Autora: Nyanko1827.

Crossover: KHR!/Inuyasha.

Summary: Tsuna muchas veces se ha preguntado por qué su Guardián de la Tormenta tiene tanta obsesión por los UMA.

Pareja: Hayato/Kagome.

Disclaimer: KHR! © Akira Amano-sensei e Inuyasha © Rumiko Takahashi-sensei.

N/A: … ¡Primero en español~! Me hace ilusión xD

Advertencias: KHR! está situado después del Arco de Shimon pero antes del Arco de los Arcobaleno. Inuyasha es Post Canon pero con pequeñas alteraciones.

Aclaraciones:

—Habla personajes —

–Pequeñas aclaraciones–

«Pensamientos personajes»


¿Se podría llamar obsesión?

Como ve, Juudaime, no es obsesión… creo que si encuentro algún UMA pueda volver a encontrarla.


Tsuna desde que conoce la obsesión de su Guardián de la Tormenta por los UMA ha querido saber de donde proviene. Por qué alguien tan listo, fuerte, confiado, atento y muchos otros buenos adjetivos, puede perder la cabeza con la sola mención de algo sobrenatural.

Y el Guardián del Cielo se había dado cuenta que no era el único que se hacía esa pregunta. El jugador de béisbol y el boxeador también se lo preguntaban, igual que Enma y el resto de la Familia Shimon, Chrome, Kyoko y Hana. Todos los que conocían de verdad al Guardián de la Tormenta se preguntaban donde había empezado esa obsesión por los UMA.

Por eso en la hora del almuerzo estaban todos sentados en la azotea haciéndole esa misma pregunta. El resultado que habían obtenido no se lo habían esperado.

Cuando Tsuna le había preguntado el por qué de su obsesión, Gokudera se había sonrojado ligeramente por algo tan personal pero luego había fruncido el ceño al recordar algo. Eso había dejado a todos los presentes intrigados con saber que había sucedido para que esa expresión de dolor cruzase por su rostro

—¿Y bien, Gokudera? —le instó Reborn—. ¿Vas a contarnos el por qué de tú obsesión por los UMA o no?

—¡Reborn! Gokudera-kun nos lo contará si quiere —le reprendió el Décimo siendo coreado por asentimientos de los demás presentes.

—No importa, Juudaime… no es ningún secreto, sólo que no esperaba que fuera a preguntarme algo que consideraba insignificante.

—Gokudera-kun, no creo que Tsuna-kun piense que sea insignificante.

—Kyoko tiene razón. La personalidad de Sawada no da para pensar que algo que le haya sucedido a un amigo sea insignificante.

—Sí, Gokudera. Kurokawa y Sasagawa-chan tienen razón, venga anímate y cuéntanoslo que esto es algo que nos intriga a todos.

El Guardián de la Tormenta observó a todos los presentes y suspiró, si fuese por él, sólo se lo contaría a su amado Juudaime y al asesino a sueldo, pero como estaban en la escuela con todos presentes pues todos debían de enterarse.

—Todo empezó al poco tiempo de empezar mi entrenamiento con Shamal…

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Hayato de unos ocho años iba caminando por las abarrotadas calles de Verona, buscando al pervertido que se suponía que debía entrenarle pero, como cada vez que le quitaba los ojos de encima, Shamal se había ido a buscar alguna mujer para coquetear.

Lo que el pequeño Hayato no entendía era la persistencia de su profesor pervertido, ¿qué encontraba de satisfactorio en coquetear con alguna mujer y luego salir con la mejilla marcada por un guantazo? Él no lo encontraba nada satisfactorio, al contrario, era bastante molesto. Y estaba seguro que las mujeres a las cuales intentaba seducir lo encontraban repugnante, pero él al ser un niño no tenía nada que decir en la actitud de su profesor.

Había andado la mayor parte de la mañana y sabía que sería imposible dar con Shamal, así que, con el entrecejo fruncido y los brazos cruzados, entró en uno de los parques que había por la zona. Al menos ahí podría repasar las lecciones y ver como hacer para que los aviones de papel hiciesen lo mismo que hacían con su profesor.

Hayato estaba tan sumido en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando un balón se dirigía hacía él y le golpeó la cabeza.

—¡Quién ha sido el imbécil que la ha lanzado! —gritó airado agarrando el balón con las dos manos y estrujándolo como si de esa forma pudiese romperlo.

Lo que no se esperaba el peliplateado era que una niña de cabellos ónice, ojos azul cobalto, de rasgos finos y vestida con un vestido azul pálido conjuntado con unas sandalias azul cielo apareciese siendo la culpable de su actual dolor de cabeza.

—Lo siento —se disculpó la niña regalándole una sonrisa—. No vi que estabas allí sentado.

A Hayato le hizo gracia el acento que tenía la niña, se notaba que no era italiana pero para su corta edad sabía hablarlo bastante bien.

—No pasa nada —murmuró desviando la mirada—, la próxima vez ve con cuidado.

—¡Por supuesto!

Cuando la niña recibió el balón le dio un beso en la mejilla como agradecimiento, como su madre le había enseñado, y se fue a jugar con los otros niños y niñas con los que estaba.

Desde ese día Hayato había ido al parque, cada vez que Shamal decidía ir a coquetear con algunas mujeres y olvidarse de su entrenamiento, para ver si podía encontrar a la misma niña.

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—G-Gokudera-kun siento interrumpir pero no nos estás diciendo el por qué de tú obsesión por los UMA —tartamudeo Enma algo cohibido por la intensa mirada que estaba recibiendo del peliplateado.

—¡Kozato tiene razón, Cabeza de Pulpo! ¡Ve directo al extremo punto!

—Si os calláis podré continuar —espetó el Guardián de la Tormenta.

—Lo sentimos —corearon todos.

Suspirando, Hayato se masajeo las sienes y continuó el relato por donde lo había dejado, sin saber que cierto prefecto estaba escuchándole atentamente, también curioso de su obsesión por los UMA –aunque antes le cortaban la lengua a admitir su curiosidad–.

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Gokudera había vuelto al mismo parque y esta vez se encontró con la misma niña pero con la diferencia de que estaba sentada en uno de los bancos y no jugando con los demás niños. Eso le extrañó, ya que todas las veces que había ido a verla jugar siempre estaba rodeada de otros niños siendo el centro de atención.

Su curiosidad terminó por ganar la batalla y decidió ir a preguntarle el por qué de su súbito cambio. La respuesta que recibió hizo que se sonrojara y voltease el rostro no queriendo verla directamente.

—Es porque hoy quería hablar contigo. Siempre siento como nos observas y pensé que querrías jugar con nosotros.

No podía creérselo, él, el hijo de un mafioso, había sido notado mientras observaba a alguien y ese alguien pasaba a ser una civil. Nunca antes le había pasado, era la primera vez que alguien notaba que le observaba.

—C-Cómo…

Ella soltó una risita y le contestó antes de que preguntase—: Estoy acostumbrada a ser observada. Mí… hum… padrino suele no quitarme los ojos de encima por si me sucediese algo.

Eso no se lo esperó y sus orbes mostraron la sorpresa que sentía en ese momento. «¿Podría ser que ella no fuese una civil pero si… la hija de un mafioso?».

Era demasiado pronto para saltar a conclusiones, lo único que sabía era que tenía un guardaespaldas al cual nombraba 'padrino', así que lo mejor sería indagar un poco más para que ella misma se delatase.

—¿Por qué tú padrino te vigila tanto?

—Dice que tengo algo importante que de momento debe permanecer escondido, hasta que cumpla los quince años.

—¿Algo importante?

—Sí, dice que es un objeto muy, muy importante.

El primer pensamiento de Hayato fue que podría ser una reliquia familiar, algo que la delatase como futura Dona de alguna familia mafiosa. Pero luego, después de inspeccionarla, vio que no portaba nada que pudiese concordar con la vaga descripción.

Así que su siguiente pregunta fue obvia—: ¿Llevas ese objeto contigo ahora?

—Sí.

Hayato volvió a inspeccionarla haciendo que ella soltase una risa y negase con la cabeza.

—Aniki dice que el objeto no se puede ver porque lo tengo aquí —la niña posó su pequeña mano sobre un poco más arriba de su cadera derecha.

—¿A-Aniki? —la palabra le era tan extranjera que incluso tropezó con ella por intentar pronunciarla.

—Sí. Es mí padrino o hermano mayor pero no de sangre.

—Oh… y, ¿qué hace el objeto dentro tuyo?

Esa pregunta dejó perpleja a la niña, al parecer no esperando que la hiciese.

—Lo siento —se disculpó Gokudera bajando la mirada.

—No, no, es sólo que eres el primero en preguntármelo y no sé que responder porque yo tampoco lo sé.

Después de eso, los dos continuaron hablando, presentándose e intercambiando direcciones por si un día decidían ir a la casa del otro. Al caer el atardecer, un hombre vestido con un traje blanco, de cabellos plateados y, lo que más le impactó, de ojos dorados apareció parándose delante de los dos.

Hayato sabía que este no era ninguno de los hombres de su padre, además, que el iba y venía sin necesidad de un guardaespaldas, así que la única respuesta lógica era que este fuese su 'padrino' o 'Aniki' como ella lo había nombrado.

—Vamos, se hace tarde.

Su voz era monótona y fría, no mostraba ni una pizca de reconocimiento a la niña que había venido a buscar, pero a dicha niña parecía no importarle porque con una sonrisa y una promesa de volver a verse se había despedido de Hayato.

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—¿Cabellos plateados y ojos dorados? —ésta vez fue Tsuna quien interrumpió a su guardián—. ¿Estás seguro que no eran lentes de contacto?

El Guardián del Cielo había hecho la pregunta que rondaba por la cabeza de todos, era imposible que alguien tuviese ese color de ojos.

Gokudera suspiró, esta ya era la segunda vez que le interrumpían y no quería gritarle a su amado Décimo pero si le dejasen terminar con la historia, tal vez sabrían el por qué de todas sus preguntas.

—Mejor continuo, Juudaime.

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Al poco tiempo volvieron a encontrarse en el mismo parque pero con la diferencia de que la niña le había pedido ir a la casa de su padrino, todo a de decirse, Hayato seguía sin descubrir si era una futura Dona o sólo la hija de algún multimillonario… Gokudera esperaba que fuese esta última.

Al llegar a la gran mansión la niña le agarró de la mano y se la mostró entera, no se dejó ningún rincón. Pero mientras ella le mostraba, él estaba haciendo su trabajo en intentar descubrir que figuraba ella en todo este panorama.

Al final no había encontrado nada de nada y ahí estaba él, en una de las habitaciones de juegos que su padrino había construido para ella –cosa que le hacía replantearse si sentía algo por su ahijada–.

La hora de la merienda había llegado antes de lo que esperaba y ahí fue cuando notó el cambio de humor de la niña.

—¿Sucede algo? —le preguntó al ver el ceño fruncido de la pelinegra.

—Bueno… —la niña agachó la cabeza—… dentro de dos semanas voy a volver a Japón, mi padre a muerto y mi madre quiere enterrarle en el lugar donde nacimos. Además, mamá no quiere que mi hermano crezca sin saber de sus raíces —murmuró.

La noticia le dejó helado. No se esperaba que su única amiga se fuera y por la expresión que mostraba dudaba que fuera a volver algún día. La pequeña rutina a la que se había acostumbrado iba a desmoronarse tan rápido como vino.

Entonces, fue cuando recordó algo. Su padrino vivía aquí, en Italia, por tanto, ella podría venir a visitarle y por ende, podría pasar tiempo con él. Sólo deberían fijar algunos días de los meses en los que pasaría en Verona.

—No hay de que preocuparse —le dijo con una sonrisa—. Tú A-Aniki —la palabra seguía sonándole extraña—, vive aquí así que podremos vernos cuando vengas a visitarle —la sonrisa de triunfo se le borró cuando vio que ella negaba con la cabeza.

—Mí Aniki viene con nosotras a Japón. Dice que sus tareas aquí ya han sido resueltas y que ya nada le ata a Italia. No creo que volvamos a vernos, Hayato-kun.

Eso fue como un balde de agua fría cayéndole encima, su magnifica idea había sido desbaratada por el simple hecho de que el hombre de cabellos plateados se iba con ella a Japón y no volverían a Italia.

Pero eso no podía ser, su única amiga y la única niña de su edad que soportaba su mal carácter, no podía irse. Qué iba hacer él cuando Shamal decidiese saltarse el entrenamiento. Qué haría cuando se aburriese o huyese de su hermana mayor. Dónde se escondería del mundo cuando no quisiese afrontar la realidad.

—Es por eso que quería invitarte a la casa de vacaciones de Aniki —las palabras de la niña le sacaron de sus pensamientos—. Quería pasar mí último día contigo y divertirnos tanto como pudiésemos, por eso, ¿te gustaría que te presentase a Aniki?

Hayato asintió sin encontrar la voz para hablar, ahora todo volvería a ser como antes de conocerla a ella.

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—Herbívoro, déjate de andarte por las ramas y ve directo al punto.

La voz del prefecto hizo que todos levantasen los rostros y le encontrasen tumbado encima de la caseta por donde se entraba a la azotea, nadie de los presentes se había esperado que el Guardián de la Nube estuviese ahí y mucho menos que estuviese escuchando la historia.

«Perfecto, sólo me faltaba ese bastardo», pensó con enojo Gokudera y con un leve tic en la ceja.

Reborn sólo sonrió cuando supo que todos los Guardianes estaban presentes, sí, Mukuro también estaba escuchándole pero con la diferencia de que sabía ocultarse mejor –o eso se creía él ya que el asesino a sueldo le había notado–.

—Voy a continuar y espero que nadie más me interrumpa —la voz de Hayato sonaba tensa, hastiado de tantas interrupciones.

«Espero que sea la última vez que me interrumpan», pensó soltando un suspiro antes de empezar de nuevo con su relato.

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La niña le guió hasta quedar en frente de unas grandes puertas de roble, con un tallado de una luna creciente en medio, seguramente la insignia de la familia. Cosa que le llevaba a pensar que no conocía a ninguna familia mafiosa con ese emblema, por tanto, ella sólo era la ahijada de un ricachón que seguramente habría puesto los ojos en ella para que heredase su fortuna ya que no pensaba casarse con una mujer que sólo buscaba el dinero en él.

El suspiro de alivio que escapó de sus labios hizo que la niña le mirase confundido pero que ignoró cuando escuchó el adelante por parte del hombre de ojos dorados.

Al entrar en la sala, los dos menores vieron al padrino de la niña sentado en una silla de cuero negro y leyendo lo que parecía ser algún proyecto de subvención o cualquier otra cosa que hiciese el mayor de todos, al lado del hombre de ojos dorados había un chico de cabellera rojiza y ojos verde esmeralda con su rostro adornado con una sonrisa picara y traviesa.

—Qué quieres —fue la escueta demanda del hombre de cabellos plateados.

—Aniki —la niña se inclinó antes de continuar—, me gustaría presentarte a mi amigo correctamente. Hasta ahora no he podido y como vamos a irnos…

—Sí, Sesshomaru~ Preséntate a quien va a ser el marido de nuestra pequeña encantadora~

Eso hizo que Hayato se ruborizase pero al querer saber cual era la reacción de la niña, se dio cuenta de que ella sonreía. ¿Su conclusión? Seguramente el pelirrojo debía decir lo mismo con cada amigo que ella les presentase.

—Cállate y no digas tonterías, zorro.

—Auch, eso duele —el pelirrojo, también apodado zorro, puso una de sus manos encima de su corazón y fingió estar herido—. Pero que debo decir, los perros viejos no aceptan bromas y menos los que son tan aburridos, serios, estirados, fríos, sin emociones…

Y la lista iba siguiendo mientras Hayato les observaba con algo parecido a la curiosidad. Aunque el ojidorado sólo fuera alguien rico no quería decir que alguien que estaba por debajo de él pudiese hablarle de tal forma, pero ahí estaba él, observando como el 'zorro' insultaba sutilmente al 'perro viejo'.

Sin duda todo un espectáculo hasta que un bajo gruñido hizo que su bello se erizase, al levantar la vista para ver que había sucedido se encontró con que el hombre de cabellos plateados estaba sujetando al pelirrojo por el cuello y lo más fascinante era que los ojos que eran de un hermoso oro fundido se habían convertido en unos rojo sangre.

—Hey, Sesshomaru que es broma —intentó calmarle el pelirrojo con voz ahogada.

Pero, en lugar de aplacar la furia que mostraba el hombre, parecía que sólo aumentaba y unos símbolos que antes no estaban ahora habían aparecido en el rostro del de cabellos plateados. En medio de la frente había aparecido una luna creciente de color azul y en las mejillas tenía dos rayas púrpuras que parecían estar creciendo, dándole un aspecto más salvaje… más demoníaco.

Su cuerpo empezó a temblar y sin darse cuenta había agarrado la mano de la niña y la apretaba fuertemente, ésta al darse cuenta de cómo podría terminar la situación –algo que había pasado muchas veces– decidió intervenir, no quería asustar a uno de sus mejores amigos.

—Aniki —le llamó con una voz suave—, vas a ahogar a Shippo-kun.

La voz de la niña parecía aplacar un poco la ira del hombre de cabellos plateados.

—Aniki, sabes que no es la primera vez que Shippo-kun te dice todo eso, así que, ¿por qué reaccionas tan exageradamente hoy?

La pregunta pareció hacerle reaccionar y, calmándose, soltó al pelirrojo quien cayó al suelo y empezó a toser intentando recuperar el aire perdido. Con un suspiró, el ojidorado se volvió para observar a su ahijada e invitado y vio el terror en los ojos verde mar del chico.

Con una ultima mirada fulminante hacia el pelirrojo, el de cabellos plateados volvió a sentarse, y con la espalda erguida y la cabeza alta se presentó.

—Sesshomaru Taisho y ese de ahí —Sesshomaru señaló al pelirrojo—, es Shippo Akatsune.

—Encantado~ —le dijo Shippo jovialmente como si no hubiera sido atacado anteriormente.

El apellido Taisho le parecía haberlo oído en algún lugar, sabía que su padre lo había pronunciado en una de sus reuniones –en la cual había estado escuchando sin querer–. Pero no podía recordar que habían dicho de él, sólo esperaba que no quisieran eliminarle, porque no soportaría ver la tristeza en los ojos de su amiga.

—Será mejor que vayáis a los jardines —les sugirió Sesshomaru—. Estamos ocupados —esto lo dijo refiriéndose a él mismo y al pelirrojo.

—Claro, Aniki. Siento haberos interrumpido.

—No pasa nada~ Sabes que puedes interrumpirnos siempre que quieras —Shippo le dio una sonrisa y les despidió con la mano.

Su cuerpo, aunque no quisiese reconocerlo, seguía temblando por el miedo que había sentido anteriormente. Ni sentado en el gran jardín junto a su amiga podía quitarle esa salvaje visión del hombre de cabellos plateados. Estaba bien impresa en su mente, y nada de lo que parecía decir o hacer la niña a su lado parecía funcionar para hacer que se olvidase.

Así que sólo podía hacer lo que un niño de su edad haría al ver algo que no entiende y teme.

—¿Por qué tú Aniki parecía tan… salvaje?

Ella dejó de hacer la corona de flores que había empezado y con el ceño fruncido le preguntó—: Si te lo digo, ¿vas a creerme? O, ¿vas a tratarme como una loca?

Hayato no entendía a que se debía eso, nunca en lo que llevaba de conocerla la trataría como una loca, es más, no podía hacerlo ya que sabía que había visto y lo único que pedía era una explicación, cosa que no debería ser tan difícil.

—Voy a mantener la mente abierta —no quería darle ilusiones porque con el rostro que le estaba dando, seguramente ya había intentado explicárselo a alguien y este había intentado hacerle algún mal.

—Está bien —suspiró la niña—. Aniki, como Shippo-kun y casi todos sus trabajadores son yōkais.

—¿Y-Yōkais? —la palabra le era tan extranjera como lo había sido 'Aniki' en su momento.

—Quiero decir… demonios.

El silencio que había seguido puso muy nerviosa a la niña, en cambio, Hayato empezaba a entenderlo. Y estaba fascinado, nunca en su vida se hubiese creído que los demonios, los seres sobrenaturales, e incluso los extraterrestres –si hay demonios han de haber extraterrestres–, existiesen. Delante suyo había tenido una prueba más que suficiente de que esos seres existían.

Y él no podía dejar de estar fascinado, era emocionante saber que no sólo habitaban humanos en la Tierra. Saber que otras cosas –superiores o no– a los humanos recorrieran las mismas calles que el recorría sin siquiera saberlo.

—¿Hayato-kun? —le llamó dubitativa al no ver ninguna reacción en su amigo.

—¡Eso es increíble! —exclamó Hayato, levantándose de la emoción y observándola con estrellas en los ojos—. ¡Es fascinante que ellos existan!

—¿No te parece que estoy loca?

La pregunta hizo que el peliplateado volviese a sentar y negar con la cabeza.

—He de serte sincero, si no hubiera visto lo que he visto no me lo hubiese creído y sí, te hubiese tratado de loca —eso hizo que la niña bajase la mirada—. Pero, como he dicho, habría mantenido la mente abierta y no te habría juzgado hasta que me hubieses dado una muestra de que verdaderamente existen.

La niña se animó con sus palabras y eufórica abrazó a Hayato, haciendo que los dos cayesen tumbados en el jardín, olvidando la corona de flores que ella estaba haciendo.

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—Después de eso, no volví a verla. Ella se mudó a Japón y nunca más supe nada, por eso, si busco UMA o cualquier otra evidencia que de a lo sobrenatural, es para poder volver a verla, saber si está bien y si… —Hayato se detuvo y negó con la cabeza—. Como ve, Juudaime, no es obsesión… creo que si encuentro algún UMA pueda volver a encontrarla.

El silencio que precedió a eso se rompió a los pocos segundos por Kyoko quién exclamó encantada—: ¡Guau! Que bonito, Gokudera-kun está enamorado de esa niña de su infancia.

El Guardián de la Tormenta se sonrojó furiosamente y negó frenéticamente con la cabeza.

—Sí, es una historia de amor muy bonita —concordó Hana.

—Quien sabría que Gokudera podría ser tan sentimental, yo pensaba que sólo tenía ojos para Tsuna —comentó el Guardián de la Lluvia ganando asentimientos de los demás presentes.

—¡NO ES ESO! —exclamó sonrojado y avergonzado por las conclusiones.

—Claro que lo es, Gokudera —Reborn decidió meter más leña al fuego—. Sino, por qué tanto empeño en encontrarla.

—Opino lo mismo que Reborn-san —dijo Chrome con voz suave sacándole una sonrisa malvada a Mukuro, este acababa de encontrar algo nuevo para meterse con su compañero Guardián.

—Pero… —la voz de Tsuna acalló todos los murmullos que habían sobre las conclusiones que todos habían sacado—… en ningún momento nos has dicho su nombre. Si buscamos por él sería más fácil encontrarla, ¿no?

—Tsuna-kun tiene razón —el castaño le dedicó una sonrisa a Enma haciendo que se sonrojase.

Hayato volvía a ser el centro de atención, e intentando calmarse les dijo—: Ya lo intenté pero sus archivos, como los de su familia, están protegidos por un fuerte cortafuegos. No he podido encontrar nada de ella, es como si no existiese.

—Y su nombre es… —dijeron todos al unísono.

—Kagome Higurashi —les respondió, rindiéndose ante la perseverancia de todos.

Un fuerte ruido hizo que todas las cabezas se volvieran hacia donde estaba Hibari, quien acababa de romper el suelo donde estaba tumbado con una de sus tonfas.

—¿Sucede algo Hibari? —le preguntó Reborn curioso por la reacción del Guardián de la Nube.

—Repite el nombre, herbívoro.

Extrañado, pero ya sin ganas de pelear, decidió que cuanto antes terminasen con esto mejor que mejor.

—Kagome Higurashi —repitió hastiado.

Hibari estuvo en silencio durante unos segundos antes de levantarse y dirigirse hacia la puerta de la azotea y abrirla, pero antes de irse les miró de reojo y les dijo—: Ella es mi prima —acto seguido, Hibari cerró la puerta no queriendo ser bombardeado por las preguntas que sabía y vendrían.

Escandalizados por la nueva información, todos –exceptuando a Hayato, Mukuro y Reborn– salieron corriendo de la azotea para seguir al prefecto y exigirle respuestas. ¿De dónde habían sacado tanto valor? Ni ellos mismos lo sabían, pero como dicen, la curiosidad mató al gato. Y esta vez, Hibari tenía a muchos gatos para poder morder hasta la muerte por cotillas.

En cuanto a Hayato, este se quedó petrificado ante la noticia de que su mejor amiga fuese la prima de alguien a quien no soportase ni ver. Si es que no se parecían en nada. Ella era social, él era antisocial. Ella era amable, él era desagradable. Ella era cariñosa, él era odioso. En resumen, eran como la noche y el día, no tenían nada en común… bueno, puede que el color de cabello y tono de piel… ¡pero sólo eso!

Hayato no entendía como alguien como ella podía ser prima de alguien como él, y lo que tampoco entendía, era el por qué ninguno le había preguntado sobre los yōkais y se hubieran fijado en la historia, según ellos, de amor.


N/A: ¿Final abierto? Bueno, sí, dependiendo del éxito que tenga puede que haga otro One-shot que siga de este, trataría del reencuentro y posiblemente del como todos terminan en el hospital xDD

¿Queréis matarme? Hacedlo, os permito, pero es que he estado leyendo crossovers de Inuyasha/KHR! y casi todos eran Hibari/Kagome o Mukur/Kagome y creo que a Hayato le queda muy bien como pareja… espero que no me odiéis, prometo tener cuanto antes listo el capítulo 13 de ¡¿Ese soy yo?! aunque no prometo cuando voy a subirlo xP

Vale, unas pequeñas notas sobre puntos del One-shot.

-. Si alguien ha visto Inuyasha, sabrá que Kagome tiene los ojos marrones, pero yo me he basado en los mangas de CLAMP, ya que ellas suelen hacer que sus personajes con poderes mágicos tengan los ojos azules, verdes o de otros colores claros. Unos ejemplos serían: Sakura de CCS o TRC, Fye de TRC y Kimihiro de xxxH.

-. El apellido de Shippo, he elegido Akatsune que es una mezcla entre Rojo (Aka) y el Tsune de Kitsune. En resumen, sería una vaga o mala mezcla de Zorro Rojo (Aka Kitsune – AkaKitsune - Akatsune).

-. El por qué nadie se ha fijado en que Sesshomaru y Shippo sean yōkais es simplemente porque creen en la palabra de Hayato, y si él dice que existen, es verdad. Principalmente, porque usan llamas de colores como armas, han logrado viajar al futuro, han peleado con alguien que en teoría murió hace 400 años… me explico, ¿no?

Y diría que nada más. Cualquier cosa que no se entienda me lo preguntáis por review (si merece alguno) y yo contestaré.

Nos leemos.