SECRETITOS

Por Cris Snape


Disclaimer: El Potterverso es de Rowling.

Esta historia está dedicada a Odisea, quien pidió un Rita/Ludo en el foro de "La Noble y Ancestral Casa de los Black" y a mí me pareció divertido escribírselo. Espero que os guste.


1

EL OJEADOR

Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Año 1968.

—¡Es increíble! ¡Maravilloso! Ese chico tiene un espléndido futuro. Han pasado muchos años desde la última vez que vi algo parecido. Hablaré con el presidente del club ahora mismo. Lo mantendremos vigilado hasta que sea mayor de edad y, si sigue jugando como hasta ahora, no dejaremos que se nos escape. ¡Es un genio!

Oculta bajo las gradas del campo de quidditch, Rita Skeeter escuchaba con atención las palabras de Cleveland Stainthorpe, el ojeador que los directivos de las Avispas de Wimbourne habían enviado para presenciar el último partido entre los equipos de Gryffindor y Ravenclaw. En ocasiones ocurría que los clubes profesionales se interesaban por los nuevos talentos que destacaban dentro de los terrenos del mismísimo Hogwarts y Rita suponía que Stainthorpe había visitado el castillo para ver a Ludovic Bagman, el flamante golpeador estrella de Gryffindor.

A decir verdad, Rita nunca se había fijado en el chico. Bagman era un mocoso de tercer año y no recordaba haber intercambiado una palabra con él jamás. Únicamente destacaba porque era muy alto y fuerte para su edad. Por lo demás, tenía el pelo rubio, los ojos azules y la cara llena de granos. Un chiquillo de lo más insulso en su humilde opinión, aunque a partir de ese día tendría que empezar a prestarle más atención si finalmente estaban interesados por él en el seno de las Avispas de Wimbourne. Rita podría ser una novata inexperta en el mundillo del periodismo, pero sabía distinguir una exclusiva cuando la tenía frente a sus ojos.

La joven Rita decidió que quería ser periodista cuando tenía cinco años y leyó por primera vez El Profeta. Recordaba que había sido un artículo sobre la escandalosa boda de una bruja de sangrepura con un sangresucia y que se había sentido hipnotizada por la forma de escribir del reportero. Desde entonces, cada vez que alguien le preguntaba, expresaba a gritos su férrea voluntad y, una vez en Hogwarts, consiguió convencer a los cuatro jefes de casa de la conveniencia de que el colegio contara con su propio periódico.

La Gaceta de Hogwarts pretendía ser un boletín informativo serio, veraz y objetivo. Obviamente, Rita era su directora, aunque en numerosas ocasiones se había tenido que enfrentar a la censura de la profesora McGonagall, la encargada de asegurarse de que el asunto no se les iba de las manos. Rita acostumbraba a protestar cada vez que se le impedía publicar algo que ella consideraba de interés y que McGonagall tachaba de sensacionalista. Por norma general, dichas protestas caían en saco roto, pero con el tiempo Rita había aprendido a bregar con ello. Se había rodeado de un grupito muy eficiente de estudiantes tan apasionados como ella e incluso tenía un fotógrafo oficial al que todos llamaban Bozo a pesar de que su nombre real era Boaz Salomon. Juntos llevaban a cabo una labor que a Rita le parecía más que aceptable. Pese a las zancadillas de McGonagall, la joven estudiante estaba muy satisfecha con su trabajo.

Procuró ocultarse un poco mejor cuando Stainthorpe y su compañero, un tipo al que Rita no había logrado reconocer, se pusieron en pie y se dispusieron a abandonar las gradas con discreción. El partido terminó con victoria para Ravenclaw, pero Bagman una vez más había destacado en las labores defensivas.

—Es muy joven todavía. Tiene trece años, ¿verdad? —Aunque Stainthorpe había hecho una pregunta, no dio tiempo a su compañero para que respondiera—. Sí, creo recordar que eso ponía en su ficha. ¡Trece años! ¡Y fíjate lo alto que es! Aún tiene que terminar de desarrollarse y me jugaría el cuello a que tendrá el físico perfecto para la posición de golpeador. ¡Y cómo golpea, Merlín bendito! No sólo está extraordinariamente fuerte para la edad que tiene, sino que demuestra una puntería que ya quisieran algunos profesionales. Francamente, amigo, estoy entusiasmado. ¡Entusiasmado! —Rita sonrió y ya se imaginó la cara que pondrían sus compañeros de estudios cuando vieran la noticia publicada en La Gaceta del día siguiente—. Despidámonos de la profesora McGonagall y regresemos a las oficinas cuanto antes. La directiva tiene que saber esto lo antes posible.

Los dos hombres dieron unos cuantos pasos y Rita dejó de escucharles. Le hubiera gustado saber qué le decían a la profesora McGonagall mientras se despedían de ella, pero no creyó conveniente seguirles. Era un poco arriesgado moverse entre el entramado del graderío y, además, si la profesora la descubría le echaría una buena bronca. Por algún motivo que Rita no alcanzaba a comprender, McGonagall afirmaba que obtener información por medio del espionaje no estaba nada bien. ¿Cómo pretendía? ¿Preguntando directamente? Rita sabía por experiencia que una entrevista cara a cara nunca daba los mismos resultados que escuchar conversaciones de forma clandestina.

Cuando los alrededores se despejaron un poco, Rita Skeeter salió de su escondrijo y sonrió con suficiencia. Tenía material suficiente para realizar un buen artículo, aunque acababa de ocurrírsele una idea genial. Necesitaba el testimonio de Ludo Bagman. Pensaba soltarle el bombazo así, de sopetón, para pillarle por sorpresa y poder observar detenidamente su primera impresión. Sonriendo, se colocó la túnica correctamente, se aseguró de que los bucles dorados de su cabello lucían perfectos y caminó con decisión en dirección a los vestuarios del campo de quidditch. Confiaba en que los jugadores siguieran allí. En el caso de los chicos de Gryffindor, lamentando la derrota.

Sus taconazos resonaban en los pasillos. Cuando la veían con ellos, los profesores insistían en que se los quitara y se pusiera un calzado más propio de una estudiante. A Rita no le gustaba un pelo que eso ocurriera porque sus zapatos de tacón la ayudaban a sentirse más femenina y poderosa, como si estuviera un escalón por encima del resto de chicas de la escuela. ¡Oh, sí! Estaba claro que ella ya era toda una mujer, pero no podía decir lo mismo de ese atajo de mocosas pegadas a sus libros de texto.

Apartando de su cabeza asuntos que en ese momento no requerían de su atención, Rita se concentró en los motivos que la arrastraron hasta el vestuario. Sin pensárselo dos veces, llamó a la puerta con los nudillos y entró sin esperar a que nadie le diera permiso y llegó a la conclusión de que ese sitio era, cuanto menos, interesante. Las taquillas tenían pinta de ser viejas y estaban decoradas al gusto de sus respectivos propietarios. Había dos puertas laterales, una que daba a la ducha de los chicos y otra a la de las chicas, y una gran bancada central de madera.

El capitán de Gryffindor estaba sentado allí, atándose los cordones y con el pelo chorreando agua. A Rita siempre le había parecido un tipo mal encarado y sus sospechas se confirmaron cuando la miró y se puso en pie de un salto. Parecía seriamente disgustado y Rita le dedicó una sonrisita que pretendía ser encantadora aunque en realidad no lo era.

—¡Skeeter! ¡No puedes estar aquí! ¡Lárgate!

—Tranquilo, campeón. Sólo he venido a hablar con Bagman —El chico abrió la boca, aparentemente demasiado sorprendido por sus palabras como para ser capaz de reaccionar. Rita le palmeó suavemente el brazo y echó un vistazo a su alrededor. El pequeño gigantón no estaba por ninguna parte—. ¿Qué me dices? ¿Se ha ido ya?

—Está en la ducha —Una vez recuperado de la impresión, el capitán agarró a Rita por el brazo y quiso sacarla del vestuario—. No sé para qué lo quieres, pero tendrás que esperarlo fuera.

—¡Vaya, Powell! ¿Qué ha sido de la caballerosidad de Gryffindor? —El chico le dirigió una mirada de resentimiento.

—He dicho que te largues, Skeeter. Ahora.

—¡Vale, vale! Esperaré fuera, pero tampoco hace falta que me agarres —Rita se desprendió de la mano con un movimiento brusco y elegante al mismo tiempo—. Si me disculpas, encontraré la salida yo sola.

No le hizo mucha gracia tener que salir del vestuario de esa forma tan poco digna, pero no quería cabrear a Powell. También estaba en su último curso y compartía unas cuantas clases con él, así que era plenamente consciente de que el chico no destacaba precisamente por ser paciente. Le hubiera gustado poder escuchar cómo los Gryffindor se quejaban por la derrota y había confiado en que, tal vez, acusara a los Ravenclaw de hacer trampas, pero no le dieron la oportunidad. Una buena periodista siempre podía generar polémica si utilizaba las palabras correctas a la hora de elaborar sus artículos. Y Rita adoraba la polémica. Eso se notaba en La Gaceta. Pese a la censura de McGonagall, como se recordaba constantemente.

Al cabo de cinco minutos, la puerta del vestuario se abrió y Bagman salió acompañado por Powell, que tenía pinta de seguir cabreado. Rita fue al encuentro del niño y se sorprendió cuando Powell expresó sus intenciones.

—Los miembros del equipo hemos decidido que si quieres hablar con Ludo, yo tendré que estar presente en todo momento.

Rita parpadeó con incredulidad. Aquello sí que no se lo esperaba.

—¿Perdona? ¿Qué has dicho?

—Lo que has oído, Skeeter. No sé qué pretendes, pero no nos fiamos de ti y no vamos a dejar que metas a Ludo en líos. Es nuestro buscador y lo necesitamos.

Aunque era muy alto, Ludovic Bagman seguía siendo un crío de trece años que se limitó a darle la razón a Powell. Genial. Ese encuentro no estaba saliendo tal y como ella esperaba y eso le ocasionó un gran disgusto. Cuando planeaba algo, le gustaba que todo saliera bien. Odiaba los imprevistos.

—¿Qué pensáis que puedo hacerle al pequeño Bagman? Estás siendo absurdo, Powell.

—Las condiciones son las que son. Las tomas o las dejas.

Rita se mordió el labio inferior. Ciertamente tenía suficiente material para dejar boquiabierto a medio Hogwarts, pero seguía pensando que observar la primera reacción de Bagman sería interesante. Así pues, suspiró profundamente y echó mano de su nueva y reluciente vuelapluma. Su padre se la había regalado ese verano y era de las mejores del mercado.

—Muy bien, como queráis. Aunque no entiendo porqué acusan a los Slytherin de ser unos paranoicos. Miraos vosotros.

—Desembucha de una vez, Skeeter. Tenemos cosas que hacer.

—¿En serio? —Rita habló con un tono fingidamente inocente—. ¿Vais a ir a alguna fiesta? ¡Ay, no! Si habéis perdido. No hay nada que celebrar. Pobrecitos.

Los dos Gryffindor la miraron de mala manera y Rita se dijo que no debía andarse con tonterías o se enfadarían y la dejarían con un palmo de narices. Así pues, después de convencerles de regresar al vestuario para poder hacer la entrevista cómodamente, se preparó para plantearle el tema a Bagman. El resto de miembros del equipo ya no estaban por allí, pero Powell no necesitaba de nadie más para resultar intimidante.

—Muy bien, Ludo —Rita sonrió al chiquillo, que alzó una ceja y se cruzó de brazos—. Te llamas así, ¿verdad?

—Prefiero que me llames Bagman.

—¡Oh, vaya! ¿Por qué?

—Porque sólo mis amigos me llaman Ludo.

Por su forma de hablar, Rita llegó a la conclusión de que ese brujillo no era precisamente un lumbrera. Sonrió con condescendencia y le puso una mano en la rodilla.

—Por supuesto. Lo que pasa es que creo que a partir de ahora sí que vamos a ser buenos amigos.

—¿Por qué dices eso?

—Porque me he enterado de algo muy importante para ti. Algo que hará que te sientas agradecido el resto de tu vida.

Rita sabía cómo hablar para ganarse la atención de su interlocutor. Si dicho interlocutor era un niño gigantón un poco cerril, el éxito estaba asegurado. Era evidente que se moría de ganas por saber de qué estaba hablando, pero fue Powell el que intervino justo en ese momento.

—¿De qué te has enterado?

Rita se movió lentamente para encarar al capitán. Powell, que estaba de pie junto a Bagman, parecía tan intrigado como el más pequeño.

—Me vas a perdonar, Powell, pero estoy hablando con Ludo. Si no me queda más remedio, soy capaz de tolerar tu presencia, pero no quiero que vuelvas a interrumpir nuestra conversación.

El chico enmudeció. Rita hizo un gesto amable que le invitaba a no intervenir más y se concentró nuevamente en Bagman. Nadie podía negarle que era maravilloso subido sobre una escoba, lo que no dejaba de ser una suerte porque no parecía tener talento para nada más.

—¿Sabes que Cleveland Stainthorpe ha venido a ver el partido de hoy?

—¿Quién?

Idiota. Aspiraba a ser jugador de quidditch profesional y ni siquiera conocía el nombre de unos de los personajes destacados del mundillo.

—¿Stainthorpe? —La voz de Powell sonó muy aguda—. ¡Imposible!

—Lo he visto con mis propios ojos. Y también he tenido ocasión de escucharle.

—Pero es…

—¡Eh, Powell! ¿Qué acabamos de decir sobre que te quedes callado?

El chico se puso un poco rojo y se pasó las manos por la cara como si no diera crédito. Y Bagman seguía sin enterarse de nada.

—¿Quién es ese Stainthorpe?

—¡Oh, Ludo! No me digas que no has oído hablar de él —El chico negó con la cabeza—. Cleveland Stainthorpe es uno de los ojeadores más importantes de la Liga Nacional de Quidditch. Trabaja para las Avispas de Wimbourne y todo lo que toca lo convierte en oro. Si te ve jugar y le gustas, es capaz de transformarte en una estrella.

—¿En serio?

—Totalmente.

—¿Y sabes si ha venido a ver a alguien?

—¿Tú qué crees?

Bagman se tomó unos cuantos segundos para pensárselo y al final se puso blanco y pareció a punto de desmayarse o vomitar. ¡Oh, sí! Una reacción como ésa era justo lo que Rita necesitaba para culminar con éxito su artículo.

—¿A mí? ¿Ha venido a verme a mí?

—Y le has causado una grata impresión.

—¿En serio?

—Ha dicho que eres espectacular.

La palidez de Bagman aumentó un poco y entonces se puso totalmente rojo. Rita le echó un vistazo a Powell, que estaba tan alucinado como su compañero de equipo, y se aseguró de que la vuelapluma hacía las anotaciones adecuadas.

—Quiero que sepas que lo que te estoy diciendo es un secreto. El señor Stainthorpe lo comentó confidencialmente con su compañero. Según parece, ahora mismo se disponían a hablar con el mismísimo presidente de las Avispas de Wimbourne.

—¡Oh!

En esa ocasión, la emoción fue demasiado para Bagman. Se llevó las manos a la barriga como si le doliera y se quedó muy quieto unos instantes, hasta que se puso en pie y miró a Powell. Tenía los ojos muy abiertos, resollaba y seguía rojo.

—¿Has oído? ¡Puede que me quieran en las Avispas!

—Es demasiado pronto para afirmar eso, Ludo —Dijo Rita con su voz tranquila de antes—. También han dicho que eres muy joven y que necesitas pulirte.

—De todas formas es… ¡Genial! —Ludo se puso a dar vueltas sobre sí mismo y terminó por darle un abrazo a Powell—. ¡ES ALUCINANTE! Voy a decírselo a mis padres y a Otto ahora mismo.

Se dispuso a salir corriendo del vestuario, pero Rita le detuvo con un enérgico movimiento.

—Ya te he dicho que es confidencial. No puedes decírselo a nadie.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Digamos que la información ha llegado a mis oídos de forma indirecta.

Ludo se quedó pensativo y después pareció hacerle un reproche. ¡A ella!

—¡Has espiado al señor Stainthorpe!

—Bueno, más o menos.

Ludo la observó fijamente unos instantes y después se decidió a buscar el apoyo de Powell. Sí, grandote y genial sobre la escoba, pero inseguro y estúpido como un niño.

—¿Qué va a pasar si se enteran de lo que ha hecho? ¿Podría estropearse todo?

—No lo sé, Ludo. Tal vez sea mejor hacerle caso a Skeeter.

—Por supuesto que sí —La chica agitó la varita y recogió todo su instrumental. Su labor allí ya había terminado y tenía un montón de trabajo pendiente—. Si me disculpáis, tengo cosas que hacer.

Se marchó con la sonrisa en la boca. Tal vez si Ludo tuviera razón y Stainthorpe podría mosquearse bastante si era consciente de que una chica de diecisiete años había escuchado una conversación privada, pero no le importó si la carrera de su compañero de Hogwarts terminaba antes de empezar. Tenía ocasión de escribir un artículo perfecto y no pensaba desaprovecharla.


Según tengo entendido, Rita es unos cuatro años mayor que Ludo. Este primer capítulo sólo ha sido una toma de contacto con los personajes, pero a partir del siguiente probablemente haya más Ludita (¿aceptamos pulpo?^^) La historia tendrá varios capítulos, aunque ahora mismo no sabría decir cuántos porque me conozco y las palabras siempre se multiplican, y cada uno tendrá lugar en un momento del tiempo determinado, así que sí, el fic estará compuesto por unas cuantas viñetas. Ya dije que no sé cuántas. Espero que sobre todo Odisea pueda disfrutar la historia porque ya sé lo mucho que le gusta el pairing y quiero que se sienta satisfecha. En cuanto a los demás, muchas gracias por leer y ya sabéis lo que hay que hacer para dejar vuestras impresiones^^. ¡ARRIBA EL LUDITA!

Besos y hasta pronto.