"Llevo
muchos años esperando aquí en Rozan. Viviendo en paz
para luego volver a la guerra. Entrenando a algunos cuantos chicos
que me han enviado desde el santuario y de los cuales uno, ya es todo
un caballero y al cuál admiro talvez más que a
cualquier otro que jamás haya conocido. Pues ha superado
infinitamente mis expectativas y lo sigue haciendo. Porque no es la primera guerra a la que voy
y sé lo horrible que esta promete ser. Desde ya siento
cosmoenergías desplazarse hacia el santuario, no debo tardar
demasiado. Mas es difícil para un viejo como yo, el querer
levantarse y despedirse de Rozan que ha sido mi hogar por mas de
doscientos años. Mas he vivido más de lo suficiente y
hay personas como mi alumno que también han peleado más
de lo que debían. Por esta razón, debo partir, hacia la
muerte...
El sello que
encierra al inframundo, hogar del Dios Hades y eterno rival de mi
Diosa Athena, ha caducado una vez más, para dar comienzo a una
nueva guerra santa. De la cual estoy casi seguro, no saldré
vivo esta vez...
Mas no le temo. Ya en otras ocasiones he deseado el
morir. Podría hacerlo, pero tengo deberes que cumplir. "
Dhoko suspira con tranquilidad.
"...si muriese,
talvez sería el hombre mas feliz de la tierra...
Porque
estaría de regreso, de vuelta con él...
Shion...
Tantos años separados por nuestros deberes, tú como
el sagrado patriarca siempre fuiste un hombre ocupado. Mas un buen
hombre. Siempre supe, que no eras tú el que se escondía
detrás de la máscara, cuando el santuario se vio
convertido en un caos, pero no quise imaginar que alguien se había
atrevido a hacerte algo tan horrible como lo que te hicieron...
Mi
Shion... no sabes cuantas noches pasé llorando en silencio por
tu muerte. Aún guardo nuestro secreto, a pesar de que han
pasado mas de 200 años y de que estás muerto. Pero así
yo también muera, te aseguro que recorro todo el mismísimo
infierno, solo por encontrarte y escapar..."
Dohko sonrió.
"Escapar... como ya lo hicimos una vez. Y como estaría
encantado de volverlo a hacer..."
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La
batalla sería de frente.
Los caballeros de Athena
dispuestos y organizados como un pequeño pero poderoso
ejército de guerra, organizados en columnas, dando la cara a
otro ejército, poco mas numeroso que ellos y con vestiduras
negras, los espectros de Hades.
- AAAARGHH!!!...
Fue la
señal. El grito que significaba el comienzo de la guerra. Los
espectros corrieron hacia los caballeros de Athena, elevando hasta
los cielos su intensa cosmoenergía. Todos los Atenienses
esperando en posición defensiva a que apenas se acercasen los
espectros. No estaban dispuestos a dejar pasar ni una mosca...
Helen, caballero de Piscis fue el primero que atacó
mientras los otros esperábamos el acercamiento. Su
cosmoenergía dorada se elevaba mientras tres rosas blancas
aparecían en sus manos. Era hermoso. Sus cabellos y ojos eran
del mismo color que las rosas. Y de todos los caballeros dorados, se
le conocía como el mas humilde y social de todos. Pero guerra
es guerra...
- ¡MUERE MALDITOOOO!!!
Seis rosas salieron
disparadas hacia los corazones de distintos espectros. Cayendo dos, o
talvez tres solamente.
- ¡EXCALIBUR!... –
Idris,
fue el segundo en atacar, mas los espectros también comenzaban
sus invocaciones.
- ¡Puño del Diablo!
-
¡Sombras Infernales!
- ¡Tornado de oscuridad!...
Los caballeros dorados y de plata pudieron resistir tantos ataques simultáneos mientras permanecíamos juntos. Mas los caballeros de bronce, no eran jamás tan fuerte, como lo serían en próximas generaciones. Muchos fueron alzados y lanzados lejos, por ese tornado de oscuridad. Todos defendían, solo Helen e Idris atacaban desde lejos, era una táctica de guerra, que pronto pudo ser captada por los espectros.
- ¡A ELLOS! – Se oyó la orden del juez del infierno de Wyvern. Un hombre de cabellos dorados, del cual Dohko nunca se enteraría de su nombre.
Una vez amenazados y localizada su estrategia,
no quedaba mas que romperla por el bien integral de los otros dos.
-
¡POLVO DE DIAMANTES! – Gritó Kitana, la única
amazona dorada entre nosotros.
- ¡AGUJA ESCARLATA! –
Quirón.
- ¡LLUVIA DE FUEGO NEGRO! – Zadkiel.
Shion de Aries. Dohko de Libra y Simone de Tauro, se encargaban ahora de mantener lo mas alejado posibles a los espectros.
El caballero de libra entrecerraba los ojos, ante la incandescencia de tantas cosmoenergías doradas y el choque entre ellas con fuerzas oscuras. Se oían gritos, le salpicaba sangre. Apretaba los dientes y como podía, juraba vengar a sus compañeros si acaso alguno había muerto y la sangre que le caía en el rostro, era de alguno de ellos.
-
¡Cuidado Simone! – le gritó Shion al ver que dos
espectros se le acercaban sin él haberse dado cuenta. El
caballero de Tauro se vio obligado a romper también la
defensa.
- ¡GRAN TORO! – Atacó arrasando sin
piedad con algunos. Mas Dohko podía observar, como aquel juez
del infierno de cabellos dorados se elevaba de entre todos los
espectros y tomaba al caballero que mas despistado observaba.
Acabando él solo, con muchos de los caballeros de plata.
-
Urgh... –
Dohko y Shion dieron pasos hacia atrás,
cubriendo y observando a sus alrededores. Tenían la obligación
de aniquilar a cualquier espectro que lograrse colarse entre la
guerra. Por ningún motivo, ningún espectro debía
de llegar hasta el cuarto de Athena.
- ¡Cuidado Helen!.
¡PLASMA RELÁMPAGO!...
Una luz dorada salió
desde el puño del caballero dorado de Leo, Diómenes.
Arremetiendo contra los espectros que comenzaban a rodear al
caballero de Piscis.
- Gracias Diomenes... – Dijo el caballero
de Piscis colocándose a la defensiva a su lado pero
dedicándole una sonrisa.
- Sabes que estoy a tus
órdenes... – le dijo el caballero sonriéndole junto
al mensaje subliminal, muy bien recibido por el caballero de Piscis.
- ¡Kitana!
- ¡Ahhh! – gritó la
mujer al caer herida al suelo. Un espectro con una lanza de acero la
había tumbado y ahora tomaba impulso para lanzársela
directo al pecho.
- ¡No!...
- ...
Sería
el caballero de Géminis el primer dorado en morir, al
atravesarse en el camino de la lanza.
- ¡Orestes!... –
Kitana se colocó frente a él, evitando que los demás
espectros continuasen atacándolo. - ¡¿Por qué
has hecho eso?!...¡No tenías que...!
- ¡CALLA
Y PELEA!... – Le gritó el hombre con dolor desde el suelo,
tratando de sacarse la lanza, lo cual nunca alcanzó en vida.
La amazona de Acuario, lloró bajó su máscara y con un grito fúrico se lanzó a atacar y destrozar al espectro con su ejecución de Aurora.
Dohko y Shion comenzaban a desesperarse en la parte posterior de su tropa. Alcanzando con sus ataques, a los espectros que llegaban a colarse. Y observando mejor que nadie, como sus amigos caían en batalla y su sangre se mezclaba bañándoles y tiñéndoles la piel, las ropas y las armaduras de rojo.
- ¡PAPILLON!... – Oyeron un grito al lado izquierdo que les hizo voltear. Un espectro, el juez de cabellos dorados volaba con las alas de su armadura por sobre toda la guerra, detrás de él otro espectro de armadura parecida al de una hermosa mariposa le seguía por los aires de igual manera.
Dohko y Shion tardaron en caer en cuenta de su ubicación. Solo los vieron cuando pasaron sobre ellos, tratando de adentrarse en la casa de Aries. Era seguirlos y romper la defensa, O perderlo todo dejándolos pasar...
- ¡VOY TRAS ELLOS DOHKO!...
- ¡No!.
¡Tu no podrás solo contra ellos dos!. ¡Ese
espectro lo he visto destrozar a muchos!...¡YO IRÉ
CONTIGO!
- ¡NO!. ¡ESO SERÍA ROMPER EN PARTE LA
DEFENSA!. ¡DEBES QUEDARTE PROTEGIENDO A LOS DEMÁS!.
-
¡NO!. ¡YO TE PROTEGERÉ A TI!...
- ¡DOHKO
ESTO ES LA GUERRA!. ¡NO HAY TIEMPO!...
Dohko miró hacia el suelo pensando apenas por cuatro segundos. Y en ese instante, se dio media vuelta y corrió adentrándose en el templo de Aries, dejando a Shion en el lugar.
- ¡NOO!.
¡DOHKO!. – Le gritó Shion molesto desde su posición.
Era muy fácil decir las cosas, pero muy difícil
hacerlas. Él tampoco quería dejarlo ir solo contra esos
dos espectros. De cualquier modo, ya había tomado la decisión
y se alejaba corriendo persiguiendo las siluetas de ambos espectros.
La respiración de Shion se volvió agitada y fúrica.
Volteó su mirada hacia las tropas que combatían con
furia, los observó a todos gritando...
¿Qué
era mas importante?...
Todos sus compañeros atrás...
O Dohko y Athena, a su frente...
También fue una
decisión difícil de tomar. Y tampoco nunca estuvo
seguro de haber tomado la opción correcta. Pero dio media
vuelta y tan rápido como pudo persiguió a Dohko y a los
espectros adentrándose en el santuario.
Después de
todo... la ruptura de su defensa, de su técnica, fue a la
final, la causa de la muerte, de todos los caballeros de Atenea...
- ¡PAPILLON! – Les gritó Dohko, cuando casi
llegaban al templo de Tauro. Recordando el nombre del espectro. Mas
ambos voltearon.
- Yo me encargo de él... – dijo el
espectro de aspecto parecido al de una mariposa, dándose media
vuelta y cargando cosmoenergía en su puño, mientras el
juez del infierno, seguía el vuelo en una velocidad en
aumento. Dohko se puso a la defensiva, con su escudo dorado en
frente.
Muchas mariposas de colores dorados comenzaron a
aparecer en el lugar, iluminando suavemente en la oscuridad de la
noche.
- No voy a perder tiempo. Caballero... estas son las hadas
de la muerte, te enviarán directo al inframundo... – el
espectro alzó su brazo derecho estirado y lo bajó con
fuerza de la misma forma creando una onda de cosmoenergía. -
¡EL SUSPIRO DE LAS HADAS!...
Dohko colocó su escudo protegiéndose de la honda que se acercaba con rapidez hacia él, pero... desapareció...
El espectro de Papillon sonrió complacido y sin perder mas tiempo volteó. Mas se detuvo, impactado al ver lo que había a sus espaldas, no uno, sino dos caballeros dorados. El que le había perseguido y otro de cabellos verdes. Dohko y Shion. El segundo, debía de haber usado la tele transportación...
- No voy a dejar que te hagan daño... – le susurró Shion en el oído a Dohko. Este otro, apenas caía en lo que había sucedido. Alguien le tomó por la cintura y de repente estaban allí al otro lado del espectro.
Papillon
se puso nervioso. Ya no era uno, sino dos. Volvió a estirar su
brazo.
- ¡Váyanse los dos al infierno!. ¡Suspiro
de las hadas!...
- ¡REVOLUCIÓN ESTELAR!...
Miles
de cometas de cosmoenergía dorados salieron del cuerpo de
Shion dirigiéndose a gran velocidad hacia el espectro.
Atravesando las mariposas que volaban alrededor y anulando por
completo el ataque del espectro.
- ¡NO...! – El ataque
llegó a Papillon antes de que pudiese decir algo más,
haciéndolo caer destrozado y sin armadura en el suelo.
- ¡Rápido aún queda un espectro que se nos coló!. – Ordenó Shion corriendo hacia la casa de Tauro. Dohko asintió y rápidamente también le siguió, rogando por llegar a tiempo.
No habían tardado
demasiado en aniquilar a Papillon, aún podían ver la
minúscula silueta del espectro en un cielo que comenzaba a
aclararse por el amanecer.
- URGGHH... – Gruñó
Shion haciendo un sumo esfuerzo por tele transportarse frente al
espectro. Incluso para él, era casi imposible hacerlo a largas
distancias, dentro del santuario. Pero lo consiguió...
-
¿Qué...? – Se dijo sorprendido el espectro al ver
como un caballero dorado aparecía frente a él. Bajó
hasta el suelo quedando a una distancia considerable del caballero.
Oyó pasos a sus espaldas, volteó y encontró al
otro. Dos caballeros dorados. Se encontraban ya en la casa de cáncer.
No permitiría que lo detuviesen aquí...
Estiró
sus brazos y ambos puños se llenaron de una cosmoenergía
oscura. Sus cabellos largos y dorados se elevaron, como si un viento
fuerte emanase desde el piso.
- ¡Gran Precaución!.
– Sus ojos se tornaron rojos. Y una fuerte explosión casi
derrumba el templo de cáncer. Shion, cansado, cayó de
espaldas, mientras Dohko pudo permanecer de pie protegiéndose
con su escudo.
- ¡Shion...!
El espectro estiró
las alas de su armadura nuevamente, elevándose centímetros
del suelo para emprender el vuelo nuevamente. Pero Dohko lo sujeto
por la espalda, con ambos brazos por debajo de las axilas.
- No
irás a ninguna parte...
El espectro, sonrió
engreído. Su cosmoenergía se elevó y pudieron
verse, algunos rastros de electricidad conducirse por su armadura.
-
¡¡¡ARGHH!!! - Gritó Dohko recibiendo una
alta descarga que salía de la armadura del espectro.
-
Tonto... – descuidado, le golpeó el estómago con el
codo logrando safarse de él. Lo tomó del brazo y lo
lanzó contra uno de los pilares del templo.
Volteó
hacia el frente de nuevo y...
- ¡STARDUST REVOLU...!
Golpeó directo al rostro de Shion, haciéndose a un
lado y esquivando el ataque del lemuriano por completo. Con ambas
manos le tomó de los cabellos y se los haló con fuerza
haciéndolo gritar. Se alzó unos centímetros del
piso alzando al caballero de Aries de espaldas por el pelo y lo lanzó
con fuerza hacia el piso para luego clavar su puño fuerte y
adentrárselo en el estómago.
- ¡SHION!...
Se oyó un grito ahogado y el caballero de Aries comenzaba
a sangrar por la boca. Y parte del pecho de su armadura se
despedazaba. El hombre de cabellos verdes se encontraba semienterrado
en el piso del templo, el espectro sacó su mano y volteó
hacia Dohko, colocándose en posición de ataque y
haciéndole un gesto para que se acercase con la mano.
-
¿Tú también quieres morir?...
- El... no
está... ¡Muerto!...
El espectro sonrió.
-
Pero pronto lo estará... – sus puños se cargaron
nuevamente de una oscura cosmoenergía. – Gran Precaución...
Dohko estaba furioso. Histérico. Por un momento,
olvidó lo fuerte que ese espectro podía ser. Tomó
su dos escudos con las manos y se las lanzó cual freesbe hacia
el rostro. El espectro detuvo el ataque ante la necesidad de esquivar
los escudos que se dirigían directo a su rostro. Tumbó
uno y después el otro con las manos y cuando pudo ver de nuevo
a su frente, fue tarde, ya Dohko estaba demasiado cerca...
- ¡LOS
CIEN DRAGONES DE ROZAN!...
El ataque le dio de lleno y lo hizo
incrustarse en la pared del templo. Sin perder tiempo, Dohko se
acercó a donde Shion se encontraba. Apenas logró
levantarlo y constatar de que estaba aún vivo cuando un nuevo
golpe en el pecho lo hizo volar hacia atrás. El espectro
también se volvió histérico y comenzó a
golpearle con fuerza.
- Maldito... vas a pagar el haberme
tocado... – sus puños se cargaron. Estaba demasiado cerca,
esta vez, no fallaría... - ¡GRAN PRECAU...!
-
¡STARDUST REVOLUTION!...
El espectro volteó haciendo
una "X" con ambos brazos evitando el ataque. Pero no tenía
brazos en las espalda...
- ¡LOS CIEN DRAGONES DE ROZAN!...
- ¡No...!
Shion volvió a atacar y ambos ataques chocaron como si peleasen entre si con el espectro en medio. Una mano tratando de detener el ataque del caballero de Aries y otra el del caballero de Libra. Sus piernas temblaban...
-
URGHHH...
- AARGGHH...
Los caballeros cerraban los ojos,
la luz era pura e incandescente. Mas intensa y fuerte que antes. El
espectro fue presionado cada vez más, el espacio abierto entre
sus piernas comenzó a cerrarse y sus brazos estirados
comenzaron a doblarse.
- ¡No... Maldita sea...!
Un
poco mas mi amor... un poco más...
Le decía
Dohko a Shion por telepatía. Como sabía el podía
escucharlo...
La cosmoenergía de ambos se intensificó.
El Sapuri del espectro comenzó a agrietarse y a desplomarse en
pedacitos. Hasta que finalmente, terminó completamente
destrozada. No aguantaría mucho más...
-
¡Mal...di...!
Los Ataques terminaron de unirse y chocar en
una gigantesca explosión que podría haber sido
observada a kilómetros de distancia y que liberó su
energía elevándose hasta los cielos, dejando menos que
nada, en medio de ellos dos...
Tanto Dohko como Shion jadeaban de
cansancio mientras se percataban que nada del espectro quedaba en el
lugar... Shion cayó herido...
- ¡Shion!... – Dohko
corrió para sostenerlo antes de que este se golpease con el
suelo.
- Lo... logramos Dohko... – le dijo Shion en un susurro
agotado. – Ganamos...
- ¡Si, así es Shion, lo
logramos, vencimos!. Pero Shion...¿Cómo te encuentras?
– Dohko le rompió la camisa ensangrentada, ya no tenía
el pecho de la armadura. Y pudo ver su hermoso y blanco cuerpo, semi
teñido por el color de la sangre, parecía, solo tener
una larga cortada en abdomen. Sobreviviría...
Dohko pudo
respirar tranquilo. Y le sonrió para que se tranquilizara,
estaría bien. Shion le devolvió la sonrisa,
temporalmente feliz de que ambos estuviesen vivos. Fue entonces
cuando se dieron cuenta del espantoso silencio que dominaba en el
lugar. Dohko arrugó el rostro y se levantó observando
desde allí hacia abajo, a la primera de las casas, donde
debería haber una horrible guerra, fuertes gritos y muchas
cosmoenergías combatiendo...
Pero ya no había nada de eso...
- Dohko... – le susurró Shion y el
caballero de Libra volteó hacia él de nuevo.
-
Parece que ha terminado la guerra... no siento... una sola
cosmoenergía mas... – dijo muy bajo. Sabiendo todo lo que
esto significaba: Victoria y pérdida. Todos sus amigos, sin
excepción habían muerto... al igual que los enemigos.
Ayudó a Shion a levantarse colocando su brazo
alrededor de su cuello, en su hombro.
- Fuimos los únicos
que sobrevivimos... – dijo Shion, quien también se había
percatado de la situación. Y buscaba entre los pequeños
puntos que se observaban, algún rastro de vida, mas no vio ni
un solo movimiento. Comenzaron a llorar sin darse cuenta...
Bajaron
la cabeza, sin notar demasiada la diferencia entre esa victoria y una
derrota.
- Athena ha de estar bien... aún siento su
cosmoenergía... – susurró Shion
- Así es.
Mas debemos estar seguros...
Dohko acomodó mejor que antes el brazo de Shion en su hombro y pasó el suyo alrededor de su cintura.
- Vamos... pequeño, si quieres puedo
cargarte...
- Fue mi culpa Dohko. – dijo el futuro patriarca. –
Fue mi culpa. Yo... rompí la defensa cuando vine a buscarte...
por eso seguramente, han muerto...
Dohko bajó el rostro.
- Entonces los dos somos culpables...
- No debí
haberte seguido.
- Yo hubiese hecho lo mismo...
Ambos se
miraron a los ojos, húmedos y brillosos.
- Si tú
hubieses corrido primero, yo hubiese ido también tras de ti. –
le dijo Dohko con tristeza en los ojos. – Tu y yo somos uno solo
Shion... yo no podría dejarte en una guerra, porque sería
igual que abandonar mi alma allí...
- Dohko... – Shion
llevó la mano al rostro del moreno, quien cerró los
ojos sintiendo esa suave caricia.
- Tu sabes que eres... lo que
mas valoro en esta tierra... y... es una pena, que ellos nunca lo
supiesen...
Shion le miró a los ojos otros instantes,
ahora era él quien necesitaba consolarlo.
- Ellos
entenderían... – dijo queriendo creerse también sus
palabras. – Ellos sabrían, que el amor, es así... –
pausó unos instantes. – las cosas suceden por un motivo... y
creo que los Dioses, aprueban nuestro amor... si no te hubiese
seguido... si ambos no hubiésemos luchado juntos, talvez ahora
fuésemos los derrotados...
- Luchamos como uno solo
Shion...
- Porque si somos uno solo Dohko...
El caballero de
libra le sonrió con dulzura, a pesar de todas la inmensa
tristeza que sentía en ese momento. Shion hizo lo mismo de
igual manera y recibió al caballero cuando ente se le lanzó
encima en un fuerte abrazo.
- Te amo Shion...
- Y yo a ti
Dohko... nadie podrá cambiar eso jamás...
Se
tomaron con fuerza, con mucha fuerza. Y al fin, sintiéndose
triunfadores, porque en ese terreno, en los brazos del otro, lo eran,
y porque cualquier duda que pudiesen tener de su amor, había
sido descartada al cien por ciento. Eran uno, desde siempre y para
siempre.
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Sonrió
muy bajo, mientras una lágrima caía de su rostro.
Sintió que alguien se acercaba y levantó el rostro...
- Maestro...
- Oh, Shunrei...
La cascada a su espalda
caía algo mas silenciosa de lo normal.
- Entonces, dice
que se va a ir... pero... ¿a dónde?...
- Será
mejor que no lo sepas. Tengo que emprender un viaje, Shunrei...
-
Y... ¿Cuándo volverá?
- ¿Que cuando
voy a volver?... Es posible que nunca regrese...
"Si... talvez nunca lo haga, pero... talvez tampoco sea motivo para temer... no puedo decírtelo Shunrei, pero quiero ir en busca de la muerte. Porque quiero verlo de nuevo..."
- Que seas muy
feliz con Shiryu, Shunrei... – fue lo último que le dijo el
viejo Maestro antes de levantarse y dejarse caer por la cascada de
Rozan.
- ¡Viejo Maestro!... – gritó la chica al
verlo caer.
"Sé que tengo deberes que cumplir. Y
no podré dejarme morir tan fácilmente... pero como me
gustaría... de verdad como amaría el poder verte de
nuevo, Shion...
No...
Mejor dejo pensar en fantasías y
de hacerme ilusiones, voy a una batalla y debo acostumbrarme a la
idea, de que jamás te volveré a ver... Aunque nunca se
sepan las sorpresas que la vida guarda..."
Fin.
