Disclaimer: Sherlock ni sus personajes me pertenecen

N/A: Disfruten y comenten plz

PD: ¡La historia ya está terminada! ¡Yei! Iré subiendo los capítulos periódicamente.

PD: Contiene Spoilers de la temporada 2 a la 3 (Desde la caída de Reichenbach hasta His Last Vow/Su última confesión)

Primera vez

Una botella se estrelló contra la pared. Harry tembló y se abrazó las rodillas. John intentó taparse los oídos y cerrar los ojos. Tarareó una canción que escuchó en la radio e intentó dejar su mente en blanco. Su madre ahogó un grito y ahora, Harry empezó a sollozar, tratando de hacer el menor ruido posible. Su padre subió las escaleras en grandes zancadas y se quedó frente a la puerta de la habitación. Harry le hizo una seña para que ambos se metieran en el armario.

— ¡Dónde están! ¡Dónde están los niños!— Su madre subió junto a él y puso una mano en su hombro para intentar tranquilizarlo, Henry la apartó de un manotazo.

— Henry...— Gimió Ella con la voz entrecortada. Él gruñó y abrió la puerta de una patada. John dejó de respirar y se quedó congelado.

— No están — dijo y frunció el ceño — ¡No están!...Maldita zorra, ¡Me mentiste! — La golpeó en el estómago. Ella se dobló y apretó los dientes. Un par de lágrimas escaparon de sus ojos — ¿Está llorando? — Rió en voz baja. Sus ojos estaban negros. Un golpe tras otro. Los gritos de su madre eran insoportables, aunque ella intentaba no subir el volumen, pero para ambos, eran difíciles de escuchar, desgarradores. Harry ya no pudo soportarlo, espió por la ranura de la puerta y esperó, esperó hasta que su padre estuviera distraído para salir del armario, con cuidado de no hacer ruido. John realmente quiso protegerla, pero estaba demasiado asustado como para moverse de su escondite.

— Suelta a mamá.

— ¿Qué harás? ¿Me vas a golpear? — Ella abrió los ojos aterrada y se puso muy pálida. Harry lo miró a los ojos sin ninguna expresión.

— Golpéame a mí. No me importa, pero deja en paz a mamá— Henry rió a carcajadas y se sostuvo por la pared.

— ¿Viste eso?— le preguntó a Ella, intentó levantarse del suelo pero una punzada de dolor impidió el movimiento — Que linda. Es toda una pequeña heroína, ¿Verdad? — se agachó a su altura y le apartó un mechón de pelo. Ella se estremeció cuando el olor a alcohol inundó su nariz. Sintió asco — ¿No te bastó la golpiza que te di hace rato?— Harry tragó saliva y continuó haciendo contacto visual — ¿Cuántos años tienes? ¿15? ¿16? ¿¡Cómo se te ocurre!? Yo no crié una fenómeno.

— No hice nada malo.

— ¿Nada malo?— rió entre dientes— Enferma desviada. Dios te va a castigar peor de lo que yo lo hago y te arrepentirás de todas las tonterías que estás haciendo

No contestó y esperó la golpiza con los ojos cerrados. El golpe nunca llegó. Abrió los ojos, confundida, y vio a Henry tapándose el rostro y ocultando sus lágrimas. Ayudó a su mamá a levantarse, Ella también estaba llorando. Harry sabía que era en parte por el dolor, y en parte por la decepción.

Henry abandonó el lugar, tambaleándose y sin mirar a su familia.

Desde ese día John prometió comportarse como el hijo perfecto, sólo para que su mamá no sufriera. Se volvió deportista, comenzó a salir con muchas chicas y luego se enlistó en el ejército. Cumplió el estereotipo de masculinidad a la perfección. Todo iba acorde al plan hasta que se mudó al 221B de Baker Street, hasta que conoció a Sherlock Holmes.

— John — Dijo Sherlock, desde el sofá. Él se volteó y frunció el ceño— No hay leche.

— Ve a comprarla— fue hacia la puerta, pero Sherlock volvió a detenerlo.

— No puedo. Estoy ocupado, ve tú— John suspiró.

— Tengo una cita con Eleonor en quince minutos. Llegaré tarde.

— ¿No se llamaba Elizabeth?

— Ella fue la semana pasada — bufó— Conozco tu estrategia. No esta vez— Sherlock se movió y se enderezó en el sofá, mantuvo la mirada fija en John.

— No entiendo.

— ¿No entiendes qué? Mira, Sherlock, sé que estás aburrido pero en serio no estoy p-...— Él siseó y entrecerró los ojos.

— Barba de tres días, no llevas colonia pero tienes encima una camisa nueva; miras constantemente tu teléfono, posiblemente para ver la hora, pero juzgando tu aspecto físico, no, no estás nervioso, sólo quieres aparentar. ¿Para qué? No estás interesado en ella y sin embargo te esfuerzas para impresionar. ¿Olvidando a alguien o intentas ocultar algo?— Sherlock siguió observándolo— Quieres que la cita termine lo más rápido posible, quizá acostarte con Elizabeth o cómo se llame, pero el sexo tampoco es tu prioridad.

Para ese punto, Sherlock ya dando vueltas en la sala. John trató de evadir el contacto visual.

— ¿No tienes nada mejor que hacer que intentar deducir mi vida personal?— Él lo ignoró y continuó

— Hay algo, John Watson, que estoy obviando de tu pasado — Rodó los ojos y se paró en el marco de la puerta, para darle una rápida mirada a su compañero de piso.

— En serio, ¿No tienes nada mejor que hacer?.

— No hay casos y Greg está más incompetente que de costumbre. Estoy aburrido.

John rió suave, olvidando todo por un momento.

— Aunque sea la pared sigue intacta— Sherlock enarcó una ceja y señaló unos cuantos orificios recientes de bala en la pared.

— Era demasiado bueno para ser verdad— dijo él — Volveré en un par de horas. No hagas ninguna tontería mientras no estoy.

Escuchó a Sherlock gruñir y cerró la puerta. La sonrisa boba que se le formó en los labios desapareció cuando volvió a la realidad. No era la primera vez que Sherlock tenía ese efecto sobre él. Ocurría a menudo. Agitó la cabeza y descartó todos esos pensamientos, que sabía no conducirían a nada bueno.

Debatió la posibilidad de comprar un ramo de rosas para su cita, esta vez quería ir en serio. La chica tenía el cabello negro como el petróleo y una sonrisa encantadora, pero había algo que no estaba bien. Desde que se mudó al 221B no podía salir con alguien sin sentir ese inexplicable de que se estaba equivocando.

Se enfocó en la mujer frente suyo, su escote no dejaba casi nada a la imaginación y no paraba de insinuarse. Él ya no encontraba excusa para alejarse y Eleonor estaba siendo cada vez más directa. Se pasó una mano por el cuello y se inclinó por el respaldo de la silla.

— ...Mi padre también era militar— Dijo ella. John asintió y sonrió forzado.

— Vaya...— Eleonor tomó un trago de su vino.

— Me gusta mucho tu blog, John. En especial ese artículo que escribiste sobre... El perro de los Canterville.

— Baskerville.

— ¿Eh? — parpadeó rápidamente.

— Baskerville. El perro de los Baskerville — Ella alzó ambas cejas y soltó una risita, que a John le pareció insoportable. Apretó los labios en una línea y continuó escuchando como Eleonor hablaba de lo mal que le caía su nueva jefa.

Unos pasos acelerados y una mano en su hombro lo sacaron de su burbuja.

— ¡John! — Era Sherlock, agitado y un papel en mano— Tenemos un nuevo caso.

— Estoy en medio de una cita — Contestó, pero estaba sonriendo. Eleonor frunció el ceño y dejó su copa en la mesa.

— Esto es más importante, vamos— Se levantó y le lanzó una sonrisa de disculpa a la chica— Lo lamento, Elizabeth, pero John tiene que acompañarme. Es un caso de suma importancia.

— Me llamo Eleonor.

— Lo que sea, no me iré aprendiendo el nombre de todas las novias de John sólo porque sí— Lo jaló del brazo. John le dejó unos billetes a la chica para que pague su cuenta y la dejó con su evidente molestia. Salieron del restaurante y Sherlock se apoyó por la pared.

— ¿Qué haces? — Sherlock intentaba normalizar su respiración, pero terminó riendo a carcajadas, contagió un poco de su risa a John.

— Su cara... Dios, estaba furiosa.

— El caso, Sherlock ¿Qué conseguiste? — Él recuperó la compostura y se acomodó el abrigo, luego miró a John.

—No hay ningún caso.

—¿Qué? Sherlock, vamos, me estaba divirtiendo.

— Discrepo. Lucías terriblemente incómodo, parecía que querías salir corriendo. Te hice un favor.

— Aún así no tenías el derecho de-... Un momento ¿Me estabas espiando?.

— ¿Podrías dejar de hacer tantas preguntas? Es molesto — John respiró hondo y cerró los ojos, contó hasta diez y se atrevió a alzar la mirada.

— Vamos a casa.

— ¡Bien!— festejó sonriendo. John no pudo evitar hacerlo también; en ocasiones sentía que era el mejor amigo de un niño sobreestimulado.

Caminaron en silencio y tomaron un taxi. La mirada penetrante del detective estaba clavada sobre él, lo sabía, pero no quería mantener contacto visual. La pierna de Sherlock estaba pegada a la suya, estaba extremadamente consciente de su cercanía. Reprimió un escalofrío y miró hacia la ventana.

— John.

— ¿Uh? — Se giró para mirarlo. Sherlock se inclinó hacia él.

— Lo lamento.

— Bien — Estaba demasiado cerca, miró sus labios inconscientemente, luego apartó la mirada. Sherlock sonrió.

— Preparé la cena.

— ¿En serio?.

— No. Pediremos comida china y veremos televisión hasta tarde — John elevó la comisura de los labios. No podía imaginar nada mejor.