Otra traducción más, esta vez de mi querida Geri-chan, quien se vio muy feliz ¿Halagada? cuando le pedi permiso para traducir su fic ya que no hay muchos de esta serie tan buena en español, en fin, espero valga la pena mi esfuerzo y que alguien lo disfrute n.n una vez yo no tuve ningun fic de PetShop para leer, y si hay otra como yo, de seguro le estaré haciendo un gran favor.

Venganza--------------------------------------------------

Conde D se reclinó en su sofá, sorbiendo té de una fina taza de porcelana. Vestía un cheongsam de seda negro, con un dragón bordado que parecía estar vivo, su cabeza reposaba en el hombro derecho de D, y su cuerpo se enroscó sinuosamente en su torso, la cola se rizaba a lo largo del dobladillo de la túnica, justamente donde los pies de D lucían un par de zapatillas negras decoradas con bordados dragones de oro diminutos. Un cachorro de pelo gris, rizado y una cola espesa, jugaba en la estancia. Un gato amarillo-naranja atigrado, lo miraba con desdén mientras lamía su pata. Q-chan estaba sentado sobre la mesa de té, comiendo alegremente divinas frutas que habían sido el regalo de un cliente bien agradecido.

D pensó que debía decirle a Leon eso, para demostrarle que no TODOS sus clientes morían trágicamente por culpa de una de sus mascotas. La verdad! Pensaba D, no sé por que estoy molesto con él! El detective era violento y rudo. También tenia el peor gusto sobre decoración en el hogar. Pero aún así, el detective tenía un buen corazón, y además, siempre le llevó pasteles tan deliciosos...

De pronto, Q-chan dejó caer su bocado y tembló en el aire chillando. "Q,Q!"

D dejó abajo su taza de té.

Leon frunció el ceño a la montaña de papeles sobre su escritorio. "No es justo!" refunfuñó. "En lugar de estar en las calles atrapando algún criminal peligroso tengo que archivar informes sobre cualquier tontería que pase! Por supuesto...! es culpa de el Conde, siempre confundiéndome con sus casos raros!" Como siempre le ocurría al pensar en el Conde, Leon se estremeció. D debía verse ridículo vistiendo esos extraños vestidas... pero aún así, él, Leon, lo vio como lo más elegante y precioso. ¡Esa piel lisa, bajo el perfecto cabello negro..! ningún hombre podía ser tan bello!

Inesperadamente la puerta se abrió, y Jill entró con la respiración agitada. "Leon! Dicen las personas que... los hombres de Liu Tai Wei tienen a D!

"Maldita sea!" gritó Leon corriendo hacía la puerta. "Le dije que esa venta de animales extraños algún día le traerían problemas! En qué estaba pensando cuando negoció con una basura como Liu? D, eres un idiota! Si cuando llegue está muerto, juró que destrozaré su cadáver!"

La puerta del pet shop se abrió cuando un hombre la pateó. El Conde suspiró. ¿La gente ahora no sabía tocar educadamente? Tres hombres vestidos lujosamente se acercaron. Podían ser hombres de negocios, pero pocos hombres lucían tan peligrosos y amenazadores como estos sujetos.

"Discúlpenme, caballeros. Pero esta tarde no abriremos, regresen otro día."

El hombre que había pateado la puerta sonrió con desprecio. "No estamos interesados en tus mascotitas. Vinimos porque mataste a nuestro jefe."

"El firmó un contrato que dice que—"

"Cállate! Nosotros no somos policías, no necesitamos garantías o evidencias. ¿Dime, alguien te lo ordenó? ¿La banda del dragón negro? ¿O fue una broma tuya y de tu novio policía? Ya eso no importa, Conde. Solo diré que has vendido tu última mascota.

"Oh, dios!" Exclamó D fingiendo miedo. "Van a lastimarme?" preguntó pareciendo más esperanzado que asustado.

"Dije que te callaras!" el secuaz de Liu sacó un arma de su chaqueta.

El cachorro gris dejó de jugar con su pelota y se acercó furtivamente a los intrusos, gruñendo.

"Callate, perro!" gruñó el hombre armado, dándole una patada. Pero de pronto, ya no era un cachorro, sino un gran lobo, que saltó y sujetó las mandíbulas alrededor de su muñeca. Dejó caer su arma, mientras yacía bajo el peso del lobo.

"Qué demonios..." gritó el segundo secuaz. De pronto, oyó un sonido tras él, un ronroneo. Se volvió para encarar a un gran tigre que azotaba su cola de un lado al otro.

Buscó frenéticamente su arma, pero al igual que su compañero, cayó gritando bajo las garras del tigre.

"Conde D!" gritó Leon cuando llegó, con el arma preparada. Secuaz #3 se volvió hacía Leon, entonces él, Leon, jaló del gatillo y el crujido seco del tiro pasó a través del cuarto, y cayo al suelo, una herida floreció en su pecho como una rosa sangrienta.

Leon inspeccionó el lugar. Dos hombres yacían en el suelo, cubiertos de sangre. En una esquina, un gato atigrado limpiaba sus patas. Un cachorro gris lo sobresaltó, ladrando y meneando la cola. El Conde sonrió, pareciendo estar mejor que nunca.

"Keiji-san." Dijo D, caminando hacía él. "Qué gran momento para venir."

"Conde." Dijo Leon, bajando su arma. "Está bien?"

"Sí, estoy bien."

"Pero qué pasó aquí?!"

"Pues..."un sonido suave, un sonido casi imperceptible alertó a Leon. Uno de los hombres que había asumido muerto, empezaba a despertar. Levantó un arma con sus manos temblorosas, a pesar de que su brazo estuviese rasgado y ensangrentado. Apuntaba acertadamente a D, Leon no tuvo tiempo de disparar.

"A un lado!" gritó saltando sobre D. Ambos cayeron en el suelo.

La bala golpeó el brazo de D. Este gritó más de sorpresa que de dolor, pero el peso súbito del cuerpo de Leon sobre él, hizo que hasta su respiración se detuviera.

Leon se habría sentido avergonzado de haber tenido tiempo de pensar, que no lo tuvo. Mantuvo su cuerpo sobre él, sacó su arma y disparó.

El pistolero cayó una vez más al suelo. Esta vez, Leon se apresuró a verificar su pulso. Estaba muerto. Los otros dos hombres apenas seguían vivos, respirando pero inconscientemente. Sin embargo, Leon los esposó y tomó sus armas. Se volvió a D.

"Está usted bien?!" Leon preguntó algo salvaje. Todavía sentía el impulso de dispararle a alguien, cualquiera que intentara lastimar a D.

"Yo estoy bien, Keiji-san."

"Está seguro—" Empezó Leon, pero se interrumpió cuando Jill y un escuadrón de policías entraron armados a la tienda.

"Llegan junto a tiempo, vagos!" gritó Leon "Ahora podríamos estar muertos!"

"Lo sentimos, Leon." Dijo Jill. "Pero después de todo, lo tienes todo bajo control. Había un accidente de transito terrible y tuvimos que buscar otro camino. Tú ibas muy rápido y..."

Leon quiso asegurarse de que el Conde estaba bien, pero de repente el lugar estaba plagado de policias y ténicos sacando fotos y recogiendo evidencias. Un equipo de paramedicos llego para tratar a los hombres heridos, y un investigador exigiendo la declaración de Leon.

"La mejor solución para casos como este no siempre es un tiroteo. Usted lo sabe, Orcot."

"Pero D--"

"Yo cuidaré de el Conde y tomaré su declaración, Leon." Dijo Jill. "No te preocupes."

"Pero--" Leon protestó, mirando desvalidamente como Jill caminaba hacia el Conde. No era que desconfiara de Jill, pero él mismo quiso ver a D. Sintió una puñalada irracional de celos cuando el Conde sonrió a Jill y se marcharon a un lado para hablar.

"Es para hoy, Orcot." Leon suspiró, y empezó a dar su declaración.

"Jesús, qué le pasó a este tipo? Preguntó un paramédico. "Está todo desgarrado!"

"Mi gato lo atacó." Dijo D, acunando el gato atigrado en sus brazos. "Las mascotas pueden ser bastante feroces en defensa de sus amos."

"¡Un gato?! Cualquiera diría que fue atacado por un tigre!"

"Ella a veces es como un tigre." Sonrió D. "Su nombre es Tora-chan". A Leon le pareció que la investigación tardó horas, aunque cuando miró su reloj, vio que no había pasado más de una hora.

Finalmente, todos se fueron excepto Jill.

"El jefe quiso que todo se resolviera rápidamente." Dijo ella. "Hubiesen habido muchos chismes, porque D conoce a personas de la clase alta."

"Y supongo que debemos volver a la estación." Dijo Leon renuentemente.

"Yo me encargaré esta noche de las cosas en la estación." Dijo Jill. "Tú puedes escribir el informe mañana. Por qué no te quedas a cuidar al Conde?" sonrió cuando Leon se ruborizó. "A propósito, asegúrate de que su brazo luzca como antes."

"Qué?!"

"Una bala rozó su brazo. Insistió en que estaba bien y no quería que los paramédicos le atendieron. Es solo una herida de piel, pero---"

Leon ya no estaba escuchándola. Se fue, gritando. "D!!" Jill rió antes de irse.

"¡D, desgraciado, usted me dijo que estaba bien! Jill me dijo que está herido!"

"Ah, su encantadora amiga exagera. Solo es un rasguño."

"Déjeme ver." El Conde ofreció su brazo. Había una gota gruesa, sangrienta en la manga de seda de su túnica, cerca de su hombro. Leon examinó la herida. "No parece nada grave." Dijo de mala gana. Realmente, juzgando por la cantidad de sangre en la manga, habría pensado que la herida era más grande. ¡Extraño... "Fue afortunado! La bala a penas rozó su piel. Si tiene un equipo de primeros auxilios, lo limpiaré y pondré una venda."

El Conde D tiró de su manga. "Era una de mis túnicas favoritas." Suspiró fúnebremente. "Tejida a mano, seda, importada de Hong Kong---"

"Usted.... estúpido bastardo!" gritó Leon. Tomó a D por los hombros y lo agitó. "No me preocupo por su maldito vestido del demonio! ¡Me preocupo por usted! ¡Pudo haber muerto!"

"Keiji-san," empezó D. "Yo—mmmph!" cualquier cosa que intentó decir, quedó corta de repente cuando Leon lo besó. Los ojos de D se ensancharon en sorpresa, entonces lentamente, le devolvió el beso. Las manos de Leon todavía agarraban a D casi dolorosamente, como si temiera que lo arrebataran de su lado en cualquier momento.

Después de un largo momento, Leon rompió el beso, abriendo la boca por aire. Se sentía vacío y un poco vertiginoso.

"Keiji-san," dijo D suavemente.

"Tengo un nombre, usted lo sabe," dijo Leon, su cabeza seguía dando vueltas. ¡Él no parecía capaz de formar un pensamiento coherente en aquel momento, y además, no podía creer lo que acababa de hacer!

"Leon," dijo D. "Gracias por salvarme la vida." Extendió la mano y tocó la mejilla de Leon en una caricia mansa. Leon se estremeció a la combinación de la suavidad de su palma con el calor moderado de sus dedos.

"D, yo..." de repente Leon notó que todavía se aferraba a el Conde fuertemente para dejar moretones. Lo soltó rápidamente, diciendo. "Lo siento! Le hice daño?"

El Conde empezaba a negar, pero entonces tuvo una idea y una sonrisa maliciosa apareció en sus labios. "Sólo un poco. Hay algo que usted puede hacer por mí."

"Qué?"

"Yo me sentiría más seguro si se quedara esta noche conmigo," ronroneó D.

"Uh... yo... uh... yo..." tartamudeó Leon.

"Quien sabe cuantos hombres de Liu Tai Wei andan por allí?" le preguntó con una ancha mirada de inocencia.

"Usted realmente no necesita mi protección....! verdad?" Leon no estaba seguro de si D se estaba burlando de él o no.

"Me tiene miedo?" preguntó el Conde, la indirecta más débil de tristeza se delató debajo del tono dulce de su voz.

"Por supuesto que no!" se negó Leon. Pero él sintió el más ardiente impulso por salir corriendo de la tienda lo más rápido que pudo. Y un igualmente deseo de tomar a D en sus brazos. Su relación, si así podía llamarse, había alcanzado un nivel más alto. De vez en cuando, Leon se sentía frustado porque nada pasaba entre ellos, salvo algunas indirectas furtivas por parte de D. Pero profundamente bajas, él supo que debía tomar una decisión algún día. No estaba seguro de querer tomar esa decisión todavía... demonios, pensó Leon, cómo terminé besándolo?

Sus pensamientos llenaron su cabeza de pánico. No quería pensar sobre el beso—pero no pudo dejar de pensar en lo caluroso y suaves que se habían sentido los labios de D sobre los suyos... No, nada de eso! No pensaré nada más!La tristeza en los ojos de D era evidente. ¿Era su imaginación o ese par de ojos extrañamente coloreados—uno púrpura, uno amarillo—parecían un poco tristes? "Usted puede irse, Keiji-san," dijo en tono bajo. "Yo estaré bien solo."

"Eh... está seguro?"

"Usted no es un pájaro o un perro, para encerrarlo bajo llave en una de mis jaulas." Dijo D fríamente. Leon supo que había herido los sentimientos de el Conde, pero a penas podía tomar conciencia de sus propios sentimientos. Empezó a caminar hacía la salida. Entonces se detuvo. Quiso caminar, pero no sus pies no querían dar un paso. Pensó sobre lo asustado y molesto que se había sentido cuando Jill le dijo que D estaba en peligro. Pensó sobre el terror que había sentido cuando vio a aquel hombre apuntar a D con el arma, y el alivio que sintió cuando vio que D seguía con vida. D a veces lo irritó, y hubiese deseado enviarlo al infierno, pero el pensamiento de perderlo, de nunca verlo... le aterraba. Tomó una profunda respiración y retrocedió.

"Al demonio!" exclamó Leon. "no voy a permitir que venga cualquiera a matarlo después del escándalo que causé hace un momento."

"Keiji-san," dijo D, sorprendido.

"Déjeme vendarlo, sí?" Leon ofreció su mano. D sonrió y puso su mano en la de Leon. Cuando D llevó a Leon a través de la tienda a sus habitaciones privadas, el detective parecía algo nervioso, "Sabes, D... yo... bueno... nunca... nunca he..."

D le dio un besó ligero en los labios. "No se preocupe, Keiji-san. Nosotros podemos tomarnos las cosas con calma." Sus ojos brillaron con travesura. "Prometo ser... manso."

"D!!!"

Q-chan voló abajo del corredor, siguiendo el sonido de la risa de el Conde. "Q, Q!" rechinó feliz.