo que te cases con el tipo, sino que simplemente le vayas a hablar. Piénsalo como tu propia marca personal.
— Por lo que sé, Frost está soltero — Apoyó Eugene. Rapunzel sonrió y miró a su prima.
— ¡Es cierto, Els! Además, como dijo Mérida ¿Qué tienes que perder? ¡En el peor de los casos, te emborrachas con nosotros y ya! Aunque, la verdad, eso casi está cumplido.
— Agh, no sabes cómo te odio en estos segundos, Punzie — Dijo Elsa. Rapunzel rio, y, acto seguido, la rubia se tomó el contenido restante de su vaso de un solo trago. Todos la miraron sorprendidos y ella se levantó — Solo lo haré porque, aunque esté un poco ebria, no soy estúpida, y estoy segura de que, si no lo hago ahora, esto continuará por todo el fin de semana.
Dicho esto, Elsa se volteó, escuchando gritos de ánimo por parte de sus amigas. La rubia suspiró sonoramente antes de encaminarse a donde Jack se encontraba. No eran más de diez pasos, pero, apenas avanzó uno, Elsa comenzó a maldecir en su cabeza en todos los idiomas y formas que conocía. No había visto a Jack desde la graduación, a pesar de que su generación se juntara cada año. Aunque habían transcurrido tres años desde el desagradable evento, Elsa aún guardaba un mínimo sentimiento de humillación al recordar a aquella chica y a Jack besándose después del juego. Debía admitir que se había esperanzado con la idea de que el chico tuviera sentimientos también.
Para su mayor desgracia, Jack estaba de espaldas a ella, hablando con Hipo y Astrid. Hubiese preferido que él mismo la hubiera visto. Mérida no se equivocaba al decir que Jack Frost era un chico simple y accesible. Lo más probable, si se hubiera dado cuenta de su presencia, era que se hubiese acercado a ella en un pestañeo, aunque solo fuera para saludar. Después de todo, no se habían visto las caras en tres años.
Pero claro, para su estúpida mala suerte, Jack estaba de espaldas.
Inhaló hondamente, avanzando el último paso hacia el chico. Sin embargo, no contaba con que Jack se diera vuelta antes, encontrándoselo cara a cara. Sus azules ojos se abrieron y él le sonrió, aunque también estuviera sorprendido. Demonios. Era mejor que en sus recuerdos, eso seguro.
— ¡Elsa! Vaya, que gusto verte — Le dijo de inmediato. La chica iba a responder, cuando alguien colisionó contra Jack y, en un mal movimiento, su trago aterrizó en toda la camiseta de ella. En cuestión de segundos, Elsa retrocedió exclamando, y se miró, dándose cuenta de que toda la zona de su pecho estaba cubierta y que estaba usando una maldita camiseta blanca.
El mundo la odiaba, eso de seguro.
— ¡Demonios! Cuanto lo siento, Elsa… — Se disculpó él. La rubia agradeció a los cielos que Jack ni siquiera mencionara que, técnicamente, toda su ropa interior se le traslucía.
— Menuda entrada fue esa, Jack Frost — Se burló ella, sonriendo. Estaba realmente avergonzada, pero la -casi- ebriedad podía cubrir un poco eso, al igual que sus brazos cruzados sobre su pecho. Jack se rio.
— No he dejado de ser un desastre, como puedes ver — Respondió él. Elsa se rio — Entonces… ¿Encontraste tiempo en tu apretada agenda para venir?
— ¿Apretada agenda? ¿Por qué lo dices?
— Bueno, no te he visto en ninguna reunión de generación los últimos tres años, así que creí que las fiestas seguían siendo tu antagonista — Dijo él. Elsa rodó sus azules ojos, y él sonrió. — Pero al verte hacer esa cosa con el vaso hace un rato, me dio a entender que tenía la idea equivocada. — Ante ese comentario, la cara de la rubia se descompuso por unos segundos. Jack soltó una leve risa.
— Oh, así que viste eso… Sí, ideas de Punzie, tú sabes — Dijo Elsa, intentando no sonar avergonzada. Jack continuó mirándola, sonriendo.
— La universidad sí que cambia a las personas, ¿eh? — Dijo él. Elsa lo miró y notó algo en sus azules ojos que no fue capaz de descifrar. Hubo unos momentos de silencio hasta que la chica lo interrumpió.
— ¿Qué? ¿Solo porque me viste hacer eso vas a pensar que soy la ebriedad en persona? — Respondió ella. — Ese es tu título, Frost, no el mío.
— Oh, vaya, es aquí donde se asoma la Elsa Winters que recuerdo — Dijo él, riendo. Elsa alzó una ceja, aun cruzándose de brazos y Jack soltó una leve risa — Es un milagro que en estos tres años no se te haya arrugado el rostro después de tanto fruncir el ceño.
— Fruncía el ceño porque alguien me hacía enojar todo el tiempo — Dijo ella, mirándolo fijamente. Ambos sonrieron. — En fin, ¿Por qué no mejor vienes conmigo y los demás? Es lo mínimo que puedes hacer después de tirarme tu trago encima.
— Como dije, sigo siendo un desastre — Dijo él. Elsa sonrió, sabiendo que esa era su manera de disculparse. Seguido, Jack se volteó a Hipo y Astrid — ¿Vamos a saludar a Punzie?
— ¡Por supuesto! Quiero darle mis felicitaciones apropiadamente — Contestó Astrid, siendo la primera en caminar. Miró a Elsa y sonrió — ¿Qué hay, Els?
— Hola, Astrid — Saludó la chica. Si bien Astrid nunca había sido cercana a ella, sabía que, a pesar de su ruda actitud, era muy buena persona. Hipo también la saludó y ella sonrió.
Hipo y Astrid eran de su misma generación, pero conocían mucho mejor a Rapunzel, gracias a Eugene. Habían comenzado a salir al último año de escuela, y eran una pareja tan conocida como rara. Nunca nadie se imaginó que la estrella del club de atletismo estaría con Hipo, el sabelotodo, como lo llamaban algunos. Según lo que el mismo Jack le había contado, sus caminos se cruzaron cuando tuvieron que hacer un proyecto juntos en la escuela. Desde allí, Astrid comenzó a buscar a Hipo en cada fiesta u oportunidad que se le presentaba. Él, por supuesto, nunca la evitó.
Se encaminaron al lugar donde estaban todos, y, cuando llegaron, Elsa sintió las miradas orgullosas de todas sus amigas. Iba a sentarse, cuando Kristoff le pasó un polerón. La rubia sonrió a su cuñado y lo aceptó, agradeciendo su amabilidad. A pesar de que el trayecto había sido corto, no le había gustado para nada sentir las miradas (sobre todo masculinas) en su camiseta húmeda. Los tres recién llegados saludaron a Rapunzel con alegría. Incluso, le habían traído un regalo.
Entre los saludos a Rapunzel, Anna miró a su hermana con ansiedad. Elsa, apenas se puso el polerón de Kristoff, le lanzó una mirada de advertencia en respuesta. Su hermana menor ya estaba bastante ebria, por lo que la veía capaz de hacer cualquier cosa. Sinceramente, aquello no la tenía para nada contenta, pero confiaba en que la consciencia de Anna fuera más fuerte que su impulsividad.
No, la verdad no confiaba en eso, solo en la rapidez de Mérida para taparle la boca ante cualquier cosa.
— ¡Mérida, Dios, cuánto tiempo! — Exclamó Jack, saludando a la pelirroja. Mérida se levantó de su asiento y abrazó al chico.
— Oh, ni que lo digas, había olvidado tu cara fastidiosa — Dijo la chica, separándose de él. Jack se rio. Así era Mérida, siempre muy amable. La chica miró a Hipo y Astrid y saludó con la mano, ellos le respondieron con un asentimiento de cabeza y una sonrisa. — ¿Están tomando algo o les servimos?
— Oh, no te preocupes por mí, estoy bien — Dijo Hipo, mostrando la cerveza que llevaba. — Pero sin duda Jack necesita uno — El aludido se rio y Elsa sacó un vaso de debajo de la mesa, al ser la que estaba más cerca. Jack la miró confundido.
— No me digas que tú vas a hacerme un trago, Els — Dijo el chico, divertido. Elsa lo fulminó con la mirada.
— Aunque no lo creas, Jack, MI hermana fue barwoman — Saltó Anna, antes de que su hermana mayor pudiera responder. Ante la revelación, Jack, Hipo y Astrid no pudieron evitar su sorpresa. Elsa, por su parte, destapó una de las botellas al tirar el hielo en un vaso.
— No se preocupen, yo también me acabo de enterar — Dijo Eugene, encogiéndose de hombros.
— Quién diría que, tres años después de graduarme, serías precisamente tú quien me sirviera un trago — Dijo Jack, observando cómo la rubia servía con rapidez. Elsa sonrió.
— Siéntete agradecido entonces — Le respondió la chica, entregándole el vaso. — Ahora no me lo derrames encima y todo estará bien.
— Tan tierna como siempre — Bromeó Frost. Elsa sonrió, para luego beber un sorbo de su trago. Sabía que las bromas de Jack no eran un insulto, lo había aprendido en su último año de escuela.
— Creo que debemos cambiar de juego — Dijo Rapunzel, ganándose la atención de todos. — Como muchos de ustedes no se han visto hace mucho tiempo y los chicos no conocen a Kristoff, podríamos jugar "Nunca Nunca" ¿Qué creen?
— Ese juego parece ser tu favorito, Punzie — Dijo Astrid, sonriéndole a la castaña. — Estoy de acuerdo, después de saber que Elsa fue barwoman, me da mucha curiosidad saber qué es de todos.
— Bien, ¡Entonces yo empiezo! — Celebró Rapunzel. Los recién llegados sonrieron ante su entuasiasmo. — Yo nunca nunca no he asistido a la misma escuela que las personas de este grupo. — De inmediato, todos miraron a Kristoff. Anna lanzó una risa ruidosa y Elsa sonrió.
— Eso fue con intención, Punzie — Dijo Kristoff, para luego tomar un sorbo de su vaso. Quien seguía de Rapunzel, era su novio, Eugene.
— Bueno, tomaré venganza por ti, amigo mío. Yo nunca nunca he estudiado Artes — Declaró Eugene. Rapunzel lo fulminó con la mirada mientras que su novio chocaba puños con el rubio. — ¿Qué?
— ¿Cómo rayos puedes tomar venganza sobre tu propia novia? ¡Eres tan anormal! — Exclamó la castaña, mientras tomaba un sorbo de su vaso. Eugene le sonrió y la rodeó con un brazo, para luego darle un beso en la coronilla. Luego de eso, todos posaron sus ojos en Astrid, quien era la siguiente.
— Bien, esto parece un "Nunca Nunca" de niños de kínder, así que alguien tiene que arreglarlo — Dijo Astrid, acomodándose en su asiento. Con ese comentario, la rubia se ganó muchas miradas curiosas — Yo nunca nunca he tenido sexo en un lugar público.
Astrid e Hipo bebieron casi de inmediato, siendo el castaño quien le dedicó una mirada de extrañeza a su novia, al decir algo que los hiciera beber. Anna y Kristoff les siguieron, junto con Eugene y Rapunzel, que deliberaron unos segundos entre susurros, repasando algunas anécdotas. Sin embargo, y para sorpresa de muchos, Elsa llevó el vaso a sus labios y bebió. Mérida solo rio, dedicándole una mirada de complicidad a su rubia amiga.
— Vaya, vaya, parece que aquí tenemos una historia interesante — Dijo Jack, observando cómo Mérida y Elsa habían comenzado a reír. Aquello despertó la curiosidad de muchos, incluso la de Anna.
— Debe ser una historia que te tenías bien guardada porque ni siquiera YO, tu hermana favorita en todo el mundo, sabía de esto — Acusó la castaña. Elsa miró a su hermana y le sonrió.
— Es que fue tan sin importancia que ni siquiera valía la pena contarlo — Admitió la chica, encogiéndose de hombros. Anna alzó una ceja, para nada convencida. — Fue en una de estas fiestas de la universidad, en la playa. Mérida fue conmigo. Me gustaba un chico y tuvimos una caminata en la noche por la orilla del mar — Ante tal descripción, Jack no pudo evitar fruncir el ceño mientras sonreía. No era que fuese algo malo, pero estaba asombrado de cómo los años habían pasado sobre la mayor de las hermanas Winters. Elsa miró a Mérida y lanzó una leve risa — Fue ahí donde pasó, sin embargo, no fue nada de romántico. Como consejo, no lo hagan sin llevar una manta o una toalla. De verdad la arena se mete en lugares que no quieren ni saber.
— ¡Oh, Dios! — Exclamó Anna, riéndose. Todos los demás se rieron junto con ella. Incluso Elsa lo hizo, pero levemente. — ¿Entendiste, Kristoff? No hay paseos nocturnos a la orilla para ti…
— Podríamos llevar una manta… — Anna se rio ante la sugerencia. Mérida rodó los ojos ante aquel detalle, y se dio cuenta que, además de ella, Jack tampoco había bebido de su vaso.
— ¿Y qué hay de ti, Frosty? — Dijo la pelirroja. Jack la miró y notó que todos le prestaban atención.
— No lo sé, nunca lo he hecho — Admitió el chico. Hipo y Eugene parecieron pensativos, como si estuvieran repasando mentalmente todo el historial de Jack en unos segundos. Él lo notó y rio — Chicos, de verdad, nunca. Y no es por algo en particular, solo son oportunidades.
— Estoy de acuerdo, depende de las circunstancias — Dijo Hipo, para luego sonreírle a Astrid. La rubia rio — Bien, es mi turno.
Así fue como pasaron un par de rondas de "Nunca Nunca". Muchos rieron ante ciertas historias, como la de Hipo y Astrid cuando casi son descubiertos en el laboratorio de ciencias por la profesora de Biología, Valka, quien también era la madre del castaño. Jack seguía sorprendiéndose de algunas anécdotas de Elsa, a pesar de que tenía la leve sospecha de que estaba siendo más sincera por los efectos del alcohol. Sin embargo, según parecía, Anna iba a ser la primera en caer. Estuvieron un rato jugando, hasta que, en el turno de Mérida, se pronunciaron palabras que llamaron la atención del grupo.
— Yo nunca nunca he pensado que alguien de este grupo es irremediablemente sexy — Declaró la pelirroja, observando cómo todos bebían mientras ella sostenía su vaso, disfrutando de su descanso. Sí, quizás había tenido un crush por Hipo, pero eso no significaba que lo encontrara precisamente sexy.
Elsa, por su parte, miró el vaso unos instantes con duda, pero, luego de unos segundos, se lo llevó a los labios. Pudo notar que, apenas hizo aquello, se ganó muchas miradas de orgullo por parte de sus amigos y, sobre todo, de su hermana. Sin embargo, no tuvo ni un minuto para pensar en aquello, pues Jack, quien estaba sentado junto a ella, también bebió, demostrando que se adhería a la declaración hecha por la chica escocesa. Astrid e Hipo, ante eso, compartieron un leve vistazo de complicidad, el cual solo fue notado por Mérida.
— Woah, Elsa ¡No sabía que mirabas a los novios ajenos! — Exclamó Anna. En ese minuto, Elsa quiso que se abriera un agujero en el suelo y se la tragara. Sabía que su hermana trataba de ayudarla, pero en realidad hacía todo lo contrario. Por suerte, su amiga pelirroja sí tenía algo que decir.
— Tranquila Anna, todos sabemos que ese trago de Elsa fue por mí — Dijo la chica. Elsa rio y, de broma, le guiñó un ojo a Mérida, a lo cual todos se rieron. — No quería admitirlo, pero ya hace mucho tiempo lo noté, amiga.
— Lo mismo digo para Jack — Comentó Eugene. Jack alzó una ceja y el castaño sonrió de lado — Hay otras formas de declararme devoción, Frost.
— Punzie, controla a tu novio, me está coqueteando frente a ti — Respondió Jack, ignorando completamente al chico. Todos rieron ante eso, incluso más al ver cómo Rapunzel le dedicaba una mirada acusadora a modo de broma.
— ¡Bien, mi turno otra vez! — Exclamó Anna con alegría, llamando la atención del grupo. Todos fijaron sus ojos en ella. Elsa, al notar el entusiasmo de su hermana, sintió los nervios aflorar en su estómago — Yo nunca nunca he sentido atracción por una persona que esté sentada a mi lado.
Y ahí iba otra vez. Todas las parejas bebieron al instante, sin perder la atención en Jack y Elsa. Mérida percibía que la atmósfera ya comenzaba a tensarse con estos dos turnos. Demonios, la pelirroja estaba por ir a prepararse palomitas y observar cómo todo avanzaba bajo su propio curso. Astrid intercambió una mirada con ella, y se dio cuenta que, al parecer, ya el objetivo de aquel juego estaba confirmado. Esto, claramente, no pasó desapercibido para los demás, excepto para Jack y Elsa. El chico miraba su trago, y la rubia estaba levemente sonrojada con la cabeza gacha.
Entonces, tal como la primera vez, pasaron unos segundos para que ambos bebieran. Elsa sintió que su corazón latía a mil por hora, y fue peor cuando sus miradas se encontraron. Sintió como si retrocediera tres años, y en su mente solo resonaba que, al lado de Jack Frost, solo estaban ella e Hipo.
Y era prácticamente imposible que Jack se hubiera sentido atraído por Hipo.
¿Verdad?
— Uuuuuhh esto se va a poner bueno — Comentó Anna, juntando sus manos. Elsa le dedicó una mirada reprochadora, y Rapunzel dejó escapar una leve risa. — ¿Qué? ¡Ambos bebieron! Lo cual significa que…
— ¡Muy bien, siguiente turno! — Interrumpió Elsa, en un intento desesperado por no tener que lidiar con esa situación tan vergonzosa. El siguiente era Kristoff, quien, esperaba ella, no disfrutara de la vergüenza ajena como sus otros amigos. Para su sorpresa, Jack se mantuvo callado.
— Bueno, ya que no quieren hablar de lo que acaba de pasar, seré mucho más compasivo — Dijo el rubio. A pesar de sus palabras, Elsa sintió todo menos alivio. Conocía esa expresión en el rostro de su cuñado, y sabía que significaba todo, menos algo bueno. Demonios, debía inventar una excusa para ir al baño o algo… — De acuerdo, yo nunca nunca he querido besar a alguna chica rubia que esté en este grupo.
— ¿Debo beber si alguna vez fuiste rubia? — Preguntó Eugene en un susurro. Rapunzel rodó sus verdes ojos, haciendo caso omiso de la pregunta. El castaño se encogió de hombros y bebió, sacando algunas risas de Kristoff y Anna.
Por otro lado, Hipo había bebido de inmediato un sorbo, sin antes chequear la expresión de su amigo. Jack, por su parte, sentía cómo la atmósfera entre él y Elsa estaba cambiando a tensión máxima y, demonios, eso no le gustaba para nada. Aunque tampoco le disgustaba. Era la sensación más extraña que alguna vez había experimentado.
— A la mierda… — Murmuró, antes de llevarse el vaso a los labios. Elsa abrió sus ojos azules de par en par ante la acción, y Jack suspiró — Y no, no es Astrid.
— Pensemos que es Kristoff — Dijo Mérida, encogiéndose de hombros. Todos rieron ante eso, pero Elsa, por su parte, pestañeó varias veces. Por algún motivo, no despegaba sus ojos de Jack.
¿Qué demonios?
— Si sigues haciendo eso, me vas a hacer un agujero en la cabeza, Elsa — Dijo Jack. A pesar de no estar sonriendo, su tono burlón estuvo presente en cada palabra. Aquello hizo despertar a la chica, poniéndose en guardia.
— ¿Qué? ¿Acaso no puedo estar sorprendida?
— Yo también estuve sorprendido cuando insinuaste que era irremediablemente sexy y no te quedé viendo así — Acusó él, ahora mirándola directamente. Elsa escuchó cómo Anna y Rapunzel dejaron escapar un chillido con eso. Agh, esto era muy incómodo. Lo malo es que ninguno de los dos estaba lo suficientemente ebrio para minimizar el episodio ni nada.
— Eso no te pone en una posición diferente — Contraatacó Elsa. — Si mal no recuerdo, tú también bebiste.
— Dios, ¡Sigues siendo la misma! Te gritan en tu cara que quieren besarte y respondes con un comentario rebuscado para probar que tienes razón, o, en su defecto, para desviar el tema — Por algún motivo, aquello molestó en sobre medida a la rubia, en vez de avergonzarla como todos hubiesen pensado ¿Efectos del alcohol? Tal vez.
— Y tú sigues siendo el mismo idiota que responde a las cosas con una mentalidad de un niño de 10 años — Respondió. Jack frunció el ceño. A este punto, todos se miraban sin saber muy bien cómo intervenir. Hasta Mérida, quien era la que actuaba de inmediato, estaba sin palabras.
— Oh, entonces seguiré con el juego como si tuviera 10 años. — Dijo él. Elsa iba a contestar, cuando alguien los interrumpió.
— ¡Exactamente, vamos a seguir jugando! — Declaró Eugene, intentando apaciguar el ambiente. Todos lo miraron. — ¿Les parece si después de este turno vamos a bailar un poco? Creo que ya hemos bebido demasiado — Dijo el castaño, mirando a todos los del grupo. A pesar de que no era su turno, sino el de Rapunzel, nadie dijo nada. Entonces, el chico carraspeó antes de pronunciar palabra — Bien, para que esto no sea tan vergonzoso, yo nunca nunca he querido besar a quien esté mirando en este momento.
Apenas Eugene dijo esas palabras, todas las parejas se miraron entre sí, tomando un sorbo de sus vasos mientras clavaban sus ojos en el otro. Mérida, por su parte, observó a su alrededor y se encogió de hombros, bebiendo de todos modos. Por otro lado, Jack y Elsa mantenían su vista en sus tragos. No supieron cuánto tiempo estuvieron de esa manera, pero fue lo suficiente para que todos sus amigos se encaminaran a la pista de baile. Elsa incluso pudo escuchar las protestas de Anna, y cómo Mérida y Punzie le susurraban razones para no quedarse allí.
La rubia suspiró, y notó que aún alguien se encontraba a su lado. Jack la estaba mirando, pero, por algún motivo ella no era capaz de levantar la vista. Nuevamente, maldijo en todos los idiomas y formas que conocía, como cuando estaba caminando hacia él hace unas horas atrás. Hace mucho no se sentía de esa forma. Nadie había tenido ese efecto en ella durante esos tres años. De alguna manera, sentía que había retrocedido en el tiempo, a esa chica que se sentaba con Jack en la biblioteca después de clases.
— Elsa
Su voz fue suficiente para sacarla de sus pensamientos, pero no para que lo mirara. Su cabeza estaba en blanco, y lo único que quería era salir corriendo. Sin embargo, eso se acabó cuando sintió el tacto del chico en su mentón. Con suavidad, Jack le había girado el rostro. Sus ojos se encontraron con los de él, y por segunda vez en la noche, sintió que su pulso cardíaco se aceleraba.
¿Qué demonios tenía Jack Frost? Aún no se lo explicaba.
Entonces, no pudo seguir articulando más preguntas en su cabeza, pues vio cómo Jack tomó un sorbo de su vaso. Lo hizo de una manera diferente, pues no fue evasivo ni tampoco tímido como los de antes. Esta vez, bebió el licor con seguridad, sin despegar sus azules ojos de los suyos. Elsa apretó el débil plástico contra la yema de sus dedos, entendiendo que aquello había sido una pregunta más que una declaración. No podía pensar claramente, mucho menos con los ojos azules de él examinando sus expresiones. Jack dejó el vaso a un lado y sin decir una palabra, comenzó a acercar su cara a la suya.
Fue entonces que él se inclinó. Ella, a diferencia de lo que esperaba, entrecerró los ojos, y sintió cómo los labios de él aterrizaron en su mejilla. Luego, en la otra mejilla, y, al final, en su pequeña nariz. Elsa parpadeó, aun procesando con lentitud lo que acababa de ocurrir. Jack, en cambio, apartándose un poco de ella, la miraba fijamente.
— Si quieres que continúe, ya sabes lo que tienes que hacer — Susurró.
Al escuchar esas palabras tan cerca, lo único que Elsa pensaba era en la proximidad de ambos y cómo con un minúsculo susurro provocaba que su piel se erizara. Ni siquiera sabía si efectivamente había escuchado con exactitud lo que le había dicho. La combinación de Jack con alcohol no era para nada efectiva en ella, eso era seguro.
Porque lo más probable era que él quería que Elsa tomara un sorbo del vaso que descansaba en su mano, pero eso no fue lo que ocurrió. La rubia, en respuesta, dejó caer el trago, sin importarle la suciedad que iba a dejar en el piso. Fue el turno de Jack de pestañear bastantes veces, para luego notar que Elsa se inclinaba, y que comenzaba a rozar su nariz con la suya, de un lado a otro, como si lo estuviera invitando a proseguir.
Y, por supuesto, solo eso necesitó.
El gesto fue minúsculo, pero clave. Jack, aprovechando uno de los vaivenes de su nariz, se ladeó y profundizó el movimiento, provocando que sus labios atraparan los de Elsa. Ella, ya con los ojos cerrados, disfrutó el contacto. Aún con la mano de Frost sobre su mentón, el beso pudo haber pasado por un simple choque entre ambos. Sin embargo, a medida que comenzaron a seguir el ritmo del otro, la mano de Jack viajó a su nuca, ahondando sus acciones. Elsa, por su parte, continuaba la danza que había comenzado, sin concentrarse en nada más que en Jack y su maldita habilidad para besar.
Como era de saberse, besar no era una experiencia desconocida para la mayor de las hermanas Winters. No obstante, Jack Frost parecía saber perfectamente el equilibrio entre suavidad e intensidad. No iba ni lento ni rápido, sino a su ritmo. Elsa se hizo camino a la nuca de él con sus manos, y acarició sus platinos cabellos, antes de que, por falta de aire, se separaran. La mano de Frost ahora estaba en la cintura de ella, y sus frentes estaban en contacto. Ambos lanzaron un suspiro, para luego mirarse.
Ni siquiera tuvieron que decir algo para entender que ese no era el lugar en el que querían estar. Elsa se levantó, y Jack la siguió. Se tomaron de la mano, y atravesaron la pista de baile. Claramente, la rubia no pasó por alto las miradas que le lanzaron sus amigas, sobre todo la de Mérida. La pelirroja alzó las cejas y sonrió, haciéndole además un gesto con la mano, dándole a entender que hiciera lo que tenía que hacer. Definitivamente, debía buscarse otra habitación después. Jack, por otro lado, evitó las expresiones que le dedicaron Astrid e Hipo. Este último, incluso levantó su trago mientras asentía con aprobación.
Elsa guio al chico a las escaleras, conduciéndolo a, él pensaba, su habitación. Llegaron al corredor y la rubia avanzó, sin soltarlo de la mano. A pesar de que no se le notaba demasiado, Jack podía decir que la chica estaba pasada de tragos. No se balanceaba como la mayoría de las personas, pero estaba caminando bastante rápido. Dieron una vuelta a la izquierda del pasillo, y Elsa se detuvo en la primera puerta. Sacó sus llaves, nuevamente con una brusca rapidez, y abrió al tercer intento. Ella entró primero, y él después, cerrando la puerta.
El sonido del cierre de la puerta hizo eco en la habitación, siendo lo único que se escuchó. Elsa se mantuvo de espaldas a él, hasta que se volteó. Jack notó que el semblante de ella era totalmente diferente al de antes. Hace unos momentos atrás, Elsa estaba evitando mirarlo, y se veía dubitativa y nerviosa. Sin embargo, en ese minuto, sus azules ojos estaban llenos de seguridad y determinación. Sabía qué era lo que quería y con quién, sin necesidad de explicarlo.
Elsa dio un último suspiro antes de avanzar hacia Jack, quien la recibió sin oponerse. Sus labios se encontraron en un beso totalmente diferente al anterior. A pesar de que la rubia sintió que estaba desatando toda la inconsciente impaciencia que había guardado durante esos tres años, al chico pareció no importarle. De hecho, él también actuaba de la misma forma que ella. Lo supo cuando, al envolver sus brazos en su cuello, él la abrazó de tal manera que no había centímetro existente entre sus cuerpos. Sus manos se ubicaron en su espalda y en su cadera, atrayéndola con una intensidad que, hasta ahora, Elsa no había encontrado tan fascinante en ninguna de sus anteriores experiencias.
En una mezcla de jadeos, Elsa bajo sus manos al cierre de la chaqueta de Jack. El chico, entendiendo el mensaje, la liberó del abrazo para ayudarla con el despoje. Por su parte, él hizo lo mismo con ella, quitándole el polerón. Las prendas aterrizaron en el suelo con un tinte de desesperación. Elsa suspiró cuando sintió que Jack estaba procediendo a besarla en el cuello, ahora que nada se lo impedía. Por su parte, la rubia exploró con sus manos cada centímetro de su espalda. Jack tenía algo que siempre le había llamado la atención, y eso era que, a pesar de parecer delgado y enclenque a primera vista, de todos modos tenía atractivo masculino. Sin duda, eso lo había notado incluso antes de comenzar a hacerle tutorías en último año, aunque, en aquel entonces, prefería lanzarse de un edificio antes de admitirlo.
El avance de Jack la sacó de sus pensamientos, y, en cuestión de segundos, ambos aterrizaron en la cama. Jack estaba sobre ella, con una de sus piernas entre las suyas, y con un brazo apoyado para no descansar todo su peso encima de ella. Fue en ese minuto en que se miraron fijamente, por segunda vez desde que habían entrado a esa habitación. Parecía ridículo después de todo lo que acababa de ocurrir, pero Elsa nuevamente sintió la piel erizada cuando notó que los ojos azules de él examinaban su expresión, como si tuviera algo que preguntar.
— De todos los escenarios posibles, este es el que menos esperé cuando te vi — Comentó él, con una leve sonrisa. Elsa rio, casi en un susurro.
— ¿De verdad quieres hablar de esto ahora, Frost? Puedes echarle la culpa al alcohol mañana en la mañana.
— No es mi intención, pero tú aún puedes arrepentirte, después de todo estás por romper uno de tus juramentos — Le dijo él. Elsa alzó una ceja — ¿No lo recuerdas? Una vez me dijiste que jamás, en la vida, aunque fuera el último hombre de la Tierra, te acostarías conmigo.
— Eso fue porque insistías en decir estupideces — Respondió ella. Recordaba perfectamente a Jack ese día, intentando preguntarle por su vida privada. Incluso el muy idiota llegó a ofrecerle ayuda con su virginidad. — Además, en ese tiempo eras realmente insufrible.
— Sigo siendo el mismo, Els — Susurró. Elsa pestañeó ante eso y él sonrió — Aunque sinceramente no sé qué habrá cambiado para que me encuentres sexy de repente.
— Oh, eso vas a tener que dejarlo a tu imaginación — Contestó ella. Jack frunció el ceño y ahí fue el turno de Elsa para sonreír, dándole a entender su nula intención de decir algo más.
— ¿Estás segura de eso? — Preguntó él. Elsa asintió con la cabeza, sin cambiar la expresión de su rostro. Sin embargo, sintió un cosquilleo cuando Jack le sonrió de una manera seductora y bajó a su cuello. Comenzó a depositar cortos besos, mientras que la chica cerraba sus ojos — Creo que sabes perfectamente bien que soy igual o, incluso, más obstinado que tú, Elsa Winters — El hablar contra su piel provocaba cosquillas en el cuello de ella, provocando un escalofrío agradable que no sabía exactamente de dónde venía. Jack pareció notarlo, pues Elsa sintió que sonrió — Y créeme, tengo mis maneras.
— Pues tienes toda la noche para averiguar.
— Va a ser una tortura para ti, ¿no? — Dijo el chico. Elsa sonrió, aún con sus ojos cerrados, mientras sentía los labios de Jack contra su piel.
— Ni te imaginas — Le contestó, en un susurro que le costó bastante trabajo emitir.
Jack se rio, y ella sonrió. El chico subió su rostro hasta quedar a su altura. Se miraron unos segundos y luego, nuevamente, unieron sus labios.
Definitivamente, sería una noche interesante de descubrimientos e investigaciones.
o.O.o.O.o.O.o.O.o.O.o.O.o.O.o.O.o.O.o
Bueno, aquí lo tienen. No tengo mucho que comentar, pero lo que sí puedo decir es que esto fue muy divertido de escribir.
¿Les gustó? ¿Hay algo que creen que no encaja? ¿Qué quieren para el próximo capítulo? Toda crítica o sugerencia me ayuda, incluso para un fic de dos capítulos jujujuju
¡Nos vemos!
