¡Hola!
Me apetecía mucho hacer esto y aquí esta. Sé que debo muchos otros fics pero como sé que los terminaré (a menos que muera), pues aqui esta.
Advertencias:
Ooc, Au, Canon. Spoilers. Lenguaje Soez. Cantidad de Lemon. Parejas diversas.
Disclaimer: Fairy Tail no me pertenece, los derechos a su respectivo autor.
Parejas:
Diversas. Habrá canon y crack. Siempre anunciaré quién. Lo mismo hay mono como poli.
Cantidad de capítulos: 31
Ranking: M.
Anunció: La misma versión estará subida en Wttpad.
Este fic participa en el evento de la página de página Es de fanfic llamado Kinktover 2017, pero lo escribiré sin regirme por el tiempo. Perdón.
~De nuestros pecados y placeres
.Ropa
.Pareja: Gruvia. (Gray x Juvia)
Resumillo: Ella siempre se desnudaba por su culpa. Pero eso no era malo del todo.
Si bien era un detalle bromista, también podía ser ligeramente peligroso. De eso estaba completamente seguro. Mientras la veía desnudarse a su lado, mostrar su piel blanca y cómo el sujetador se apretaba contra sus senos tuvo por primera vez la loca idea de que estaría muy bien terminar de desnudarla él.
Llegó a la extraña conclusión de que si a él le sucedía eso, posiblemente a muchos otros también. No se había detenido durante las batallas a pensarlo porque no era el momento, pero ahí, a su lado y simplemente porque estaban discutiendo acaloradamente sobre una idiotez (ella creía que estaba poniéndole los cuernos con la tendera del pan), se percató de dos cosas.
La primera es que podía comprender sus celos pese a que estos fueran infundados y terminara arrastrándole a la locura de una imaginación perversa. Y segundo, que no quería que nadie más mirase ese cuerpo que era claramente suyo —y ya lo había proclamado, demonios, no solo a voz en grito sino con el anillo que rodeaba su dedo —.
Pero cuando uno coge una manía era algo difícil de quitársela. Muchas personas tenían la dichosa manía de morderse las uñas y se volvían ancianas haciéndolo.
Él se moriría siempre desnudándose.
Y ella también.
Pero esta no era una costumbre que se quedara para las misiones o para cuando se emocionaban en el gremio. No.
Cuando menos lo esperaba, Juvia se desnudaba porque sí. Luego caía en la cuenta de que no tenía que hacerlo y se vestía sacudiendo la cabeza. Muchas veces pasaba cuando creía que él no la miraba o pensaba que él estaba fuera de casa. Incluso se regañaba a sí misma.
Aunque para ella, cuando él lo hacía era algo para alegrarse la vista. Pues Juvia nunca había tenido tapujos en soltar lo que pensaba de él o de su cuerpo. Gray a veces le fastidiaba su personalidad, pues no podía hablar tan claro como ella y Juvia tendía a quedarse con la duda hasta que explotaba.
Aquel día habían vuelto finalmente de las compras y cuando quiso darse cuenta, Gray había perdido una vez más su chaqueta y jersey. Juvia le había sonreído y le mostró las ropas, ya más tranquila y consciente de que no iba a engañarla, ni siquiera tenía ese pensamiento, pues aunque no era ciego el mirar no era lo que le saciaba si no era ella la que estaba entre sus brazos.
Pero claro, nunca se lo diría.
Juvia recogió las bolsas y se adentró en la cocina para guardar los alimentos mientras él se volví a poner el jersey y guardaba las chaquetas.
Cuando entró en la cocina, juvia estaba quitándose el vestido por encima de la cabeza y lo echó hacia atrás, descuidada, justo a sus pies. Gray no pudo perder detalle de su espalda, la forma en que sus caderas se anchaban y sus nalgas se remarcaban bajo su ropa íntima.
Se cruzó de brazos, dándose cuenta así que él mismo se había vuelto a quitar el jersey y, dándose por perdido, avanzó hasta que sus labios presionaron contra el hombro femenino.
—¡Ah! ¡Gray-sama! —exclamó soltando las zanahorias sobre la encimera —. Juvia se asustó. Ah… de nuevo Juvia se quitó la ropa —se percató.
Gray se concentró más en su piel, cuyo aroma a sudor y a ella misma fue como recibir un calentón directamente por todo su cuerpo. Algo que debería de ser preocupante como mago de hielo. Pero era el tipo de calor cuya capacidad de crear solo lo poseía ella.
La escuchó reír e inclinar el cuello, hasta darse la vuelta y quedar frente a él. Llevó una mano al lugar donde sus labios habían estado y disfrutó con sus pupilas dilatándose de deseo.
Acarició con el pulgar sus labios, perfectos, delicados y siempre dispuestos a recibirle. Los cubrió con los suyos gentilmente y disfrutó de la suave caricia tímida de su lengua hasta que la incitó a más.
—Gray-sama… Juvia…
Esbozó una pícara sonrisa, estrechándola contra él, entre la encimera y su cuerpo, pegando sus caderas. Su mano, traviesa, descendió por su cadera hasta dar con el filo de sus braguitas.
—Creo que esto te lo puedo quitar yo.
Juvia se cubrió el rostro, emocionada, mientras sus mejillas ardían y su boca dejaba escapar un hipido de sorpresa. Pese a la cantidad de veces que le había hecho el amor ella continuaba emocionándose como la primera y él, disfrutaba tentándola cada vez más.
Desvió la mano de la cadera y la pasó por encima del monte de venus, bajando más hasta notar la humedad. Sin poder controlarse un gemido escapó de su garganta y cuando su índice marcó la línea femenina bajo la tela, sintió más el persistente tirón en sus ingles.
Juvia tembló contra él, levantando las manos para rodearle el cuello. Sus ojos entrecerrados y la boca abierta. La sostuvo con el brazo libre y la sentó sobre la encimera, aferrando ambas rodillas entre sus dedos mientras buscaba su boca una vez más.
Sintió la palma de su mano oscilar desnuda por su espalda, acariciar sus cicatrices y descender hasta su trasero, empujándolo más contra ella.
—Juvia también puede quitar esto —propuso metiendo directamente la mano dentro de su pantalón y aferrando una nalga con su mano.
Y diablos, eso lo puso todavía más.
El tirón liberó la punta de su sexo, duro y humedecido en la punta. Empujó contra ella, remarcando lo que la naturaleza de sus actos era capaz de hacer sobre él y, finalmente, cuando ella terminó de descender sus calzoncillos hasta el suelo, Gray siseó al sentir sus partes nobles al aire, expuestas para ella de una forma que hasta ahora no había tenido para nadie que le importara.
La primera vez que Juvia le vio de ese modo fue realmente incómodo y a la vez excitante. En esos momentos era tanto lo uno como lo otro pero mezclado con el saber de que ella no tendría ningún problema en tomarlo en su mano, de acariciarle con una ternura que le provocaría el más maravilloso de los orgasmos que pudiera tener en el exterior de su cuerpo.
Movió las manos hasta dar con el cierre del sujetador, mientras sentía los residuos de su propio orgasmo resbalar por ambos y por la mano de Juvia, que continuaba sobre él, excitándolo a continuar.
La liberó del sujetador en un visto y no visto. Siempre se preguntaba cómo ella podía quitarse esa prenda como si nada cuando se desnudaba del todo. Apretó entre sus manos ambos senos, masándolos, jugando con ambas estacas rosadas que clamaban por él. Y cuando los besó y acarició con su lengua el suspiro incesante que escapó de los labios de la mujer lo empujó a buscar más.
La última prenda cayó rota sobre la encima, con las nalgas de juvia sujetando lo que quedaba y el pliegue de su sexo, húmedo y ansioso abriéndose para él.
Lo recibió, cálida —y aunque la gente se empeñase en decir que aquello solo era a causa de la diferencias de temperaturas o de mil cosas distintas más —, fue como adentrarse en el mundo más privado de ella, que le diera la bienvenida con su nombre en grito y sus brazos ansiando tragársele más de lo que su sexo pudo sentir en su interior.
Luego no supo bien quién de ellos comenzó o quién terminó. El empuje contra ella fue sin control y el empuje de ella contra él, atrapándolo entre sus paredes y estrujando su orgasmo fue el perfecto estallido final de su unión, bañándola por completa para él. Porque era de él. Fuera como fuera toda esa palabrería peliculera.
Juvia ahogó sus gemidos en su nombre y se aferró a él con fuerza. Sentía las heridas en su espalda arder a causa de sus uñas y en ese momento, llegó una conclusión encantadora que jamás le diría a nadie.
¿Cuál es la ropa que mejor te sienta? La que llevo en mi espalda en forma de arañazos.
Porque son de esa mujer.
Porque son de ella.
¡Gracías por leer y su apoyo!
Próxima pareja: Gajevy.
