Saint Seiya pertenece a Masami Kurumada.

Tenía esta idea hace mucho pero no lograba plasmarla hasta hace unos días que la musa llego a zarandearme en la madrugada para que la escribiera.

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Incluso el recuerdo de una alegría tiene su amargura, y la memoria de un placer, su dolor.

El retrato de Dorian Gray- Oscar Wilde

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No sabría decir en que momento empezó a verla de forma diferente, quizá desde hace un par de meses que comenzaron sus conversaciones nocturnas cuando él llegaba tarde después de ir a algún bar o simplemente caminaba por Tokio durante horas, y cuando entraba a la mansión, ella siempre estaba en la cocina para llenar una jarra con agua y llevarla a la habitación de Shun. Hablaban de muchas cosas; de sus días de infancia, de sus entrenamientos para convertirse en santos de Athena, de lo que hacian durante el día y lo que posiblemente harían mañana, y sobre todo hablaban de Shun, de su mejoria en los días buenos y su deterioro en los días malos.

O quizás realmente empezó cuando iniciaron los leves roces, dando después lugar a las sutiles caricias para luego buscar con desesperación sus labios para besarlos, y de un momento a otro se encontraban en su cama, él rasgandole la ropa para sentir su piel mientras la besaba y mordia en el cuello, y ella se retorcia de placer debajo de él, gimiendo y jadeando en su oído mientras la embestia con fuerza.

Y desde esa noche su manera de verla cambio.

Nunca debió permitirlo, ella era la novia de su hermano pero aún así, la buscaba en las noches de soledad y frío, cuando el silencio reinaba en la mansión, cuando Shun dormía tranquilamente sin tener una idea de lo que ellos hacían. A la mañana siguiente la ignoraba todo lo que podía, evitando sus ojos zafiro e intercambiando sólo las palabras necesarias pero cuando llegaba, ella como cada noche estaba ahí, esperándolo. Subían a su alcoba y volvían a cometer el mismo error una y otra vez, para después sentirse miserables ante Shun y los demás.

La paranoia de que alguien se enteré de sus encuentros con ella le quitaba el sueño, recorría los interminables pasillos del lugar como sonámbulo hasta que cansado de hacerlo, se tiraba en el sofá de la biblioteca y esperaba el amanecer con un libro en sus manos. Un nuevo día daba inicio y la misma rutina se ponía en marcha.

La observa con una triste sonrisa desde el dindel de la puerta del comedor, mientras ella habla- o al menos eso es lo que intenta -con "ese Shun", que se mantiene con la mirada pérdida y su mente deambula en algún lugar al que nadie puede llegar. Porque para Ikki, Shun nunca volvió desde la última guerra santa contra Hades, y ese que estaba ahí, en esa silla de ruedas no era más que un cuerpo vacío que respira y tiene un corazón que todavía palpita pero ya no es su hermano, al menos no el que él solía conocer.

Y como algunas veces sucedia, Shun parece volver por unos escasos minutos a la realidad. Le sonríe a June con la ternura que lo caracteriza mientras limpia las lágrimas que recorren sus mejillas y le murmura unas palabras que no logra entender, ella luego sujeta sus manos y las besa con tanto amor y devoción que le molesta.

Porque ella le entrega su cuerpo en las noches pero nunca le dará su corazón al igual que él nunca lo hará, debido a que Esmeralda se lo llevo con ella hace muchos años atrás. Sólo lo usa para aliviar su dolor y ser su consuelo, al igual como Ikki lo hace con ella.

Y por unos instantes Shun voltea a verlo, y en sus esmeraldas logra ver decepción y tristeza, paralizandolo y quitándole el aire. Shun podrá ser ingenuo pero no es idiota, y a pesar de su estado se ha dado cuenta de lo que su novia y hermano hacen en las noches. Ikki aparta su mirada azul del menor al sentir vergüenza y odio hacia si mismo, entonces da media vuelta para salir de ahí.

June aún permanece en cuclillas frente a él, sosteniendo sus manos con fuerza, temiendo que vuelva a irse. De nuevo le sonríe y roza su cabello rubio mientras ve por el ventanal como Ikki sale de la mansión con premura, y las hojas secas de los árboles caen gracilmente sobre su cabello y chaqueta de cuero.

Inmediatamente siente los cálidos labios de la amazona sobre los suyos que están ásperos pero a ella no parece importarle, sus finos dedos se enredan en sus mechones esmeraldas, y entonces le corresponde el beso con torpeza.

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Ha perdido la cuenta de cuantos tragos lleva, sólo le interesa perder el conocimiento para no pensar más en las estupideces que ha cometido. Nota la presencia de alguien a su lado llamándolo pero el zumbido en sus oídos le dificulta entender de quién es, voltea, mareandose por la rapidez con la que lo hizo.

En verdad estas borracho—Seiya esta a su lado, sosteniendolo para no caer de la silla—ya bebiste suficiente, te llevaré a la mansión.

No replica, asiente y saca su billetera para pagar. Seiya le ofrece su hombro para apoyarse y poder caminar, salen del Izakaya y toman uno de los tantos taxi que corretean en las atestadas calles de Tokio. Los letreros de neón le molestan las retinas, así que cierra lo ojos y apoya su cabeza en el respaldo del asiento. Seiya no dice ni una sola palabra durante el recorrido y se lo agradece internamente, ahora no tiene deseos de que le pregunten nada.

Llegan en cuestión de unos minutos, el castaño paga al taxista y luego lo ayuda a levantarse, ya que cayó cuando intento dar el primer paso, caminan zigzageando hasta la puerta donde June esta esperándolos.

Gracias por tomarte la molestia de traerlo—dijo la rubia, acomodando la bata de seda que lleva puesta, hace mucho frío y el viento se cuela entre la tela—no sabía a quién más llamar, no podía dejar sólo a Shun.

No te preocupes, no es una molestia. Es mi hermano después de todo—Seiya lo tironea para que entré—sin embargo no es momento para que te embriages como adolescente, Ikki—lo regaña—Shun estaría muy triste sí te ve así.

Hace una mueca y se aleja del castaño—ya vete, yo puedo subir por mi cuenta.

Seiya lo mira con el ceño fruncido pero decide no replicar e irse, Seika estará preocupada de que aún no ha llegado a estas alturas de la noche, se despide de la rubia y sale.

Ikki se mantiene al pie de las escaleras observandolas, y por alguna razón le parecen más largas que de costumbre. Suspira y se lleva los dedos al puente de la nariz, tal vez sea mejor ir al sofá de la biblioteca como siempre, reflexiona.

Pensé que ya no bebias—comentó la rubia acercándose para ayudarle, al verlo apoyarse en la pared para no caer.

Sólo fueron unos cuantos tragos de sake...—Ikki se suelta bruscamente del agarre a su brazo—¡no me toques!

¿Que te sucede?—June deja su estupor por la acción del mayor y se coloca frente a él, impidiendole avanzar, con ese rostro lleno de preocupación que sólo suele dedicarle al peliverde—Has estado actuando muy extraño los últimos días.

No quiere decirle el porqué, ni tampoco quiere pensar en ello. Ella sigue mirándolo con preocupación y no sabe en que momento sus pies se mueven por si solos, acortando la poca distancia entre ellos y aprisionandola contra la pared para devorar como loco su boca.

Shun logra escucharlos débilmente desde su cuarto que esta próximo al vestíbulo. Ikki esta ebrio, hace mucho que no volvía a beber, y Shun conoce la razón de su recaída. La puerta principal vuelve a cerrarse después de unos segundos de extraño silencio y oye pasos acercándose.

Finge dormir cuando la rubia entra, la siente acostarse a su lado y el olor a alcohol que emana de los labios de June llega hasta su nariz. Ikki la ha besado en un arrebatado impulso, se ha dado cuenta de lo que hizo y prefirió volver a irse porque se siente miserable de cometer el mismo error otra vez.

Desearía odiarlos, sin embargo no puede y tampoco puede culparlos por caer ante sus deseos carnales. Él permanece la mayoría del tiempo ausente, así que no puede darse cuenta de todo lo que sufren por su estado, y como lidian con él y sus propios problemas.

June comienza a hacer círculos con su dedo sobre su pecho desnudo, suele hacerlo cuando esta inquieta o nerviosa. Deposita un beso sobre su hombro, otro en su cuello y luego otro más en su quijada. Sabe perfectamente que no esta dormido, abre los ojos y el hermoso rostro de June deslumbra ante él pero hay un brillo en sus zafiros que rara vez mira.

Introduce su mano debajo de su pantalón de pijama para acariciar su miembro pero la detiene, nunca han llegado más allá de unos besos y una lenes caricias, y hoy no será la excepción. Él no necesita su cuerpo, sólo necesita que nunca se vaya de su lado y que lo ame.

Es egoísta, incluso más que Ikki y June. Porque aún, a pesar de que se hacen daño entre ellos mismos y se lo hacen a él, los quiere mantener a su lado.

Pero ella no parece tener intenciones de rendirse como en otras ocasiones, acerca su mano nuevamente para acariciarlo con la punta de los dedos, y Shun la mira hacerlo como si fuera algo incómodo y extraño para él.

Ellos no hacen esto; es la primera vez que June lo toca de esa manera, quiere decirle que se detenga pero el tacto se siente bien y las palabras han formado un nudo en su garganta.

Shun se siente endurecer rápidamente, un jadeo pesado escapando de él, antes de que ella se acerque para dejarle una marca rojiza en el cuello. La mano de June le baja los pantalones un poco, lo necesario para exponer su miembro erecto y continuar masturbandolo, moviendo su mano frenéticamente de arriba hacia abajo.

No tarda en llegar al límite, con un hondo gemido y el nombre de ella emergiendo de su boca reseca, temblando y sin aliento.

Y de pronto se siente tan cansado, su mente intenta evitar ceder a la atracción de la noble oscuridad, apenas puede ser consciente de los susurros que ella le da al oído y como sus manos y lengua recorren su cuerpo sin pudor, haciéndolo estremecer.

Sabe lo que viene después, sin embargo no trata de interrumpirla, June se coloca sobre él y se quita el camisón de seda roja que tanto le gusta. La luz de la lámpara sobre la mesa al lado de la cama le permite apreciar el etéreo cuerpo de la amazona, sus instintos más primitivos se apoderan de él y comienza a tocar sus piernas, subiendo a su vientre y luego hasta sus pechos, que masajea con suavidad, arrancandole suspiros que hacen eco en en el lugar.

Se detiene en seco... cuando sus ojos ven la marca de una mordida cerca de su clavícula y ella parece darse cuenta, cuando él pasa sus dedos sobre esta. Lo mira con vergüenza para después cubrir su rostro con sus manos y empezar a sollozar.

La atrae hacia él para abrazarla mientras los sollozos se convierten en un llanto incontrolable, lo último que escucha antes de quedarse dormido son sus incontables disculpas, y trata de susurrarle "esta bien, no es tu culpa", pero las palabras se pierden entre su mente difusa y sus labios con sabor a té negro.

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Izakaya: típico bar o restaurante japonés.

Sake: bebida alcohólica a base de arroz.

¿Les gustó o quieren arrojarme tomates?

Yo no suelo escribir fics de romance-ni tampoco soy buena escribiendo lemon-, simplemente a mi no se me da y no me agrada lo empalagoso del amor pero quise ponerme este reto, aunque al final resulto nada de romántico.

En fin, aún no me decido si dejarlo sólo como un one-shot o hacerle otro capítulo, todo depende de sí se me ocurre algo más y alguien tiene interés en este extraño fic.

Si sintieron los personajes OOC, me disculpó pero era necesario para la historia, y por cierto, no odien a ningún personaje por sus acciones, es culpa de la ficker malvada.

Gracias por tomarse el tiempo de leerlo n.n