¡Hola! Como digo en el sumario (que mala soy para escribirlos, jeje) esto serán una serie de viñetas con las frases que Stephenie Meyer va publicando en su web de 'Amanecer'. la primera va por la frase de Bella y Mike. Espero os guste, R&R son bien recibidas, así que por el progreso de esta humilde escritora, dad de vez el cuando al GO!, por favor. Besos.
Era la noche antes de la boda. Estaba en casa de Charlie, en la cual 'dormía' junto a Alice y Rosalie. Aquella estúpida tradición de dormir en la misma casa que las damas de honor y no en la misma que el prometido me sacaba de quicio. Charlie roncaba en la habitación de al lado, probablemente tras tomar unos somníferos, pues él tampoco se creía aún que me fuera a casar al día siguiente. Alice se había acomodado en una cama supletoria en mi habitación y Rosalie en otra. No solo por ello la habitación estaba abarrotada, Alice se había traído un cargamento que incluía mi vestido de novia con su velo y zapatos, sus dos vestidos de damas con zapatos, un set increíblemente enorme de maquillaje y peinado y varios álbumes de música 'relajante'. En aquel preciso momento, las tres y doce de la mañana, Alice se encontraba escuchando música, probablemente Muse, en su nuevo iPod, Rosalie leía un libro que había rescatado de mi galería y yo fingía dormir.
-Bella, ¿estás despierta?- el bajo murmullo de Alice no me habría resultado audible si hubiera estado mínimamente cerca del sueño.
-Sí.- contesté.
-Tu ordenador centellea... ¿te dejaste el correo abierto?- musitó.
-Sí... voy a ver.- respondí, incorporándome de la cama.
No se negó a que me levantara, y no era de extrañar, bien sabía ella que tanto de pie como tumbada, sería incapaz de pegar ojo. Me dirigí al ordenador y vi un mensaje centelleante. Era de Edward. '¡Qué extraño' pensé. Lo abrí. Solo había tres palabras 'Tenemos que hablar'. Era muy raro que Edward me mandara un mail, si quisiera hablar conmigo simplemente vendría... ¡Claro! Las idiotas tradiciones, no quería romperlas, o al menos que nadie supiera que las iba a romper. Supe que debía hacer.
-Voy a bajar a por un vaso de leche, chicas.- anuncié.
Asintieron en silencio mientras salía silenciosamente. Efectivamente, Edward me esperaba en la cocina, sentado en la silla que siempre se sentaba.
-¿De qué tenemos qué hablar?- le pregunté mientras me sentaba sobre sus rodillas.
-¿Sabes que no tenemos por qué hacerlo?- la pregunta me cogió de improviso.
-Edward, hemos llegado hasta aquí. Y Emmett será un excelente cura. Todo irá genial.- le prometí, besando sus dedos.
-No estoy seguro...- murmuró, apartando su mano de mis labios con una brusquedad impropia de él.
-¿De qué?- me extrañé, mirándole a los ojos.
-Da igual... hasta mañana, Bella.- se levantó tras dejarme en la silla en la que antes se sentaba. Pude percibir un extraño brillo en sus ojos antes de que se fuera, rápido como una centella.
Me quedé en blanco, sin saber qué hacer. No quise subir de nuevo a la habitación, donde Alice y Rose esperarían, probablemente habiendo escuchado la conversación. Cogí unos vaqueros y una blusa recién lavados de la secadora y me calcé unas botas. Salí al frío de la calle. No supe a donde ir... solo cogí mi coche y comencé a conducir. No supe cómo, terminé enfrente de donde se celebraría la boda. Pero, ante mi sorpresa, no estaba sola. Un coche estaba aparcado allí, y un chico rubio se apoyaba en él con aire pensativo.
-¿Bella?- Mike se dio la vuelta y me observó, curioso y extrañado a la vez.
Me dejé caer del asiento de conductor de mi coche, sin poder contener los sollozos. Mike corrió hacia mí y me sujetó entre sus brazos. Su tacto cálido, muy contrastado con el de Edward, me recibió cuando me abrazó.
-¿Qué ocurre, Bella?- inquirió, poniendo su chaqueta sobre mis brazos desnudos.
-¡Oh, Mike! ¿Cómo voy a seguir?- sollocé, hundiendo mi rostro en su hombro.
-¿Qué ha pasado, Bella? ¿Ha sido Edward?- su tono se tornó peligroso, y me recordó a Jacob.
Jacob.
Otro sollozo afloró de mi garganta. Mike desechó las preguntas y me estrechó con fuerza.
-Tranquila, Bella, tranquila.
Me dejó desahogarme en su hombro, cuando al fin me tranquilicé nos separamos.
-Gracias, Mike.- musité dándole un beso en la mejilla.
Vi un brillo especial en su mirada y supe que, después de todo, tenía en Mike Newton a un buen amigo. Pero aquel no era el problema del momento... la boda era en unas seis horas, y algo le ocurría a Edward. Y tenía que averiguar el qué.
