Desde que leí fics como Umbra es Madrid y Fade in Dark me inspiré para crear este fic que espero que os guste ya que es el primero que escribo.

Este fic esta basado en los misterios que oculta el Instituto de Chicago, que son muchos, y en la historia enrevesada que he creado acerca de los personajes. Me duele la cabeza de tanto pensar en el argumento asi que espero que os guste.

Eso ya lo había dicho pero da igual, solo importa que me deis vuestra opinión porque aún puedo aprender de mis errores.


PRÓLOGO

La ciudad de los vientos

John estaba caminando por las hermosas calles de Chicago, con paso lento fijándose en los escaparates de las pastelerías ya que no tenía ninguna prisa en llegar.

Estaban en verano y como era natural en esa época hacia mucho calor y había un ambiente húmedo. Le parecía raro que no estuviera lloviendo, ya que era frecuente en verano por la humedad del ambiente. Casi siempre llovía en Chicago, pero lo peor era que hacía mucho viento y por eso los turistas la llamaban la ciudad de los vientos. Estaba situado en el Río Chicago y en la costa del lago Michigan, donde mucha gente se bañaba como si del mar de una playa se trataba.

Era ya de noche en la ciudad, pero esta seguía llena de gente como si aún brillara el sol, cuando hace más de una hora que se había puesto. No podía ver mucho ya que las calles por la noche estaban poco iluminadas y cuando era pequeño a John le había dado miedo esas oscuras calles.

No había mucha gente fuera – estaban la mayoría cenando – y eso le aliviaba ya que por la mañana era casi imposible caminar con la gente atosigandote.

Le llamaba la atención que esas calles tuvieran nombres tan peculiares, pero no le dio mucha importancia. Dobló la esquina para coger la siguiente calle hacia la derecha, y luego hacia la izquierda en la siguiente calle. Estaba ya desesperado por que no sabía exactamente si se había perdido o si el camino era mas largo de lo recordado, aunque intuía que estaba cerca ya.

Se puso mas tranquilo cuando divisó el restaurante al final de esa preciosa calle, era el lugar donde había quedado con Ayleen.

El restaurante Houlian's tenia un aspecto cutre que rompía el estilo de esa preciosa calle. John no se quejaba ya que hacían unas comidas riquísimas y baratas y el no iba muy sobrado en cuanto a dinero.

Sus padres adoptivos los Cathungry, le habían quitado la paga por destrozar una ventana de su casa. La verdad era que había sido Ayleen, quien tiró una pelota directa a él - por que se había enfadado con él – y él se agachó y dio a una de las ventanas de mi preciosa casa.

Podía haber ido en su vieja moto, de no ser por que sus padres también se la quitaron por haber faltado a las clases, aunque solo había faltado a la clase de la señorita Cooper.

La señorita Cooper no tenía más de treinta y ocho años y a John le encantaba por que era muy amable y divertida, no como la mayoría de los profesores. Tambien podía haber ido en el todo terreno que sus padres le regalaron cuando se sacó el carnet, pero a esas horas no encontraría aparcamiento en todo Chicago.

Cuando entró dentro no vio mucha gente conocida porque en realidad solo había venido dos veces, ya que la mayoría de las veces comía en su casa.

Más allá había una niña que jugaba con una patata frita, esa niña le recordaba a Melinda su hermana pequeña que sin poder evitarlo se había hecho ya mayor y añoraba a su hermanita de 7 años de la que se burlaba por su edad.

Cuando la familia Cathungry lo acogió, Melinda tenía 7 años y era como una pequeña enanita con los mofletes sonrosados y un cabello negro, pero ahora ya se había hecho mayor.

Y al fondo estaba su mejor amiga Ayleen con la que se divertía, estudiaba y con la que compartía todos sus secretos desde hace dos años, cuando coincidieron en el instituto.

John se acercó a la mesa donde Ayleen disfrutaba de un café con leche pero ella no se percato de él hasta que su dulce timbre la sobresaltó.

- Ayleen, ¿que es eso tan importante que quieres decirme?


Juliett y Daren estaba haciendo la cena y Dylan jugueteaba con un cuchillo serafín en la amplia cocina del Instituto, que era otra después de lo sucedido el año pasado. Había un absoluto silencio en todo el Instituto ya que su madre se había ido a una misión y su padre estaba en Idris en un Consejo. Y Madelane ya casi no hablaba por el accidente que sufrió su padre cuando ella era muy pequeña y además, ahora no podría ver a su madre jamás en el Instituto.

"Ya que un día de invierno, Nathalie había salido porque en el Instituto pedían ayuda desde una de las oficinas de - El banco estadounidense republicano. Sin pensar en las consecuencias se metió en el aparente banco, que ella sabía muy bien que se trataba de la base central del clan de los vampiros de Chicago"

"Al entrar se quedo horrorizada con lo que vio en su guarida, estaba plagada de vampiros pero no retrocedió y dio media vuelta como hubiera hecho cualquiera, porque ella era una nefilim, la nefilim más valiente que había existido. Además de valiente era fuerte y ágil ya que llevaba toda su vida entrenándose, pero no le sirvió de mucho contra una treintena de vampiros chupasangre que se alzaban sobre ella a la vez. Después de dejarle moribunda y de quitarle toda la sangre, la convirtieron en vampiro para poder burlarse de los nefilim recordándoles que los vampiros eran más poderosos que ellos"

"En el Instituto no se supo nada de ella en una semana y empezaron a pensar que había muerto luchando contra algun demonio o contra algun subterráneo. Perdieron la esperanza de que seguía viva, pero cuando la vieron en plena noche en las orillas del lago Michigan sacándole sangre a un pobre mundano, a Madelane se le cayó el alma a los pies, recordando que su madre odiaba a los subterráneos especialmente a los vampiros. No volvería a verla riñéndola en su habitación por tener el cuarto desordenado, la echaría mucho de menos"

Juliett estaba preparando en una sarten una salsa para acompañar el pollo asado que vigilaba Daren no muy interesadamente.

Estaba distraído mirando una foto en su móvil nuevo, ni siquiera estaba prestando atención a la conversación que estaba teniendo con Juliett sobre Madelane y eso ya era raro, ya que él era muy cotilla. Sus padres no le dejaban salir de noche a pesar de que ya tenía dieciocho años y eso lo frustraba por que se sentía atrapado en esa cárcel que era el Instituto.

En ese momento volvió a la realidad porque Juliett le gritaba enfadada mientras Dylan reía energicamente.

-¡Daren, se está quemando el pollo! - dijo Dylan riendo – ¡Que irresponsable por tu parte!

- No tiene gracia – dijo Daren perdiendo los nervios.

Sin apenas poder controlarse cogió un plato del fregadero y se lo tiró a Dylan a la cara para que se callase, pero él lo esquivó sin apenas moverse.

Dylan era muy ágil y rápido comparado con cualquier cazador de sombras corriente, pero el plato chocó con la pared muy cerca de su cabeza.

- Y papá y mamá dicen que eres el más responsable de los tr… perdón de los dos - dijo con cara apenada o eso le pareció ver a Juliett durante un segundo.

- ¡Nunca me respetas y eso que soy mayor que tu! – dijo Daren gritando tan fuerte que intuía que se había escuchado en todo Chicago

- Basta – dijo Juliett alzando la voz, aunque no llegaba a adoptar el tono de Daren - ¿No recordáis que sois hermanos?

Los chicos hicieron como si no hubieran escuchado nada y se quedaron en silencio durante un largo periodo de tiempo que a Juliett le pareció eterno. Como no hubo respuesta Juliett añadió más enfadada aún.

- Y parabatais así que ya os estáis perdonando – dijo Juliett imitando a la madre de ellos.

Fue Daren después de reflexionar mucho quién habló, reconociendo su error por haberse enfadado tanto, aunque toda la culpa la tenía Dylan.

- Bueno tienes razón, no deberíamos pelearnos pero Dylan me pone de los nervios. No aguanto estar ni un segundo más en este lugar si él esta aquí, a si que me voy – dijo Daren furioso.


En las calles de Chicago siempre había gente paseando, ya que aparte de tener muchos habitantes allí se acostumbraba a pasear a altas horas de la noche, por que todo era mas tranquilo a esas horas exceptuando los demonios y vampiros que vagaban por las calles por la noche.

Catherine iba con su traje de cazadora de sombras, como acostumbraba a llevar cuando iba a una misión misteriosa de la que no sabía con que se iba a encontrar.

Les habían llegado avisos al Instituto de que había una manada de Hijos de la Luna descontrolados por las calles de la ciudad.

No le resultaba fácil encontrarlos ya que iban rápido y las calles – como era costumbre – estaban poco iluminadas.

Cuando iba a pasar por una calle aparentemente normal, algo la hizo pararse en seco porque oyó un grito de ayuda que parecía proceder de una niña pequeña.

El grito conducía de una oficina de policía que parecía vacía porque daba aire de abandonada. Se dio cuenta de que era un glamour muy potente, que le resultó difícil hacerlo desaparecer de su mente. En realidad era un castillo de piedra muy antiguo, el lugar donde los Hijos de la Luna de Chicago se escondían de la ley de los Acuerdos.

La manada de Chicago era unas de las manadas más peligrosas y agresivas del mundo y no respetaban los Acuerdos con la Clave, pero sentía curiosidad por saber quien pedía ayuda. Se apresuró a llegar hasta la aparente oficina abandonada, de donde procedían esos gritos de ayuda e intentó abrir la puerta.

Estaba protegida por un conjuro como se imaginaba, ya que los hombres lobos no querían que entrara ningún intruso, ni ningún hombre lobo procedente de otra banda, así que se rindió pensando en que volvería mañana con un brujo para que abriera la puerta, pero oyó de nuevo el grito y se atrevió a mirar por un pequeño agujero en la pared que hacía de ventana.

Y allí estaba una manada de lobos enorme, en una gran sala todos reunidos alrededor de una pequeña niña indefensa, pero algo le llamó la atención de esa sala era alguien que ya había visto antes, que ella muy bien conocía.

- No puede ser – dijo Catherine aterrorizada


Daren seguía sin hablar y se había tumbado en un sillón que a Juliett le pareció algo antiguo, pero no le pregunto a Daren cuanto tiempo llevaba allí, por miedo a volver a avivar la llama de ira que había intentado apagar después de la pelea, con algo de éxito.

Ahora intentaba rescatar el pobre pollo del horno por si se podía hacer algo con él, pero era imposible ya que había quedado chamuscado completamente y no hablemos de la salsa que ella había intentado hacer, ya que daba miedo mirarla debido ha que se había pegado a la sartén y ahora parecía un potingue asqueroso.

- El pollo esta incomestible así que habrá que pedir una pizza – dijo señalando a el pollo carbonizado que yacía bajo la mesa.

- Siento haber quemado el pollo estaba distraído – dijo Daren con un tono, que mas que arrepentimiento parecía estar avergonzado – en lo de la pizza ya había pensado y he llamado a Gino's para ver si en media hora nos pueden traer una de anchoas – al ver la cara que se le quedaba a Juliett añadió – tranquila también he pedido una de jamón y queso.

- Gracias no sabes que no soporto las anchoas – dijo Juliett un poco aliviada – y en cuanto a lo del pollo ten más cuidado la próxima vez o Dylan te lo recordara toda la vida.

- Ya lo sé pero no soporto que no me haga caso. Soy mayor que él tendría que admitirlo – dijo con frustración en su mirada, mientras recorría la sala a la espera de que Juliett le contestara.

- Sabes que Dylan no respeta a nadie exceptuándose a él mismo – fijo Juliett intentando ocultar una leve risa.


John se había sentado enfrente de Ayleen para escucharla con mayor claridad.

Pidió un bollo de crema aunque no tenía mucha hambre, pero cualquier cosa era mejor que ese líquido amargo llamado café, no le gustaba en absoluto.

Para él era tan asqueroso que hasta le mareaba el olor nauseagundo de ese brebaje amargo.

Ayleen estaba tan nerviosa, porque tenía que contarle algo tan importante que se le cayó el café al suelo y la camarera a regañadientes le trajo otro. Esperó hasta que se tomó el nuevo café y luego tomó aire para decirle la verdad pero las palabras no salían de su boca y en lugar de eso le dijo lo primero que se le vino a la cabeza.

- John no voy a poder ir contigo a la playa este fin de semana – dijo Ayleen fingiendo fastidiarle la idea- Mi padre necesita mi ayuda en su tienda.

- ¡El año pasado igual! ¿No me estarás mintiendo?

- No te estoy mintiendo. No puedo y punto – dijo enfadada.

Ayleen rezó para que se lo haya creído, ni a ella le convencía su excusa pero no podía ir a la playa porque si no...

- Vale. Si no tienes nada más que decirme me voy – dijo John aun no convencido de la excusa de su amiga.

"Tienes que decírselo "pensó Ayleen "Es tu amigo ".

Pero no podía hacerlo y se maldijo así misma por ser tan cobarde mientras John se marchaba por la puerta del restaurante.

John iba caminando por las oscuras calles de la ciudad cuando algo le llamó la atención, un ruido procedente de algún lugar. Se acercó a un callejón para ver quien era el causante de aquel ruido sin pensárselo, como si no pudiera evitarlo y deseó no haberlo hecho, porque lo que vio le puso los pelos de punta.

Le pareció ver a un perro gigante, de color verde, con tres ojos rojos y una cola que terminaba en un enorme aguijón. El horrible monstruo se percató de él y se abalanzó sobre él con sus enormes garras y sus más de cien dientes. John intentó darle con una tubería en la cabeza pero antes de alcanzarlo con ella el monstruo la cogió sin ninguna dificultad y la tiró por los aires. Ahora sus ojos brillaban con una ira indescriptible que le hizo estremecerse de miedo, pero sin saber porque se abalanzó sobre él con una fuerza indescriptible.

No sabía porque había actuado así pero no le sirvió de nada ya que el horrible monstruo lo cogió y lo tiró al suelo bruscamente.

Ya pensaba que no podía hacer nada, cuando notó al lado suyo una botella de cerveza rota y sin pensárselo se abalanzó sobre él con uno de los cristales y se lo clavó en el cuerpo. El monstruo gimió de dolor pero se quitó el cristal del cuerpo y de la herida salió sangre negra como el carbón.

En seguida la herida desapareció y el monstruo se abalanzó sobre él con sus enormes garras, pero antes de que le diera el último golpe se desplomó sobre el suelo manando sangre.

No cabía en si de fascinación, porque la causante era una chica vestida totalmente de negro con una melena castaña, que le llegaba hasta la cintura y unos preciosos ojos verde azulados y unos extraños tatuajes por todo el cuerpo que a John pareció haber visto antes.

La chica le había clavado el cuchillo al monstruo, cuando estaba distraído luchando contra John e iba a recogerlo de nuevo del inerte cuerpo del monstruo y en ese instante el monstruo se esfumó.

Cuando miró en dirección a la chica ya no se encontraba allí, había desaparecido entre las sombras y solo quedaba de ella su olor a vainilla.


Juliett había reparado en que Madelane no estaba en su habitación, cuando fue ha decirle que la cena estaba hecha y ahora volvía a la cocina apresuradamente.

- ¿Has visto a Madelane? – preguntó mirando directamente a Daren.

En ese momento apareció Dylan en la cocina, con una sonrisa algo siniestra en la cara.

- ¿No me digas que se ha escapado?- dijo Dylan riéndose – creía que era una niña buena.

- No te rías, me pones de los nervios. Eres insoportable – dijo Juliett furiosa

Esperó ver a Dylan dolido por esas palabras pero lo único que hacía era reírse como un loco.

- Además de guapo – dijo Dylan con aire de superioridad – y fuerte

La verdad era que Dylan resultaba atractivo con sus ojos verdes claros, su cabello rubio brillante y su musculoso cuerpo.

Pero a Juliett solo le parecía un niño arrogante que no paraba de incordiar y hacer rabiar a las personas.


No había sido un sueño, pero seguía sin admitir que lo que había visto era real y que no estaba alucinando. El chico miró al reloj pensando en lo que había pasado en aquel callejón y se percató que ya eran las once y diez de la noche.

Su padre Santiago Cathungry le había dicho que volviera antes de las once y media, así que se apresuró en llegar a su casa. Iba tan rápido que pasó varios semáforos en rojo pero tuvo la suerte de que no le atropellaron de milagro.

Intentaba esquivar a la gente que aún estaba a esas horas de la noche por las calles de Chicago, pero sin poder evitarlo se chocó con una mujer a la que él conocía.

La había visto en algún lugar pero no sabía donde.

- Perdona, ¿te conozco? – dijo John amablemente.

La mujer con la que se había chocado momentos antes, salió corriendo apresuradamente camuflándose entre la gente y se perdió en la oscuridad de la noche.

Llegó a la casa a las once y media, donde la recibió Consuelo la sirvienta y aún respirando rápidamente, entró en la gran casa.

Ya dentro en el salón se sentó junto a Melinda en el sofá y le acarició el pelo.

- ¿Cómo esta mi hermanita pequeña? – dijo John dulcemente

- Te he dicho que ya no soy pequeña mañana cumplo trece años – dijo Melinda enfadada.


Madelane paseaba por las calles de Chicago aún en guardia por si volvían a ver algún demonio loco, pero no apreció nada por las calles así que guardó de nuevo sus cuchillos.

Pero en ese momento, un hombre lobo se abalanzó sobre ella más rabioso que de costumbre. Hubiera preferido que hubiera sido un demonio, incluso uno mayor por que Madelane había sufrido gracias a uno de ellos. No podía acercarse a ellos porque le hacían recordar una escena horrorosa.

Cuando tenía diez años estaba jugando en el parque con su padre y su madre, cuando un hombre se acercó a su padre y le dijo:

"No puedes esconderla por más tiempo. Aaron la encontrará"

En ese momento, el hombre se convirtió en lobo y atacó a su padre con unas garras que le rasgaron cada parte del cuerpo, hasta dejarlo en la hierba del parque sin vida. Su madre la había cogido antes de que el hombre lobo se abalanzara sobre su padre para que no contemplara la escena, pero ella la había visto perfectamente y sabía que ya no lo volvería a ver.

No tuvo mucho tiempo para pensar, así que sacó los cuchillos del cinturón y susurró "Sencasel ", "Mabriol "y los cuchillos se iluminaron.

Se lo quitó de encima como pudo y se puso en pie justo a tiempo para esquivar al lobo que volvía a abalanzarse sobre ella. El lobo gruñó por su fracasado ataque y en un intento suicida le atacó y le arañó la cara con sus poderosas garras. Ella gimió de dolor pero con una ira en sus ojos se abalanzó sobre él e intento clavarle uno de sus cuchillos, pero el lobo la apartó dejándola caer al suelo con brusquedad.

Ya no podía moverse y se sentía rabiosa porque iba a morir a manos de un estúpido lobo y ella no podía hacer nada para impedirlo. Sin darse cuenta su cuerpo se calentó, empezó a brillar y un destello iluminó el cielo y al mirar a su alrededor no estaba el lobo, había desaparecido.

Ya en el Instituto, Madelane pulsó el botón del ascensor rezando para que nadie la viera llegar, pero se abrieron las puertas y aparecieron Daren, Juliett y el idiota de Dylan. Madelane quería abrazarlos por que había pasado mucho miedo, aunque sabía que le echarían la bronca por haberse escapado, pero no le importaba porque estaba contenta por estar por fin a salvo.

No notó que las piernas empezaron a temblarle porque estaba paralizada, pero en ese momento se desplomó sobre ellos sin fuerzas y Daren la cogió.


- Despierta, despierta – dijo Ayleen sonriendo

Cuando John abrió los ojos se percató de que se había quedado dormido en el sofá del salón.

Ahora el salón parecía una pocilga, seguramente también estaba así cuando llegó ayer, pero no se habría dado cuenta porque solo la iluminaba la televisión del salón. Intentó despejarse un poco antes de levantarse y se fue al baño a darse una ducha refrescante porque se sentía hecho polvo.

Cuando salió cambiado de ropa de su habitación, se plantó para mirar que hora era en el enorme reloj del salón. Eran solo las siete de la mañana y John se enfadó porque le habían despertado muy temprano un domingo. Para él era su día sagrado donde se despertaba a la una del mediodía, comía y se iba a dar una vuelta por Chicago.

- Es muy temprano. ¿Qué quieres ahora? – dijo John enfadado.

- Es hora de que te cuente la verdad – dijo Ayleen sin rodeos – quien soy en realidad.


Notas de autor : Como es mi primer fic me gustaría que los pocos que lo leyeran dejaran su opinión en forma de review. A si que, si os gusta escribís un review y si no también , pero no seáis muy duros conmigo porque aún soy muy joven y novata en esto.