Estaba volando con una débil gracia, a veces veía el suelo más cerca de lo que debería estar y cada vez sentía un diferente tirón que lo hacía aparecer en un diferente lugar, un bosque, un desierto y por fin un lago, había visto el agua tan cerca que se esforzó de más intentando no caer a ella, pero se sentía tan débil.

Se volvió a transportar a otro lago, no podía concentrarse lo suficiente, pero lo bueno era que este lago estaba congelado ¿o era peor? No lo sabía, estaba cansado y su cabeza dolía sin contar el pecho, recordaba el sigilo aun tallado y con sangre en su pecho, sin darse cuenta cayo al lago congelado en un ruido seco, estaba tan cansado.

Movió sus negras alas para intentar volver a alzarse y continuar su vuelo, necesitaba ir con los Winchester, decirles que estaba bien, que los leviatanes habían abandonado su cuerpo y ahora estaba solo él, pero en cuanto movió su pie para ponerse de pie y alzarse se escuchó un crujido.

Miro hacia abajo al hielo, no había notado que estaba tan delgado, cerró los ojos suspirando lentamente, recordaba ahora porque Miguel siempre gritaba cuando se subía al fino hielo a jugar y este comenzaba a agrietarse, siempre se ponía como loco, corría volando y lo sacaba del hielo justo antes de que se rompiera, no le gustaba tener que enfrentar a Miguel después de eso, siempre estaba como loco, miro a su alrededor, no había nadie para salvarlo esta vez, nadie que le regañara hasta quedar sin aliento y le castigara por ser tan imprudente.

Otro crujido y el hielo se partieron justo bajo sus pies.

Cayo al fría agua, su gracia estaba débil, podía sentir muy bien como si fuera un humano, sentía el agua como navajas a través de su piel, se sacudía intentando nadar para salir y tomar algo de aire pero cuando toco hacia arriba solo había hielo, no podía ver donde estaba la salida y sus músculos parecían dejar de responder, no pudo contener más y agua entro en sus pulmones, quería toser, quería salir de ese infierno pero no podía, incluso sentía sus alas tan atrofiadas como sus brazos y piernas.

Se rindió, solamente recordaba a Miguel y a sus demás hermanos, como Gabriel también se molestaba mucho cuando se acercaba al frágil hielo, Raphael y Lucifer igualmente. Sonrió ante el recuerdo, sabiendo que eran buenos tiempos.

Ya había hecho suficiente daño así que no era necesario en el mundo, su visión era borrosa, sabía que estaba temblando pero aun así se quedó inmóvil hundiéndose lentamente hasta que alguien tomo su brazo y sintió el aire frío recordándole que seguía vivo.

Perdió el conocimiento.

Lo siguiente que sintió fue frío, demasiado frío, su cuerpo temblaba levemente, pero tenía frío.

Sintió un gran calor a su lado, una calidez tan cómoda, que inconscientemente se acercó más a ella acurrucándose, escucho una risita y comenzó a abrir sus ojos, había algo de oscuridad pero lograba conocer esas alas azules tan oscuras, esas alas que le rodeaban como cubriéndole.

—¿Despertaste? —

Castiel miro alrededor, su visión se nublo cuando las alas se apartaron y la luz le cegó hasta que fue recuperando la vista lentamente, estaba recostado en el regazo de Miguel quién le observaba con una tierna sonrisa mientras guardaba sus alas cubriéndole el cuerpo con una.

Como siempre, Miguel era cálido, muy cálido, disipaba un poco el frio que le inundaba y le retorcía por los huesos, se asustó al ver al mayor, por lo cual se separó un poco resbalándose por el costado del sofá y casi cayendo hasta que alguien más le sostuvo para que no cayera, levanto la mirada viendo a Lucifer a su lado.

Se sobresaltó moviéndose en su lugar, se puso de pie tan rápido como había podido, ya no tenía su ropa, sus mojadas ropas, llevaba una pijama azul que tenía talladas nubecitas blancas, era raro, tenía la firma de Gabriel por todos lados pero eso significaría que…

—Vamos pequeño, vuelve a recostarte sigues muy mal—

Esa voz, la reconocía, se giró para ver a Gabriel detrás suyo saliendo de una habitación con una cubeta de agua tibia y una toalla con un botiquín en sus manos.

No, no era posible, Gabriel estaba muerto, esto no tenía ningún sentido, Castiel retrocedió, estaba confuso, aún tenía mucho frío, seguramente seguiría en aquel lago o en las orillas, congelándose mientras tenía este cruel sueño.

—No es un sueño, soy real, estoy vivo Cassie, ahora recuéstate, necesito ver esa herida que tienes en el pecho—Gabriel dio un paso hacia Castiel el cual retrocedió otro paso

—No, no te acerques—

Miguel se puso de pie al lado de Lucifer mirando con preocupación a Castiel, notaron que comenzaba a temblar algo gravemente.

—Pequeño, recuéstate, te ayudaremos—dijo Miguel

—¡Aléjense! ¡N-No se acerquen! —grito Castiel con los ojos llorosos, se sujetó los brazos por el frio que sentía.

Miguel frunció el ceño, apretó los puños y se acercó tomando a Castiel de los hombros para recostarlo, pero Castiel comenzó a gritar y a luchar con todas sus fuerzas como si su vida dependiera de ello, Miguel era mayor y mucho más fuerte, pero al recostar a Castiel notaron que no se quedaría quieto para curarlo.

Miguel miro a sus otros dos hermanos para que le ayudaran, sentía que Castiel estaba demasiado frío y aun temblaba mucho, eso era malo, tenía que dejar de luchar y dejarles examinarlo.

—Castiel quédate quieto—ordenó Miguel pero Castiel continuaba luchando

¿Contra qué luchaba? Ni siquiera él lo sabía, solo quería alejarse, estar solo, despertar en algún lugar muy frío y solo, con la culpa que le cargaba incansablemente, con la muerte de Gabriel en sus hombros, la lucha sin fin de Miguel y Lucifer y por ultimo a Raphael cazándole.

—¡Suficiente Castiel! —

Abrió los ojos ante la voz, también estaba Raphael allí para su mala suerte, cazándole cuando esta tan débil y cansado.

—¿Qué es lo que tiene? —pregunto Miguel, Lucifer intentaba sujetarle los brazos y Gabriel dejaba las cosas que llevaba para ayudar sujetándole los pies.

—Parece que tiene hipotermia y un gran berrinche—respondió Raphael acercándose para ayudarles

No era que no pudieran sujetarlo, sino que si lo soltaban no podrían revisarlo adecuadamente con tanto movimiento, los arcángeles suspiraron algo molestos, Castiel se sentía cansado, demasiado cansado pero continuaba luchando.

Raphael miro a los demás que asintieron al ver las intenciones.

—Lucifer, gíralo un poco—pidió Raphael

Lucifer, que sujetaba sus hombros, le giro un poco, lo suficiente para que Raphael levantara su mano dándole una muy fuerte palmada haciendo que Castiel detuviera sus luchas por la impresión.

—¡Suficiente dije! —

Castiel miro a Raphael sorprendido, hasta que sus ojos se comenzaron a llenar de lágrimas brillando, dejo de luchar, ahora Miguel solo sujetaba sus brazos, Lucifer sus hombros y Gabriel sus pies, pero no se movía.

—¡No comprendo esa actitud pero se terminó aquí! ¿Entendiste? —

Castiel asintió, las lágrimas cayeron por sus mejillas, los demás le miraron con una sonrisa triste.

—Ahora recuéstate y déjanos examinarte mejor—

Se dejó caer en las almohadas rindiéndose mostrando que cooperaría, todos le soltaron asegurándose que no comenzaría otro ataque, Gabriel volvió por las cosas que había dejado, Miguel iba por un par de mantas y Lucifer se alejó un poco aun observando a Castiel, Raphael se acercó al botiquín de Gabriel para ayudarlo y sacar un par de cosas.

Castiel aprovecho, se giró un poco y froto su fondo adolorido, había olvidado la marca de molestia que dejaba Raphael cuando no cooperaba con sus consultas, una palmada y ya le dolía mucho, Lucifer sonrió al notar eso, hace mucho que Castiel había aprendido a las malas a obedecer en las consultas de Raphael.

Castiel volvió a recostarse al ver que todos volvían su atención hacia él, para ser sincero, estaba muy cansado, los ojos se le estaban cerrando constantemente, escucho cuando Raphael le pidió que abriera la boca para revisarlo, sintió cuando le pusieron una manta encima porque seguía temblando demasiado y luego cayó dormido.

Abrió los ojos cuando sintió un dolor renacer en su pecho, sujeto una mano que pasaba una toalla con agua tibia limpiando la sangre seca y un líquido extraño, soltó un fuerte grito moviéndose nuevamente, ardía y picaba demasiado, logro divisar a quien le limpiaba, Raphael, chasqueo los dedos y alguien le sujeto las manos, miro hacia arriba, Lucifer le sujetaba.

Esto era malo, tenía el sigilo de destierro tallado allí, si lo descubrían.

—¡No Raph! ¡Lo siento, porfavor no! —gritó moviendo los pies, intentaba hundirse lejos de la mano que limpiaba su pecho.

—Tranquilo, yo no te hare daño—respondió Raphael sin detenerse de limpiar

Castiel sintió la impotencia y el fuerte dolor, estaba muy exhausto y débil, no quería luchar más así que comenzó a sollozar con los ojos cerrados mientras las lágrimas comenzaban a caer.

Alguien le acaricio la mejilla suavemente, abrió un poco los ojos para ver a Gabriel frente suyo.

—Vamos Cassie, no llores, solo será unos momentos—

Castiel negó con la cabeza, cerró los ojos sollozando sin detenerse.

—¿Qué es esto? —pregunto Raphael sorprendido mirando el pecho de Castiel—¿Un sigilo de destierro? —

Todos se acercaron a donde Raphael miraba, en el pecho de Castiel había un sigilo aun fresco, parecía que las heridas nunca cerraban y siempre estaban sangrando, dejaba escapar algo de gracia por ese sitio debilitando a Castiel.

—Castiel ¿Qué es esto? —pregunto Gabriel con aquella dura voz

Castiel seguía sollozando, negó con la cabeza, sabía sobre el sigilo, pero no quería que ninguno se enterara.

—Anda, cuéntanos ¿Quién te hizo esto? —pregunto Lucifer intentando animar al serafín

—No—sollozo en respuesta

—¿Por qué no? —pregunto Raphael

—P-Porque Raph se molestara si no dejo que me cure, Mikey se enfadara c-conmigo por ir al lago congelado, Luci me regañara p-por no pedir ayuda y Gaby no me querrá porque es mi culpa—

Continúo sollozando, parecía estar alucinando, pero eso no quito la tierna mirada que le dieron los arcángeles, parecía tan pequeño en ese momento.

—Cuéntanos porfavor pequeño, prometemos no molestarnos—dijo Miguel acariciando el cabello del menor.

—Y-Yo me lo hice—murmuro Castiel

Todos se miraron entre ellos sorprendidos y a la vez molestos, sabían o habían escuchado el rumor de que el ángel más pequeño se había tallado un sigilo de destierro, pero no lo creían, era demasiado.

—Eso no se debe hacer—regaño Gabriel—estas en problemas, pequeño—

Castiel asintió con la cabeza, aun sollozando.

—Pero no estoy molesto, te quiero todavía—agregó Gabriel sonriendo y removiéndole el cabello.

El menor dejo que Raphael le curara, el brillo y las heridas del sigilo se cerraban lentamente sin dejar marcas, estaba recostado y descansando, el frío se estaba yendo, sentía su gracia fluir por su cuerpo y se comenzaba a recuperar lentamente.

—Gaby—murmuro entre sueños

Gabriel estaba conversando con Lucifer, había arreglado sus problemas entre ellos, escucho al pequeño serafín decir su nombre entre sueños, sonrió señalando para que los demás le vieran y se acercó al lado de Castiel.

—¿Qué pasa Cassie? —

—Raph se molestó conmigo porque no quería que vieran el sigilo de mi pecho—volvió a murmurar

Allí estaba la respuesta del porque luchaba tanto, pero aun quería preguntar.

—¿Por eso no dejabas de luchar? —

—No, porque no quería creer que esto fuera real…—

Todos se sorprendieron, si, le habían dejado solo tanto tiempo que ahora solo luchaba contra su propia felicidad, con todas sus fuerzas aunque estuviera débil, eso les había rompido el corazón.

—Es real y no te dejaremos de nuevo—dijo Miguel

Castiel asintió, no estaba dormido, pero estaba delirando por los medicamentos que Raphael le había dado, todos lo sabían.

—Luci—

Lucifer se acercó a Castiel el cual comenzó a sollozar con algunas lágrimas nuevas formándose en sus ojos cerrados

—Aquí estoy pequeño ¿Qué tienes? ¿Por qué esas lágrimas? —

—Raphy me dio una palmada—

Todos soltaron una risa al escuchar aquello.

—Conoces a Raph, es mejor no acabar con su paciencia-contesto Lucifer