Inuyasha
fanfic
"PERSIANA AMERICANA"
por Ivan Emiliano
Altamirano
Advertencia: Todos los personajes en este fanfic son
propiedad de las CLAMP, así que nada de demandas.
Miroku abrio la puerta de su departamento. Una oscuridad abrumadora le rodeo mientras cerraba. Por un momento se quedo quieto, tratando de distinguir algún sonido.
No se oía nada en absoluto.
-Lo de siempre - suspiro mientras dejaba caer instintivamente su portafolio y su chaqueta a un lado. No se oyo ningún sonido, solo como las llaves y algo de dinero tintineaba en su interior. Se dirigio con pasos tranquilos enmedio de la oscuridad y casí como si pudiera ver en ella, dio un paso hacia la derecha y levanto la mano. La luz del refrigerador le encandilo un momento.
-Veamos - musito - hay leche...creo que algo de cereal esta bien.
Alzo la mano izquierda y tomo una caja que pese a la oscuridad, se veía de color rojizo.
-Trix - sonrio levemente mientras se volvía y dejaba caer la leche. Esta sorprendentemente se deposito en un tazón. Miroku silbo algo mientras dejaba caer el cereal. Bajo el brazo y toco una cucharada que sobresalía de su estuche.
Masticando ruidosamente, se acomodo justo a lado de donde habían caído sus cosas: en un mullido sofá.
Para otros, hubiera sido sorprendente como había encontrado cada cosa en su sitio sin verla siquiera. Sin embargo, para él era una rutina ya obsoleta.
-Inuyasha tiene razón - termino de masticar - debo cambiar los muebles para romper la rutina.
Sin embargo, en los últimos 3 meses los había cambiado al menos 5 veces. Y el mismo resultado...
No es que Miroku no fuera un chico popular: tenía amigas, conocidas...pero nadie con quien compartir su vida. Nadie que le llamara a las 11 de la noche para preguntarle como le había ido. Nadie que pudiera invitar al cine un sabado. Alguien a quien abrazar en esos momentos donde la rutina era...frustrante.
-Hasta mañana Miroku - Inuyasha tomo
su maletín. Entonces noto la mirada de su amigo - que
pasa?
-Muchacho, porque las prisas? Generalmente eres el último
en salir de su turno y sin embargo, te vas ahora 5 minutos
antes.
-Este...bueno, tengo un compromiso - sonrio el susodicho
rascandose la cabeza. Inuyasha Taito era residente de urgencias del
Hospital donde trabajaban. Miroku sabía que era popular con
las chicas, pero jamás le había conocido una que le
durara tanto tiempo...
No desde Kykyo.
-A ver, quien es tu
nueva conquista?
-De que hablas? - Inuyasha parpadeo y miro para
otro lado - solo vamos a tomar un café.
-Aja, entonces es
una chica eh?
-Miroku! Deja de jugar al psiquiatra conmigo! Eso
dejaselo a Bankutsu!
-Vale, vale - sonrio el susodicho recordando
al moreno que hacía de residente de tal especialidad - al
menos es bonita?
-No tengo que contestarte - Inuyasha se dio la
vuelta. Al momento de abrir la puerta, una hermosa chica de cabellos
oscuros y ojos castaños aparecio.
-Inuyasha, ya estas... -
se callo al ver la presencia de Miroku. Carraspeo y luego sonrio
nerviosamente - ahh, doctor Miroku.
-Señorita Kagome - le
correspondio el gesto a la jefa de enfermeras de urgencias - veo que
tienen prisa.
-Ah...sí - Kagome bajo la mirada apenada.
Inuyasha suspiro exasperado y tomo a Kagome de la mano, saliendo a
toda prisa de allí. Miroku siguio sonriendo. Siempre había
pensado que ambos hacían una bonita pareja, aun cuando
Inuyasha y ella discutían por cada cosa del servicio. Desde
las llegadas tardías de él, hasta por la disciplina
militar de ella.
-Amores de juventud - suspiro con amargura Miroku
mientras cerraba su casillero. De repente se sintio más viejo
que su compañero y amigo.
-Te amo...
-Lo sé...
Miroku
apago el televisor. Generalmente Starwars le levantaba el ánimo.
Sin embargo, esa escena del Imperio Contrataca termino por sacarlo de
quisio. Con gesto cansado se dirigio hacia su habitación. Sin
embargo, noto uno de los pliegues de la persiana de su ventana
colgando.
-Lo que faltaba - se toco la nuca y se acerco a arreglar
el desperfecto.
La persiana estilo americano hacía
contraste con su departamento, que tenía una mezcla de
occidental y oriental. Miroku le agradaban las costumbres americanas,
pero su gusto era algo superficial, donde por ente que su casa fuera
una mezcolanza bastante peculiar.
-Listo - sonrio para sí
mismo mientras probaba la persiana y veía a través de
ella.
La figura de una chica en aerobics lo paro en seco.
-Eh?
- parpadeo. Entonces levanto la persiana y efectivamente era una
chica en un entallado leotardo, haciendo aerobics en el edificio de
enfrente. Cerro la persiana de golpe por la sorpresa.
Miroku
enarco una ceja. ¿Acaso Dios se había acordado de él?
No podía ser.
Levanto la persiana nuevamente.
Efectivamente, una chica en un entallado traje de gimnasio hacía
sus rutinas mientras miraba el televisor. La lujuria recorrio
rapidamente por todo su cuerpo.
-Tengo que tomarle fotos o
videofilmar! - penso alegre, pero entonces se detuvo. No, pese a
todo, no era un vouyerista. Sin embargo, su lado insano termino por
predominar y no tardo en al menos traer unos binoculares para
observar la escena.
El ejercicio duro unos cuantos minutos más
para su desilución. La joven entonces se dirigio al televisor,
lo apago y tomo una toalla que estaba encima de él. Observo
cada movimiento tratando de encontrar algo erótico en ellos,
pero en realidad si había terminado.
-Maldición -
suspiro decidido a cerrar la ventana, pero entonces decidio quedarse
unos 5 minutos más. Tal vez vendría algo después.
Esos
5 minutos no tardaron en convertirse una media hora. Extrañamente,
Miroku no podía dejar de observala. Ahora no había nada
erótico o sensual en su rutina. Simplemente vio como tomaba
algo de agua mientras esperaba su cena dentro del microondas.
-Yo
se hacer un delicioso espaguetti preciosa - sonrio para sus adentros
al tanto ella sacaba una sopa instantánea del aparato y
comenzaba a comerla con religiosidad.
-Le puso queso derretido -
mascullo con algo de asco. Tenía eso sí, un gusto
raro.
Finalmente, noto como tiraba el envase vacio con los
palillos al bote de basura y se dirigio hacia el interruptor.
-No,
espera no...aun no la apa... - no termino de decir esta frase cuando
todo el lugar se oscurecio. Miroku solto un suspiro - bueno, ya era
demasiado.
-Las 3 am - murmuro con hastío. Tenía
guardia, pero un insomnio horrible lo estaba volviendo loco.
Se
levanto con pereza y se dirigio hacia la cocina. Entonces reparo en
la persiana..
Y en ella...
-Tal vez este dormida... - penso
mientras se asomaba. Casí se cae al ver la imagen de la misma
chica, con una camiseta muy entallada y con pantaletas, bailando por
todo su departamento.
-Maldición! - Miroku salto el sillón
y se lanzo como poseído hacia los binoculares que había
dejado en un extremo de la sala. Se volvio rapidamente y cuidando de
no ser descubierto, comenzo a espíar a la chica.
Luego de
unos 10 minutos, de lo que parecía salsa, tango y rumba,
Miroku bajo los binoculares apenado. Si alguien le dijera que bailar
en ropa interior no era tan sano, no para su salud, estaría
más contento.
-Maldición! - se dijo a sí
mismo mientras levantaba el aparato. Allí estaba ella:
bailando, moviendose a un ritmo ante una música que no
alcanzaba a escuchar. Sus caderas rebosaban de movimiento mientras
movía las manos al ritmo de ellas. Extrañamente, lejos
de querer desnudarla con la mirada, Miroku se la imaginaba con una
blusa y una falda encima. Como sería estar con ella, poderla
observar moverse entre cada prenda. Aun más, como sería
poder tocar ese cuerpo. Miroku sabía que era un pervertido,
eso no cabía duda, pero el le parecía más
excitante ver a una mujer vestida, porque así le daba un
chance a la imaginación.
Lejos de sentir excitación,
se sintio conmovido con la imagen de aquella joven bailando
semidesnuda frente a él, como si lo hiciera solo para él.
Entonces la chica dejo de bailar. Miroku
bajo los binoculares asustado pensando que había sido
atrapado, pero noto como ella se dirigía hacia una parte de la
habitación y se inclinaba hacia un aparato. Solto un suspiro
de alivio.
-Solo apago la música - penso mientras la seguía
observando. Entro a un cuarto a lado del aparato y saco algo parecido
a una toalla.
-Va a bañarse - penso. Entonces bajo los
binoculares para su sorpresa y los observo. Quien más hubiera
dado una vista así: una chica desnuda y solo para él.
Sin
embargo, una sonrisa emergio de su rostro y comenzo a reír.
-Es
mejor así - cerro la persiana y se dirigio también a
tomar una larga ducha. La necesitaba...
-Estas bien?
Miroku se froto los ojos y
miro a Inuyasha que se colocaba su estetoscopio en el cuello
-Porque
lo dices?
-Te ves fatal - cerro el casillero - parece que no
hubieras dormido.
-No, realmente no - Miroku solto una risilla
calzandose sus tennis - estuve de mirón.
-Que! - Inuyasha
tosio - como esta eso!
Miroku suspiro y comenzo a explicar lo que
había pasado la noche anterior. Para entonces, había
experimentado todas los gestos que podía hacer la cara de su
amigo en unos minutos.
-Estas loco! Que tal si te hubiera
visto?
-No lo hizo, calma - Miroku sonrio aun recordando la
escena. Inuyasha noto su gesto.
-Me das asco.
-Calma, calma. En
realidad la sonrisa es por otra cosa.
-Otra cosa? La chica estaba
semidesnuda.
-Sí, lo se. Pero...hacía tiempo que no
me sentía así.
-Estas demente sabías?
Miroku
solto una risotada. Inuyasha seguía cruzado de brazos, pero
termino por sonreír.
-Bueno, no lo niego. Hace tiempo que
no te veía tan contento.
-Sí, yo tampoco. ¿A
propósito, como te fue con la jefa?
Inuyasha se volvio e
hizo un gesto desdeñoso con la mano.
-La pasamos bien, no
lo niego. Sabe cocinar bastante bien.
-No se suponía solo
iban a tomar un café?
-Eso pense también, pero no
iba a dejarla sola a la una de la mañana.
-Una de la
mañana? - Miroku parpadeo - que estaban haciendo tan
noche?
-Platicando. Y sí, a mi también me parece
raro. Generalmente con las chicas que salgo es besos, abrazos y luego
sexo.
-Presumeme tu vida sexual - sonrio Miroku. Inuyasha también
sonrio, pero suspiro.
-Y ni siquiera hubo un beso ni abrazo, solo
platicamos, ella cocino un espaguetti y nos despedimos de mano.
-Wow.
Pensaría que estuvieras decepcionado, pero tu rostro me dice
lo contrario.
Inuyasha no contesto mientras abría la puerta
de la oficina de médicos...
Había pasado más de una semana
y Miroku se había acostumbrado a ver a su "extraña"
hacer un montón de actividades. En una ocasión se había
sentado a leer un enorme libro frente a la solitaria luz de su
lampara de noche. Eso indicaba que al menos estudiaba la universidad.
No solo por las horas que le dedico a ese enorme volumen, sino
también las notas que sacaba febrilmente. En otra, volvio a
bailar de una manera bastante ritmica y no parecio agotada al final
de ello. Eso revelaba una buena condición física.
También
la observo reírse a mandíbula batiente cuando miraba el
televisor. El rapidamente sintonizo los canales en ese momento y se
hallo con un programa de videos cómicos. Eso sin duda decía
que tenía sentido del humor.
Sin embargo, la situación
más sorprendente de todas fue una mañana como volteaba
su departamento de cabeza, al buscar algo. Era despistada. Cuando
finalmente lo hallo, parecia una niña que había
encontrado un tesoro. Miroku no pudo estar más conmovido.
Su vida había tomado un cariz muy
distinto. Y no solamente la suya.
Un día al entrar de
guardia en la noche, noto como una pareja se besaba tímidamente
en el estacionamiento de urgencias. A Miroku le hubiera pasado
desapercibido el evento, pero fue divertido ver como el propio
Inuyasha se separaba de la jefa de enfermeras entre una risa
nerviosa. Kagome miraba sonrojada al joven residente.
Sin duda lo
fastidiaria con eso en un futuro.
Y dos semanas pasaron finalmente. Miroku se levantaba y lo primero que veía no era su despertador, sino a su "linda extraña" que también parecía levantarse a la misma hora. Luego en el comedor, al tanto devoraba su desayuno, notaba como corría de un lado a otro, poniendose una media o su chaleco, mientras se inclinaba y dejaba algo en el suelo, que seguramente era alimento para su mascota. Un gato o perro quizás. Sin embargo, Miroku siempre se demoraba al momento de salir, porque la veía cerrar la puerta de su departamento. Temía encontrarse en alguna ocasión con ella y no saber que decir o hacer.
Pero, lo más atemorizante no era que ellos se vieran, sino algo más...
Precisamente, al día siguiente, los
peores temores de Miroku se vieron hechos realidad. La joven abrio la
puerta luego de apagar el televisor y un joven de cabellos negros
emergio por ella. No tardaron en abrazarse de manera apasionada.
-Lo
que temía - suspiro Miroku mientras apretaba los binoculares.
Se quedo unos segundos más viendo la escena, tratando de
imaginar si eran parientes o algo más. Sin embargo, el beso
poco ortodoxo que se dieron, dio al traste con sus últimas
esperanzas.
Deprimido, tomo asiento de manera tambaleante en un
sillón mientras dejaba caer los binoculares.
-Perdí
sin haber siquiera peleado - mascullo con ironia. Se volvio hacia la
persiana cerrandola de golpe, sintiendose el hombre más
miserable de la tierra.
-Te ves mal sabes?
Miroku alzo la cabeza
y noto como Inuyasha estaba recargado en el control de enfermería
mirandole con suspicacia mientras daba un sorbo a un té
enlatado. Miroku nego con la cabeza y sonrio. Fingio mirar unos
expedientes.
-No dormí bien, es todo.
-Será
porque estuviste espiando a esa chica nuevamente?
-No, ya lo
deje...
Inuyasha enarco una ceja.
-No te creo
-No es
necesario que lo hagas - Miroku se encogio de hombros - a propósito,
no tienes pacientes que atender?
-Sí, y sí pretendes
que te deje, estas muy equivocado. Kagome ya se esta haciendo cargo
de ellos.
-Vaya, hace días le decías señorita
Higurashi, que paso?
-Bueno, hemos hecho migas. No es tan agresiva
como parece.
-Eso veo - sonrio el joven médico acordandose
de la escena el beso. Inuyasha noto la mirada de su colega.
-No,
no es lo que parece por si lo piensas
-Pensar que? Es linda y es
una buena enfermera. Aparte debe saber besar bien no?
Inuyasha se
atraganto con su bebida. Le dedico una mirada asesina a su mejor
amigo.
-Oye, quien te pidio opinión de ella?
-Tengo
derecho, y ya se besaron?
Miroku siguio sonriendo. Inuyasha hizo
una mueca. Sin querer había preguntado de más.
-Deja
de manipularme - mascullo el joven con fastidio. Miroku se encogio de
hombros. Al menos había logrado distraerlo del asunto.
-Aunque
me sorprende, pense que jamás olvidarías a Kykyo.
-Tu
mismo lo dijiste, hay que saber sobreponerse a todo ello. Aparte...se
que esta saliendo con un residente de cuarto año.
-Siempre
dije que ella aspiraba hacia algo alto.
-Ignorare ese comentario -
Inuyasha le lanzo un expediente - toma, haz algo de provecho.
Miroku
sostuvo el folio metálico mientras asentía. Tal vez era
bueno algo de actividad para la depresión...
Miroku solto un largo bostezo mientras se
dirigía a su departamento. Había sido una noche larga:
muchos accidentados, así como diabéticos ¿Que
acaso la gente no sabía cuidarse como Dios manda? Parecía
que no.
-Al menos ahora voy derechito a la cama - sonrio para sus
adentros. Por suerte, toda esa actividad lo había hecho
olvidar el asunto relacionado con la chica del departamento. Ahora
podía concentrarse en dormir sin tapujos. Aunque sería
muy lindo tener a alguien llegando de una guardia y que te
consintiera.
-Tal vez deba insinuarle algo a Koharu - penso el
joven recordando a una de las lindas enfermeras de terapia intensiva
y que le parecía simpática.
Al momento de levantar
la vista, vio a una persona acercarse a grandes zancadas. Por un
momento penso que llevaba prisa, pero noto como realmente se estaba
alejando de algo. El rostro atractivo y la mirada se le hicieron
levemente conocidos.
Sin embargo, por estar distraído, noto
como este le dio un ligero empellón al pasar a su lado.
-Lo
siento - murmuro Miroku. El otro hizo un ademán como
disculpandose y siguio moviendose. Al momento de voltear noto como un
libro casí le daba de lleno en el rostro, sino se hubiera
movido justo a tiempo.
-Ahh, lo siento - escucho una voz acercarse
- no lo ví! No era contra usted!
Miroku iba a hablar cuando
se quedo de una pieza. Era ella.
-Perdone - le sonrio
nerviosamente, pero su rostro cambio radicalmente cuando se dirigio
hacia el sujeto que huía - ven aquí estupido
cobarde!
-Dejame en paz Sango, todo termino!
Miroku parecio
sorprendido con la declamación, mientras su adorable extraña
salía corriendo. Miroku solo trago saliva nerviosamente
mientras asimilaba el momento...
-Así que se llama Sango? - se escucho
la voz de Inuyasha por el teléfono. Miroku hizo un sonido de
asentimiento mientras devoraba el cereal de siempre.
-Hubieras
aprovechado para golpear al tipo
-Muchacho, no soy como tu -
suspiro mientras dejaba el tazón en la mesa.
-Eso
precisamente te falta, más...
-Podemos obviar tu pésimo
lenguaje ahora? No estoy de humor - se froto la frente con los dedos.
Entonces Miroku se detuvo al escuchar algo del teléfono -
momento...eso fue la voz de una chica?
-Eh? De que hablas? -
Inuyasha parecio nervioso.
-A mí no me engañas, con
quien estas?
-Con nadie...
En ese momento se escucho la caída
de una sarten sobre el duro suelo.
-Lo siento Inuyasha! - era una
voz de chica y no solo, sino bastante conocida - es que estaba
buscando los cubiertos.
-Aja...la señorita Higurashi
eh?
Antes de que Inuyasha hablara la boca, se escucho la
inconfundible voz de Kagome.
-Si es el Dr. Miroku, díle que
estamos en una cita - comenzo a reír mientras se alejaba
riendo en voz baja. Miroku solto también una carcajada ante
los balbuceos de Inuyasha.
-Vale, mañana me lo explicarás.
Disfruta tu cita...
-Pero..Miroku, este... - el chico colgo y
suspiro. Al menos se sentía alegre por su amigo. Ya había
superado lo de Kykyo. Por lo menos en una parte.
Aparte aun no le
había contado lo más importante. Sango parecía
haber terminado con ese sujeto.
Miroku abrio los ojos y suspiro mientras se
volvía hacia su reloj de noche.
-Dos de la mañana -
mascullo molesto. Se levanto y miro a través de la persiana
americana. La preocupación por Sango lo tenía
pensando.
Se levanto para ir por un poco de agua, pero al momento
de elevar la vista vio como las luces del departamento se encendían
y apagaban de modo escalofríante.
-Maldición - se
levanto con prisas y tomo sus binoculares. Se posiciono en el mejor
rincón de su sala y comenzo a escudriñar. Lo que vio lo
dejo pasmado: Sango estaba lanzando todas las cosas de su
departamento en todas direcciones. Sino hubiera pensado otra cosa,
parecía furiosa. En una de esas, una lampara aun encendida
volo por todo el lugar y se estrello contra la pared. Sango la
observo un momento y luego cayo al suelo mientras se sujetaba la
cara.
-Esta...llorando... - Miroku parpadeo. Se levanto y se
dirigio hacia su cuarto. Sin embargo, antes de tomar una camisa y
unos pantalones, se detuvo. Era un idiota. ¿Acaso pensaba ir a
su departamento y consolarla? ¿Decirle que la había
visto por su ventana en ese estado? Quizás lo más
seguro era que lo mandaría a volar o peor, llamaría a
la policía. Tenía que dejar que ella se calmara.
Sin
embargo, tampoco podía dejarla así.
-Tengo un mal
presentimiento de esto - penso mientras se ponía una camisa.
Miro con paso titubeante la puerta del
edificio de Sango. Se encontraba justamente enfrente del suyo. Una
serie de departamentos construídos en una zona en
crecimiento.
-Buen lugar para vivir - murmuro mientras se subía
las solapas de la chaqueta. Eran casí las 3 y el frío
comenzaba a arreciar.
-Se le ofrece algo joven?
Miroku dio un
salto y se volvio lentamente hacia la voz. El sujeto era un anciano
de unos 60 años y bigote plateado. Lejos de mirarlo con
sospecha, le sonreía de manera bondadosa, mientras cargaba
unas bolsas en cada mano.
-Ah, buenas noches...digo, buenos días
- Miroku se rasco la nuca - solo pasaba por aquí.
-Ya veo,
tiene algún conocido en el edificio?
-No, realmente
no...solo que me detuve a ver el lugar un momento - Miroku estaba
bastante nervioso. Temía que el anciano lo corriera de
allí.
-Sí, no le parece? Yo soy el conserje
-Ya
veo, perdone haberlo molestado.
-Para nada jovencito. No me diga
que la luz del departamento 7-I lo esta molestando?
-A que se
refiere? - Miroku se puso rojo por un momento. El anciano solto una
risotada.
-Parece que tiene buena vista de su departamento
-Como
sabe que...? - Miroku tartamudeaba.
-Anda jovencito, yo se todo lo
que pasa en estos alrededores. Te he visto pasar con tu bicicleta
cuando vienes del trabajo. También como se enciende la luz de
tu departamento y esta luego se apaga cuando la de ella esta
encendida
-Entonces sabe quien es?
-Claro, se llama Sango
Tajiri. Vive en el departamento 7-I. Es soltera por sí te
interesa.
El sonrojo de Miroku contesto a ello. El viejo volvio a
sonreír.
-Soy Myoga, mucho gusto.
-M-Miroku - dijo el
joven aun algo incomodo.
-No te preocupes, no dire nada. Viniste
porque estas preocupado?
-Porque lo dice?
-Bueno, si fueras un
mirón vulgar, te hubieras quedado en tu departamento, pero
seguro viste el desastre que esta haciendo.
-Siempre es así?
-Sí
- dijo Myoga con tristeza - más cuando termina con un novio.
Pero realmente, tiene un pésimo gusto.
-Porque?
-Porque
siempre escoge tipejos que no valen la pena. Aunque el último
me caía bien al principio, pero luego se fue descomponiendo.
Andaba con otra chica.
-Ah, ya veo...
-Y Sango los atrapo en su
propio departamento, ya sabe...jugando.
-Por eso esta rompiendo
todo...
-Sí, y adivine quien le tocara repararlo
mañana?
-Capto - Miroku bajo la mirada y le entrego un
sobre - tome. Podría darselo mañana?
-Viniste a
dejarle una carta de amor?
-No, soy demasiado seco para eso.
Solamente unas líneas y ya...
-Entiendo - Myoga tomo el
sobre - supongo tomarás un tiempo.
-Sí. Me parece
bueno que halla terminado, pero también... - Miroku se detuvo
y bajo la mirada sonriendo - no, no es nada...gracias señor y
buenas noches.
-Buenas noches jovencito - Myoga vio alejarse a
Miroku. Volteo a ver la carta y sonrio.
-Algunas personas son tan
afortunadas, no cabe duda...
Miroku se carcajeaba mientras veía
como Inuyasha trataba de ocultar un moretón en su cuello con
lo alto de una camisa.
-Maldición! Aun se ve un
poco!
-Muchacho, ya pareces sospechoso con esa camisa encima,
jamás te hemos visto usarla
-Callate Miroku y dime como
rayos se quita un moretón!
-Con agua caliente o fomentos
por 3 días.
-En 10 minutos! No en 3 días!
Miroku
volvio a carcajearse mientras Inuyasha amenazaba con golpearlos.
Entonces entro un joven de cabellos oscuros y ojos verdes, que tenía
una coleta hippie. Saludo a Miroku con la mano y paso de largo de
Inuyasha.
-Se nota que la chica Kagome es medio salvaje, ten
cuidado - susurro por lo bajo.
-Kouga! - el susodicho se puso rojo
- como sabes eso!
-Vamos Inuyasha - el residente de cirugía
comenzo a colocarse su traje de quirófano mientras abría
el casillero - si ya medio mundo lo sabe.
-Ehh? Como?
-Kagome
tiene una mordida en su brazo y creo que los dientes corresponden a
tu mandíbula.
Inuyasha no se hubiera podido poner más
rojo mientras Kouga y Miroku soltaban una risilla. Sin embargo,
tuvieron que salir corriendo cuando el aludido comenzo a lanzarles
equipos de sutura a la cabeza.
Miroku sonrio mientras veía a
Inuyasha y Kagome discutir a media voz en un pasillo de la sala de
urgencias. Se supone que la jefa de enfermeras y el jefe de
residentes estuvieran viendo pacientes, no hablando de su vida
privada. Sin embargo, no podía dejar de verlos igual que el
personal circundante.
-Siguen discutiendo lo de las mordidas? -
Ayame, la trabajadora social, se acerco - pues no creo que eso
reduzca las sesiones de sexo.
-Tu crees que...
-Vamos, acaso
esos chupetones se hicieron solo dandose besos? Por favor.
-Sí,
tienes razón. Aunque ya sabes lo de Kikyo
-Ah, esa doctora.
Me alegro la hallan quitado de urgencias. Era tan insoportable.
-Es
buena doctora. Aunque tener idiotizado a nuestro mejor elemento no
era lo mejor.
-Creo que Kagome hace mucho tampoco, pero al menos
me cae mejor - sonrio Ayame. Miroku se volvio a la pelirroja.
-Y
vos? Ya cazaste al cirujano más cotizado del hospital?
Ayame
hizo una mueca y se dio la vuelta.
-Voy a ver pacientes sin
identificación, luego nos vemos.
Miroku nego con la cabeza.
Kouga se había resistido a los encantos de la sensual
pelirroja, eso no cabía duda. En eso entro una camilla seguida
de dos paramédicos.
-Herido por arma de fuego, necesitamos
ayuda.
-A ver par de tórtolos - Miroku se acerco
rapidamente - llego trabajo, dejen las discusiones maritales para el
descanso.
Kagome e Inuyasha iban a replicar, pero al ver la
escena, se miraron y salieron trás Miroku...
-A ver, quiero pruebas cruzadas y 3 paquetes
con su tipo, rápido! - Miroku coloco el estetoscopio sobre el
pecho manchado de sangre del sujeto - buena ventilación en
ambos campos pulmonares.
-Glasgow de 11 - murmuro Kagome mientras
examinaba los ojos - pupilas isocóricas.
-De donde rayos
proviene la sangre pues! - exclamo Inuyasha mientras cortaba el
pantalón. En ese instante, un chorro de sangre le golpeo la
cara - olvídenlo, parece ser la femoral. Esta entrando en
choque hipovolemico!
-Ok, ve si puedes alcanzarla.
Intubación?
-Espera, espera... - Inuyasha se agitaba
contra la pierna izquierda donde la sangre brotaba a mares -
Kagome!
-Sí, ya voy - la jefa le extendio un bisturí.
Inuyasha rapidamente hizo un corte bastante profundo, pero preciso.
Kagome por reflejos tomo una pinza vascular y se la lanzo al
susodicho. Inuyasha la atrapo. Rapidamente comenzo a buscar el
desgarro
-No veo nada...su... - iba a hablar cuando Kagome
aparecio con una sonda de succión. El chico le sonrio
agradeciendole - listo! Esta pinzada!
-Bien, que tenemos? - Kouga
emergio con cubrebocas.
-Masculino, 38 años, herido por
arma de fuego, sin antecedentes de importancia. Impacto de bala en
pierna izquierda, a nivel del triángulo femoral. Desgarre de
la arteria - comento Miroku mientras le daba con la
mascarilla.
-Hmmm, lo de siempre - Kouga subio el barandal de la
camilla - bien niños, dejenle esto a los profesionales. A
propósito Inuyasha, el color rojo te favorece.
El residente
en jefe bufo en voz baja. Luego miro su rostro bañado en
sangre.
-Ven, te limpiare - le sonrio Kagome. El gesto de Inuyasha
se suavizo y la siguio a la sala de examinación continua.
Miroku sonrio mientras se quitaba los guantes. Al menos el estres
había hecho que ambos dejaran de discutir.
Sin querer,
comenzo a pensar en Sango. ¿Como estaría ella ahora?
Miroku andaba a vuelta de rueda rumbo a su
departamento cuando vio alguien a lo lejos saludarle. Por un momento
se extraño, pero luego reconocio al anciano Myoga.
-Hola
Myoga - sonrio Miroku deteniendose - como ha estado?
-Bien, pero
por lo que veo, tu sigues en las nubes.
-A que se refiere?
-No
has venido por tu respuesta
-De que habla?
Myoga saco un sobre
de su espalda. Miroku iba a decir algo, pero el olor de perfume le
llego hasta su nariz.
-Acaso...
-Sí - asintio - deje tu
carta en su puerta. Dos días después, ella me pregunto.
Generalmente yo recojo la basura y desperdicios de los pisos. No le
pude decir quien era.
-No, no se preocupe - Miroku recupero el
habla y el aire - pero...esto?
-Ella me lo dio a la semana. Creo
que sabe que yo te conozco, pero no quiero decirlo por ciertas
razones.
-Ya veo - el jvoen médico tomo el sobre - seguro
estara molesta
-Un poco. Han pasado dos semanas. Aunque también
eso a ella debe tenerla en suspenso, bien hecho.
Miroku sonrio
nerviosamente. Ni siquiera lo había planeado de ese modo...
Miroku miro el sobre con nerviosismo. No
quería abrirlo. Tenía miedo de que ella lo terminara
rechazando o le dijera depravado. Sin embargo, jamás había
dado a entender que la había estado observando por la ventana.
¿Y si se había dado cuenta al final? ¿Si Myoga
le conto?
-Ratas! - Miroku pateo el piso - porque no le
pregunte!
El repentino timbre del teléfono hizo que Miroku
saltara. Con nerviosismo contesto.
-Bueno...?
-Miroku, como
estas?
-Kouga, que se te ofrece?
-Quería decirte que
Ayame tuvo un accidente.
-Que! Como esta!
-Esta bien, nada
serio. Un autobus público la embistio cuando salía del
trabajo. Solo unos cuantos golpes.
-Gracias por decirme, pense era
algo más grave.
-Sí, lo se... - Kouga guardo
silencio.
-Pasa algo?
-No, solo pensaba. Sabes, me toco
recibirla en mi guardia. Verla lastimada...
-Te hizo pensar
no?
-Un poco. Jamás había valorado que estuviera
aquí y de repente me volví loco pensando que algo más
le hubiese pasado.
Miroku ahora guardo silencio y miro el
sobre.
-Miroku?
-Te escucho, te escucho. Creo que no podemos
perder el tiempo eh?
-No - se escucho una risita nerviosa - le
pedire que salgamos tan pronto este bien.
-Ten cuidado, porque
puede lanzarse a tu cuello aun con la pelvis fracturada.
-Lo
sé...avísale a Inuyasha, trate de hacerlo, pero su
celular esta muerto. ¿Donde rayos se metio?
-Supongo
haciendo travesuras - rio Miroku. Kouga le siguio - que descanses.
Rompete la pierna.
-Ah, buenas vibras, no cabe duda - Kouga colgo.
Miroku se volvio hacia el sobre y sin pensarlo dos veces, rasgo la
ceja superior. Saco con rapidez la hoja tamaño oficio. Una
buena señal era que estaba perfumada. No te mandaban al diablo
de esa manera...
Hello:
Sabes, es la primera vez que
respondo de esta manera, no solo por una carta, sino a quien lo
hago.
No se que decirte. Primero ¿Como sabes de mí?
¿Como sabes mis problemas? Pero si me pongo a pensar en ello,
te tacharía como un loco y yo estaría igual de loca por
contestarte.
Y aquí estoy, dandote las gracias por
animarme. Esta carta no pudo llegar en el mejor momento. Acababa de
terminar con mi novio por ideas irreconciliables. O se podría
decir, que termino engañandome.
No entiendo a los hombres y
deseo odiarlos, pero no puedo.
Supongo eres uno. Pese a tus
palabras, se nota.
Je, no se que más escribir...solo
decirte gracias...
atte.
Sango
Miroku suspiro y sintio una gran alegría
que le inundaba el pecho.
Por un momento penso en levantarse e ir
a buscar a Sango. Sin embargo, recupero la sangre fría. Ella
no lo conocía e ir a su departamento a gritarle gracias,
podría ser igualmente contraproducente.
Entonces miro la
carta y sonrio...
-Seguro que solo quieres que le de esto? -
Myoga miro la carta. Miroku asintio.
-No quieres conocerla? Si
quieres puedo fingir un encuentro y...
-No anciano Myoga, así
esta bien - miro hacia el edificio de Sango - no quiero espantarla o
que piense mal de mí.
-Como gustes muchacho, pero sería
bueno que se conocieran.
-Aun no...o quien sabe - Miroku metio las
manos en los bolsillos - luego nos vemos...
Myoga sonrio mientras
Miroku se alejaba. Luego se dirigio hacia el ascensor. La carta tenía
que entregarse en ese momento...
Al principio que Kouga e Inuyasha comenzaran
a salir con sus respectivas parejas le había agradado, pero
esto ya tenía tintes exagerados.
Kouga luego del accidente,
iba a ver a Ayame todos los días a su cuarto, aun con una
cirugía encima. La trabajadora social no podía estar
más fácil. Por otro lado, Inuyasha casí no
platicaba con él. Se la pasaba la mayor parte del tiempo
charlando con Kagome. Era cierto que discutían o se gritaban
al menos una vez por hora, pero cuando salían de sus
respectivos turnos, parecían un par de tórtolos comunes
y corrientes.
De repente, la única persona con la cual
platicaba, era Sango.
Las cartas entre Sango y Miroku se fueron
haciendo comunes. Lo que había comenzado con un "gracias"
y "de nada", ahora eran hojas y hojas de tantísimas
cosas. En alguna mencionaron usar el internet pero eso también
le hubiera quitado el encanto. Miroku llego a gustarle la letra firme
pero pequeña de Sango. Por medio de ellas, logro enterarse de
que estudiaba el último año de filosofía en la
universidad. Pretendía ser profesora y que tenía un
hermano menor, así una gatita. Sus padres vivían en la
lejana provincia de Hokkaido.
Miroku también le describio
parte de su vida. Su padre había fallecido en un accidente de
coche cuando era niño. Su madre lo había logrado sacar
adelante para que estudiara medicina. Ahora era residente de segundo
año en medicina interna. Sango en broma le había dicho
que eso la hacía un buen partido. Miroku se quedo con ganas de
saber en que sentido.
Extrañamente, las cartas hablaban de
todo, menos de sentimientos. Parecían ser dos amigos
charlando, que algo más.
Eso termino por deprimir un poco
al joven médico.
Un día mientras terminaba de escribir
una carta, a 2 meses de conocerse, no pudo evitar la tentación.
Tomo los binoculares y abrio la persiana. Allí estaba ella:
haciendo ejercicio como siempre. Sin embargo, su gesto se notaba
alegre, decidido. No pudo evitar sonreír. Al menos ella estaba
bien, eso era lo que importaba.
Cerro la persiana y sonriendo tomo
la carta que había acabado de escribir. Tal vez aun alcanzaría
a Myoga en su departamento del sotano.
Si ayer tuviste un día
gris
tranquila haré canciones para ver si así
consigo hacerte sonreír
si lo que quieres es huir
camina
yo haré canciones para ver si así consigo fuerzas para
vivir
no tengo mas motivos para darte que este miedo
que me da
al no volver a verte nunca más
creo ver la lluvia caer
por
mi ventana te veo
pero no esta lloviendo
no es mas que un
reflejo de mi pensamiento
hoy te hecho de menos
yo solo quiero
hacerte saber amiga
estés donde estés que si te
falta aliento
yo te lo daré
si te sientes sola háblame
que te estaré escuchando
aunque no te pueda ver
de
tantas cosas que perdí
diría que solo guardo lo que
fue mágico tiempo
que nació en abril
miradas
tristes sobre mí
se anidan y se hacen parte de mi piel
y
ahora siempre llueve
por que estoy sin ti
no tengo más
motivos para darte
que esta fría soledad
que necesito
darte tantas
cosas más
creo ver la lluvia caer en
mi
ventana te veo
pero no esta lloviendo
no es mas que un reflejo
de mi pensamiento
hoy te hecho de menos
yo solo quiero hacerte
saber
amiga estés donde estés
que si te falta
aliento yo te lo daré
que si te sientes sola háblame
que
te estaré escuchando aunque no te pueda ver
Sango solto un suspiro de cansancio, pero no
podía estar en mejor forma. Se sentía alegre, fresca,
contenta.
Alzo la mano y apago el reproductor de mp3. Entonces se
volvio hacia la mesita de centro de la sala y solto una risita. La
carta para su confidente estaba listo. Extrañamente, no le
había dicho su nombre, pero ella se refería a él
como "houshi-sama". No solo era bueno dando consejos, sino
parecía saber bastante. No en balde había estudiado
medicina.
Por momentos, la curiosidad la inundaba y deseaba
conocerlo, o al menos escuchar su voz.
Sin embargo, eso hubiera
roto el encanto...o peor, tal vez el pudiera parecer
decepcionado.
Sango se regaño mentalmente. Su pensamiento
había ido más lejos. No era su pareja.
Entonces
penso en Myoga. El entregaba las cartas, debía
conocerlo.
-Debe estar aun en su departamento - penso mientras
tomaba su chaqueta - debo darme prisa!
Sango bajo con rapidez los escalones del
edificio. Rara vez usaba el ascensor.
-Anciano Myoga! - Sango bajo
gritando a lo que era el sotano - yo... - entonces se detuvo. Vio a
una persona platicar con Myoga a la entrada de su departamento. Por
suerte las escaleras estaban al otro extremo del pasillo, así
que no habían notado su presencia. Como no iba vestida para
ver a otras personas, prefirio esperar. Sin embargo, noto que esa
persona le entregaba una carta. Sango entrecerro los ojos.
-Na, no
puede ser - sonrio para sus adentros. Sin embargo, enfoco la vista y
tuvo un sobresalto. El sobre era del mismo tipo que usaba su
Houshi-sama.
-Acaso... - Sango parpadeo. Levanto la vista, pero
fue demasiado tarde. La persona ya había dado media vuelta y
se alejaba a paso rápido.
-Sango?
La aludida dio un
respingo y vio a Myoga saludarle.
-Ahh, anciano - la chica se
acerco - lo siento, no quería molestarlo, es alguien que
conoce?
-Ahh, él - Myoga sonrio - sí, es un amigo de
reciente adquisión, por así decirlo.
-Entiendo -
Sango quiso mencionar el sobre que había visto, pero se
abstuvo - le traigo una carta, ya sabe, para Houshi-sama.
-Entiendo
- un brillo emergio de los ojos del anciano. Noto que Sango parecía
esperar algo - y no, no te dire como es o quien es.
-Argh, por
favor! La curiosidad me mata!
-Je, lo siento. Él mismo me
pidio no dar detalles. Aparte, quitaría el encanto a la
situación.
-Pero realmente quiero conocerlo.
-No creo
que estes lista.
-No? Porque lo dice?
Myoga se encogio de
hombros. Sango le miro con molestia. El anciano sonrio.
-Bueno, te
dare una pista.
-En serio? - ella sonrio emocionada -
acaso...
-Espera aquí - el anciano entro un momento a su
departamento y luego salio con unos binoculares en la mano - toma,
esto te ayudará a cambiar de perspectiva.
-Esto? - Sango
miro el aparato - pero de que rayos me servira?
-Tu solo usalos,
esta bien?
Sango miro los binoculares y luego a Myoga. Volvio la
vista a los binoculares.
-Me esta tomando el pelo?
-Cuando lo
he hecho?
Sango iba a replicar, pero tenía razón.
Tomo los catalejos y suspiro.
-Esta bien, confiare en usted.
-Así
me gusta, preferentemente usalos a las 10 de la noche.
-Ehh?
-Vamos,
hazme caso. A esa hora, el cielo se ilumina como no tienes ni
idea.
Sango hizo una mueca, pero termino por asentir. El viejo
Myoga estaba loco, pero que podía perder?
Sango sonrio mientras olía el pan
recien horneado. Sin embargo, hizo una mueca. Le gustaba comerlo,
pero de vez en cuando. Se dirigio hacia la sección de
frutas.
Entonces reparo en una pareja que discutía a voz
viva sobre que llevar a la casa. Sango sonrio un poco nostálgica.
Extraña un poco de eso con Shinnosuke. Llevaban ya un año,
pero las cosas en los últimos dos meses habían
cambiado. Él había cambiado y para mal. Había
sido justo ya dejarlo atrás.
Sin embargo, el 14 de febrero
se acercaba y ahora más que nunca, se sentía un tanto
sola.
-Kagome! Por favor, no pienso llevar papaya! Me produce
diarrea!
-Inuyasha, no tienes que gritar eso aquí!
-Es
que no me escuchas!
-La papaya es buena para tu estomágo!
Eres médico y no lo sabes?
-Quieres volverme loco
eh?
Kagome hizo una mueca, pero luego solto una risita.
-Te
burlas de mí?
-No, solamente que tu carácter es
igual tanto en el hospital como fueras.
-Feh, claro que sí
tonta! - murmuro molesto, mientras tomaba la papaya - vale, me la
llevo.
-Así me gusta, prometo hacerte un delicioso postre
con ello.
Inuyasha iba a decir algo pero entonces reparo en Sango.
Ella parpadeo y luego bajo la mirada apenada mientras seguía
su camino. No había podido dejar de escucharlos pelear. Pese a
todo, se notaban como una pareja feliz.
-Hey! - Kagome le dio un
golpecito en el hombro - que haces?
-Nada, solo me fíje en
esa chica .
-Aparte eres descarado o que?
-No, no pienses mal
- Inuyasha alzo las manos en señal de defensa - se me hace
conocida.
Kagome volteo y vio como la chica desaparecia entre los
anaqueles.
-Que raro, a mi no. Vamos, se nos hace tarde.
-Que verguenza - Sango dejo caer las bolsas
del supermercado sobre la mesa. Pero no podía evitarlo.
-Mejor
veamos tele - tomo el control remoto. Sin embargo, los diferentes
canales mostraban especiales de san valentín, desde como hacer
chocolates caseros hasta películas románticas.
-Car...
- Sango mascullo una maldición en voz baja y apago el
televisor. Entonces miro los catalejos que le había dado el
anciano Myoga.
-Porque no? - sonrio mientras se inclinaba a
tomarlos y luego se volvía hacia su ventana. Por un momento
penso en detenerse, la única vista posible de su departamento
era un edificio frente a él. Sin embargo, al momento de
levantar la vista, no pudo evitar fruncir el cejo: un chico de
cabellos oscuros se estaba quitando la camisa en ese momento.
-Basta
Sango! - la chica bajo los binoculares sonrojada - no eres una
pervertida!
Sin embargo, a los 5 segundos, ya tenía de
nuevo la vista enfocada en aquella escena. El joven, con el torso
totalmente desnudo, se dirigio hacia una barra de ejercicio. Con gran
habilidad, logro subirse a ella y comenzar a balancearse.
-Wow -
sonrio la joven - esta fuerte...je...
Sin apartar la vista, Sango
alargo la mano y tomo una silla para estar más comoda. Sin
embargo, apenas se acomodaba, algo parecio romper la concentración
del joven. Este bajo de la barra y se dirigio hacia un teléfono
colgado en la pared.
-No...que lástima - Sango suspiro - lo
que me faltaba.
El joven hablo un par de minutos. Al instante, se
dirigio hacia su habitación. Sango parpadeo y luego enarco una
ceja al ver como el joven salía vestido de manera informal,
pero con una bata blanca encima.
-Es médico? Vaya, vaya. Yo
quiero un chico así
La luz del departamento se apago tan
pronto él salio. Sango siguio sonriendo mientras bajaba los
binoculares. No sabía que ser un mirón fuera tan
divertido...y gratificante.
-Boba! - se regaño a sí
misma al tener ese pensamiento. Sin embargo, lo había
disfrutado bastante. Su vida de repente ya no parecía tan
solitaria.
Sango degustaba un plato de tallarines
mientras mantenía los binoculares puestos en la ventana de
aquel "apuesto" extraño. Conocía su rutina de
siempre: llegaba a las 8 de la noche. Parecía mirar su
departamento unos momentos y con gesto cansado arrojaba las cosas
sobre el sillón de su sala. Luego se volvía hacia la
cocina donde preparaba su ya típico tazón de cereal.
Los primeros días eso parecio aburrir un tanto a Sango, que
estaba más acostumbrada a salir a fiestas. Pero el joven
parecía tener ciertas variaciones en ello. A veces daba
vueltas como desesperado, otras se detenía a escribir en la
mesa de su sala.
-Es estable, tranquilo, algo desordenado - sonrio
al ver la bata desperdigada por el sillón - pero parece estar
solo.
Sango nego con la cabeza. Le parecía demasiada
suerte: un joven médico, soltero y aparte sin parecer un solo
vicio. No es que esto último le molestara, ya que ella
acostumbraba fumar o beber de vez en cuando, pero un chico de ese
tipo ya no existían.
Sin embargo, no pudo dejar de notar
una pila de revistas playboy atiborradas en una esquina de la
sala.
-Bueno - fruncio el cejo Sango - algo malo tenía que
tener...
Por alguna razón, Sango se abstuvo de comentar esto con su amigo por correspondencia. Sentía que su opinión sobre ella disminuiría al decirle sobre la tendencia vouyerista que había adquirido recientemente.
Sango miro con cierto hastio las naranjas
que tenía en ambas manos. Ambas estaban bastante magulladas,
inclusive echadas a perder.
-Veo que tienes problemas.
Sango se
volvio y vio a una joven de cabellos castaños acercarse.
-Sí,
la fruta esta muy mal aquí.
-Es que los empleados no
reacomodan, por eso lo mejor esta adentro.
Sango parpadeo. La
susodicha metio la mano hasta el fondo de la montaña de
naranjas, como si buscara algo. Luego de unos segundos, saco un par
de naranjas bastante bien conservadas.
-Vaya, eso no me la
sabía.
-Tengo años viniendo aquí, se como son
las cosas - ella parpadeo - oye, siento que te conozco.
-En serio?
- Sango fruncio el entrecejo. Entonces abrio los ojos - ahh, eres
tú.
-Sí, la del novio apuesto y médico, así
que dejalo!
-Ehhh, claro que no. No me fijaba en él - Sango
se excuso.
-Más te vale, esta muy apartado.
-Se nota que
lo quieres mucho.
-No, realmente lo detesto. Es un necio, a veces
un egoísta y un idiota.
Sango hizo una mueca. Kagome
termino por sonreír.
-Pero cuando quiere, es tierno, amable
y muy fiel. Algún defecto tenía que tener.
Ambas
chicas terminaron por reír en voz alta...
-Gracias por ayudarme Kagome - Sango hizo
una reverencia.
-No es nada - ella sonrio apenada - y espero ese
chico por correspondencia sienta algo por tí.
Sango se
sonrojo. Kagome le había caído tan bien, que habían
pasado toda la tarde platicando mientras hacían las compras.
Ella le había confesado sobre Houshi-sama.
-Kagome, no
exageres - Sango miro para otro lado - solo somos amigos.
-Como
hablas, no se él, pero tu...
-Yo que..?
-Pareces
enamorada.
-Por favor, como si fuera cierto. Si es así, yo
estaría..
-Pensando en él a cada momento? Deseando
conocerlo? Besarlo? - dijo Kagome con picardía. Sango se puso
roja mientras la otra reía.
-Quieres callarte, tengo mucha
imaginación.
-Lo sé, pero no te quedes solo allí
- Kagome le apreto el brazo - creo que es hora de que se conozcan.
-Y
sino salen las cosas?
-Al menos lo intentaste no?
-Estoy harta
de intentos, quiero algo real.
Kagome guardo silencio. Entonces
rebusco entre las bolsas del supermercado y saco una caja.
-Toma,
esto te ayudara. Pensaba hacerselo a Inuyasha, pero creo que con lo
que le compre, estará más que satisfecho.
Sango miro
el paquete y parpadeo.
-Tu crees...?
-En dos días es San
Valentín. Regalale chocolates. Es curioso que se hallan
conocido un 14 de noviembre por carta.
-Sí - murmuro Sango
recordando esa noche tan atroz - 3 meses exactos.
-No existen las
coincidencias, solo lo inevitable - le guiño el ojo - quien
sabe, capaz el príncipe es una rana.
-O un mapache - sonrio
Sango. Kagome le guiño el ojo y se dio media vuelta
despidiendose. Sango le correspondio el gesto mientras apretaba el
paquete contra su pecho...
-Maldición! - Sango dio un pisotón
en el suelo - es más sencillo cocinar chocoflan que esto.
Ya
era la segunda vez que intentaba hacer los chocolates, pero estos,
pese a tener un buen sabor, tenían una extraña forma.
Parecían más balón de futbol que una
rosa.
-Tengo que dejar de ver esa serie de soccer, en serio... -
Sango imito la voz de la coprotagonista - mirame, que tiene una
brasileña que tenga yo...ugh...los hombres son tan...
Miroku caminaba frotandose el cabello con
desesperación. Quería darle un regalo especial a Sango,
pero no tenía idea de que pudiera gustarle. Tenía
gustos muy diversos, por lo cual penso que sería fácil.
Sin
embargo, llevaba 3 horas vagabundeando por el centro y no había
dado con el objeto deseado.
-Vaya, te ves muy mal.
Miroku elevo
la vista y vio acercarse a Inuyasha. Llevaba una bolsa color azul
entre sus manos.
-Amigo, que haces?
-Comprando el presente para
Kagome.
-Vaya, un chico moderno.
-Sí, aparte el día
de blanco se que no podre comprarle nada. Ese mes estaré muy
gastado.
-Lo dices porque ese mes salen muchos mangas nuevos.
-A
callar bellaco, que si Kagome te escucha, me cuelga de un árbol.
-Más
bien te clava con una flecha en uno.
-Gracioso, eso no me
gustaría. Veo que tu también buscas un
presente.
-Exacto, solo que no se que comprar. Ví muchas
cosas bonitas, pero ninguna me convencio.
-No te presiones, solo
son amigos, no?
-A que te refieres?
-Se que lo dices por la
chica por correspondencia que le dices por cariño
"exterminadora"
Miroku solto una risita.
-Más
bien una princesa amigo.
-Dicen que yo soy el cursí -
Inuyasha entorno los ojos - porque no le compras chocolates a su
majestad?
-Y sino le gustan?
-A todas las chicas les gustan.
Bueno, a Kagome solo le agradan los Ferrero Rocher, pero procura casí
no comerlos, porque la hacen engordar, según
ella.
-Quisquillosa la novia que tienes.
-Es desesperante,
tiene un carácter de los mil demonios.
-La quieres
mucho?
Inuyasha hizo un gesto afirmativo con la cabeza y enseño
el paquete. Miroku lo abrio y parpadeo.
-Vaya, son varias
cosas.
-Sí, todo tiene un poco de ella. Creo que los
regalos se deben seleccionar de acuerdo a lo más
sencillo.
Miroku se toco la barbilla y asintio.
-Gracias, creo
que ya se que darle...
-Entonces ya saben, más sabe el
diablo por payaso que por diablo, digo por viejo - el profesor
Tottosai se detuvo - bien, ya se acabo la clase, que esperan para
irse a besuquear...
Al instante, todos los estudiantes se
levantaron de sus pupitres. Sango sonrio. El humor de su profesor
favorito no había menguado aun en una fecha como el San
Valentín. Se había desvelado toda la noche y cuando
llego a la clase, se sentía muy cansada. Por suerte, las
bromas del viejo carcaman le levantaron el ánimo
momentaneamente.
-Sango, Sango!
La dichosa se volvio y vio a
una de sus amigas, Rin Shinosawa, acercarse con paso rápido.
Rin era muy diferente a Kagome. Parecía más una niña,
pero su cuerpo delgado y su sonrisa fácil, la hacían
una de las más chicas más populares del campus.
-Vaya,
al fin que te dejas ver, donde habías estado?
-Uff, no
tienes ni idea. Te conte hace unas semanas que fuí a acompañar
a mi madre al médico?
-Sí, esta mejor lo de tu
padre?
-Sí, aun sigue deprimida, pero el psiquiatra resulto
mejor de lo que esperaba.
-Pense no te gustaban ese tipo de
médicos.
-No me gustaban, pero si todos son como
este...wow, no me quejo.
-Vaya, acaso te has enamorado de alguien
mayor?
-Ni tan mayor - Rin se sonrojo - tiene 33 años.
-Rin,
tu apenas tienes 22 años!
-Bueno, a mi edad, ya no es mucha
la diferencia. Además, no crees que tendrá mucha
experiencia? En su internado habrá tratado con muchas
mujeres.
-Eres una pervertida sabes?
Rin rio cuando ambas
salían de las instalaciones. Entonces se escucho un bocinazo.
Las dos mujeres se voltearon y vieron a un apuesto sujeto emergiendo
de un mercedes. Rin salto alegre.
-Ahhh, vino por mí, vino
por mí!
-Eh? Acaso ya estan saliendo?
-Claro - le guiño
el ojo - esa es la mejor parte.
Sango entorno los ojos. De seguro
era otro tipo jactancioso y prepotente como los que solía
escoger su amiga.
Sin embargo, cuando este se presento, no pudo
quedar más sorprendida: era alto, cabello plateado y bastante
guapo. Sin embargo, era frío...más bien, helado. Pero
esa mirada arrogante, juraba la había visto en otro lado.
-Rin
- dijo Sesshomaru Taito - vamonos.
-Sí señor
Sesshomaru.
-Señor?
-Oh, le encanta ese apodo - sonrio
Rin - si quieres, te presento a su hermano, también es
médico.
-Médico? Acaso no se llama
Inuyasha?
Sesshomaru se detuvo y miro a la joven. Este asintio
mientras cerraba los ojos.
-Sí, es mi estupido hermano.
Pero ya tiene novia - comento secamente - aunque su mejor amigo sigue
soltero...Rin?
-Sí, ya nos vamos...bueno Sango, luego te
paso los detalles, feliz san valentín! - la joven subio al
coche y este no tardo en arrancar. Sango se despidio de lejos.
Entonces parecio recordar algo.
-Rayos! - mascullo - debo entregar
ese paquete ya!
-Maldición Inuyasha, te dije que me
despertarás! - Miroku metía sus cosas con rapidez en su
maletín. Inuyasha hizo una mueca mientras se cruzaba de
brazos.
-Lo hice, pero amenazaste con pegarme. No se porque
hiciste dos turnos seguidos, es un suicidio.
-Quería tener
San Valentín libre.
-Libre? Pero sino tienes pareja -
entonces parpadeo - acaso...
Miroku saco un paquete de color
rojizo con una alcatraz encima.
-Y esa flor?
-Le gustan de este
tipo, me lo menciono en sus cartas...voy a pedirle que nos veamos en
persona.
-Seguro? Igual te llevas un chasco y es más fea
que quasimodo.
-No metas sal, quieres? Aparte, no se...siento que
no lo es, lo presiento.
-Calmate Caballero Jedi, no
exageres.
-Chts, no te metas con Starwars! Es sacrosanto!
Inuyasha
sonrio. Había olvidado la obsesión medio enferma de su
amigo con esa saga.
-Entonces te deseo la mejor de las
suertes...
Miroku asintio mientras tomaba su maletín y
salía rapidamente del cuarto de médicos. Al otro lado,
Kagome daba vueltas alrededor del control de enfermeria mientras
hablaba por celular.
-Sango, calmate, todo va a salir
bien.
-Bien? Estoy nerviosa y aparte desvelada! Y que tal si es
feo?
-No lo es, tu tranquila.
-Quizás aun puede quitar
la carta...
-No! Dejala, ahora ve!
-Eres peor que mi madre.
Cuídate, feliz día de San Valentín
-Igualmente,
bye... - Kagome colgo y suspiro.
-Sucede algo?
-Ah, Inuyasha -
sonrio la chica volviendose - no, nada. Solamente ayudando a una
amiga.
-Te entiendo, Miroku va a hacer algo por el estilo.
-Me
encantan estos días, a tí no?
-A mí me
desagradaban. Mercadotecnia solamente
-Y la envidia de ver alguien
más feliz?
Inuyasha asintio. Entonces una mano se deslizo
por la espalda de la joven enfermera hasta llegar a su hombro. Kagome
se recargo levemente sobre él mientras le sonreía...
-Anciano Myoga, esta seguro de esto?
-Vamos
Shippo, acaso no te gusta ayudar? - sonrio el anciano a un niño
de 7 años que tenía unas tarjetas de Yugi-oh en las
manos - aparte, te regale mi tarjeta del mago oscuro.
-Sí,
no puedo creerlo. Era la que me faltaba. Tiene razón, si hay
que juntar personas en este día, dejeme ser su cúpido!
-Eso
me parece perfecto - asintio Myoga complaciente, mientras sostenía
un paquete entre sus manos...
Sango aminoro el paso conforme se acercaba a
su edificio. Por primera vez, no quería llegar al
departamento. Allí le esperaba tal vez la respuesta a su
paquete, que le había dado a Myoga en la mañana...igual
no, pero si había una respuesta?.
-Oiga señorita! -
se escucho una voz atrás de ella. Sango se volvio pero solo
vio como estrellas a continuación...
Miroku corría apresurado por las
calles. Su bata se agitaba al viento y ya varias veces había
tenido que detenerse para recoger sus plumas o su estetoscopio, pero
no tenía tiempo de guardarlos. Tenía que darle el
regalo a Myoga ahora que había valor...luego no se podría.
-Lo
siento señorita - se escucho a lado de él - no fue mi
intención.
Miroku miro de reojo y vio como un ciclista
ayudaba a una joven a levantarse. Sin embargo, la forma de pararse de
ella y un "ay" espontáneo le revelo lo que había
pasado.
-En verdad lo siento - el joven parecía
acongojado.
-No te preocupes - Sango nego con la cabeza mientras
cojeaba
-Seguro te lastimaste. Yo, Hojo, te ayudare a llevarte a
un hospital.
-No, esta bien, esta bien así - sonrio Sango
solicita.
-Puedo ayudarlos? Soy médico - se acerco una
figura. Sango elevo la vista y se puso roja. Era él.
Miroku se detuvo. No podía ser. Era ella. No había logrado distinguirla de lejos. Maldición. Inuyasha tenía razón, ya necesitaba anteojos.
-Eh? Se conocen? - Hojo noto como ambos se
habían quedado un largo rato viendose sin decir ni una
palabra.
-Ah, no... - Miroku tosio recuperandose - solo, que me
quede observandola de lejos para evaluar la lesión.
-Eh..sí...que
buen médico es usted - sonrio Sango nerviosa - parece que si
me lastime.
-Dejeme ver señorita - Miroku se inclino
torpemente y comenzo a examinar el tobillo - sí, parece un
esguince.
Entonces comenzo a tocarle la zona. Sango ahogo un
gritito de dolor. Sin embargo, paso del dolor a la confusión.
La mano del susodicho ahora estaba en su pantorrilla y no parecía
estarle examinando de buenas maneras.
-Disculpe, pero sabe lo que
hace? Lo que me duele es el tobillo, no la pantorrila.
-Ah, perdón
- Miroku sonrio avergonzado - es que comprobaba que tampoco se
hubiera lastimado otra parte.
-Aja - Sango le miro con molestia.
Sino fuera porque ella era medio vouyerista, le hubiera regañado.
Por
su parte, Miroku se regaño mentalmente por sus costumbres. Sin
embargo, no había podido evitarlo. Ella era realmente
hermosa.
-Disculpe, quisiera llevarla a mi
departamento...
-Ehh?
-Digo, vivo cerca de aquí, no
piense mal. Allí tengo mis cosas, podre darle un analgesico o
ponerle una venda mientras va con un médico.
-Gracias -
Sango parpadeo. Era realmente ironico que fuera al departamento que
tantas veces había espiado. Miroku le puso un brazo sobre su
hombro y le ayudo a caminar.
-A propósito, el ciclista se
fue...
-Sí, parece que se harto de nuestra platica - sonrio
Miroku tratando de hacer migas, pero también para disimular el
nerviosismo que le corría el cuerpo. Sango no contesto, ella
igual estaba concentrada en controlarse...
Miroku sacaba las vendas y el ibuprofeno con
deliberada lentitud. Necesitaba controlarse. Sus manos aun temblaban
por la presencia de ella. Es que no podía creerlo. Ella estaba
con él, allí, en su departamento. Realmente, en ese
momento no podía pedir otra cosa al Creador por esta
oportunidad.
Entre tanto, Sango sonreía mientras veía
su departamento por la ventana de la casa de Miroku.
-Pasa
algo?
-No, nada. Solo que... - Sango carraspeo - sus persianas me
gustan.
-Son persianas americanas que compre hace unos 4 meses más
o menos. Son bastante..útiles.
-Entiendo. A usted le
permiten ver, pero no a los demás.
Miroku asintio mientras
se acercaba lentamente a Sango. Ella solicitamente extendio su pie.
Miroku tuvo un arrebato de frotar toda la pierna, pero se contuvo.
Comenzo por aplicar un poco de spray anestesico en la región
mientras sacaba unas vendas.
Mientras Miroku comenzaba a hacer el
vendaje, Sango lo veía a momentos. Realmente era apuesto y
gentil, pese a la mirada de pervertido que a veces tenía. No
pudo menos que sentirse halagada.
-Espere - se levanto - me falta
algo de cinta para pegar. Ahora vuelvo.
Mientras Miroku rebuscaba
en su habitación, Sango volvio a posar los ojos en todo el
entorno. Entonces le llamo la atención el desorden que había
en la mesa. Con torpeza, se apoyo en los muebles de la sala y se
dirigio hacia el comedor. Allí se encontraba papel de regalo y
así algunos alcatraces, entre medio marchitos, desperdigados
sobre el papel. Sango se extraño al ver eso, pero luego
suspiro.
-Me lo imaginaba - penso triste - tiene novia o alguna
pretendiente.
-Perdona el desorden - Miroku aparecio de repente.
Sango dio un paso atrás
-No, es que me dio curiosidad -
ella trato de sonreír - supongo estabas haciendo una
manualidad para alguien no?
-Sí - Miroku sonrio - para una
chica bastante linda.
-Ya veo - Sango trato de aparentar
naturalidad. Miroku solo sonrio pero no pudo evitar pensar: sí,
para tí.
-Vamos, casí acabo - Miroku se agacho.
Sango se recargo en el respaldo del sillón mientras el médico
sacaba una extraña ferula.
-Y eso?
-Son de esas ferulas
de carbonato. Puedes usar tu pie sin problemas con esto y aparte te
ayuda a curar el esguince.
-Ya veo - sonrio Sango - estas
actualizado. Pense me pondrias un yeso o alguna muleta.
-Na, esto
es rápido, la siguiente vez, procura no caerte.
-No me caí,
alguien me tiro
Miroku no contesto. Quiso quedarse más
tiempo tocando el delicado tobillo de aquella mujer, pero simplemente
se levanto entre un largo suspiro.
-Si quieres, puedo llevarte a
tu casa.
-No, tengo cosas que hacer. Debo también entregar
un regalo.
-En serio? - Miroku parecio ansioso - a quien?
-A un
chico muy especial - guiño el ojo mientras se volvía
hacia la puerta. Miroku hizo una mueca y luego miro su maletín
recargado en la silla. Quizás Sango se había conseguido
un nuevo pretendiente en estos días.
Justo en el momento
que Sango iba a abrir la puerta, se escucharon unos toques. Ambos se
miraron extrañados. Miroku se adelanto y lo recibio un niño
que le sonreía de oreja a oreja.
-Esta es el departamento
7-L?
-Sí, por?
-Tengo un regalo para usted. Es de parte
de Myoga. Espero le guste - sonrio el niño mientras salía
disparado. Miroku parpadeo y luego dirigio su vista hacia el
paquete.
-Vaya...me envio algo... - sonrio contento - disculpe
señorita yo...
En el momento que Miroku se dio la vuelta,
vio como Sango estaba pálida mientras lo observaba
fijamente.
-Tú...
-Eh?
-Eres tu...
-De que
habla?
Sango parpadeo y entonces jadeo. Levanto una de sus manos
señalando temblorosamente el paquete.
-Eso...es
mío...
Ahora a Miroku le toco el turno de ponerse pálido.
Entonces como posesa, Sango se dirigio cojeando hacia la ventana
donde estaban las persianas. Parecio dar un vistazo alrededor,
totalmente pasmada.
-No...no puede ser - Miroku trago saliva.
Sango no era nada tonta. Se había dado cuenta de todo.
La
chica siguio escrudiñando la persiana y más alla de
ella. Miroku quiso correr en ese momento, pero por algún
motivo inexplicable, seguía parado, allí con el paquete
entre sus manos.
-Esto es el fin - penso para sí mismo.
Entonces la joven dio media vuelta y lo
observo.
-Espera...Sango...tengo como explicartelo... - Miroku se
mordio la lengua. Ella no le había mencionado su nombre en
todo el trayecto. Esto se ponía peor.
Y más cuando
ella comenzo a caminar, de manera lenta, hacia él. Miroku
trato de dar un paso atrás, pero sus piernas parecían
de plomo.
-Así...que...eres tú - ella decía
entrecortadamente, con la mirada pérdida. Miroku pudo notar
como los puños de ella se crisparon. Justo cuando estuvo a dos
pasos de él, cerro los ojos. Estaba preparado para lo peor:
una golpiza o solo escuchar como la puerta se cerraba.
Pero nada de eso ocurrio...
Solo sintio como unos brazos lo rodeaban por
el cuello y luego la sensación de un rostro femenino contra su
hombro. Miroku abrio los ojos y vio como Sango estaba recargada
contra él, estrechandolo.
-Tonto - susurro - eres un
tonto...
-Sango...yo...
Entonces solo se vio un relámpago.
Al instante, la mejilla de Miroku estaba totalmente roja mientras la
mano derecha de Sango estaba hecha un puño.
-Alguna vez te
he dicho que no golpeo con la palma, sino con el puño?
Miroku
no supo que contestar. Sin embargo, al notar como Sango estallaba en
risas, no tardo en unírsele.
Yo te prefiero, fuera de
foco, inalcanzable
Yo te prefiero, irreversible, casí
intocable
Tus ropas caen, lentamente
Soy un espía, un
espectador
Y el ventilador, te esta desgarrandote
se que te
excita pensar, hasta donde llegare
Es díficil de creer
Creo
que nunca lo podre saber
Solo así, yo te vere, a traves
De
mi persiana americana
Miroku canturreaba alegremente mientras
entregaba su último expediente. Inuyasha levanto la vista y le
miro con gesto cansado.
-Me duele la cabeza, podrías
bajarle a tu voz?
-Ah, el señorito acaso no durmio bien?
Acaso la dama Kagome fue muy exigente anoche?
-Quieres callarte.
Tuve que atender a su hermano Souta toda la noche. Pesco una grave
gastroenteritis y Kagome estaba muy preocupado.
-Vaya, haces obras
de bien.
-Sí como no...a veces tener novia es muy pesado.
Mira a Kouga. El pobre se pone como loco si ve que Ayame no viene
temprano. Lo único bueno, es que desde que mi hermano tiene
novia, todo esta más tranquilo en la casa.
-Un final feliz,
no te parece?
-No hay finales felices. Esto no es Disney.
-Sí,
así es. Esto es la vida - Miroku se dio vuelta - luego nos
vemos.
-Díle a Sango que lo siento
mucho.
-Gracioso...aunque en sí, debo darle el pesame -
suspiro - sabía que esto llegaría algún
día.
-Todo lo que tiene un principio, tiene un
final.
-Parale a tu Matrix Neo - sonrio Miroku. Inuyasha hizo una
mueca de molestia y se volvio hacia un paciente que llegaba. Miroku
siguio sonriendo mientras se retiraba...
-Amor, estoy en casa - Miroku abrio la
puerta. Todo estaba oscuro. El médico suspiro.
-Vaya, ya me
había acostumbrado a tantas cosas - penso mientras se dirigía
hacia el refrigerador. Entonces noto un rasquido y vio hacia abajo.
Una gatita blanca y negra tallaba con insistencia la puerta del
refrigerador.
-Calma Kirara, ahora te doy - murmuro mientras abría
la puerta. Luego de servirle un generoso tazón de leche, él
tomo un poco para sí mismo y se sento mientras observaba comer
a la gatita.
-Tu eres una gata, seguro tienes miles de
pretendientes alla afuera. No como uno - dijo con cierto tono de
amargura. Entonces noto como Kirara de repente se detenía y se
iba corriendo hacia la habitación.
-Ah no - se levanto - no
vas a meterte al cuarto, tienes que quedarte afuera!
Pero al
momento de entrar a la habitación, se quedo de una pieza.
Estaba iluminada por varias velas, así había petalos
por todo el lugar. Entonces sintio como alguien lo abrazaba por
detrás. Pero lo más excitante es que quien daba el
abrazo, parecía tener muy poca ropa.
Antes que Miroku
dijera algo, escucho como la persona canturreaba dulcemente.
Es una comedia
agradable
El instante previo hoy
Es todo un desgaste
Una
necesidad, mas que un deseo
Estamos al borde de la cornisa
Casí
a punto de caer
No sientes miedo, sigue sonriendo
Se que te
excita pensar, hasta donde llegare
Es díficil de creer
Creo
que nunca lo podre saber
Solo así, yo te vere
A traves,
de mi persiana americana
¡Eh!
Tus ropas caen,
lentamente
Soy un espía, un espectador
Y el ventilador,
desgarrandote
Se que te excita pensar, hasta donde llegare
Es
díficil de creer
Creo que nunca lo podre saber
Solo así,
yo te vere, a través de mi persiana americana
-Sango..? - sonrio Miroku.
-Quien más
corazón? - la chica rio mientras lo hacía darse la
vuelta. Miroku trago saliva al ver el atuendo de la chica.
-Y eso
es...?
-Un traje de exterminadora antiguo - se miro - aunque
claro, con algunas mejoras mías...
-Pues no me quejo -
rio.
-Ven, tu también tienes que cambiarte.
-Eh? De que
hablas?
-Tengo un traje de monje para usted, Houshi-sama - le
guiño el ojo.
-Eres una pervertida sabías?
-Claro
que no - Sango puso cara de niña buena - aquí el
pervertido...eres tú...Su excelencia.
Miroku abrazo a
Sango. Ambos se quedaron así un rato.
-Te amo...sabes...
-Y
yo a tí. Mirón compulsivo..
-Mira quien lo dice
vouyerista. Tal vez tenga que exorcisarte.
-Bien, entonces que
esperas para cambiarte? A propósito, cierra la persiana, no
quiero que nadie nos vea
-Y quien podría vernos? - Miroku
comenzo a quitarse la bata.
-No sé..tu dime - Sango solto
una carcajada. Miroku le siguio mientras cerraba la famosa persiana
americana...
Abajo, Myoga con un par de catalejos, solo sonrio mientras los bajaba
-Solo así, yo te vere, a través, de mi persiana americana - canturreo mientras se dirigía hacia su edificio.
Fin (por el momento).
Notas del autor.
Como ven, el fic esta
inspirado en la canción "persiana americana" del
grupo argentino, Soda Stereo (me encanta esta canción, una
joya realmente). Por suerte, mientras leía un libro, el winamp
de mi pc la eligio en un momento y fue cuando me llego toda esta
idea. El argumento inicial era con Kagome e Inuyasha, pero ví
que Inuyasha no tiene un temperamento tan melancolico, lo cual le cae
en cierta medida a Miroku. Igualmente tengo una historia alterna de
como Kagome e Inuyasha se forma como una pareja (que como ven, solo
hay esbozos de su relación y como se va formando), igual a
futuro hago un fic alternativo mostrando tal proceso. Al principio el
fanfic era mucho más corto y aparte con un final triste, pero
como estamos en 14 de febrero, no quería seguir amargando a
más gente con esta fecha (jejeje). Como me siento amenazado
por cierta persona (que seguro se enojara cuando lea esto XD) debo
decir que es un fic dedicatoria (bueno, en realidad los últimos
dos han sido así) y es para mi, temperamental, pero paciente
musa que pese a sus regaños, me va apoyando en todo lo que
hago, me anima cuando me deprimo (lo que sucede cada 5 segundos) y
soporta mis payasadas y cambios de humor. Es curioso que siga aquí,
cuando muchas personas se han ido, así que le doy gracias por
su constancia, su cariño, todo. Gracias Lizzet,
Sanae-chan!
Ejem, bueno, dejando la parte cursí, la otra
canción es "aunque no te pueda ver" de Alex Ubago.
Me parece un tema ese porque la pareja se conoce por algo más
que la vista (y aunque hoy en día la tecnologia esta a la
orden, creo que nada le quita lo romántico a escribirse una
carta a mano).
Se que debo el famoso "speed of light",
pero creo que pronto lo tendremos en línea. Nos vemos en un
siguiente fic y espero hallan pasado un buen 14 de febrero!
