20
Un amor inquebrantable:
Sinopsis:
Universo alterno, sin magia.
Tras la muerte de sus padres, Harry y su hermana Lily pasaran a vivir a casa de su padrino, una nueva ciudad, una nueva casa y un nuevo colegio.
Un colegio que resultará ser de niños ricos, donde ser becado, es ser parte de la escoria, y un grupo de chicos de bien, se dedican a hacer la vida imposible de los becados, ¿qué pasaría si un muchacho becado se enamora de una de las chicas ricas? ¿y si ella tuviese un secreto muy bien guardado?
El examen de ingreso:
-Harry baja.
La voz de su padrino inundó toda la casa consiguiendo que hasta su perrita Hedwig lo escuchara y levantara sus orejitas a la espera de verlo aparecer.
Con cansancio, y sabiendo de sobra que no serviría ignorarlo, se levantó de la cama que ocupaba y dejó de ver el techo blanco de su nueva habitación. Ya llevaban tres meses en esa casa, pero no terminaba de acostumbrarse a ella, por su parte Lily sí que se había adaptado a la perfección al cambio.
Había hecho amistad con varios jóvenes del barrio y se pasaba la vida fuera de casa, su hermana nunca cambiaría, pese a todo lo que había sucedido, ella seguía siendo totalmente la misma.
Debía confesar que eso le había molestado lo indecible, no le agradaba para nada que su hermana valorara tan poquito lo que habían tenido hasta hacía tan poco tiempo.
Suspiró y miró sus manos, ya no había rastro de las quemaduras que había sufrido, ni rastro alguno de las heridas o rasguños, realmente poco importaban esas heridas, había otras sin embargo que dudaba mucho que se curaran deprisa.
Repasó su recamara, se encontraba casi sin nada, una mesa desierta, y una silla de compañera, una pequeña mesita cerca de la cama con una lamparita, un armario demasiado grande para lo poco que poseía, dos repisas vacías y sin ganas de llenarlas, un montón de cajas apiladas y sin ganas de vaciarlas y por último una ventana que daba al exterior pero que no abría si podía evitarlo.
Encima de su cama Hedwig se revolcaba intentando llamar su atención, era una pequeña cocker que su madre le había regalado unos meses atrás por Navidad, cuando ella misma había deseado tener una mascota.
Él, al principio la había odiado, era una responsabilidad que no había pedido, sin embargo y tras siete meses no podría vivir sin esa revoltosa revolucionando a su alrededor.
Suspiró y alargó su mano para acariciarla, pero ella lo recibió con su boca intentando atraparlo para morderlo, esquivó sus pequeños y ya afilados dientes y jugó un poco con ella. En esas estaba cuando la puerta de su habitación se abrió.
Su padrino se encontraba apoyado en el umbral de su puerta y lo miraba seriamente, había olvidado su llamada.
-¿Acaso no me escuchaste?
-Iba a bajar ahora.
-Estoy seguro de ello. –Este suspiró con cansancio y llevó una de sus manos a su cabello negro azulado, ocasionando que algunos mechones le cayeran por el rostro con cierta desgana y pereza.
Sintió los ojos grises de su padrino fijos en él y supo que se avecinaba una nueva charla aburrida e innecesaria, pues estaba harto de las mismas. –Harry, no podemos seguir así, no vas a conseguir que regresen con esa actitud taciturna y desmoralizante, lo único que conseguirás en hundirte más y más.
-Sirius, sé eso, me lo has repetido unas cien veces, y sinceramente, ¿qué te hace pensar que te escucharé en esta ocasión?
Sirius que así era como se llamaba su padrino lo miró seriamente e ingresó en la habitación, no cerró la puerta, era evidente que volvían a estar solos en casa, Lily habría salido también en esa ocasión.
Sirius se sentó en la cama y Hedwig corrió a reunirse con él y pedir sus atenciones.
-Traidora.
Sentenció mientras ella lo miraba sin comprender, Sirius alargó la mano y acarició a esta mientras proseguía con su discursito:
-Sé que lo sabes, pero no acabas de comprenderlo, y eso es lo que te terminaran matando, Harry, tus padres no querrían que estuviese con esa actitud, realmente piensas que Lilian querría que su único hijo se la pasara como fantasma en lugar de vivir.
-Ya vive Lily por ambos, no necesito esto Sirius, no sé por qué tuvimos que marcharnos de nuestra casa, de nuestra ciudad, no pertenezco aquí, este no es mi hogar.
-Perdona que te diga esto Harry, pero tú ya no tienes hogar, las llamas consumieron todo a su paso. Yo soy el único pariente que tenéis y vivo aquí, mi vida está en esta ciudad y ahora espero que tú hagas la tuya aquí también.
Además, es donde tus padres la iniciaron.
-No me importa, ¿no lo entiendes?, no quiero nada de esto, no quiero estar en Londres, la ciudad donde ellos crecieron y se conocieron, la ciudad donde ese despreciable que los odiaba vive. No quiero asistir a esa estúpida escuela a la que todos vosotros fuisteis, no quiero nada de todo esto.
Puedes ahorrártelo todo, y guardarte tus intenciones y tus palabras, no las necesito, ahora lárgate, no quiero seguir escuchándote.
Sirius lo miró duramente y durante un rato indeterminado, una exclamación de sorpresa los obligó a ambos a mirar a la puerta, Lily estaba allí, miraba hacía él entre sorprendida y enfadada.
-Mira, que tú no quieras seguir adelante no significa que yo no piense hacerlo hermanito, no pienso amargarme por esto, y pienso seguir adelante. Eres un maldito amargado y así lo único que conseguirás es amargar mi vida y la de Sirius.
No le hagas caso a este idiota sin cerebro, en algún momento entenderá que no teníamos a donde ir y que tú has significado nuestra salvación.
Lily se marchó dejándolos a ellos ahí, ella contaba con el cabello negro como él, pero sus ojos eran café, ambos tenían la misma edad, eran mellizos y aunque compartían cierto parecido físico, el carácter era completamente opuesto.
O eso decía su madre, Lily era más el estilo de su padre, siempre sonriendo y con bromas de aquí para ya, intentaba que nada le afectara y seguir adelante sin importa nada más, ni siquiera la muerte de sus padres.
Pero él no podía simplemente quedarse callado y vivir como si nada hubiese sucedido, como si aquello fuese fácil y él solo estuviese haciendo un berrinche de niño pequeño.
Sirius suspiró, alargó su mano y lo despeinó como solía hacer cuando eran niños:
-Perdona a tu hermana, aunque se haga la fuerte, sabes de sobra que no lo es. No eres el único que lo está pasando mal Harry, por favor no lo olvides, y no me hagas tu enemigo, no lo soy.
Te llame para decirte que la profesora Mcgonagall, subdirectora de Hogwarts, me ha llamado para decirte que mañana tú y Lily debéis asistir para presentaros al examen de ingreso en Hogwarts.
-No quiero asistir a Hogwarts.
-Ya me lo has dicho, pero es el lugar más cercano a casa, además, yo estaré allí, ya lo sabes. Intenta por lo menos ingresar en él.
No agregó nada más tan solo se marchó dejándolo de nueva cuenta solo en el lugar.
A la mañana siguiente se encontró despertándose a la hora adecuada, y tras ingresar al baño y darse un buen baño se miró al espejo.
No era una persona lo que se dice fea, pero tampoco se metería entre la categoría de chicos de portada. Su cabello era terriblemente rebelde e indomable, a veces envidiable lo indecible a Lily con respecto a ese asunto, ella contaba con el cabello liso y perfectamente domable.
Si tuviera que destacar algo de su propio físico, destacaría sus ojos, eran herencia de su madre, verde esmeralda, cuando era pequeño, su madre le decía que sería sin duda la perdición de muchas jovencitas.
Nunca fue el caso, y más teniendo en cuenta que había heredado la miopía de su padre en el lote. Lily no contaba con ese problema tampoco, pero también era cierto que ella no contaba con sus ojos.
Ella sí que había resultado ser toda una rompecorazones, y él un pequeño matón de escuela con todos los tipos que osaban posar su mirada en su hermana, ese era otro motivo de peleas entre ellos, no obstante más de una vez, ella misma había acudido a él para que la protegiera.
Su hermana era una oportunista de cuidado.
Revisó que todo estuviera en orden y salió del baño, Lily lo estaba esperando fuera enfadada:
-Luego te quejas de que siempre ocupe el baño primero, te has tardado horas ahí dentro.
-¿Horas?, Lily solo he estado media hora.
-Lo que tú digas, como lleguemos tarde al examen de ingreso me las pagarás.
Suspiró resignado, definitivamente llegarían tarde, y Lily como siempre lo pensaba culpar a él. Bajó a la cocina y se encontró con Sirius bebiéndose un café caliente, él se sirvió un vaso de leche y lo calentó en el microondas.
-¿Dispuesto?
Le preguntó escuetamente, él se encogió de hombros, puso azúcar a la leche y tras removerla se sentó a su lado, cogió una tostada del plato frente a Sirius y se dispuso a desayunar:
-¿Cómo es Hogwarts exactamente?
Esa pregunta pareció sorprender a Sirius que dejó a un lado el periódico que leía y se puso en pie, abrió un cajón y le extendió unos folletos:
-Son los que te entregué el otro día, por tu pregunta imagino que nunca los revisaste.
Sirius siempre conseguía hacerle sentir mal, suspiró y los cogió sin darles importancia, realmente no era algo que desease ver. Pero tampoco podía quedarse encerrado en casa y seguir atormentándose por algo que realmente nunca fue su culpa.
"Hogwarts, un mundo de posibilidades"
Rezaba en la primera página del mismo, tras esa frase había un escudo que contaba con cuatro cuadrantes donde se reflejaban cuatro animales diferentes. Había una serpiente plateada sobre un fondo verde, un león alzado bajo un fondo rojo, un tejón con un fondo amarillo, y un águila bajo un fondo azul.
Una hache se encontraba en el centro de los cuatro.
Al abrir el folleto se encontró con una imagen de un castillo increíble, parecía uno de esos antiguos castillos de la edad medieval, no podía creer que aún existiera un lugar como aquel, y más importante, que sirviera de escuela.
"En esta escuela se valoran determinados principios. Buscamos gente astuta, valiente, inteligente, que sepan apreciar todo lo que les rodea y que no menosprecien lo que se les presenta.
En esta escuela compartimos la igualdad entre todos y evitamos la discriminación en todos los aspectos."
Tras esas palabras, pasaba a explicar el funcionamiento del lugar, las instalaciones, las normas de convivencia y protocolo. Hablaba de clase de gente que se admitía en Hogwarts, y del programa de becados.
Ese punto lo dejó algo extrañado, ¿por qué si buscaban la igualdad entre el alumnado hacía tantas referencias a los becados?, parecían como si estuviesen haciendo un favor a los mismos, como si estos les debiesen algo por estudiar en su institución.
Irritado pasó de ese apartado y se centró en las instalaciones, contaba con una biblioteca como nunca antes había visto, o al menos eso parecía en las fotografías, había una página Web donde se supone que te ofrecían un recorrido virtual por toda la institución.
Quizás luego se informaría al respecto del mismo.
Además contaba con cuatro torres de habitaciones, donde se distinguían las habitaciones de los chicos de las habitaciones de las chicas, y a su vez cuatro casas diferentes. Por lo visto, pese a la igualdad que defendían, dividían al alumnado en grupos y los hacían competir entre ellos.
-Gryffindor, Slytherin, Ravenclaw y Hufflepuff.
Ante sus palabras Sirius lo miró desconcertado, él lo miró a su vez:
-¿Qué se supone que significa eso?
-Son los apellidos de las cuatro familias que contribuyeron a crear Hogwarts como escuela. Tiene desde la guardería hasta la universidad, aquellos que son aceptados en Hogwarts, lo son hasta que finalizan todos sus estudios.
Es difícil entrar, pero una vez dentro pocos quieren marcharse.
Hogwarts es especial, con el paso de los años, se creó una especie de rivalidad entre las casas y se determinó que se haría una pequeña competición a lo largo de todos los años.
Cada casa recibiría puntos por sus méritos, y los perderían por su comportamiento.
-¿Qué se supone que se gana?
-La casa ganadora, recibe grandes ofertas de trabajo para todos sus chicos de último año. Como comprenderás es algo que se toman muy enserio. A tu padre y a mí nos trajo más de un problema.
Agregó con una media sonrisa que él no correspondió, no se sentía capaz de sonreír aún ante la mención de su padre.
-Pero eso no es justo para el resto de estudiantes, los que venzan serán odiados por el resto de casas.
-Es una competencia limpia Harry, no solo los alumnos compiten, también los profesores. Solo ellos, el director o incluso los responsables del alumnado, es decir el consejo estudiantil pueden quitar puntos a las casas o darlos, aunque esto último no puede hacerlo el consejo estudiantil.
Ellos pueden castigar a los alumnos menores e incluso les pueden quitar puntos, pero no darlos.
La casa que gana da a su profesor encargado mucha reputación, y más renombre a Hogwarts, así que como puedes ver no es cosa de broma, ni los estudiantes ni los profesores se toman esa competición a broma.
Los más interesados como es de esperarse son los del último año pues son los que más se juegan con todo esto.
A los de tu curso no les importa gran cosa, y quizás encuentres algunas rivalidades entre las casas, al menos en nuestros años en Hogwarts tuvimos bastantes encontronazos con todas las casas, en mis años como profesor, como es de esperarse, no me he enterado de muchas cosas, pero sin duda, seguirán ahí.
Paró de hablar y revisó su reloj de pulsera:
-Como tu hermana no se dé prisa llegaréis tarde, y temo que no desearéis conocer el temperamento de la profesora McGonagall tan pronto.
-Seguramente te dirá que es culpa mía por tardarme media hora en el baño, porque si no se tira una hora y cuarto en el mismo el infierno se abre bajo sus pies o algo.
Inquirió con desgana, Sirius sonrió sin apartar la mirada de él, no hizo ningún comentario, pero estaba seguro de saber lo que pensaba en esos instantes, que estaba comenzando a recuperar parte de su ironía y sarcasmo.
-Ya estoy, cuando queráis.
-Antes de salir por esa puerta jovencita, sírvete un vaso de leche, un café o cualquier otra cosa, y coge, galletas, cereales o una tostada, pero de aquí no te marchas sin desayunar, ya lo sabes.
Lily suspiró exasperada y pidiendo paciencia al cielo, desde que vivían con Sirius no había día que este no la obligara a hacer sus comidas correspondientes, algo que a ella no le hacía ninguna gracia.
Decía que no quería engorda, algo que no comprendía, pues desde pequeños Lily siempre había sido delgada, pero ella decía que le sobraban kilos de aquí o de allá, algo incomprensible para él, pero muy cierto para sus amigas por lo visto.
Sirius los hizo apurar su desayuno, y sin terminar la leche y la tostada aún a medio comer en su boca fueron arrastrados al coche de Sirius.
No tardaron en llegar al lugar, y si ya le había parecido a Harry en el folleto que cambiaba de época, al ingresar en el tremendo vestíbulo se sintió realmente fuera de lugar con su ropa del siglo XX.
-Increíble ¿verdad?
Aportó Sirius cogiendo a cada uno de ellos por un hombro y sonriendo ampliamente, Lily le devolvió la sonrisa entusiasmada, mientras él no podía apartar la mirada de las estatuas y las antorchas que habían sido modificadas para admitir bombillas en su interior y así hacer las veces de lámparas del lugar.
-Cada vez que entro por esa puerta cada año, siento que sigo siendo un enano.
Les dijo con entusiasmo, luego les palmeó a los dos y añadió: -Tenéis que ir a esa mesa de allí, os darán un número y os dirán lo que debéis hacer a continuación, recordad, este es vuestro sitio, no lo estropeéis.
Eso último lo dijo mirándolo a él fijamente, sin duda temía que se la jugara, pero desde muy pequeño su madre le había enseñado a demostrar lo que valía ante todo el mundo, y nunca había suspendido un examen, no iba a comenzar a hacerlo solo porque no desease pertenecer a ese lugar.
Lily y él se acercaron a la mesa que Sirius les había señalado y una muchacha de cabello rubio y ojos plateados los recibió, ambos se sorprendieron por su extraña forma de vestir pero más aún por sus abalorios.
-Buenos días, ¿sus nombres?
-Lilian y Harry Potter.
Escuchó que decía su hermana con una sonrisa, la chica sonrió de medio lado y los buscó en la lista, tachó sus nombres y rebuscó entre las placas que tenía a un lado, selecciono dos y se las entregó.
-Mucha suerte.
Lily asintió y le dio a él la suya, la miró unos instantes, el número 315, y Lily contaba con el 627, ¿Cuántos candidatos se presentaban al examen?
Cuando ingresó en el enorme salón que la chica les había señalado se quedó congelado, había como mil sillas con sus respectivas mesas alrededor de todo el salón, una mesa enorme precedía el lugar al fondo de la sala y algunas sillas esparcidas por toda la sala solitarias cerca de grandes ventanales.
Recibió un pequeño empujón hacía el interior y perdió a Lily, sin estar muy seguro de qué hacer se fijó en las mesas, en ellas había un numero grabado, supuso que debía sentarse en el que tuviese su número, caminó a lo largo de la sala hasta localizar su pupitre y se quedó cerca del mismo.
No se atrevía a sentarse, inseguro por si no era eso lo que debía hacer exactamente. Tras un buen rato esperando escuchó que las puertas se cerraban y que desde la parte delantera llegaba una voz:
-Bienvenidos todos al examen de ingreso para optar a una de nuestras cincuenta becas anuales. Para algunos esta será vuestra primer intento, para otros es cosa frecuente.
Evidentemente eso significa que no importa si se suspende este año, pues podréis intentarlo todas las veces que lo deseéis, solo una vez al año, como dicen para que no haga daño.
El hombre de una edad cercana a los setenta años con sonrisa afable, ojos azules y cabello y barba canoso, sonrió intentando tranquilizar a los presentes.
-En esta institución no cerramos las puertas a nadie, pero eso no significa que no requiramos cierto esfuerzo por parte de nuestro alumnado. Por ello este examen es solo la primera prueba para ver vuestro nivel académico, algo que valoramos con un cincuenta por ciento, el otro cincuenta, lo basamos en informes de vuestras anteriores escuelas, en entrevistas con vuestros padres o tutores, y con vosotros mismos.
Si suspendéis este examen, perdéis el cincuenta por ciento, pero no está todo perdido, podéis conseguir que os demos un cinco para entrar si nos gusta vuestra actitud y todo lo demás.
Eso no implica que si se suspende este examen no nos vayamos a centrar bastante en las notas que habéis obtenido en otros centros, no, al contrario, será nuestra mayor prioridad.
Comprendemos que quienes se presentan a este examen lo hacen por diferentes razones, unos por desear seguir los pasos de sus padres, amigos, o incluso porque si no entran aquí, tendrán que trasladarse de lugar.
Algunos cuentan con mucha presión, y no nos parece justo que por culpa de los nervios estos pierdan su oportunidad. Por ello es que no solo nos fijamos en el examen.
Del mismo modo que no porque su nota sea perfecta en el examen al que se presentan, les asegure una entrada aquí.
-Profesor Dumbledore.
Escuchó que decía una mujer de cabello negro apretado en un moño, la reconoció de inmediato, no porque la hubiese visto antes, sino porque Sirius le había hablado de ella incontables veces, era una mujer de cincuenta años, pero que se conversaba bastante bien.
-Sí, creo que me estoy enrollando como una persiana, ¿es así como se dice? –cuestionó arrancando risitas de varios de los asistentes, él solo pudo suspirar y mirar hacia otro lado, al hacerlo se sorprendió al encontrarse a Sirius sentado en una de las sillas a su derecha con la vista fija en el suelo y los brazos cruzados. –Bien, no me entretendré más, ahora os pasaré a informar de en qué consistirá el examen, es una prueba escrita, y como valoramos la sinceridad ante todo, todos los profesores, entrenadores y responsables de la institución se encuentran en esta sala, como veréis cada uno ocupando una silla colocada estratégicamente para que no haya un solo lugar del gran comedor que no esté a ojos de cualquiera de ellos, de este modo nos aseguramos que nadie copie en su examen.
La prueba durará una hora exacta, no daremos más tiempo, en cuanto se oiga el timbre todos y cada uno de ustedes deberán soltar sus bolígrafos encima de la mesa, sin excepción.
La prueba está preparada para el nivel al que se presentan, por ello es que los examinados están separados en grupos.
Harry frunció el ceño, no estaba muy seguro de a qué se refería, hasta que cayó en la cuenta de que cada dos hileras de alumnos eran de diferentes edades, todo el que se encontraba delante de él, y detrás eran de su misma edad, pero una fila más allá, eran chicos de unos doce o trece años, esa hilera y la de al lado.
Había desde niños de diez años hasta muchachos de veinte cuatro años o más.
Dos hileras para cada edad.
-Ahora si son tan amables de tomar asiento en sus respectivos lugares daremos inicio a la prueba.
Se escuchó un fuerte alboroto en toda la gran sala de sillas que eran corridas para tomar asiento, una vez todos ocuparon sus puestos, y estaban siendo repartidos los exámenes, la puerta se abrió y por ella ingresó un muchacho de cabello rubio, respiraba agitadamente, tenía el rostro redondeado y sonrosado.
-Lamento la tardanza Director Dumbledore, pero es que me perdí.
Varios suspiros siguieron a esas palabras:
-Pasa muchacho, ocupa tu asiento. –tras esas palabras, Harry escuchó que varios profesores negaban y decían cosas como que el chico nunca cambiaría.
Lo miró con interés, y se percató que se dirigía a un pupitre cercano al suyo, el chico estaba por llegar cuando tropezó con sus propios pies y cayó al suelo cerca de él, sin poder contenerse se puso en pie y lo ayudó a incorporarse.
Ni una sola persona se levantó además de él, lo que consiguió que enrojeciera al máximo al recibir la mirada de todos en el lugar, soltó al chico una vez estuvo en pie:
-Muchas gracias por tu ayuda.
Escuchó que este decía, negó en respuesta y ocupó su asiento al momento, este paso su pupitre y se sentó en el suyo propio:
-Bien, tras la interrupción de su compañero Longbottom, ahora sí estamos ya todos, por lo que podemos comenzar con el examen.
Terminaron de repartir el mismo, y se centró en este, sintió que alguien lo miraba y levantó la vista del examen, se encontró con los ojos de Sirius y su sonrisa ladeada, a su lado, la profesora McGonagall hablaba en susurros con él, cuando sus ojos y los de la profesora se encontraron, esta lo miró por largo rato entre sorprendida y ¿triste?
Enfadado dejó de mirarla y se centró en su examen, fue una hora larga y tediosa, el examen no era sencillo, maldita sea, si hasta había tenido que dejar una pregunta por imposible.
¿Cómo podían tener semejante nivel en ese lugar?, suspiró y tras revisar su examen en el último minuto, colocó el número que le correspondía, pues por lo visto sus nombres habían quedado olvidados en ese momento.
-Suelten sus bolígrafos.
Se escuchó retumbar una voz fría por todo el lugar, obedeció en el acto, pero algunos apuraron hasta el último segundo.
-Bien, como verán, no hemos solicitado sus nombres, la razón es sencilla, las personas que les corregirán el examen no sabrán el nombre de la persona a la que corrigen, la razón es sencilla, muchos estáis aquí recomendados por vuestros padres, que son, o han sido amigos de vuestros futuros profesores, para que no haya preferencias, se decidió hace tiempo que no se conocería a los alumnos por sus nombres, sino por su número de identificación, el cual no sería revelado a ninguno de sus maestros hasta que haya concluido el día.
Ahora podéis salir fuera y conocer un poco el lugar, recordad, no se os está permitido entrar en las plantas superiores de la institución, no hasta que seáis alumnos oficiales.
Podéis retiraros, en dos horas tendréis los resultados en el vestíbulo, solo trescientos de vosotros pasaréis a las entrevistas, y de esos trescientos solo ciento cincuenta se entrevistarán con sus padres o tutores, y por último de estos solo cincuenta quedarán escogidos como becados de Hogwarts.
Hasta dentro de un rato, y mucha suerte a todos.
Se escuchó un murmullo en todo el lugar y todo el mundo comenzó a levantarse y salir del gran comedor, Sirius caminó hasta él antes de que se levantara:
-Busca a Lily, no os separéis, nos vemos a la hora de comer, yo tengo que corregir algunos de estos exámenes. ¿Qué te pareció?
-No cuentes con que esté entre los trescientos.
Inquirió, y sin más se dirigió a la puerta para salir de allí, no era que le importase mucho, pero sí de todos los examinados, solo quedaban trescientos en esa ronda, ¿cómo hacían para descartarlos?, decían que la nota no lo era todo, sino que también observaban sus expedientes académicos y más cosas, ¿acaso tenían todo a mano?, vio que las puertas se cerraban en cuanto el último alumno abandonó el gran salón, pero no vio a ningún profesor por el lugar.
-Todos ellos deben elegir entre sus correcciones quien se queda y quien se va.
Era una voz dulce y soñadora, al girarse identificó a la muchacha que le había entregado su número, ella extendió la mano hacía él y sin perder su sonrisa inquirió:
-Mi nombre es Luna Lovegood, muchas gracias por ayudar a Neville ahí dentro.
La miró sin comprender y estrechó su mano: -Neville es el chico que llegó tarde, es amigo mío desde que somos niños, es su segundo intento. El año pasado no pudo pasar la prueba, en mitad de ella su abuela sufrió un ataque al corazón y tuvo que marcharse corriendo para estar con ella.
Así que en esta ocasión espera conseguirlo.
-Seguro que sí.
Ella sonrió aún más:
-¿Cuál es tú nombre?, ¿es tú primera vez?
-Soy Harry Potter, y sí, es mi primer intento, el mío y el de mi hermana.
-Lily sí, es curioso, pero hace que conozco a tu hermana cosa de un mes, y sin embargo nunca me ha hablado de ti, y mucho menos me ha dicho que erais mellizos.
Se encogió de Hombros quitándole importancia:
-Procuramos mantenerme oculto el mayor tiempo posible, se dice que soy el mellizo malvado.
Luna sonrió divertida:
-No lo creo, pero está bien que me adviertas. ¿Quieres que te muestres los alrededores del castillo?, los jardines son realmente hermosos.
Miró a Luna unos instantes y seguidamente se encogió de hombros:
-Por mí está bien.
-Perfecto, entonces reunámonos con Neville y Lily, están por allí.
Ella le señaló la salida del castillo y la siguió, Lily reía divertida por algo que Neville le decía, y él la miraba como si Lily fuese lo único presente en todo el lugar.
Era evidente que su hermana ya había encandilado a otro, frunció el ceño, no deseaba tener que partirle la cara a Neville tan pronto, suspiró, Luna y él llegaron justo cuando él comenzaba a contar otra de sus anécdotas que más que graciosas, serían más bien vergonzosas, pero él las contaba de tal manera que provocaba las risas de todos los que lo rodeaban.
Quien lo viese, lo consideraría el payaso de turno, hacía y explicaba las cosas de manera que sino reías es porque realmente no tenías sangre en las venas, era una clase de humor sádico y negro, pues se reía todo el tiempo de él mismo.
Tras esas burlas y anécdotas, Harry pudo percibir que era una especie de armadura del chico para enfrentar su torpeza.
-Por ahí se va al lago de Hogwarts.
-¿Lago?, ¿hay hasta un lago?
Preguntó Lily impresionada, llevaban cosa de dos horas dando vueltas por los maravillosos jardines del castillo, y Luna y Neville les contaban todo lo que recordaban sobre los mismos.
-Sí, ¿no lo sabíais?, realmente es fantástico.
Luna y Neville los guiaron hasta el lago y una vez cerca del mismo ambos se quedaron asombrados, sin duda era increíble.
Era enorme y el paisaje era terriblemente hermoso, no pudo evitar sentir un escalofrío al recordar algunas cosas que su madre de contaba, no obstante nunca pensó que el lago al que ella se refería, fuese precisamente un lago perteneciente a la escuela a la que habían asistido.
¿Quién pensaría que una escuela contara con un lago?
-Es impresionante.
Susurró Lily a su lado:
-Sí que lo es. Pero no es algo que los becados tengan permiso para ver o disfrutar.
La voz provino de detrás de ellos, al girarse se encontraron con un grupo de jóvenes, todos debían tener sus mismas edades. Al frente de todos ellos se encontraba un muchacho rubio de tez pálida y ojos grises, era sin duda un niño rico, pero uno que contaba con estatura y fuerza. Él, sí que era un chico de portada, a su lado había otro chico de una altura que sobrepasaba la media, contaba con cabello rojo y ojos azules y burlones, estaba ataviado con el que sería el equipo de baloncesto, al lado derecho del rubio había una chica, contaba con el cabello castaño recogido en un moño, iba vestida de forma veraniega, con pantalones cortos, sandalias con cierto tacón, y camiseta de tirantes.
Tras ellos un buen grupito que venía con trajes de baño, toallas y otros instrumentos.
-Malfoy, creía que sabíais que hoy es día de exámenes, no podéis estar aquí.
Informó Luna con calma:
-Querrás decir día de perdedores, perdona Lovegood, pero a mí nadie me impide venir a un lago por el que estoy pagando.
-Tú no estás pagando nada, esto pertenece a Hogwarts.
-Te confundes lunática, todos nosotros pagamos para la mantención de los terrenos y la institución de Hogwarts, es por ello que podemos disfrutar de sus instalaciones hasta en verano. No así los becados, ya sabes tú sitio, ve a ocuparte de todo recadera.
La que habló fue la chica, y varios rompieron a reír tras sus palabras, Lily se mantuvo a un lado observando al grupito con interés, mientras que Neville apretaba los puños enfadado:
-Nada os da derecho a hablarnos así, es cierto que nosotros no pagamos, pero merecemos estar aquí igual que vosotros o incluso más, pues nos hemos esforzado por ingresar en este lugar.
-Mira Longbottom, será mejor que te largues de aquí, es evidente que no pintas nada, sabes de sobra que no entrarás en esta escuela, me aseguraré de que así sea.
Miró al rubio que acababa de hablar, al cual habían llamado Malfoy, ¿de qué demonios iban todos esos?
-Malfoy, si queremos quedarnos aquí, e incluso darnos un chapuzón en el agua es asunto nuestro, lárgate o hablaré con el director sobre esto.
-Puedes ir corriendo Lunática.
Inquirió la de cabello castaño, Malfoy se acercó a Luna con una sonrisa torcida:
-Es posible que tú puedas disfrutar de un pequeño chapuzón Lunática, pero ninguno de los que te acompañan pueden, pues no son más que aspirantes.
-Eso puede cambiar. De todas formas ya tenemos que irnos, están a punto de dar los trescientos números.
Luna dio unos pasos para alejarse de ellos, pero la castaña la llamó:
-He Lunática.
Luna se giró para verla y al comprender lo que iba a hacer, agarró con fuerza el brazo de Luna, pero no sirvió de mucho, la chica cayó al lago, las risas no se hicieron esperar:
-Espero que lo disfrutes Lunática, al menos estarás limpia y no tendrás ese pelo tan asqueroso e hiriente para nuestros delicados ojos.
La de cabellos castaños se encontraba cerca del lago mientras decía todo eso, Neville dio unos pasos para encararla:
-Hermione, ¿qué demonios haces?, sabes de sobra que Luna no sabe nadar, ve a ayudarla.
-¿Yo?, ¿por qué tendría que hacer eso?, es increíble, ni siquiera para eso sirve la chica. Mejor ve tú en su busca, después de todo deberías agradecérmelo, te estoy dando la oportunidad de ser su caballero andante.
¡A no!, espera, pero si acabo de recordar que le tienes fobia a los lagos.
Más risas siguieron a sus palabras, irritado y viendo que Luna no salía del agua, Harry se deshizo de las gafas, la camisa que llevaba sobre su camiseta y tras quitarse las zapatillas se tiró al agua.
Risas y algunas otras cosas se escucharon a su espalda, entre otras escuchó la voz de Lily llamándolo, pero la ignoró, agradeció que el lago estuviese limpio, y que el agua no estuviese tan helada.
La encontró luchando bajo agua contra un alga en la que parecía haberse enredado, estaba como loca y cuando se acercó a ella, lo primero que hizo fue golpearlo, maldiciendo para sus adentros consiguió tranquilizarla y soltarla, ella se aferró a él con suma fuerza y juntos salieron al exterior, en cuanto consiguió que Neville y Lily la sacaran cogió impulso y salió el también impulsándose a sí mismo, una vez fuera buscó a tientas las gafas, pero Lily se las dio.
-¿Qué demonios crees que hacías?
-No podía dejarla ahogarse.
Explicó colocándose las gafas y pasando a las zapatillas de deporte, Neville ayudaba a Luna a ponerse en pie:
-Harry, tienes que presentarte ante todos los profesores, sabes que la imagen vale mucho.
-Pues esperemos que sea profesora y joven.
Dijo de forma despreocupada y recogiendo por último la camisa que Lily aún sostenía. No se dignó a darle ni una sola mirada a ese grupito de ineptos, ya tenía bastante con lo que lidiar como para agregar más tonterías.
Lily no tardó en seguirlo, y Neville y Luna, tras intercambiar algunos comentarios ácidos con el grupito de idiotas los siguieron.
-Menos mal que no tienes que asistir a las entrevistas.
-Sí, esperemos que él no tenga muchos problemas.
-Quizás si le explicas a los profesores lo que ha pasado…
-Eso nunca, Lily, las cosas por aquí son algo complicadas para los becados. Si entráis lo comprenderéis.
Llegaron a la puerta principal y como era de esperarse todo el mundo miró de forma sorprendida a Harry, mientras él solo podía rezar para que Sirius no lo viera.
En el preciso instante en que Sirius posara sus grises ojos en él, lo mataba fijo.
-Ya están las listas publicadas.
Escuchó que decían varios alumnos a su alrededor, todo el mundo pareció temer acercarse a mirar, exasperado y deseando marcharse cuanto antes a casa para terminar con todo aquello, se acercó al mural donde las habían colgado, agradeció no tener que ponerse a revisar listas sino que pusieron los trescientos números en una misma hoja con un tamaño aceptable.
Lily corrió a su lado y rebuscó su número por toda la lista medio desesperada, en ese preciso instante se percató de lo importante que parecía ser eso para ella. ¿Cómo había podido aparentar estar tranquila hasta ese preciso instante?
¿Cómo él no se había percatado de lo mucho que le importaba a Lily ingresar en esa escuela?, se sintió culpable por no darse cuenta antes, nunca habían necesitado mucho para saber lo que el otro sentía o pensaba, pero de un tiempo a esa parte, él, se había encerrado en sí mismo y en su odio interior.
-Sí, 627 aquí estoy, he pasado Harry, soy una de los trecientos.
Lily saltó a sus brazos, importándole poco su ropa mojada o que todos los estuviesen mirando, algunas risillas se escucharon en el lugar:
-Me alegro por ti Lily.
-¿Qué hay de ti?, ¿está tu número?
Se encogió de hombros y seguidamente Lily se puso como loca a mirar la lista, sonrió de medio lado, esta Lily no cambiaría nunca: -Miraré por ti. Harry, Harry, un segundo, ¿cuál es tú número?
Rompió a reír sin poder evitarlo, consiguiendo que Lily lo mirada sorprendida:
-El 315 Lily.
Dijo sin perder su media sonrisa, pero no fue ella quien lo encontró, Neville se giró rápidamente a mirarlo:
-¿Has dicho el 315?
Asintió y se sintió de repente como si fuera un intruso o un bicho raro, todo el mundo lo estaba mirando, ¿qué sucedía?
Lily se asustó y corrió donde Neville temiendo sin duda que no se encontrase en la lista, no obstante cuando vio su enorme sonrisa comprendió que no era el caso.
-Estás aquí Harry, pasaste también, un segundo, ¿qué significa que haya una estrella al lado de un número?, solo hay cuatro estrellas, ¿es eso bueno o malo?
Neville no dejaba de mirarlo y eso lo puso nervioso, fue Luna la que intervino para decir:
-Harry, eres un preferente.
-¿Preferente?, ¿qué significa eso?
-La estrella al lado de los números significa que han conseguido las calificaciones más destacadas, es una forma de decir que sois los que tenéis la nota más alta.
¿En qué posición se encuentra el número?
Cuestionó ella, Lily y Neville miraron la lista una vez más:
-Está en tercer lugar.
-Eso significa que solo dos personas han sacado más nota que tú.
-Y uno de ellos soy yo, otro es aquí mi acompañante.
Los cuatro se giraron para encontrarse con dos personas nuevas, una era un chico de cabellos castaños, la que había hablado era una chica, contaba con el cabello corto negro con mechas rosas, sus ojos negros brillaban divertidos. Era delgada y parecía pertenecer a los cursos superiores.
El chico debía ser de la misma edad que ellos, cabello negro y expresión seria, era fuerte y parecía más un chico que practicaba algún deporte que alguien aplicado en los estudios, su cabello lo llevaba cortado al estilo militar.
Si lo hubiesen conocido en otras circunstancias Harry habría cogido a Lily y la habría alejado como veinte calles de él.
-¿Y vosotros sois?
Cuestionó Lily con curiosidad:
-Nymphadora Tonks y Víctor Krum, soy la sobrina de Sirius, vosotros debéis de ser los Potter. Lilian y Harry, ¿me equivoco?
-No lo haces. No sabía que Sirius tenía una sobrina.
-No soy la hija pródiga, pero él me adora. -Les guiñó un ojo sonriendo, seguidamente se acercó a Harry y se apoyó en su hombro: -Así que tenemos otro cerebrito en la familia, Sirius se pondrá eufórico. Es curioso, me dijo antes de comenzar que no estabas para nada motivado y sin embargo mira, hasta has decidido echar una cana al aire y darte un baño con ropa puesta y todo. –se acercó un poco a él y susurró: -La próxima vez invita, es mejor darse un baño en compañía.
Harry la miró incrédulo y sin poder creérselo, ¿de dónde demonios había sacado Sirius a esa sobrina?, él creía conocer a Sirius, y sin embargo quizás siempre estuvo equivocado.
-Lo tendré en cuenta.
-Las entrevistas comenzarán ya. Vayan entrando los trescientos alumnos seleccionados en el salón.
Todos comenzaron a caminar hacia el interior del gran comedor, el número de Neville apareció tras el tercer repaso de Lily, pues su dueño estaba tan de los nervios que ni siquiera pudo encontrarlo por sí solo.
La sobrina de Sirius se mantuvo a su lado en todo momento, y su acompañante se quedó apoyado en una de las columnas cercanas a ellos, Lily y Neville sonreían felices de encontrarse entre los elegidos.
-Muy bien, ahora se les irá llamando por su número, y deberán traspasar las puertas que hay tras esta mesa, allí realizarán sus entrevistas personales y se les dará una hora de este mismo día a los ciento cincuenta que queden para avisar a sus familiares para que se reúnan con ustedes aquí.
-Qué manía de querer hacer todo en un solo día. Ciertamente, tenemos aún dos meses de vacaciones, bien podrían hacer esto de manera más despejada. Si fuese el caso saldrías bien librado, pero con esas pintas, ¿qué te cogió para hacer semejante estupidez?
-Fueron los otros alumnos de Hogwarts, los no becados.
-¿Los niños de papa y mama?, vaya, ¿tan pronto buscándote amigos?
-Solo saqué a una amiga del agua, la habían lanzado al lago y no sabe nadar, no podía dejarla ahogarse.
Ella asintió y le palmeó la espalda:
-Ponte la camisa cuando entres, al menos te verás algo más decente.
Asintió sin darle mucha importancia a ese detalle y se quedaron en silencio, lentamente los números comenzaron a ser nombrados y la sala se fue despejando cada vez más, ninguno supo nada del que traspasaba la puerta.
-Bien, ya va quedando menos.
-¿Nerviosa?, nadie lo diría, pareces una chica muy segura de ti misma.
-Y lo soy, el problema es que los profesores de Hogwarts son todos muy peculiares, y realmente difíciles.
-Entonces quiere decir que estoy fuera.
-Quien sabe, no tires la toalla antes de tiempo.
Se encogió de hombros, tampoco le importaba demasiado, gritaron otro número y Lily pegó un brinco de su asiento, la miró, estaba pálida y tenía miedo, seguidamente gritaron el de Nymphadora y con una sonrisa ella comenzó a caminar con seguridad.
-Venga Lily, o creerán que te has marchado.
Lily lo miró a él tras las palabras de Neville:
-Ve, no te dirán que no, sabes que solo necesitas una sonrisa para ganártelos a todos y metértelos en el bolsillo.
-Prométeme que lo intentaras.
Suspiró:
-Sí, ahora corre o te saltarán.
Lily corrió hacía la puerta donde debía ingresar y se perdió tras la misma, los siguientes en ser llamados fueron Neville y Krum.
Se quedó solo en la esquina, apoyado en la misma columna que antes sostenía a Krum, con los brazos cruzados y cansado, aunque ahora también sentía algo de frío, tener la ropa empapada no ayudaba demasiado.
-315.
Levantó su verde mirada y sus ojos se encontraron con los de Sirius, que se encontraba en una puerta apoyado, pero no era la puerta por la que él debía pasar, al ver su aspecto y el estado de sus ropas lo fulminó con la mirada.
Era evidente que creía que lo había hecho aposta, suspiró y se colocó la camisa tal y como Nymphadora le había aconsejado, esperaba que Sirius entendiese que había hecho todo lo que había estado en su mano.
En cuanto ingresó en la sala de donde lo habían llamado sintió un peso en el estómago, el profesor que se encargaba de entrevistarlo era ni más ni menos que el director de la institución.
Bien, ya tenía a quien echarle la culpa cuando le dijera a Sirius que no había pasado, a la suerte.
El profesor Dumbledore lo examinó de arriba abajo, y seguidamente fijó sus ojos azules en los de él, le hizo un gesto con la mano para que tomara asiento:
-Son días calurosos, ¿cierto?, más de una vez me he planteado la posibilidad de tirarme así como usted al lago del lugar. Una lástima no contar con su edad, sino tampoco desaprovecharía ninguna oportunidad que se me presentase para ello.
No dijo nada, era evidente que el anciano le estaba dando un voto, suspiró y agradeció sus palabras y así dio comienzo una amena y larga charla en la que la voz cantante fue siempre la del director.
Algo que también agradeció horrores.
Tras una buena charla de una hora, el hombre decidió liberarlo entregándole una papeleta con una hora para esa misma tarde, informándole de paso, que Sirius podría elegir entre la hora suya o la que había recibido su hermana de manos de la subdirectora McGonagall.
Lily lo esperaba en compañía de Sirius que sonreía feliz junto con ella y Nymphadora Tonks, cuando él se reunió con ellos, los ojos de Sirius esperaban expectantes la resolución, suspiró abatido y comprobó cómo Sirius perdía el brillo y Lily dejaba decaer su sonrisa:
-El profesor Dumbledore me ha dicho que no tiene ganas de verte la cara más de una vez en un mismo día, así que quiere que elijas entre la hora de Lily y la mía la que más te convenga y se lo comuniques cuanto antes.
Recibió un fuerte abrazo de Lily acompañado de un grito y que Sirius le revolviera el pelo con fuerza. Nymphadora sonreía de medio lado viendo la escena ante ellos, pero el momento quedó roto por un grito que provenía de las salas, por una de las puertas salió Neville disculpándose tras tirar el paragüero que había cerca de la puerta.
En cuanto lo recogió, Neville los miró y gritó:
-LO CONSEGUÍ, CHICOS, LO CONSEGUÍ, MI ABUELA MORIRÁ DE UN INFARTO CUANDO LA LLAME. SÍ, SÍ, SÍ.
Lily rio divertida mientras veían al chico saltar con los puños cerrados y dando vueltas a la par.
Comieron todos juntos en los jardines de los alrededores, Luna se reunió con ellos, y se enteró que Sirius era uno de los profesores favoritos por el sector femenino del lugar. Luna les habló de varias cosas, entre otras de sus compañeros de clase, entre los que se encontraban otros tres becados de su mismo año y el resto todo niños de papa y mama que se creían superiores por ello.
Suspiró al darse cuenta de lo que podría esperarles.
La entrevista con Sirius y el director fue simplemente un mero trámite, o eso dijo el director, pues decía que no pensaba renunciar a tener a un chico con semejantes notas, no dijo nada sobre la magnitud de su expediente, y no precisamente por buenas acciones. Desde pequeño había sido un revolucionario y siempre que veía algo que no le agradaba intervenía.
Sirius y Dumbledore objetaron que venía de familia, y como dato curioso sacó el expediente de su padre.
Lily y él se quedaron helados en sus asientos, pues ni sus dos expedientes juntos, que formaban un buen montón, superaban al de su padre.
Sirius dijo algo parecido a que mejor que no juntaran el suyo y el de Remus pues seguramente se quedarían sin mesa donde poder rellenar los impresos de inscripción.
-¿Practicas algún deporte?
Escuchó que le preguntaba el profesor Dumbledore, él revisó la lista de los deportes que había y se sintió incómodo, sí que practicaba un deporte, el mismo que su padre, pero precisamente por ello no deseaba volver a practicarlo.
-Este año no quisiera meterme con el deporte de ser posible.
Sirius lo miró de reojo, pero no dijo nada, Dumbledore solo asintió a sus palabras y pasó a Lily, ella enseguida dijo que se apuntaría a atletismo, y no hubo más interrupciones mientras rellenaban sus respectivas matrículas.
Tras despedirse del director y salir, Neville les informó que Nymphadora y Krum se habían marchado ya y que ya habían sido admitidos entre los cincuenta seleccionados.
Informó que él también había sido seleccionado y se les invitó a visitar al día siguiente su casa para organizar una merienda de celebración que Sirius no dudo en aceptar.
Al regresar a casa se tumbó en su cama, un día bastante largo, al menos había dado buenos resultados y ya se encontraban tanto él como Lily inscritos en el mismo colegio al que sus padres habían asistido:
-¿Cómo voy a sobrellevar esto?, echadme una mano desde allí arriba ¿sí?
Cerró los ojos y se dejó llevar por los brazos de Morfeo sin saber que su vida y la de su hermana iba a pegar un vuelco de 180º, y que precisarían de todas sus fuerzas para enfrentar el tormento que les esperaba traspasado el umbral de Hogwarts.
20
